Capítulo 15
Narra Dareck
Al llegar de correr me encontré con el "querido Joa", quien estaba esperándome. Parece que no tenía nada más importante que venir a darme la ronda como se le está haciendo costumbre.
—Prepárate, el rey quiere verte. —enuncia con su habitual seriedad.
—Ok, estaré listo dentro de cinco minutos.
—Que sean tres, niño. —gruñó, mientras me daba la espalda para ir hacia su auto. Se que él tiene la misma gana que tengo yo de golpearlo.
Entre a la casa y subí las escaleras para llegar a mi habitación donde encontré aun durmiendo a la princesa. Sin tiempo que perder fui directo a la ducha, y me vestí en tiempo récord. Sin embargo, haría salirse de sus casillas al viejo demonio.
En la cocina me serví un café y antes de que pudiera terminar de hacer mis tostadas francesas entro como alma que se lleva el diablo, el demonio más exasperante que he tenido el honor de conocer.
Niñito, déjame decirte que no me agradas. Si estuvieras casado con mi hija, te desaparecería de mi vista más rápido de lo que puedas decir uno. —sin siquiera ser adivino podría decir a ciencia cierta que de su nariz podría echar humo de lo furioso que se nota. —Mas te vale mover tu culo hasta mi auto y rogarle a quien sea que te ayude a sobrevivir a mi ira.
—Viejo, déjame decirte que siento lo mismo por ti. Créeme que si estuviera casado con tu hija yo mismo me daría el tiro de gracia. —Me pare enfrente de él, mostrándole que su aura a mi no me provoca miedo y que no retrocedería por muy buen ejecutor que sea. —Moveré mi culo cuando y donde yo quiera. Ahora si me permites prepararle el desayuno a mi querida esposa, te lo agradecería.
Si la miradas mataran estaría hace rato bajo la tierra, pero como hace falta mucho mas que eso. Aunque recordando que la mirada de los demonios te puede consumir el alma, si eres débil y de otra raza. Sin embargo, conmigo no funciona.
—No me hagas perder el tiempo, tengo cosas mas importantes que hacer que estar de niñera. —se dio la vuelta y regreso a su auto.
Termine de preparar el desayuno, y junto con una nota le deje el suyo a la princesa. Tan solo de pensar en la cara que pondrá cuando lo vea, me llena de satisfacción. Sin más que hacer para sacar de quicio al viejito, salí de la casa y me subí a su auto.
—¿A dónde vamos esta vez, viejito?
—¿Podrías callarte? Eres exasperante. —gruño con rabia, mientras encendía el auto y entraba a la carretera. Si no estuviera seguro de que es un demonio podría pensar que me equivoque de raza, y que es un lobo por lo tanto que gruñe a mi alrededor.
...
Estaba sentado frente al rey demonio, quien quería saber que desea el hombre con el que me encontré en la madrugada. No me sorprende que ya supiera de esa breve reunión. Como también sabia que era mejor darle lo que quería en estos momentos.
—No me hablo mucho. Dijo que era bueno percibiendo mi entorno y que Don no se había equivocado conmigo. —Me encogí de hombros, entendiendo que, aunque tenga ese nombre no sabría quién era. Porque ese canalla siempre se ha movido bajo las sombras. —Le pregunte que, si me conocía, lo que afirmo y dijo que estaríamos en contacto. Eso fue todo.
—¿Quién es Don? —indago.
—Mi abuelo. —sentí como el amargo e invasivo nombre corría mis cuerdas vocales y provocaba un asco por asociarme con ese bastardo.
—¿Cómo era este hombre que te intercepto?
No pude fijarme bien en él, pero hay detalles que me parecen interesantes. Puesto que le falta una oreja, y tiene una cicatriz que le recorre desde el ojo derecho hasta la mejilla izquierda y su nariz tiene un extraño ángulo. —Cuando termine de describir a este hombre el semblante del rey y Joa fue de sorpresa.
—¡Maldita sea! —exclama Joa.
—No puede ser. Ese maldito esta muerto. —Menciona el Rey.
—¿Podrían explicarme quién es? —exijo, puesto que ellos saben quien es este misterioso hombre.
—Al parecer es el único sobreviviente, hijo del traidor de mi padrino quien mató a mi padre para quedarse con el trono. Sin embargo, no contaba con que ya mi padre me había cedido el territorio.
—¿Por qué dejaron vivo a este hombre?
—No lo dejamos vivo. Matamos a todos los descendientes del traidor, sin embargo, si aun respira es porque alguien nos traiciono y le perdono la vida. Ahora lo que debemos averiguar quien fue y por qué.
—Bueno, cuenten conmigo para lo que necesiten.
—Por supuesto que vamos a necesitarte. Pero tu trabajo será cuidar de mi hija con tu vida de ser necesario. —Señala el rey con preocupación. —Además, les asignare algunos ejecutores y Duncan estará a cargo de ellos. —No sé por qué me cae este otro como la patada —Joa, por favor habla con tu hijo. Explícale su nueva misión, que elija sus hombres.
Ahora entiendo porque si es el hijo del viejito.
—Entendido, su alteza.
—Pueden retirarse, Dareck cuida a mi niña.
—Así será, señor.
Narra Adriá
Me despierto desorientada por el ruido de un auto alejándose, al percatarme de la hora me doy cuenta de que son las siete y quince minutos. Suspirando de cansancio me levanto porque solo me da tiempo a ducharme, desayunar algo ligero y conducir a mi trabajo. Ya que la oficina esta fuera del territorio.
Después de ducharme y vestirme para el trabajo, bajé a la cocina y mi sorpresa fue grande cuando vi tostada a la francesa con huevos revueltos de desayuno. Pero lo más grande fue leer la nota que me dejó Dareck:
"Buenos días, mi princesa de fuego.
Me tome la osadía de prepararte el desayuno, aunque no sé si sea de tu agrado. Tu padre me mandó a buscar por eso no me encontraras en la casa. Cualquier cosa que me suceda culpa al viejo demonio de Joa, dijo que no le caigo bien.
Ahora bien, hablando de mi agradecimiento podrías darme un beso cuando llegue a casa.
Dareck"
No se porque estoy sonriendo como una tonta por esta nota. Frustrada aplasto la nota y la echó a la basura. Recuerda Adriá estas aquí para hacer que el caiga, no al revés.
Inhalo y exhalo, tratando de reencontrarme. Una vez mas serena decido comer el desayuno, ya que no tengo tiempo para prepararme nada más. Cuando termino de desayunar escucho el timbre sonar, corro a abrir la puerta. Sin embargo, no me esperaba encontrar a Duncan.
—Buenos días, Adriá. Tu madre me envío junto con un equipo como tu seguridad desde este momento. —Notifico con tono frio, este no es el amigo amable que antes me cuidaba.
—Buen día. Mi padre no me ha notificado nada. Dame un momento hablare con él—iba a buscar mi celular cuando vi el auto de Joa estacionándose y Dareck saliendo del lado del copiloto.
—Buen día, esposa. —saludo con su voz socarrona, llegando hasta mí y dándome un beso delante de Joa y Duncan. —Tú debes ser el hijo del viejito.
—Deberías tener más respeto hacia mi padre. —escuchaba el tono de Duncan, estaba solo a pocas líneas de caerle a golpes. —Además, recuerda que desde hoy seré el líder del equipo de seguridad.
—Si puede que lo seas, pero los quiero a una distancia prudente de mi esposa. Además, de que puedo defenderla de cualquier amenaza.
—¿Hasta de ti la defenderías?
—Ok, ya basta. Solo me están distrayendo y tengo que salir a trabajar.
—Esta bien, ven conmigo te llevare a tu trabajo—menciona Duncan, antes de que le conteste Dareck lo hace.
—Si quieres puedes seguirnos, porque yo seré quien lleve a mi esposa a su trabajo.
—Si quieras sabe...—se detuvo cuando su padre le puso una mano en su hombro.
—Duncan, tu deber es cuidar de ambos. Limítate a ello, hijo. —asintió, dándose la vuelta dirigiéndose al auto.
—Nos vemos—se despidió Joa, solo le asentí porque sentía como estaba a punto de matar a Dareck.
—¿Qué rayos fue todo eso? —le pregunté a Dareck.
—¿Que creías? ¿Qué permitiría que te fueras con él en su auto? —Preguntó indignado—Además, de que ya me entere que siempre has estado enamorada de Duncan. ¿Cómo crees que dejaría a mi esposa a solas con el amor de su vida? —Me quede observándolo porque no entendía a que venían sus palabras, pareciera que estuviera celoso, pero eso es imposible. —Iré a buscar las llaves.
Estaba sorprendida por sus palabras y por primera vez estaba sintiendo como un calor se expandía por mi estómago. ¿Puede ser que le este interesando a mi esposo? Eso tendría que averiguarlo.
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