La reina del crimen
"La mejor receta para la novela policíaca: el detective no debe saber nunca más que el lector".
AGATHA CHRISTIE
Era 1939 —o algo así— y una bonita tarde húmeda en el Reino Unido, que si bien se hubiera confundido con una tarde lluviosa en otra parte más seca del mundo, para los ingleses era un clima excepcional, y para Agatha Christie, quien contemplaba el pasto de su jardín con admiración, era el clima perfecto para escribir. La autora de 49 años se acomodó en la silla y sacó su cuaderno, las páginas estaban llenas de tachaduras, manchas de tinta, anotaciones en los bordes y oraciones incompletas. Con la pluma bien asegurada comenzó a escribir.
Diez negritos en la mesa del comedor.
Aquella anotación, precedida por una lista de hechos y personajes desordenados, formaba parte de la que pocos meses después se convertiría en una novela policíaca completa. Pero si al menos estuviéramos hablando de una novela cualquiera quizás sería menos sorprendente, pero no, aquella tarde sin importancia, con un clima más o menos común, Christie había dado un paso más en la que sería la novela policíaca más vendida en la historia, y con 100 millones de copias, uno de los diez libros más vendidos de todos los tiempos.
Quizás Christie sea uno de los ejemplos más tangibles de cómo una persona común puede dejar una gran marca en la historia.
En 1890 aún constituía un hecho inusual encontrar el nombre de una mujer entre las listas de los más vendidos de los estantes de las librerías, y fue en este contexto ambiguo y en la región de Devon, donde nació la más grande autora de misterio, quien logró sobreponerse a la cultura de una época aún atrasada en muchos aspectos.
Primero intentando con la música, luego como enfermera durante la guerra (experiencia que la convirtió en una experta en venenos y sustancias letales), aunque ya había tonteado con la escritura, no fue hasta que un hecho muy particular ocurrió en su vida, que se vio completa y definitivamente impulsada a escribir su primera novela policíaca. Y es bien sabido que en la historia de la humanidad no han sido pocas las cosas que solo han ocurrido como consecuencia directa de una riña entre hermanos, y fue justo esto, la negativa a creer de su hermana, la que le dio a Christie el último empujón para darle vida a "El misterioso caso de Styles", que tras seis intentos de publicación fracasados, al fin vio la luz en 1920, dando inicio al universo literario de Hércules Poirot y a su propia carrera.
Madre y esposa, Agatha Christie continuó escribiendo novelas policíacas una tras otra, brotaban de ella con una facilidad inhumana. Mientras recorría el mundo, visitaba lugares exóticos, practicaba surf y atendía a su hija, Christie cargaba con su cuaderno de notas. Durante esos años de su mano salen "Asesinato en el campo de golf", "Poirot investiga", "El hombre del traje marrón", y de manera triunfal "El asesinato de Roger Ackroyd", que catapulta a la fama a la autora. Pero es también durante esta época que el hogar de la novelista se convierte en una auténtica "Casa torcida", cuando primero en 1926 muere su madre, y más tarde termina divorciándose de su esposo.
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Era la mañana del 7 de diciembre de 1926, Kate despertó temprano, se alisó el vestido, hizo la cama y salió en busca del periódico que debía esperarla en la puerta. Normalmente se servía un té, se sentaba en la ventana del comedor, cuyas vistas entregaban un panorama completo de la ciudad, y solo luego abría el periódico y lo leía, pero esa mañana se había saltado todo el protocolo, pues el Daily News aquel 7 de diciembre ofrecía una notica peculiar: se ofrecían 100 libras a la persona que diera alguna pista que facilitara la localización, con vida, de Agatha Christie. Cuatro días antes, tras una discusión con su primer esposo, Christie había tomado su auto y se había marchado. A la mañana siguiente este había sido localizado en la carretera con las pertenencias de la autora, pero sin esta. Todo tipo de personas se unieron a la búsqueda, incluso Arthur Conan Doyle, el cerebro tras Sherlock Holmes, puso de su empeño para encontrar a la novelista, pero tendrían que pasar once días hasta que dieran con ella. Trastornada y confundida, Christie no recordaba nada, la prensa la atosigaba y le exigía una explicación, pero la novelista apenas había superado una crisis nerviosa y su estado era inestable.
Tras recuperarse y con mucho tiempo libre, Agatha emprende un viaje en solitario que la lleva a Medio Oriente, y por primera vez realiza la trayectoria en el lujoso Orient Express, de cuya experiencia saldrá otra de las novelas más aclamadas por el público. Es también en este viaje que descubre su fascinación por la arqueología, descubrimiento que más tarde la llevaría a conocer al joven Max Mallowan, de tan solo veinticinco años. De esta relación tenemos como testimonio una de las frases más conocidas de Christie: Cásate con un arqueólogo. Cuanto más vieja te hagas, más encantadora te encontrará.
La relación con Max fue una mejoría sustancial en la vida de Christie. La Segunda Guerra Mundial retumbó un poco en el orden familiar, pero aun así durante este período es que salen a la luz algunas de sus novelas más importantes, incluyendo "Diez negritos".
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Era un día cualquiera en 1971, nada en el ambiente parecía dar a entender que algún suceso importante ocurría, los árboles se balanceaban tranquilos, las aves trinaban sin preocupaciones, incluso para la mayoría de personas aquel día resultaba de lo más normal, pero para Agatha Christie de ochenta años, ese día no tenía nada de común. En la mañana se había despertado con una sensación vigorizante, de pequeña había tenido tantos sueños, y ahora estaba allí, al borde de su cama, contemplando cómo se habían cumplido. La vieja Agatha se había convertido en la novelista más vendida de todos los tiempos, era la Beatle de la literatura, más famosa que Jesucristo, o al menos en su caso, que la Biblia. Sus libros se traducían a centenares de idiomas y eran leídos en todas partes del mundo, y por fin, aquel año, recibía personalmente de manos de la reina Isabel II el título de dama.
Christie continuó escribiendo hasta edad muy avanzada, en la cultura de la época ya se había creado una costumbre: A Christie for Christmas, o lo que sería un Christie por Navidad, la esperada novela anual de la autora. De esta forma, y a lo largo de los años, Agatha escribió sesenta y seis novelas policiales, seis novelas rosas, catorce libros de cuentos y un par de obras de teatro.
En 1975, un año antes de morir, Christie saca a la luz "Telón", que había permanecido por años en una caja de seguridad en el banco. "Telón" constituye el último caso del detective insignia de la escritora: Hércules Poirot. El 6 de agosto de 1975, los lectores del New York Times sintieron verdadero pesar al leer el obituario simbólico que publicó el periódico en honor al personaje.
El 12 de enero de 1976, Max aún acompaña a su esposa en su habitación. Una Agatha cansada lo observa con amor y muy pasivamente le dice: Voy a ver a mi hacedor. Después de esto exhala un último suspiro y el mundo pierde de manera definitiva a la mayor autora de misterio de todos los tiempos: La reina del del crimen.
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