Traición y Lágrimas

Lunes, 01 de febrero de 2021

La Noche Maldita.

Aquel día todo cambió, la vida dio un giro completo, marcó el destino de todos, la miseria de unos, la dicha de otros.

¿Quién se beneficiaría de tal tragedia? A largo plazo: tal vez muchos, quizá nadie. Ahora: nadie, pues todos sufrirían, unos más que otros, por este horrible pecado.

Algo era seguro, esto debía suceder.

Ethan, en aquel día, en los baños de su universidad, había iniciado su propia pesadilla y, también, empezado su camino a la verdad.

Cuando aquella jeringa cayó al suelo, rompiéndose en pedazos, cuando giró para ver quién era el dueño de esa horrible voz de mando, lo supo: nada volvería a ser igual.

—Sabía que eras un omega —dijo el intruso con superioridad—. Admito que me engañaste al principio, principito.

—Luck... —exclamó Ethan con rabia—. Déjame en paz —ordenó, con el mismo tono con el que se refería a sus empleados.

El dolor y el calor del celo estaban en aumento y no tenía otro inhibidor. Sabía que debía salir de ahí, pero estaba rodeado y solo, los cinco alfas se interponían en la salida.

—Eres un excelente mentiroso, pero nada se me escapa. Eres demasiado lindo para ser un simple beta —alegó Luck acercándose demasiado a Ethan, quien se apartó sin quitar su mirada de desafío y altivez.

—Luck... te aconsejo que tú y tu manada de idiotas me dejen, o lo lamentarán el resto de su vida —amenazó tomando disimuladamente su celular del lavabo, donde había caído cuando había vaciado su maleta.

—¿Qué dirá Selim cuando se entere?, ¿o ya lo sabe? —Luck siguió increpándolo y acorralándolo.

—Llámalo —concedió Ethan, como si tal cosa no le importará en lo más mínimo; lo cierto era que, en este momento, veía en Selim la única salida de esta situación—. Llama a tu amiguito.

—Ya quisieras, pero no —dijo el alfa mientras tomaba del mentón a Ethan—. No le dejaré a Selim un ejemplar tan lindo de omega.

Ethan tomó la muñeca de Luck y, con un movimiento ágil, la volteó hasta que su brazo se torció en un doloroso ángulo en la espalda.

—No vuelvas a tocarme con tus asquerosas manos. —Dobló el brazo del alfa aún más, pero los otros cuatro intervinieron. Ethan peleó y logró acertar varios golpes, mas, el dolor del celo le era casi insoportable, lo debilitaba. Lograron sujetarlo entre tres.

—Eres fuerte, principito, para ser un omega —dijo Luck con menosprecio—. Sin embargo, no deberías luchar contra alfas cuando ni siquiera puedes resistirte a nuestra voz.

—Eso no me afecta en lo más mínimo —aseguró Ethan intentando soltarse. Con el celular en la mano golpeó en la cara a uno de los que lo sujetaban, hizo que le sangrara la nariz, por ello lo soltaron—. No soy cualquier omega. Lo diré una vez más: déjenme salir o lo lamentarán para siempre —volvió a advertir, en este punto el pánico lo invadía, pero no lo demostraba.

Lo ignoraron y lo volvieron a atacar.

—Maldito niño, quédate quieto —exigió Luck con su voz de mando, pero no dio el resultado que esperaba. Tenía las uñas de Ethan clavadas en su brazo.

—Te dije que eso no me afecta. —Ethan se sintió sumamente aliviado de que esa voz no lo impactara, la primera vez solo lo habían tomado desprevenido.

«Me parece que solo la voz de Selim me afecta de esa manera», pensó su omega. Él también estaba intentando contener su celo, sin mucho éxito.

Los alfas se lanzaron de nuevo para intentar someterlo, el celular se le resbaló de las manos y cayo, nadie vio en dónde. Al retroceder, sumado al peso de dos de los alfas sobre él, Ethan resbaló con el líquido aceitoso del inhibidor en la baldosa. Cayó de espaldas, nada pudo sostenerlo, su cabeza se estrelló contra el filo del duro lavabo, quedando inconsciente en el acto. Lo último que pudo pronunciar, balbucear más bien, fue el nombre de su alfa, como pidiendo ayuda, pero nadie lo escuchó.

Luck, al verlo en el suelo, sangrando, se apresuró a levantarlo y comprobar sus signos vitales.

—¿Está muerto? —preguntó uno de ellos, asustado.

—¡Claro que no! —gritó Luck—, solo se desmayó.

—Sangra —insistió otro—. Luck, dejemos esto así y vámonos.

—No sean cobardes. No nieguen que han fantaseado con este niño, todo alfa en la facultad sueña con él, aun cuando se creía que era un beta.

—Eso es cierto, pero... —Ninguno de los alfas estaba convencido de lo que hacían.

—¿A qué le temen tanto? Lo hemos hecho muchas veces.

—Sí, pero él no es como los otros. Es hijo de los Himura, además, Selim tiene un claro interés en él.

—Ya nos vamos a meter en muchos problemas porque nos hiciste saltarnos el examen —reclamó uno—. No queremos tirarnos en contra a los Himura y menos aún a los Aslan, solo por un omega.

—Es solo el hijo bastardo de Itachi Himura, no pasará nada. Y de Selim me encargo yo —aseguró Luck con una sonrisa maliciosa, como quien ya tenía todo planeado.

Ninguno de los otros alfas pudo contradecirlo e hicieron lo que les ordenó. Uno fue por el auto de Luck para llevarlo detrás del edificio, lugar al que se accedía solo mediante el bosque. Intentaron limpiar todo, con las prisas no lo consiguieron. Sacaron a Ethan por la puerta de emergencia, antes de que alguien los viera.

Para cuando Ethan despertó, se encontraba en un auto, atado de manos y pies, en el asiento trasero, en medio de dos alfas; Luck conducía. Intentó luchar para escapar, o al menos saber dónde estaba, pero, apenas notaron que había despertado, lo obligaron a beber una sustancia extraña y en minutos volvió a dormirse.

Selim, en esos momentos, terminaba de dar aquel examen, le había costado mucho pues no era nada fácil concentrarse cuando su celo estaba por llegar, además, la extraña huida de Ethan lo preocupaba; cuando lo vio salir corriendo quiso seguirlo, pero no llevaba ni la cuarta parte del examen contestado.

Un sentimiento extraño no lo dejó en todo el día y, cuando lo llamó al celular, el chico no contestó nunca. Sin embargo, examinó a sus amigos y ninguno parecía consternado por ello; decidió no darle tanta importancia, no era la primera vez que Ethan no le quería contestar el teléfono. Fue directo a casa para sufrir su celo en soledad, como hacía mucho tiempo no lo hacía. Desde muy joven siempre había tenido a algún omega para pasar ese periodo, ya fuese alguna de sus novias o aventuras de una noche en algún bar.

Esta vez no, al único que deseaba tener a su lado era a Ethan, aunque sabía que él nunca aceptaría tal cosa.

«Le juré fidelidad», pensaba para calmar a su lobo. «Juramos pertenecer solo a él». Tomó un supresor, en momentos como este desearía que existiesen los inhibidores para alfas, como los de los omegas.

Por otra parte y al cabo de unas horas, Ethan recobró la consciencia, lo primero que notó antes de abrir los ojos era el terrible dolor de cabeza producto del fuerte golpe y un mareo ligero.

Estaba recostado en algún lugar, al echar un vistazo observó el techo de madera vieja, todo el lugar apestaba a humedad, intentó levantarse y fue ahí cuando el pánico total llegó; lo habían encadenado de las manos.

—Hasta que despiertas, principito —habló Luck, estaba sentado en una silla en la esquina de la pequeña y sucia habitación, fumando.

Se encontraban en una casa vieja y pequeña, abandonada a las afueras de la ciudad. Los pisos eran de madera, pero las paredes eran de sólida construcción, de ahí salían las cadenas que inmovilizaban a Ethan, estaba recostado sobre un viejo colchón asqueroso.

—¡Qué mierda crees que haces! —gritó al ver al alfa—. ¡Suéltame!

Forcejeó para intentar soltarse, preso del miedo. En un momento se dio cuenta de que la única forma de liberarse sería transformándose en lobo. Lo intentó sin lograrlo.

—¿Me tomas por tonto? No soy ningún novato, he hecho esto muchas veces, las cadenas son de plata —se burló Luck, acercándose—. Además, ¿olvidas que estás cubierto de joyería?

Ethan no se había acordado de que llevaba puesto tanto el collar de su madre como el brazalete de Selim, ambos de plata, material que impedía a un humano adoptar su forma animal.

—¿Qué es lo que quieres conmigo? ¡¿Dónde demonios estoy?! —preguntó sin obtener contestación—. Si me tocas te mato —dijo al ver que Luck se inclinaba sobre él—. ¡Aléjate de mí!

—No puedo hacer eso. —El alfa se colocó encima, Ethan peleó con sus piernas libres, aun así fue rápidamente inmovilizado. El celo llegó a su clímax y ya no podía resistirse a las feromonas alfa—. Tu olor es delicioso, pocas veces se encuentra a un omega como tú. No sabes cuánto me costó contenerme, dormiste mucho, pero quería ver tu expresión. — Unió sus labios a los del chico, Ethan lo mordió—. ¡Idiota! —Lo golpeó en el rostro y empezó a ahorcarlo con ambas manos—. Es mejor que no te resistas o saldrás muy herido. —Cuando lo soltó, Ethan luchó por recuperar el aliento en medio de la tos.

—Prefiero morir —declaró todavía agitado—. Por favor, déjame ir. Te daré lo que quieras...

—Vaya, el principito está asustado. Tranquilo, te gustará. No sé por qué te resistes si es obvio que tu cuerpo se encuentra desesperado por un alfa, otros en tu lugar ya se habrían rendido. Más cuando están tan mojados aquí abajo. —Lo tocó sobre la tela del pantalón, el lubricante natural había empapado su parte baja.

—¡Mierda no me toques! —De nuevo, Ethan peleaba para quitarse al alfa de encima, este aplicó más fuerza para dejarlo inmóvil—. Por favor, por favor... para —suplicó con la vana esperanza de que Luck Werner se apiadara de él.

—No quiero escuchar tus quejas. —El alfa tomó un pañuelo y se lo colocó en la boca—. Así está mejor, ahora solo escucharé tus gemidos.

Toscamente, abrió la camisa de tela blanca de Ethan, rompiendo los pequeños botones. Quitó sus pantalones, con gran dificultad pues este no dejaba de patear.

—Eres virgen ¿verdad? El pobre de Selim se entristecerá por no ser el primero, pero no le cederé tal honor.

Quejidos, gritos ahogados y lágrimas.

Nada más podía hacer Ethan, mientras su cuerpo era profanado una y otra vez, con una crueldad espantosa; los golpes en su cuerpo no dolían nada en comparación al rompimiento de su alma. Después de Luck, siguieron los demás, uno por uno, las veces que desearon hasta cansarse.

Dejó de luchar, dejó de quejarse, quiso desconectarse de aquel momento trágico, su lobo gritaba por dentro. Y luego vio a Selim, con su sonrisa boba, con sus ojos dorados que podían ser muy cálidos cuando lo miraba, lo vio tomando su mano, diciéndole que todo estaría bien. Una triste alucinación que su mente había creado para ayudarlo a soportar todo ese infierno.

Deseaba estar con él, solo pensaba en que, cuando todo terminara, correría a refugiarse en sus brazos, que él lo consolaría y así olvidaría todo, al deleitarse en su aroma de limón y menta.

—Te voy a soltar las manos porque parece que ya entendiste que no escaparás y no puedes hacer nada. —Luck abrió las cadenas, las muñecas de Ethan estaban sangrando y con grandes moratones, por la fuerza que había hecho al intentar soltarse—. Dejaremos que descanses un poco, pero volveremos, principito.

Sangraba de varias partes del cuerpo y sentía un gran dolor, quitó el pañuelo de su boca y, agotado, perdió la conciencia. Soñó que volvía a estar en aquella habitación de hotel, cuando Selim había dormido a su lado, envueltos en un abrazo.

Lo despertaron pronto porque, tal parece, no habían tenido suficiente. Ni las súplicas los detuvieron otra vez. Entre tanto, Luck urdió un asqueroso plan y lo puso en práctica. Llamó a Selim Aslan.

—Amigo querido —exclamó al teléfono.

—¿Qué quieres Luck? —contestó Selim, de mala gana.

—No me trates tan mal, hermano.

—Lo siento, es solo que no estoy de buen humor. Solo habla y di lo que quieres.

—De verdad lamentó molestarte, pero necesito un favor —dijo Luck, falsamente avergonzado.

—¿Y ahora en qué lío te metiste?

—Estamos varados en una cabaña en medio de la nada, mi auto se averió.

—¡Mierda, hermano! No es buen momento.

—Por favor... No quiero pasar aquí toda la noche.

—Bien, mándame la dirección, iré —aceptó Selim, marcando así su destino.

—Eres el mejor. —Colgaron y Luck mandó la ubicación por mensaje.

Selim salió de su casa, molesto por tener que ir tan lejos, literalmente en medio de la nada. Su celo había calmado un poco por todos los supresores que había ingerido. Mas, el mal humor no se había ido.

Tomó las llaves del auto más grande de la casa porque sabía que Luck debía estar con sus amigos, los cuales no le agradaban mucho, pero debía soportarlos.

Lo único que le gustaba de conducir un auto, en vez de su motocicleta, era que podía poner música a alto volumen, cosa que en una moto era más peligroso. Por aquella costumbre, no notó que otro auto lo seguía, ni siquiera notó que ese mismo auto se estrelló contra otro unos metros detrás de él.

Le resultó un tanto dificultoso llegar al lugar indicado en el GPS, tuvo que tomar caminos angosto de tierra, sin iluminación más que los focos de su auto. Llegó a la casa vieja, no hubiera bajado si no hubiera visto a Luck sentado afuera.

—¿A dónde mierda me hiciste venir, Luck? —reclamó fastidiado.

—Un pequeño secreto que escondía del mundo.

—Un basurero dirás, esa cosa ya se derrumba. —Señaló la casa—. ¿Por qué me hiciste venir?

—Te dije que mi auto...

—¿Los dos autos se dañaron justo ahora? —interrogó mirando los vehículos estacionados a un lado de la casa—. Más vale que esto no sea una de tus estúpidas trampas.

—No es eso... Uno se quedó sin gasolina y el mío se murió —inventó Luck, era excelente para mentir bajo presión—. Ven, siéntate conmigo y bebe una cerveza.

—No gracias, ya quiero irme, llama a tus perros falderos ahora.

—Espera un momento, nuestros amigos están divirtiéndose un poco más. Toma una cerveza conmigo —insistió tendiéndole la lata ya abierta. Resignado, Selim se sentó a su lado sobre el césped húmedo.

—Solo una, ya que soy tu puto chofer —aceptó y dio un gran trago de la lata—. ¿Qué hacen en ese basurero?, ¿no temen que se derrumbe?

—Solo una pequeña fiesta, ¿quieres unirte? —propuso Luck con una sonrisa de maldad.

—Prefiero las grandes fiestas que das en tu casa. —Selim volvió a tomar otro sorbo.

—Si ni siquiera vas. Has ido solo dos veces.

—Bueno, no es agradable ver que te ligues a todo lo que se mueve, omegas o chicas beta. Sin hablar de tus asquerosas orgías. Hablando de eso ¿qué es ese olor que despides?, ¿están con un omega? —Selim percibió un olor exquisito a uva.

—Así es, el omega más fascinante del mundo.

—Un omega no va a subir a mi auto, te lo aviso de una vez.

—¿Estás en celo?

—Se supone que ya se me había pasado, tomé varios supresores, creo que ya no tienen efecto. —Selim volvió a sentir el calor del celo y el desequilibrio entre su parte racional y animal—. ¿Por qué ese olor me resulta familiar?

—Calma, hermano. —Selim estaba perdiendo el control de sí mismo y Luck sonreía sin disimular, su plan estaba saliendo mejor de lo planeado—. Vamos adentro un momento.

Lo llevó al interior de la vieja casa, no era tan pequeña como se veía a simple vista. Contaba con dos habitaciones, lo que parecía ser un baño, aunque era imposible que funcionara, y un estancia, sin cocina a la vista. Un lugar extraño. Muebles rotos por todos lados, ventanas tapiadas con tablas, los únicos focos sorprendentemente aún funcionaban, aunque titilaban sin parar.

Cuando Selim recorrió la estancia, el olor se volvió más potente, llenaba la casa. Quiso escapar porque algo le decía que todo estaba muy mal. Luck lo obligó a seguir, de una habitación vieron salir a uno de los amigos de Luck, acomodándose la ropa y riendo.

—¿Qué sucede, Luck?

—Nada, solo que tengo un regalo para ti. —Lo empujó al interior y ahí Selim lo vio, golpeado y casi desnudo.

—No puede ser... —susurró cayendo de rodillas al suelo—. No...

—Selim... —murmuró Ethan, con las pocas fuerzas que le quedaban para incorporarse y ver al que creía su salvación a la cara—. Selim —repitió llamándolo, su voz se quebraba.

—Este es tu regalo —habló Luck, los demás rieron a carcajadas—. Disfrútalo, solo no lo marques. —Cerró la puerta dejándolos solos.

—No puede ser verdad, ¿por qué tú? —Selim sentía rabia e indignación—. ¿Qué diablos hiciste?, ¿eres un omega? —Reía con amargura, poniéndose de pie—. Me mentiste, si me hubieras dicho... ¡¿Estás feliz?! —Perdió todo el control de su mente, no se podría decir que su alfa había tomado el control porque no era cierto, más bien, había dejado de pensar, por el celo y por algo más en su cuerpo—. Yo debía... Solo yo... Se supone que eres mío y dejaste que te tocaran.

Se acercó a Ethan y, como los demás, lo sometió. El chico, al ver los ojos del alfa vio a su única esperanza esfumarse.

—No... —Ethan sujetó los brazos de Selim, para tratar de hacerlo reaccionar—. Selim... tú no, por favor, no... —rogó, pero el que tenía encima ya no era el joven alfa que conocía; era un monstruo como los otros, como cualquier alfa.

Cuando Selim Aslan hizo lo mismo que los otros malditos, Ethan se dio cuenta: todo había sido un sueño. Aquellas tardes a su lado, los besos cargados de amor desesperado, sus palabras, su promesa de protección y amor que había sido sellada con aquella hermosa joya. Todo, solo eran mentiras crueles.

En un instante todo el amor que guardaba se convirtió en odio. Mientras una lágrima rodaba por su mejilla, las manos que, en el pasado, lo adoraban con la delicadeza de una rosa, ahora lo lastimaban. Los dulces labios que una vez se unieron a los suyos, ahora lo quemaban con su toque.

Y el niño que había nacido en un día soleado siendo invierno, que había traído alegría a quien se había enterado de su llegada al mundo, el niño alegre y lleno de vida, desapareció. Murió en esa sucia habitación.

Sus ojos perdieron su brillo, le quitaron todo y solo dejaron odio, rencor y tristeza. Y tanto, pero tanto miedo...

Así nació alguien que no volvería a sonreír.

Al terminar, Selim empezaba a aclarar su mente mientras acomodaba su ropa. Sus ojos se encontraron con los ojos vacíos de Ethan y sintió que el mundo se le caía encima. Despertó de aquel trance y la desesperación, junto al enorme terror, se hicieron presentes.

—Ethan. —El pobre joven cerró los ojos, no quería verlo más, no lo soportaba—. ¡Ethan! ¡¿Pero qué hice?! No... Ethan. —Selim lo examinó, como si fuera la primera vez que lo veía. Estaba consciente de lo que había hecho, pero todo era borroso en su mente—. Estás sangrando. —El colchón se teñía de un carmesí alarmante—. Te sacaré de aquí, estarás bien. —Intentó levantarlo.

—No me toques —dijo Ethan, con la voz entrecortada—. Nunca más.

—No... Ethan, perdón. —Selim comenzó a llorar, con esas palabras se sintió como el más miserable de los miserables—. Debo llevarte a un hospital.

La puerta se abrió de golpe y entró Luck con todos sus alfas.

—¿Qué haces? —interrogó Werner al ver a Selim ayudando al chico seminconsciente.

—¡Malditos sean! —gritó Selim, furioso y derramando lágrimas de odio—. ¿Cómo pudieron?

—Cálmate, solo es un omega —alegó Luck, frio e indiferente.

—Lo sacaré de aquí.

—No amigo, este chico es mío. —Con señas indicó a los alfas que sujetaran a Selim. Él no pudo luchar con los cuatro y lo sometieron—. Lo siento, hermano.

—Luck, ya déjalo. Está muy mal, ¡morirá! No sabes quién es él para mí. Ethan es mi...

—No soy idiota, claro que sé que es tu soulmate. Pero este niño me gusta mucho como para entregártelo. Seré yo quien lo marque.

—¡Maldito, te mataré!, ¡juro que te mataré! —amenazaba Selim forcejeando para soltarse. Luck se volvió a acercar a Ethan—. No lo toques, no lo hagas...

—Ya te divertiste tú, ahora es mi turno —dijo el miserable alfa cruel, con una sonrisa cínica—. Enciérrenlo en la otra habitación —ordenó y se llevaron a Selim.

Lo arrojaron dentro de un oscuro cuarto sin nada de luz y cerraron la puerta. Desde ahí pudo escuchar las ligeras quejas de Ethan. Golpeó la puerta, las paredes, gritaba, amenazaba y maldecía, incluso suplicaba. Mas, no podía hacer que Luck se detuviera. Cayó al suelo y nada en el mundo podría detener sus lágrimas, sentía que moriría de dolor, deseaba que la muerte se lo llevara al infierno donde merecía estar por lo que había hecho.

«Iré al infierno, pero antes lo salvaré», se dijo a sí mismo. Se puso a buscar una manera de salir.

Luck dejó a Ethan solo por fin, ya se había cansado y fue a dormir como los otros. Adolorido, el joven busco una posición para descansar un poco; notó la pulsera esclava en su muñeca, la misma que hacía poco le daba gran felicidad, ahora solo era un recordatorio de lo cruel que era Selim Aslan. Se la quitó y la tiró en algún lugar de la inmunda habitación. Se mantenía entre la consciencia y la inconsciencia.

El celular de Selim no tenía cobertura en aquel lugar abandonado por Dios. Pero encontró una navaja multiusos en su bolsillo, con ella abrió la cerradura, aunque había demorado mucho. Al salir, notó que los alfas dormían regados por la estancia del lugar, borrachos. Entró a donde tenían a Ethan, no habían cerrado esa puerta.

—Te sacaré de aquí como sea —prometió, vistiéndolo con los pantalones que yacían tirados por ahí.

La camisa la tenía rota así que le colocó su propio abrigo, Ethan pareció resistirse a eso, pero hacía demasiado frío fuera como para no cubrirlo. Lo cargó en brazos y en silencio salieron de la habitación, deseaba pasar inadvertido porque no era capaz de pelear con cinco alfas; en toda su vida no había podido ni ganarle a Luck Werner en ninguna pelea.

—Selim, ¿a dónde crees que vas con mi omega? —Los cinco estaban despiertos, bloqueando su paso.

—Él no es tu omega. Y me lo llevaré así tenga que matarlos a todos.

—Si tanto lo quieres... arreglemos esto como se debe.

—¿A qué te refieres? —Los otros alfas empezaron a rodearlos.

—Una pelea de alfas, solo tú y yo, quien gane se quedará con el omega —propuso Luck—. Es la única manera en que puedes sacarlo de aquí. Le concedo un favor a un amigo —hablaba con condescendencia.

—Acepto —concedió Selim porque no veía otra manera de salvar a Ethan—. Y no vuelvas a decir que soy tu amigo.

—Nos conocemos de años, eres mi hermano, un omega no cambia eso.

—¡¿Hermano?! Le destruiste la vida a la persona que yo más quiero en el mundo. Y también me la destruiste a mí. ¿Hermano? No. Solo eres un maldito bastardo.

—Como quieras. Comencemos, deja al niño y transfórmate. Muestra tu patética forma de lobo—. Selim colocó con cuidado a Ethan en el suelo, arrimado a una pared—. Mientras peleamos, dejemos que nuestros amigos se diviertan un poco más—. Los alfas se acercaban a Ethan, pero Selim sacó la navaja y, en un movimiento muy rápido, se la puso en el cuello a Luck.

—Si lo tocan, haré que te ahogues con tu propia sangre. —Hizo un pequeño corte en la piel del alfa.

—Bien, hasta que te venza, nadie lo tocará —declaró Luck. Todos se alejaron lo más que pudieron de Ethan para calmar a Selim—. Pero después... disfrutaremos de él mucho, todos. Hasta que se cansen y yo lo marque.

—Nunca lo permitiré.

Al mismo tiempo, los dos alfas adoptaron su forma de lobo, Luck era más grande y bastante más fuerte que Selim, siempre lo había sido. Negro y con los ojos de un fantasma, daba miedo solo de verlo. Selim no lo igualaba en lo más mínimo con su lobo marrón y blanco. La pelea comenzó entre las exclamaciones y gritos de los amigos de Luck.

Selim estaba perdiendo, el contrario le atestaba mordidas en sus brazos y piernas. Luck lo derribó varias veces y estaba muy cerca de morder su cuello, pero siempre lograba levantarse, la voluntad de salvar a Ethan le daba energía para no rendirse.

De pronto, una herida desgarradora provocada por la mordida del lobo negro en la pata delantera, sangraba abundantemente causando un dolor casi insufrible. Cojo y en desventaja, Selim siguió. Rendirse no era una opción. Salvaría a Ethan o moriría, solo tenía esas opciones.

Luck se lanzó sobre él, lo tenía en el suelo, solo una mordida y lo acabaría. Él miró a Ethan, estaba despierto, mirándolo fijamente, sin ninguna expresión, vio sus heridas y la ira hizo que olvidara cualquier dolor. Esa misma furia lo ayudó a quitarse al lobo negro de encima y someterlo, a punto estuvo de morder su cuello y matarlo.

Advirtiendo el peligro, Luck se transformó en humano, alejándose de Selim.

—Me rindo, ganaste, Selim —admitió, sus amigos lo ayudaban a vestirse—. Él omega es tuyo.

Selim también volvió a su forma humana, se vistió rápidamente para salir de ahí lo más pronto.

—Espera. —Lo detuvo Luck, cuando estaba por salir con Ethan en brazos. Le cerraron el paso.

—Yo gané, déjame salir —reclamó Selim.

—Ganaste una pelea de alfas, me venciste por primera vez y te felicito por ello. Pero... ¿cuál es el objetivo de una pelea así? —inquirió Luck.

—Reclamar a un omega —contestó uno de los alfas, todos sonrieron maliciosamente.

—Correcto, es decir que lo debes marcar —siguió el maldito alfa causante de todo.

—No lo haré, Luck, no puedes obligarme a hacer eso, —Selim sabía que Ethan lo odiaría, aún más si eso era posible, si lo marcaba.

—No te obligaré, mas, si no lo haces, significaría que renuncias a él y me lo cedes a mí. Hablaré claro: lo marcas o no saldrán de este lugar.

—Eres la peor escoria del planeta. —Selim bajó a Ethan al suelo, despacio.

—Selim, no lo hagas, no quiero —rogó Ethan, tan débil que apenas podía abrir los ojos.

—No tengo opción. Debo sacarte de aquí. Te prometo que estarás bien —susurró Selim descubriendo su cuello con delicadeza.

Acorralado y sin opciones, Selim lo hizo, mordió a Ethan clavando sus colmillos en la suave piel blanca. Uniendo sus vidas en un lazo doloroso. La unión fue violenta, Selim sintió todo el dolor físico y mental que Ethan tenía en ese momento, una mezcla de emociones negativas que lo obligaron a vomitar.

—¿Estás bien, hermano? —preguntó Luck sinceramente preocupado por su antiguo amigo de la infancia.

—No olvides mis palabras, Luck Werner —habló Selim, aún arrodillado en el suelo, limpiando sus labios con la manga de su chaqueta—. Pagarás por lo que has hecho, sufrirán...

—¿Me amenazas?

—No, porque yo no les haré nada. No tendré oportunidad. —Se levantó y tomó a Ethan, quien temblaba sin control—. Pero él sí. Y si no los mata, desearan que lo haga.

—No te excluyas, Selim, tú también participaste —le recordó Luck para herirlo e incitarlo a que se quedara callado sobre lo sucedido en ese lugar.

—Después de lo que hice, solo merezco la muerte. Solo espero que ustedes tengan un peor destino que ese.

Dejando atrás todo, Selim salió de la casucha y subió a Ethan en la parte delantera de su auto. Condujo a toda prisa y salió a la carretera, por suerte, no chocó con nada en el bosque oscuro.

—Ethan reacciona —llamaba para que este despertara, temiendo que no volviera a abrir los ojos—. Ethan...

—Selim... —balbuceó el indefenso chico con gran dificultad.

—Sí, soy yo, estoy aquí. Te llevaré al hospital, solo no te duermas.

—No tienes idea de cuánto te detesto ahora.

—Lo sé, puedo sentirlo todo —confesó Selim con tristeza, sentía su repudio y su miedo desde que lo había marcado.

—Te quiero muerto —dijo Ethan por último y se desvaneció por completo. Selim dejó de sentir las emociones que transmitía a través del lazo y se aterró.

—¡Ethan! —Lo movió un poco, pero no reaccionaba.

De repente, pasó a un lado de un automóvil pequeño y notó que, enseguida, este dio una vuelta violenta en plena carretera solo para seguirlo. Supo de inmediato que buscaban a Ethan, pero no tenía tiempo de detenerse, ya después se enfrentaría a ellos.

Así fue como terminaron en el hospital.

Así fue como Selim destruyó toda esperanza de un día compartir la vida con Ethan.

Ahora estaban unidos el uno al otro, pero el lazo, que debería ser lo más hermoso para una pareja, se convirtió en la peor pesadilla para ambos.

El pecado de Selim destruyó su propia felicidad. Y condenó a Ethan a la oscuridad para siempre.

Información: La plata no permite la transformación, ni de lobo a humano, ni de humano a lobo, por lo que se la usa como un bloqueador, en especial durante el celo, donde se tiende a dejar el control de la parte animal, a la que se le da por convertirse a su forma lobuna.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top