Otra Noche de Tormenta
Jueves, 11 de noviembre de 2021.
«Soy el diseñador de mi propia catástrofe, o soy quien sigue al destino en espera del camino por el que me lleve, por el que me lleven los demás. No lo sé. Sin embargo, ante solo dos opciones, ninguna es la que quisiera elegir, porque ambas matarán una parte de mí; aun así, sigo siendo el constructor de mi propia muerte».
—Ethan... —llamaba Yarine con un poco de impaciencia, después de que este no le contestara varias veces. El chico estaba parado en el balcón de la habitación, dejándose reconfortar por la brisa del bosque—. Siento que intentas huir de esto y debo recordarte que ya no tienes tiempo. Te queda solo hoy —anunció causando que Ethan dejara salir un largo suspiro.
Los días habían pasado volando, como si hubieran pasado solo un par, cuando en realidad el plazo que Elías Orlov había establecido se acabaría al día siguiente. Ethan, dejándose llevar por las emociones y los hermosos momentos que pasaba en ese lugar junto a Selim y a su madre, había evitado tomar una decisión; por lo que sus escoltas y buenos amigos no tuvieron otra opción que prepararse para todo.
—Sé bien que día es, Yarine, no necesito que me lo recuerdes —dijo con cansancio mientras tomaba asiento en una de las sillas cercanas e invitaba a su amiga a hacer lo mismo—. Y no estoy huyendo.
—Entonces ya tomaste una decisión. ¿Cuál es? —La joven solo obtuvo una desviación de la mirada como respuesta—. ¿Qué vas a hacer mañana? —cuestionó con más dureza—. Necesito una respuesta ahora. Sé que es difícil, pero sabes que cuentas con nosotros hagas lo que hagas. No estarás solo.
—Es que entre más estoy en este lugar, menos quiero irme. Quiero quedarme con Selim, pero eso causaría una guerra y haría sufrir a quien menos se lo merece, tendré que vivir huyendo como un fugitivo toda mi vida. No quiero vivir con miedo y tampoco quiero abandonar la vida que mi madre eligió para mí. En especial porque ya no tengo una vida aquí, ya no puedo ser Ethan Himura, no cuando me he revelado ante tantas personas, ahora soy un Orlov.
—Creo que es momento de hablar de otra posibilidad —anunció Yarine algo titubeante—. Una en la que no se te obligaría a hacer nada de lo que no quieras, porque tú tendrías el poder absoluto. —Ethan la miró con curiosidad para invitarla a explicarse mejor—. Si tú fueras el Jefe Orlov, nadie podría atentar contra ti ni contra la persona que quieras a tu lado.
—¿Eso qué implica? ¿Acaso me sugieres una toma de poder forzada, una traición?
—No tanto como eso. Piénsalo, la organización te quiere a ti al mando en unos años, esperan por ti, si habláramos con algunos de ellos, con los miembros del consejo, estarían dispuestos a ayudarte para rebelarte en contra...
—¡No! —interrumpió casi en un grito—. Elías es la persona que me cuidó cuando me quedé sin nadie, él es mi padre y nunca atentaré contra él. No quiero traicionarlo. No vuelvas a sugerir algo como eso —exigió con autoridad a lo que Yarine hizo una reverencia en símbolo de disculpas y sumisión.
—Disculpa mi atrevimiento. Solo estoy preocupada por esta situación de incertidumbre.
—Sabrás de mi determinación hoy mismo, hoy en la noche me comunicaré con ustedes. Si no hay nada más, por favor retírate.
—Solo una cosa. —La joven extendió un sobre blanco a su joven jefe—. Se lo envían las personas a las que usted ayudó. Se comunicaron conmigo para que se lo hiciera llegar.
Ethan tomó el sobre y lo abrió, encontró una carta escrita a mano en su interior, firmada en la parte posterior por todas las omegas que fueron víctimas de Luck Werner y su manada. Comenzó a leerla con recelo. En ella las chicas agradecían sinceramente todo lo que Ethan había hecho y continuaba haciendo por ellas, sobre todo por haberles dado un poco de justicia en el mundo. Lo proclamaban como un justiciero y benefactor de toda su casta, o un salvador de corazón puro.
—Ellas no tienen idea de nada, no saben que les ayudé únicamente para obtener mi propia venganza. Las utilicé para no ser yo quien condenara a muerte a esos miserables, para no sentir que yo era un asesino. Y me agradecen como si yo fuera un mesías... No soy más que un egoísta —declaró rompiendo la carta en pedazos y dejando que el viento se los llevara lejos.
—Si es así como te percibes a ti mismo, supongo que no puedo hacer que cambies de parecer —habló Yarine poniéndose de pie—. Solo debo decir que, alguien egoísta, no hubiera ayudado a esas mujeres a reconstruir su vida después de obtener su venganza. A muchas les diste una nueva vida y las apoyaste para que pudieran recuperarse de su tragedia. Quieras o no, para ellas tú eres quien las salvó.
—Gracias —murmuró Ethan con una sonrisa triste y Yarine se dispuso a irse—. A todo esto... ¿sabes lo que sucedió con el hijo que iba a tener Werner? —preguntó lo que hacía tiempo rondaba en su cabeza, pero no se atrevía a mencionar. El hermano de Luck Werner debió haber nacido varios meses antes de que Ethan tuviese a su bebé y su destino dependía de su casta.
—El niño nació como alfa —le hizo saber Yarine con pena en la voz—. Fue separado de su madre al mes de nacido y ahora quedó bajo el cuidado de la organización, crecerá para servir a tu familia.
—Lo siento mucho por la madre —expresó Ethan con auténtica tristeza, quién mejor que él para entender el dolor por el que debió haber pasado aquella mujer e intuía que debía ser peor cuando sí se tratase de un hijo deseado.
Yarine se despidió con una ligera inclinación de cabeza y salió de la habitación. Se topó con Selim al bajar las escaleras, este subía.
—Buenos días —saludó nervioso—. Iba a ver si se les ofrecía algo...
—Atiende al joven Ethan, yo ya me voy. —Selim le abrió paso haciéndose a un lado, mas, ella se quedó mirándolo—. Hubiera sido mejor para todos que tú nunca hubieras entrado a su vida —declaró causando la sorpresa del contrario. Sin más, ella se marchó dejando esas crueles palabras clavadas en el corazón de Selim.
—Oye... ¿estás bien? —Ethan había salido del cuarto y lo había encontrado mirando el vacío con una expresión nada buena.
—Estoy bien —afirmó Selim obligándose a sonreír—. Aún no desayunas, así que ven. Mamá tuvo que salir un momento, pero dejó preparado el desayuno.
—¿A dónde fue? —pidió saber por curiosidad mientras caminaban hasta la cocina.
—De compras, la comida en la casa se está terminando. No debería tardar.
—No debió hacerlo, debió haberle pedido a uno de mis hombres que lo hiciera por ella.
—Tranquilo, solo te serviré la comida e iré a mi habitación —avisó Selim con la expresión ensombrecida, algo que Ethan no comprendió—. Entiendo que no quieras estar a solas conmigo.
—Yo no dije eso —alegó Ethan—, ni siquiera se me ocurrió. No me importa estar solo contigo —confesó sin problemas—. Ya te pedí que no saques conclusiones apresuradas. Actúas extraño...
—No es nada —negó Selim evitando su mirada—. ¿Tienes planes para hoy? ¿Quieres hacer algo en específico?
—Quería dar un paseo por el bosque, pero parece que se acerca una tormenta. —El frio se empezaba a hacerse presente y el cielo se estaba nublando—. Supongo que debemos quedarnos aquí. Me preocupa Beyhan, espero que vuelva pronto.
—Sí, eso espero —deseó Selim también preocupado.
Sirvió el desayuno a ambos y comieron en silencio. Cuando terminaron, Ethan insistió en lavar los platos y cuando estaba terminando sintió que Selim se acercaba por la espalda y lo abrazaba. El alfa actuó con precaución y no lo rodeó por completo hasta que estuvo seguro de que Ethan no se apartaría.
—¿Qué sucede, Selim? —interrogó sin moverse.
—Nada... no pasa nada... —mintió Selim estrechándolo más.
—Sabes que no puedes mentirme. —Ethan giró para mirarlo a la cara. Selim no deshizo el abrazo, solo puso sus manos en la cintura del omega—. Mis sentimientos son los tuyos y tu sentir es mi sentir —proclamó ese hecho sin el antiguo rencor que sentía antes por su unión, al contrario, inconscientemente le expreso todo el amor que podría ser capaz de expresar en una frase.
—Te amo —declaró Selim casi en un susurro y se deleitó con la tímida sonrisa de la única persona a quien sentía merecedora de su devoción. Lo besó y al hacerlo sintió una presión en su corazón, una punzada de dolor, quizás causada por sus emociones o por las de Ethan, no pudo asegurarlo—. Sería feliz solo con verte, pero tenerte cerca es como estar en el cielo. Te amo, little white wolf.
Escuchar ese apodo infantil causó las lágrimas de Ethan. ¿Hace cuánto que no lo llamaba así?, ¿cuántas veces había llorado desde que él había entrado en su vida? El mayor intentó consolarlo, pero antes de hallar las palabras adecuadas, fueron interrumpidos por el golpe de la puerta, alguien había ingresado a la casa, sin ninguna clase de delicadeza. Los dos se pusieron alerta, aquel que había entrado no podía ser Beyhan, algo les decía que no era ella. Ethan lamentó haber dejado su arma en la habitación.
—Iré a ver, quédate aquí —ordenó Selim intentando abandonar la protección de la cocina para salir a enfrentar al intruso.
—No seas idiota. —Ethan lo detuvo del brazo—. Eso sería muy peligroso. Si es algo malo mis guardias se encargarán.
En ese momento, escucharon más personas y sus voces. Selim colocó a Ethan detrás de él para protegerlo. El alivio fue casi instantáneo cuando escucharon a Sergei llamando a su jefe desde la sala de la casa, aunque Selim seguía desconfiando, así que no permitió que acudiera al llamado.
—Ethan no me asustes... —reclamó Sergei bajando el rifle de asalto. Había acudido hasta la cocina buscándolo con desesperación.
—¿Qué está pasando? —pidió saber el hijo de los Orlov.
—Un intruso, entró sin permiso y por la fuerza a la casa. Creí que sufríamos un ataque enemigo...
Los tres se encaminaron a la sala, donde encontraron la escena: varios hombres betas rodeaban a un alfa y le apuntaban con un arma.
—Padre... —exclamó Selim, asombrado—. Bajen las armas, es mi padre —pidió, pero nadie le obedeció, fue ignorado por completo. Luego se dio cuenta de que Ethan estaba muy tenso y su mirada era dura, conocía esa mirada: la expresión que usaba cuando intentaba ocultar sus emociones. Lo supo: Ethan le temía al alfa. Se preguntó si eso era porque poco tiempo atrás su padre había atacado a la casa Orlov, o si solo le tenía miedo porque era un alfa. Esperaba que no fuera por lo segundo.
—Hola, hijo mío —saludó el hombre que tenía las manos levantadas en señal de rendición—. Cuánto tiempo sin vernos, niño Orlov. —Ethan en un acto instintivo, que no notó hasta que lo hizo, tomó la mano de Selim; iba a soltarla, mas, el alfa la sostuvo con firmeza.
—¿Qué desea hacer con el intruso, señor? —preguntó Sergei con mucho respeto, dirigiéndose a Ethan como siempre lo hacía frente a cualquier otra persona.
—Bajen las armas. —Su orden fue obedecida de inmediato e hizo una señal con su mano a Sergei para que mandara a los guardias de vuelta a sus puestos y este lo hizo, pero él se quedó a lado de quien debía proteger—. ¿Qué se le ofrece, señor Aslan?, ¿o debería decir: alto traidor?
—Puede decirme como quiera. Esta es mi casa y el joven a quien sostiene de la mano es mi hijo. No tengo que pedir permiso para venir.
—Padre... —intervino Selim para evitar que su progenitor dijera cosas por las que podría causar un enfrentamiento serio.
—Tengo entendido que esta casa está a nombre de Beyhan Aslan, ¿o me equivoco, Sergei? —El mencionado negó ante la interrogante—. Y Selim puede ser su hijo, pero su vida me pertenece a mí. No tiene ningún derecho en este lugar y menos autoridad para desafiarme. Fue estúpido venir de esa manera, si está vivo es porque no he dado órdenes de matarlo.
—Agradezco su generosidad —expresó el padre de Selim con sarcasmo.
—Maldición... ¿qué es lo que está pasando aquí? —Beyhan había llegado a la casa, su cara reflejaba lo molesta que estaba—. Sabía que eras tú cuando vi el auto viniendo en esta dirección. Tuve que regresarme para comprobarlo —reclamaba a su esposo—. ¡Como siempre eres un imprudente! Te dije que no vinieras y encima andas provocando a Ethan...
El hombre intentó replicarle a su mujer, pero ella no lo dejaba hablar en medio de regaños. La escena relajó a todos, incluso Ethan tuvo que soltar una risita por la actitud sumisa del alfa ante su hermosa omega enojada.
—Los dejamos en familia —anunció soltando la mano de Selim—. Quédate con tus padres, yo tengo que hablar con Sergei. —Selim asintió con una sonrisa y los vio marcharse, mientras él tenía que lidiar con su muy enojada madre y con un padre necio que estaba en el lugar solo para asegurarse, con sus propios ojos, de que su familia estaba bien.
Fuera de la casa, Sergei e Ethan se sentaron en un tronco cercano a la casa para hablar mejor.
—No sabía que hoy tenías guardia aquí —dijo Ethan, su amigo casi nunca iba a la cabaña y aun menos se quedaba a vigilar.
—Es porque ya terminamos con los preparativos para mañana, Yarine solo está revisando, por centésima vez, que todo sea perfecto. Esa mujer debería llamarse Señora Perfección —bromeó Sergei por lo dedicada que era su compañera con el trabajo; él también lo era, y más si se trataba de algo tan importante como la seguridad de Ethan, pero sentía que ella exageraba un poco—. Gracias a ella estamos preparados para lo que sea que elijas y sus consecuencias. Incluso consiguió a un convicto omega que será ejecutado en dos días, por si quieres deshacer tu unión con Aslan.
—¿Esa es tu manera de convencerme de tomar una decisión? —preguntó Ethan en tono burlón.
—Me descubriste, Yarine me pidió que hable contigo. Ella está muy angustiada, aunque yo sé que todo saldrá bien.
—Tú... ¿qué crees que debo hacer?
—No te diré lo que debes hacer porque eso solo puedes saberlo tú. Es más, yo creo que ya sabes qué hacer, solo que tienes miedo de decírnoslo porque eso lo haría real. Es eso ¿verdad?
—Tal vez... aunque hay algunas cosas que no sé aún... Por días he intentado pensar en una alternativa que no terminase en tragedia. Quiero hacer lo mejor para todos, en especial para Selim.
—Eso es bueno... Aslan es un maldito idiota, pero sabemos que es inocente, ya castigaste a los culpables. Sin embargo... lo que hizo... es algo que no puedes perdonarle, ¿no es así?
—Quiero hacerlo, perdonarlo... Y a veces creo que lo he logrado y luego las pesadillas vuelven por la noche y con ellas vuelven el rencor, el miedo y la rabia. Me repito que él es inocente, que fue tan victima como yo, que también arruinaron su vida como la mía... pero... suenan como mentiras. Mi mente tiene como verdad la traición y nuestro amor es como una utopía, una fantasía imposible.
—La herida es reciente, sanará —lo consoló Sergei colocando una mano en su hombro—. Estoy seguro de que será así y un día vivirás un amor puro y libre de heridas. Me aseguraré de que sea así... —Ethan le sonrió con gratitud, pensando que, a pesar de todo lo malo, la vida le había dado dos amigos incondicionales que quería conservar para siempre. Ya no soportaba perder nada más.
Vieron salir al padre de Selim y despedirse de su esposa con un beso y de su hijo con un cálido abrazo. El hombre hizo una reverencia en dirección a Ethan y se marchó en su auto. Poco después, unas gotas de lluvia comenzaron a caer.
—Es hora de que entres a la casa —recomendó Sergei—, te enfermarás si te mojas. Yo volveré a la ciudad a esperar tus órdenes. —Ethan asintió como despedida y ambos caminaron hasta la entrada, antes de acercarse mucho, Sergei avisó—: Me encargué de que, desde hoy en la noche, solo los guardias de confianza, los que solo te obedecen a ti, sean los que vigilen en este lugar, para que no haya complicaciones si quieres escapar...
Con eso último y un abrazo prolongado, Sergei se despidió de Ethan y se fue a ayudar a su compañera con sus múltiples planes de escape y defensa.
Por su parte, Ethan no pidió explicaciones a Selim sobre la presencia de su padre, pues era algo que lo tenía sin cuidado. Con la llegada de la lluvia, Beyhan no volvió a salir de compras, sino que siguió el consejo de Ethan y envió a uno de sus escoltas a hacerlo.
Pasaron el día entre juegos de mesa, historias que Beyhan amaba contar pues resultó que era escritora, de ahí el gusto de Selim por leer tanto, además la comida deliciosa no faltó. Un día perfecto y relajado frente a la chimenea que calentaba de la espantosa tormenta del exterior. Por último, se pusieron a ver películas, primero una de comedia y concluyeron con una de terror, cuando ya estaba entrada la noche y la oscuridad reinaba y los truenos daban una atmósfera mucho más aterradora. Selim era el más asustado y los otros dos se burlaban de él. Al final, Ethan tomó su mano para que se calmara y terminaron así de ver la película; eso le recordó a Selim la vez que estuvo en casa de Ethan mirando otro filme de terror, hace lo que parecía ser mucho tiempo; casi un año.
Cuando la casi tortura de Selim terminó se levantó de inmediato con el argumento de ser tarde y querer ir a dormir, en realidad no quería que propusieran ver otra con la misma temática. Ethan se quedó con Beyhan diciendo que quería hablar a solas con ella, a Selim le pareció extraño, pero los dejó en privado de todas maneras.
La tentación de escuchar su conversación en secreto lo invadió un momento, pero desistió de hacerlo ya que luego la culpa no lo dejaría en paz. Así que solo se retiró a su habitación; después de asearse, se acostó en su cama y por más que daba vueltas y contaba lobos para conciliar el sueño, no lo lograba. Se sentía intranquilo o sentía que Ethan estaba intranquilo; con tanto tiempo juntos, llegados a este punto le empezaba a costar diferenciar sus sentimientos y emociones de los de Ethan. Lo que era seguro era que algo fuera de lo normal estaba sucediendo, lo sentía en cada fibra de su ser: algo estaba a punto de cambiar.
Después de varios minutos, quizás una hora, a las doce en punto de la noche, escuchó a Ethan entrar en la habitación de al lado, creyó que ya iba a dormir, pero comenzó a escuchar varios ruidos, como si Ethan estuviera revolviendo las cosas de los armarios. Quiso ir a ver lo que sucedía, mas, algo le impidió levantarse de la cama, fue el miedo. Hasta que se hizo el silencio otra vez. Aliviado, cerró los ojos esperando poder dormir y cuando lo estaba consiguiendo escuchó golpes ligeros en su puerta.
—Adelante —dijo incorporándose para quedar sentado. La puerta se abrió y dejó ver al visitante nocturno—. ¿Ethan?, ¿pasó algo?
—No —negó este un par de veces—. Yo... ¿puedo... esta noche... dormir contigo? —preguntó con timidez, mirando al suelo nervioso y avergonzado. Desde la última vez, no habían vuelto a dormir juntos, no porque no quisieran hacerlo, sino porque ninguno se había atrevido a sugerirlo.
—Por supuesto —Selim se apresuró a contestar sin molestarse en ocultar su enorme sonrisa de alegría.
Ethan entró y cerró la puerta detrás de sí. Estaba vestido con un pijama térmico de color celeste con estampado de patitas de lobo en todo el traje, lo que a Selim le parecía lo más adorable del mundo, aun con la poca luz de la lamparita de noche que había encendido. Se acostaron juntos y se cubrieron del frio infernal con las varias mantas de la cama. La tormenta eléctrica continuaba haciendo estragos en el bosque.
—Selim... —llamó Ethan con un hilito de voz.
—Dime...
—¿Recuerdas la primera vez que me besaste?
—Claro que sí... esa noche llovía tanto como ahora —recordó Selim con melancolía.
—En esa ocasión estuviste a punto de marcarme —rememoró Ethan llevando su mano a su cuello y acariciando la mordida—. Me pregunto... ¿qué hubiera pasado si lo conseguías?, ¿hubiéramos evitado todo lo demás?, ¿nuestro destino hubiera sido diferente?
—No lo sé... yo también me lo he preguntado. Pero ya no, no quiero saber la respuesta, porque no podemos volver a ese momento, ¿o sí? —Ethan negó con pesar—. No hay lugar en nuestra historia para un qué hubiera pasado. No tenemos ese derecho.
Con suavidad, Selim rozó la mejilla de Ethan con su mano, atrapó una gota que caía por ella y se preguntó cuántas veces lo había visto llorar desde que lo conocía, cuántas de esas lágrimas eran por su causa; y la respuesta se clavó en su mente como un puñal: todas, todas y cada una de las lágrimas que lo había visto derramar eran por su culpa. O esas eran las únicas que recordaba. Quiso volver a pedirle perdón, pero a estas alturas esa palabra sonaba tan vacía y vana que mejor guardó silencio; lo abrazó y mediante el lazo intentó enviarle todo su amor y su cariño. Ethan lo sintió y no rechazó esa conexión que fortalecía más su lazo, que los acercaba hasta casi fusionar sus almas en una sola, como siempre debió haber sido.
Volvieron a juntar sus labios en un beso enardecido con el fuego del amor que solo las almas gemelas pueden sentir el uno por el otro. Y lo hicieron una y otra vez hasta que el sueño los venció y se dejaron llevar por él, sin alejarse ni un centímetro.
A la mañana siguiente, Selim despertó cuando el sol entraba por las ventanas, buscó la presencia de Ethan, pero ya no se encontraba a su lado.
Al no verlo, se sentó de inmediato y lo buscó por la habitación, no estaba en ninguna parte; quien se encontraba a su lado, sentada en una mecedora, era su madre, quien lo miraba con una expresión indescifrable, que lo hizo estremecerse.
—¿Madre?, ¿dónde está Ethan? —La mujer no respondió y tampoco dejó de mirarlo fijamente—. ¿Qué sucede? ¿Dónde está? —insistió y nuevamente no consiguió respuesta—. Él... ¿se fue? —Un nudo en su garganta que le impedía respirar se formó ante la idea de que no volvería a verlo nunca más, el terror se apoderó de él y por ello Beyhan se apresuró a abrazarlo para evitar que tuviera un ataque de pánico.
—No hijo... él no se ha ido —afirmó y Selim pudo sentir que el aire volvía a entrar a sus pulmones—. Está esperándote en el lago.
—¿Qué?, ¿por qué? Después de la tormenta es muy peligroso que suba al acantilado, aun siendo un lobo. —Se levantó de prisa para cambiarse de ropa y correr en busca de Ethan, se estaba planteando solo transformarse e ir como lobo todo el camino para llegar más rápido.
—No fue como lobo y no subirá al acantilado, dijo que solo iría al lago, como humano.
—Bueno... eso está mejor. ¿Hace cuánto salió?
—Hace como media hora.
Terminó de vestirse y salió corriendo de la cabaña. En el camino pudo darse cuenta de los daños que había sufrido el bosque la noche anterior, todo estaba resbaloso por el barro y varios árboles habían caído o tenían ramas rotas, además notó que a dos de los más grandes les había caído un rayo de lleno. Preocupado por la seguridad de Ethan, no paró ni disminuyó la velocidad hasta llegar.
Ahí encontró a Ethan, contemplando el lago, de espaldas a él. Selim tuvo que parar un rato para recuperar el aire y agradecerle al cielo el poder encontrarlo pues pocos minutos antes había creído que lo había perdido.
Cuando estuvo listo para acercarse, notó que Ethan hablaba con alguien por teléfono, no pudo escuchar lo que decía y segundos después lo vio colgar.
—Ethan... —lo llamó y el nombrado volteó. Selim, al ver su cara, se paró en seco, tenía la misma expresión que su madre momentos atrás, de tristeza, quizás lástima, dolor, aunque en él notó algo más: determinación.
Ethan le regaló una sonrisa como invitación para que se acercara y él lo hizo en silencio. Selim se colocó a su lado y tuvo que reprimirse para no preguntar sobre lo que sea que estuviera pasando. Contemplaron la cascada por varios minutos sin hablar ni moverse.
—Este lugar sigue siendo hermoso, a pesar de la tormenta —comentó Ethan.
—Nada podría terminar con su belleza o su valor, ni mil tormentas, ni siquiera un huracán —proclamó Selim refiriéndose no solo al lugar.
—Se acabó el tiempo —avisó con la voz firme, pero solo si se prestaba atención se podía percibir el dolor en su tono—. Hoy se cumple el plazo que se me dio para decidir mi futuro y el tuyo.
Selim ya se lo imaginaba, el ambiente se lo gritaba, las circunstancias le decían que algo estaba mal. Mas, se había negado a creerlo, a aceptarlo; y el viento de la realidad lo golpeó de la peor manera posible.
—Selim... quiero que te cases.
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