Ósculo
Jueves, 04 de noviembre de 2021.
Las horas pasaron y Selim se había encerrado en su habitación, sin comer nada, hasta que llegó la noche. Beyhan, un poco preocupada por lo que había podido suceder en ese corto paseo en el bosque, intentó preguntarle a Ethan varias veces, pero él se negaba a decir la razón del extraño comportamiento de ambos y de la incomodidad que se había instalado desde su regreso. Por pedido de la señora, a Ethan no le quedó otro remedio más que aceptar un encargo: llevarle la cena a Selim y quedarse hasta que se alimentara.
—Selim —llamó porque tenía las manos ocupadas con la bandeja de comida como para tocar la puerta—. ¡Selim! —insistió, después de que no obtuviera respuesta la primera vez, elevó un poco más la voz.
—¡Voy! —se escuchó decir a Selim con pereza, detrás de la puerta. Demoró segundos en abrir—. ¿Se te ofrece algo? —Ethan movió la bandeja para hacerla notar y Selim suspiró—. No tengo hambre, pero gracias por molestarte —rechazó con frialdad el gesto.
—No conozco mucho sobre mi nueva vida y eso... pero sé que muchos se sentirían honrados de que yo les llevase la comida a su habitación —comentó entrando, a pesar de la negativa de Selim—, y es algo que no recuerdo haber hecho nunca... Sin embargo, ¿tú me rechazas cerrándome la puerta en la cara? —Dejó la bandeja sobre una pequeña mesa.
—Yo no te cerré la puerta en la cara —alegó Selim.
—Lo sé, si lo hubieras hecho, hubiese recogido mis cosas, robado esa bonita camioneta roja que tienes estacionada detrás de la casa, y hubiese vuelto a la ciudad hoy mismo.
—Lo siento, pero de verdad que no tengo hambre...
—No me importa, tu madre me pidió que no me fuera de este lugar hasta que terminaras toda tu comida y eso es lo que planeo hacer. —Ethan cruzó los brazos esperando a que Selim hiciera lo que se le había pedido.
—No necesitas hacer eso... sé que no te gusta estar cerca de mí más de lo necesario. Vete —pidió Selim con un tono de voz lastimero y se alejó de la comida. Ethan quiso golpearlo en ese momento, pero se contuvo.
—¿Me puedes decir qué demonios te pasa? —exigió bastante exasperado con la situación—. No te comprendo, en un momento estás bien y dices que me quieres proteger y luego... —dejó salir un largo suspiro, se sentía frustrado por no comprenderlo—. Habla, dime qué te molesta.
—Mejor voy a comer. —Selim tomó asiento sobre la cama y se dispuso a alcanzar un plato de la bandeja, para eludirse de dar una respuesta.
—No, antes quiero que me respondas —exigió Ethan con la autoridad característica por la que su tío siempre le había felicitado, por demostrar poder.
—La comida se va a enfriar —insistió Selim.
—Pues pedimos que se caliente y listo, lo que quiero es que...
—Mi madre no es tu empleada —lo interrumpió, hablando con desdén—. No la trates como si estuviera a tu servicio.
—¡¿Por quién me tomas?! —gritó Ethan aguantando una vez más los impulsos de golpearlo—. Sé que te he hecho muchas cosas nada buenas y me has visto hacer otras que pueden considerarse despreciables. Pero nunca he menospreciado a las personas inocentes. He tratado a muchos como basura, sí, es cierto, pero fue porque se lo merecían o porque era necesario. No soy un desagradecido y nunca trataría mal a tu madre, no cuando ella me ha cuidado tan bien sin tener la obligación de hacerlo. Beyhan es buena, mucho, puede que me procure tanto porque se siente culpable, pero aun así es admirable la manera en que me trata. Cuidar al secuestrador de su hijo no lo haría cualquiera...
—Perdón, no quise ofenderte —se disculpó Selim, al caer en cuenta de la gravedad de sus palabras—, y tampoco quise decir que tú fueras esa clase de persona. Discúlpame, solo es que no estoy de buen humor.
—Eso es lo que no comprendo, siento tu molestia a través del lazo, siento que me quieres lejos, pero no sé por qué, y no lo sabré a menos que me lo digas. Selim, estamos unidos, pero ¡no soy un maldito adivino para saber lo que estás pensando! —Ethan se encontraba alterado y desconcertado por sus propios sentimientos, deseaba quitarse esa molestia del pecho para poder irse a dormir y no podía porque necesitaba desahogarse y eso hizo—: Esta mañana todo estaba bien y ahora no quieres ni verme. ¿Es por lo que pasó en el árbol? —Selim bajó la vista al suelo cuando escuchó el cuestionamiento—. Si es eso, yo debería estar enojado, no tú; tú fuiste el que cruzó la línea e intentó besarme. Yo debería estar furioso por eso, pero aquí estoy...
«No sé lo que hago, pero aquí estoy», dijo su lobo en su mente.
—¿Crees que vine aquí para esto? Si hubiera querido estar solo y que tú me ignorases y te alejaras como si no estuvieras, me hubiera quedado en casa para pensar en cómo resolver esto. Ahora creo que es mejor que vuelva a la ciudad.
—¿Con tu tío que te golpea como un psicópata? —increpó Selim, aunque se arrepintió de decirlo a penas las palabras abandonaron sus labios.
—Eso no es verdad y no es algo que te importe... —Ethan apretó los puños, estaba furioso, mas, exhaló profundamente para calmarse y luego añadió—: Ya que no me quieres explicar qué es lo que te pasa y no me quieres cerca, me iré a mi habitación o tal vez sí robe tu camioneta roja.
Dio media vuelta hacia la puerta para marcharse de inmediato y sin mirar atrás, pero Selim lo detuvo tomando su muñeca.
—Ethan... No es que no quiera tenerte cerca, al contrario, no quiero hacer algo que llegue a molestarte. —Selim exhaló largo, como para infundirse aliento—. Yo no puedo hacerte más daño, prefiero morir a causarte más dolor. Nunca me perdonaré por lo que te hice y ahora lo único que puedo hacer es no volver a lastimarte—. Soltó su mano con lentitud y delicadeza, sin querer hacerlo en realidad, lo hizo porque se sentía indigno de tocarlo, porque había asumido que era la persona más sucia del mundo y alguien así no tenía el derecho de ser feliz ni de ser perdonado por su víctima.
—¿Qué?... Entonces ya decidiste que estar alejados es lo mejor —reclamó Ethan, indignado ante la idea de haber perdido el control de algo que se suponía que él iba a decidir—, ¿por qué ahora?, ¿crees que puedes decidir por mí?, ¿crees que sabes qué es mejor para mi vida? No te tomes atribuciones que no te corresponden.
—No lo hago, hago lo que son tus deseos. Yo percibí tu miedo cuando yo... cuando estábamos sobre el árbol. Odias que me acerque a ti y tienes toda la razón en sentir eso...
—¿Miedo?
—Temiste que yo te besara, tenías miedo, estabas paralizado y yo no fui capaz de notarlo hasta casi... Perdóname. —Selim parecía estarse torturando.
—No tenía miedo —objetó Ethan causando que Selim lo mirara a los ojos por primera vez desde que había ingresado a la habitación—. No lo tenía... —decía la verdad pues recordaba haber sentido muchas emociones, pero el miedo paralizante, que ya conocía bien, no había aparecido en ese instante.
—No debes mentir... sentí tu miedo y tus feromonas...
—¿Mis feromonas?
—Sí, tu olor, cuando sientes algo negativo, tus feromonas huelen a vino, no a uva como son normalmente. Por eso sé que tenías miedo, cuando me acerqué a ti lo pude percibir...
Selim había cesado en intentar satisfacer su inmensa necesidad de aquel acercamiento cuando el delicioso olor al más lujoso vino había llenado sus fosas nasales, había puesto todas sus fuerzas en alejarse de la persona que más deseaba tener cerca, solo para protegerlo.
—No era por eso —afirmó Ethan rodando los ojos—. ¡Estaba por caer de un árbol muy alto! Era lógico que me asustara un poco, no quiero morir tan joven.
—Pero... creí que...
—No asumas cosas y pregunta antes de nada. No seas idiota. —La confusión le parecía molesta y graciosa al mismo tiempo, para mantenerse serio decidió sentarse en la cama y evitar la mirada de Selim.
—Entonces, si yo no hubiera parado... ¿qué hubieras hecho? —preguntó Selim para calmar su curiosidad, aunque no esperaba una respuesta concreta; conocía a Ethan y sabía bien que evadía los temas que le incomodaban o lo hacían verse vulnerable. Sin embargo, después de unos largos segundos de silencio, Ethan le devolvió la mirada, la cual reflejaba determinación y dijo:
—¿Por qué no lo averiguas? —Ante eso Selim se quedó petrificado con muchas dudas en su cabeza, la más importante: «¿Qué quiso decir con eso?»—. Yo no sé lo que hubiera hecho, solo sé que no te hubiera matado porque no tenía ningún arma con qué hacerlo—bromeó Ethan con el fin de aliviar la tensión que sentía en el pecho, sin conseguirlo—, pero no estoy seguro de nada más... Quiero comprobarlo, necesito saberlo para tener una idea de lo que quiero hacer contigo y conmigo y...
—Ethan... —atinó a decir Selim aún atónito.
—¡¿Lo harás o no?! —gritó el joven omega avergonzado.
Selim, con pasos tortuosamente lentos, acortó la distancia entre ambos, como si buscará acercarse a un cachorro herido, movimientos lentos para no asustarlo y evitar que escapase.
«Si él lo pide, ¿está bien hacerlo?», se cuestionaba una y otra vez, incluso así no se detuvo, no podía parar.
Ethan, por su parte, solo lo observaba, había relajado su postura y dejado caer sus brazos para apoyarse con las manos a la cama.
Selim se arrodilló ante él y tomó su mano izquierda para besar el dorso como quien besaba a una rosa. Ethan no pudo evitar enternecerse ante ese gesto y sus ojos se tornaron vidriosos por unas cuantas lágrimas que empañaban su vista.
—Puedes matarme cuando quieras —declaró Selim con una sonrisa encantadora, pero triste, en el rostro demacrado.
Sé estiró para alcanzar el rostro de Ethan, sin apartar un segundo la vista de sus grandes ojos azules que parecían más brillantes con la poca luz del lugar. Pasó su mano por su mentón y luego por su cuello, dejando un rastro de calidez con sus caricias. Rogando al cielo no ser rechazado, pues eso sería más doloroso, aun, que no haberse acercado, unió sus labios con los de su alma gemela, tal como el posar de una mariposa, sin comenzar el beso hasta tener la certeza de que él no huiría. Y no lo hizo.
Ethan cerró sus ojos y esa fue la única señal que Selim necesitaba para imitarlo y deleitarse con el dulzor de sus labios. En ese momento, para ambos todo fue perfecto, nada más existía ni había existido, nada fuera de ellos y la conexión que los unía desde que habían nacido, o quizás desde mucho antes de llegar al mundo.
Si existiera la magia, esta sería su máxima representación, pues se dice que no hay nada más poderoso que el amor de dos almas unidas por los dioses.
Sin querer terminar ese hermoso momento, Selim le dio fin al beso, mas, no se alejó, juntó sus frentes porque era incapaz de separarse. Estando tan próximos sentían sus alientos. El joven alfa alivió un poco su angustia al sentir la fragancia a uva, sin rastro del amargo del miedo o del desprecio.
—¿Estás bien? —pidió saber en un susurro, para ratificar el que Ethan estuviera tranquilo.
—Tu... —intentó hablar, pero su voz salía en un hilo casi inaudible, así que calló un instante y abrió los ojos, para volver a la realidad—. Tu comida se enfriará —avisó para hacer que se distanciara, pues él tampoco creía ser capaz de romper la cercanía tan cómoda y reconfortante.
—Sigo sin tener hambre, pero si tú quieres que me aleje... lo haré. ¿Eso quieres? —Ethan negó con un suave movimiento de cabeza y un par de lágrimas cayeron por sus mejillas. Selim lo notó y despegó su rostro para atrapar otra lágrima—. Ethan, ¿sería egoísta pedirte que no hagas esto?, ¿qué no llores porque eso hace que mi corazón duela cien veces más?
—No estoy llorando —negó el niño dueño de la vida de su alfa, con un puchero tan tierno que Selim no pudo evitar soltar una pequeña risita.
—Como digas —aceptó sin discutir, a pesar de que Ethan continuó llorando sin control, besó su frente en un intento de consolarlo—. Aunque no estás llorando, ¿puedo hacer algo para que estés mejor?
—Sí, aléjate de mí... porque cuando estás cerca no puedo evitar sentir toda clase de cosas poco convenientes. Las emociones salen sin que yo pueda contenerlas, cuando estoy contigo siento que moriré por todo lo que tengo en la cabeza al mismo tiempo —confesó Ethan entre sollozos y ocultando la cabeza en el pecho de Selim, este solo lo abrazó y lo dejó hablar—. No sabes cuánto te odio a veces, y luego dices y haces cosas que me impiden seguir odiándote por completo y siento que me traiciono a mí mismo por no querer que mueras... Estoy cansado de seguir así... me molesta que me hables y me molesta más que no lo hagas. ¿Será que me he vuelto loco?, ¿lograron acabar con mi mente?
—No, porque tú eres más fuerte que todos ellos y mucho más fuerte que yo —aseguró Selim sobando su espalda para calmarlo—. Nadie, nunca, podrá destruirte...
—No es cierto, ya lo hicieron. Me lo quitaron todo, o tal vez nunca tuve nada, quizás lo único que tengo eres tú y por eso no pude jalar el gatillo ese día... porque sin ti estaría vacío. Es estúpido porque se supone que Ethan Orlov lo tiene todo... pero yo no tengo nada, nada más que a ti.
Selim hubiera querido decir algo, hubiera querido tener las palabras adecuadas para reconfortarlo, pero no era así, no tenía respuestas, él tampoco tenía nada. Lo dejó sacar todo el dolor que guardaba en su corazón, lo dejó empapar su camiseta con lágrimas, lo dejó hablar hasta que los sollozos ya no lo dejaron continuar y lo dejó aferrarse a su espalda, hasta que se detuvo. Se había quedado dormido en sus brazos, exhausto.
Lo ayudó a acomodarse en la cama, le quitó los zapatos e hizo que entrara al cobijo de las mantas de su cama. Él también se acostó a su lado e Ethan buscó, por instinto, su proximidad. Durmieron abrazados, con el brazo de Selim haciendo de almohada para Ethan.
Antes de cerrar los ojos, Selim decidió contemplar a la hermosa persona que tenía en frente, su amor por él se desbordaba a tal punto que no sabía qué hacer con él, su devoción era tanta que si pudiera lo convertiría en objeto de adoración y le construiría un templo para que todos le rindieran culto. O bien lo ocultaría de todos para evitar que alguien lo hiriera. Con eso y mucho más en el pensamiento, su cuerpo se rindió al cansancio y dejó llevarse por el mundo de los sueños.
De pronto, Selim se encontraba en un lugar distinto, fuera de la comodidad de su bonita cabaña del bosque, hacía frío y todo estaba oscuro; caminó a tientas, palpando las paredes, por un pasillo que parecía no tener fin, hasta que vio una luz titilante a lo lejos, por alguna razón corrió hacia ella con desesperación, mientras el miedo lo envolvía.
Al llegar, vio a Ethan tirado en el suelo, con los ojos abiertos, pero sin vida, sin ropa y bañado en sangre.
Quiso acercarse a él, pero su cuerpo había sido atrapado por unas cadenas que no le permitían ni mover un músculo. Lo llamó una y otra vez, pero parecía estar muerto; en ese momento, entró otro alfa, al que reconoció como: Luck Werner, quien se puso encima de Ethan.
—¡No! —gritó Selim—. ¡Maldito no lo toques! ¡Te mataré! Te lo juro... —amenazaba Selim, y ni así conseguía evitar presenciar la espantosa escena, no podía detenerlo, de nuevo era incapaz de salvar a su persona amada—. ¡Luck! —exclamó como último intento de pararlo.
—¿Luck? —habló el alfa y su voz no era la de Luck Werner, Selim no la había oído antes—. Yo no soy él, acaso... ¿no lo sabes? —El hombre volteó, dejando ver su cara y Selim se horrorizó al reconocerlo—. Mi nombre es Selim. —Se estaba viendo a sí mismo, estaba viendo el pecado más horrible que había cometido, estaba frente a su propio demonio. Comenzó a gritar como si le estuvieran rompiendo todos los huesos y lo más tétrico fue que su otro yo lo imitaba.
Despertó sobresaltado, con el corazón a punto de salirse de su pecho, unas escuetas lágrimas mojando su rostro. Al verse en la completa oscuridad creyó estar otra vez en esa pesadilla, pero pudo volver a respirar cuando vio a Ethan a su lado.
«Él está bien, está conmigo, está aquí», se repetía para que su mente se lo creyera, para espantar el terror que sentía. Atrajo a Ethan más hacia él, casi estrujándolo.
—¿Qué pasa? —murmuró Ethan, medio dormido.
—Nada... nada... vuelve a dormir, es tarde, duerme —le susurró Selim y volvió a besar su frente, un gesto que se estaba volviendo bastante común.
Así ambos volvieron a conciliar el sueño, aunque a Selim le costó varios minutos, ya que temía cerrar los ojos y volver a tener la misma pesadilla. Sin embargo, el sueño lo venció.
A la mañana siguiente, Selim fue el primero en despertar y lo primero que vio fue a Ethan, dormido pacíficamente. Deseó poder despertar de esa manera todos los días de su vida.
Con cuidado, miró la hora en su celular y notó que ya era un poco tarde y el día estaba demasiado bonito para quedarse en la cama más de lo debido, así que decidió despertarlo.
—Ethan... —susurró mientras acariciaba su mejilla y apartaba unos cuantos cabellos que caían sobre sus ojos—. Despierta... Ethan...
—Cállate... tengo sueño... déjame dormir —pidió este, cubriéndose con las cobijas hasta la cabeza, lo que a Selim le causó mucha gracia.
—Ya es tarde —avisó levantándose de la cama para abrir las cortinas.
—¿Qué tan tarde? —preguntó Ethan sin ganas de hablar.
—Bastante.
—Maldición, ¿de verdad? —Se descubrió para buscar su celular—, hoy viene Yarine.
—¿A qué hora?
—En la tarde, como a las cuatro... —Por fin encontró su teléfono y pudo ver la hora, le tiró una almohada a Selim al descubrir que apenas eran las ocho de la mañana—. Serás tonto... es demasiado temprano. Tarde es despertar al medio día o algo así.
—Bueno... es tarde si queremos tener un buen día —dijo Selim, sentándose a su lado en la cama—. Quiero mostrarte un lugar: mi lugar favorito de todo el mundo.
—¿Eso es aquí? —preguntó Ethan, sin ocultar una sonrisa, le ilusionaba la idea de visitarlo desde que había escuchado a Selim hablar de él.
—Cerca de aquí, ¿quieres ir?
—Claro, mientras estemos de regreso para cuando venga Yarine —aceptó en tanto restregaba sus ojos para espantar el sueño.
—Así será, lo prometo. ¿Vamos a desayunar? Debes comer algo para no cansarte mucho hoy.
—Lo mismo te digo a ti, ayer no tocaste tu comida. —Ethan buscó la bandeja que había traído la noche anterior, pero ya no se encontraba en la habitación, cayó en cuenta de que Beyhan había ingresado y con toda seguridad los había visto dormidos juntos, esa idea hizo que se sonrojara de vergüenza.
—¡Buenos días, niños! —exclamó la señora Aslan al abrir la puerta de pronto—. ¿Cómo amanecieron? Traje el desayuno —anunció tirando de un carrito rodante con bandejas de comida.
—Mamá no debiste molestarte, estábamos a punto de bajar. —Selim se apresuró a ayudarla e Ethan se levantó de la cama e intentaba acomodar su ropa.
—Es que se veían tan lindos que no quería que se levantaran —dijo la madre haciendo que Ethan tropezara con la alfombra por el descuido que le provocó el comentario vergonzoso. Selim lo sostuvo del brazo—. Buenos días, pequeño.
—Buenos días, señora Beyhan —devolvió el saludo sin mirarla a la cara.
—Selim, la próxima vez que duerman juntos, al menos asegúrate de que nuestro invitado use ropa cómoda —reprochó Beyhan al observar que Ethan estaba vestido con la misma ropa de ayer.
—¡Mamá!
—Bueno, bueno, ya no los molesto. Coman tranquilos, y más vale que te alimentes Selim —advirtió con severidad a su hijo, antes de salir de la habitación.
—Es una persona muy animada —comentó Ethan y tomó un vaso de jugo de naranja—. Es extraño, en su lugar no le daría ni agua al que casi asesina a mi hijo.
—Ella comprende bien la situación —dijo Selim comiendo de un plato de frutas variadas—. Sabe que no tienes la culpa de nada. Bueno, acabemos para poder irnos pronto.
Poco después habían terminado de desayunar y se preparaban para salir. Beyhan los acompañaría. Llevaron algunas provisiones y emprendieron la marcha a pie. El trayecto fue muy agradable y bastante corto, solo media hora de camino hasta que Selim anunciara que habían llegado.
—¿Es aquí? —preguntó Ethan un poco decepcionado pues estaban en un pequeño claro rodeado de árboles y colinas, nada muy interesante—. No se ofendan, pero esto se ve igual al resto del bosque, ¿qué tiene de especial?
—Es que no es aquí como tal —intervino Beyhan—. Aquí es donde me quedo yo, porque prefiero no continuar, ustedes seguirán por ahí —señaló una colina de rocas, sin un camino a la vista por el que subir.
—De acuerdo... vamos entonces. —Aunque desconfiado, Ethan intentó emprender marcha, estaba entrenado para ser ágil, escalar una montaña no sería problema, al menos eso esperaba. Considerando que había tenido dificultades en subir a un árbol, ya no estaba muy confiado en sus habilidades.
—No, espera. El camino es muy escarpado, puede ser peligroso para un humano —dijo Selim e Ethan lo miró extrañado, preguntándose para qué lo había traído entonces.
—Peligroso para un humano, no para un lobo —terminó Beyhan.
—Quieren que me transforme —dedujo mirando al cielo—. Te dije que no me gusta hacerlo —le recordó a Selim.
—Lo sé, pero si lo haces prometo que no te arrepentirás —insistió Selim, deseoso de que aceptara.
—Si no quieres, podemos quedarnos aquí y hacer un picnic, también sería divertido —propuso la señora.
—Más vale que sea bueno. —Ethan bajó la maleta que cargaba, aceptando que debía transformarse porque de verdad quería ver aquel lugar.
Como siempre había hecho antes de cambiar a su forma lobuna, se llevó la mano a su cuello para quitarse el collar de plata que todo el tiempo tenía consigo, pero esta vez no estaba. El recuerdo de haberle puesto la valiosa joya al recién nacido que llevaba su sangre, antes de despedirse para siempre, lo golpeó oprimiendo su pecho. Evitando que los otros dos notaran sus emociones, inició su transformación, desapareciendo en una niebla azul brillante y emergiendo como el precioso lobo que Selim había visto más veces que al humano, en todo el tiempo que había estado prisionero.
—¡Oh por la Luna! —exclamó Beyhan—. Mira lo hermoso que eres como lobito... qué envidia, yo siempre quise ser una loba blanca. Es que eres como la nieve...
—Mamá —intentó detenerla Selim para que dejara de incomodarlo, pues la mujer lo rodeaba y admiraba desde todos los ángulos—. Déjalo un poco tranquilo.
Beyhan no obedeció, al contrario, se acercó más para acariciar su suave pelaje, a Ethan no parecía molestarle, hasta movía la cola. Selim se transformó también y ni de lejos recibía los mismos halagos que su madre le hacía al lobo omega, su forma animal era un alfa corriente, nada fuera de lo ordinario ni en tamaño ni en belleza, exceptuando sus ojos dorados.
Cuando por fin pudieron liberarse del asedio de la madre, corrieron hacia la montaña, Selim guiando.
—¿Es muy lejos? —pidió saber Ethan al tiempo que saltaba y esquivaba algunas rocas.
—No pienses en eso y solo disfruta —aconsejó Selim—. De aquí en adelante es todo recto, te reto a una carrera —anunció acelerando el paso. Ethan, por supuesto, no se iba a dejar ganar y se apresuró, pero no lograba alcanzarlo—. No pienses tanto, tu instinto es capaz de guiarte por la naturaleza, pierdes tiempo meditando tanto dónde poner las patas.
—No es tan fácil... —alegó Ethan, pero intentó dejarle el control a su parte animal, le fue complicado al principio, pero lo logró: pudo correr más rápido y disfrutar del paisaje a la vez.
El viento que refrescaba su cara, los olores del bosque que se intensificaron por el olfato de un canino, los preciosos sonidos de animales; todo aquello que Ethan una vez señaló como aburrido, ahora le brindaba una experiencia increíble y emocionante que algunos, Selim incluido, llamaban libertad. Se olvidaron de la carrera que habían iniciado entre ellos, ya que ahora competían contra un águila que se alzaba imponente sobre sus cabezas.
—Y ahora... ¿sigues odiando ser un omega? —soltó Selim impactándolo, ya que la respuesta inmediata, pero que no fue capaz de decir en voz alta, fue:
«No, no odio ser un omega».
Correr como un lobo salvaje fue un gran paso a la reconciliación con su otra mitad. Por años había odiado ser un omega, no soportaba ser controlado por instintos tan primitivos, creía que los hombres eran esclavos de ellos, pero ahora esos mismos instintos le hacían sentirse más libre que nada más en el mundo, ahora comprendía por qué a muchos les gustaba tanto adoptar su otra forma.
Siguieron el cauce de un riachuelo, hasta que Selim redujo el paso y le indicó a Ethan que hiciera lo mismo. Se detuvieron por completo cuando ya no había más camino que seguir, habían parado en el filo de un acantilado, desde el que Ethan pudo ser testigo de una de las vistas más hermosas del mundo: en frente tenía una cascada inmensa, la cual se asemejaba a una cortina que escondía los más puros secretos y desembocaba en un lago de aguas verdosas y cristalinas, la vegetación en sus colores ocres de otoño lo hacían verse como un pequeño paraíso.
—¿Te gusta? —preguntó Selim, inquieto por la respuesta—. Este es mi lugar...
—Es... hermoso —admitió, conmovido—. Demasiado bello...
—Y puede mejorar, si tienes el valor... sígueme. —Selim dio unos pasos hacia atrás, tomó carrera y no se detuvo al llegar al borde, Ethan abrió mucho los ojos cuando lo vio saltar y caer al lago, al asomarse lo vio hundirse en el agua y demoró unos segundos desesperantes en salir, pero lo hizo, para su alivio—. ¡Ven! El agua es fantástica —animaba desde abajo.
Estaba indeciso, siempre le había tenido un poco de miedo al agua, a los grandes cuerpos de agua como aquel lago. Sin embargo, no iba a quedar como un cobarde ante un alfa. Tomó carrerilla y se lanzó cerrando los ojos. El impacto con el agua fría fue un poco brusco, pero no tan desagradable como pensaba, luego recordó que nunca había nadado como lobo y casi entró en pánico, pero su cuerpo actuó solo y salió a la superficie.
—Los caninos pueden nadar por naturaleza —comentó Selim como si le hubiera leído la mente—. El agua está increíble.
Nadaron un buen tiempo, sin alejarse el uno del otro, pero a Ethan le dio curiosidad la cascada y quiso verla más de cerca.
—Ethan, no. —Selim intentó detenerlo cuando se dio cuenta de a dónde se dirigía—. No vayas allá...
Ethan no le hizo caso, o quizás no lo escuchó, se detuvo al sentir algo extraño en su cuerpo, en un instante algo lo obligó a abandonar su forma animal y adoptar la humana.
—¿Qué demonios?
—Te dije que no te alejaras —reprochó Selim a la distancia, negado a acercarse a Ethan porque ahora se encontraba sin nada de ropa, aunque el agua cubría bastante bien la mitad inferior de su cuerpo—. No sé por qué, pero esa parte del lago deshace la transformación.
—¡Qué extraño! Debe ser algún mineral o algo así... ¿has mandado a que lo investiguen?
—No y no lo haré, nadie más conoce este lugar y así es mejor.
—Acércate, es molesto que hablemos gritando —ordenó Ethan.
—Mejor sal de esa zona y transfórmate.
—No, se siente mejor el agua en este lugar y sin todo ese pelo de perro encima. ¡Muévete y ven!
Inseguro, Selim cumplió el capricho de Ethan y entró a esa zona, también volvió a ser humano. Evitó acercarse mucho, pero no hizo falta pues Ethan terminó de reducir la distancia.
—Vaya... sí que el agua tiene algo raro, ¿qué será? —Estaba admirado, hasta ahora no había sabido de nada que fuese capaz de deshacer la transformación así, la plata solo impedía que se realizara.
—Ni idea, pero es conveniente. ¿Ves la cueva que está detrás de la cascada? —Ethan no lo había notado, pero efectivamente, al mirar con detenimiento, una cueva se lograba divisar a través del agua—. Es la guarida de una manada de lobos salvajes. Con esa protección ningún humano podrá hacerse pasar por lobo para engañarlos y cazarlos, no dentro de la cueva.
—¡¿Qué?! ¿Me trajiste a una guarida de lobos salvajes? —exclamó Ethan, indignado, alejándose de la cascada y acercándose más a Selim, quien tenía la vista fija hacia arriba para no mirar su torso desnudo, solo por el miedo a que Ethan cayera en cuenta del estado vulnerable en el que se encontraba y se asustara.
—No pueden llegar a nosotros, calma.
—Más te vale, sé defenderme de muchas cosas, pero un lobo salvaje no está en mi lista —alegó causando la risa de Selim.
—Por cierto, ¿en verdad podrías robar la camioneta roja?, ¿eres capaz de encenderlo sin la llave?
—Sí, me lo enseñaron, puedo hacerlo con varios automóviles, es fácil cuando conoces el funcionamiento de cada uno. Pero no hubiese sido necesario forzar tu camioneta, tengo la llave —confesó como si fuese lo más normal del mundo.
—¿La robaste?, ¿por qué?
—Hay tres cosas que debo tener en cuenta de un lugar o situación nueva: ataque, defensa y escape —explicó enumerándolas con los dedos—. El ataque está puesto porque mis hombres rodean tu casa día y noche; cuento con mi pistola como mi defensa, además del hecho de que no pueden matarme porque te pondrían en peligro a ti; y la llave de tu camioneta era parte de mi ruta de escape, si es que no puedo contar con mis escoltas. Aunque la verdad confío en que no deberé usar ninguno.
—¿Entonces por qué lo haces?
—Porque me lo enseñaron desde que tengo memoria y el escape aún más. Mi tío decía que yo no debía arriesgarme, que mejor huyera porque mi vida valía más que cualquier cosa; creí que lo decía porque me quería, ahora sé que es porque soy el próximo Jefe Orlov.
—Es como si tu vida fuese sacada de una película de acción y no es un halago. Ethan, ¿no te parece que es horrible vivir con miedo, siempre desconfiando de todo y de todos? ¿Puedes confiar en alguien?
—Si siguiera los consejos de mi tío, diría que no, que debemos desconfiar de nuestra sombra. Pero yo sí confió en varias personas. —Selim se mantuvo en silencio esperando a que nombrara a dichas personas—: en Isabela y mis otros dos antiguos amigos, en mi hermana, en Yarine y Sergei, pero sobre todo en mi tío.
—¿Cómo puedes confiar en Elías Orlov? —cuestionó con rabia al recordar su cara, que le resultaba despreciable—. Él te ha mentido y te golpeó.
—Deja de recordármelo, ¿quieres? Que no se me ha olvidado... —exigió Ethan y Selim decidió dejar ese tema por ahora, para no arruinar un buen momento.
—Antes... o en algún punto... ¿confiaste en mí?, ¿alguna vez fui parte de esa lista? —preguntó aun sabiendo que le lastimaría cualquier respuesta que recibiera.
—Sí —admitió Ethan con una sonrisa triste—. Estabas encabezando la lista, ahora estás más abajo.
—¿Aún estoy en ella? —preguntó Selim y por la sorpresa giró su cabeza para mirarlo, volteó de inmediato avergonzado al ver su piel desnuda y mojada.
—Lo estás —reiteró Ethan—. Porque sé que tú harías lo que sea por mí.
—Lo haría, sí lo haría —declaró Selim con la voz quebrada—. ¿Puedo tomar tu mano? —Ethan asintió y Selim alcanzó su mano para entrelazar sus dedos bajo el agua. Ninguno de los dos se atrevió a mirar al otro a los ojos, así que se mantuvieron con la vista fija en la imparable cascada, flotando desnudos en el celestial lago.
No se hubieran movido un centímetro, de no ser porque Ethan pegó un grito de repente. Había sentido que algo lo rozaba bajo el agua, lo cual lo asustó y se pegó a Selim como si buscara su protección.
—¿Qué fue eso? Algo pasó tocándome... —Selim se echó a reír, abrazando a Ethan.
—Seguro solo fue un pez o una planta... No te asustes —tranquilizó acariciando su cabello mojado—. Olvidaba que eres un citadino puro —continuó riendo.
—No es gracioso... —exclamó Ethan, un tanto enojado y empujó ligeramente a Selim para darse un impulso y alejarse.
—No te enojes... —imploró este con una sonrisa y tomó su muñeca para atraerlo.
Quedaron frente a frente y ninguno pudo evitar dejarse llevar por el momento, por el ambiente romántico de aquel edén; Selim lo besó con ternura e Ethan correspondió profundizando aquel ósculo, casi santo, solo con el único y puro deseo de estar más cerca, de unirse más y fortalecer su unión. Ethan puso sus brazos alrededor del cuello del alfa, mientras que Selim rodeó su cintura con delicadeza. Alargaron su acercamiento hasta cuando no pudieron respirar más.
—Sé que no soy digno de nada y menos de pedirte esto, pero... te lo ruego, no me dejes solo, quédate conmigo —suplicó Selim derramando lágrimas dolorosas, con el pecho oprimido. Ethan no respondió nada, ni siquiera se movió.
—¡Niños! —escucharon gritar a Beyhan, desde la orilla del lago, se separaron de inmediato y Selim le dio la espalda a su madre para evitar que lo viera descompuesto—. ¡Se hace tarde! ¡Y hace frio! ¡Salgan!
—¿Cómo llegó hasta aquí? —preguntó Ethan—. ¿No dijiste que solo podíamos acceder a este lugar como lobos?
—En realidad... hay otro camino —confesó e Ethan lo golpeó en el brazo—. Pero no te mentí, al acantilado solo podemos subir como lobos.
Un poco molesto aún, Ethan nadó hasta la mujer que los llamaba, antes de salir del agua volvió a su forma animal. Sacudió el exceso de agua como cualquier canino lo haría, Beyhan tuvo la sensatez de alejarse antes de ser empapada.
—¡Selim! —llamó la madre a su hijo, quien seguía en el agua—. ¡Vamos!
—¡Vayan ustedes! ¡Los alcanzo luego!
Ambos se marcharon, Beyhan no quería presionar a su hijo, porque había notado la situación en la que se encontraban antes de que ella interviniera, los había detenido porque había creído que su llegada ya había sido percibida por los chicos, no tenía idea de que ellos estaban más concentrados el uno en el otro como para prestarle atención a algo más.
Al llegar al claro, Beyhan comenzó a secar a Ethan con una toalla, él lo disfrutó porque sentía el cariño maternal que ella le transmitía.
—Ya estás seco —anunció la madre cuando terminó de limpiar las orejas de Ethan—. Ve a la tienda que armé por ahí para que puedas volver a ser humano. —Señaló una tienda de campaña de armado instantáneo, lo acompañó hasta que entró y luego cerró el cierre de esta, su ropa ya se encontraba dentro—. No demores, para que puedas comer —dijo desde fuera.
Cuando Ethan salió, como humano y por completo vestido, Selim se encontraba siendo secado por su madre; así parecía un cachorro, a pesar de que era un alfa bastante grande. Luego, Selim también usó la tienda para transformarse.
Los tres disfrutaron de una rica comida que Beyhan había preparado, entre ella: un exquisito pay de queso y uvas verdes, que Ethan disfrutó demasiado, tanto que tuvo que pedirle la receta, Beyhan se la dio sin poder evitar hacer una broma sobre lo preocupada que estaba de que Ethan terminara incendiando alguna cocina cuando intentara realizarlo. Ethan aseguró que iba a pedirle a alguien más que la preparase, porque ya sabía lo malo que era para eso.
En fin, pasaron un par de horas muy entretenidas, en medio de charlas vanas e historias interesantes del bosque. Beyhan hasta se puso a cantar alegando que los pájaros entonaban una preciosa melodía, sin embargo, la madre resultó ser muy mala cantando, peor que su hijo. Y Selim no desaprovechó la ocasión para alagar el talento y la melodiosa voz que Ethan tenía, pero no lo pudieron convencer de cantar ni una estrofa.
Decidieron volver a la casa porque se hacía tarde y, cuando llegaron, Yarine ya estaba fuera, esperando su llegada, un poco malhumorada porque los guardias le habían informado que solo tres de ellos habían seguido a su joven jefe y que uno había regresado para avisar que los habían perdido en la montaña.
—¡Gracias al cielo! —exclamó la chica, corriendo para abrazar a Ethan—. Por un momento me asusté...
—No te preocupes, estoy muy bien —aseguró Ethan con una sonrisa de oreja a oreja, no quería que esa alegría desapareciera por el momento—. Entremos y te contaré todo.
Ethan la llevó a su habitación y le habló del maravilloso día que había tenido, tal como se lo diría a su mejor amiga de toda la vida, ya que así era como él la comenzaba a ver.
—Me alegra mucho que estés disfrutando este tiempo ya que, pase lo que pase después, terminará en unos cuantos días más —le recordó ella, no porque quisiera sacarlo de su sueño feliz, sino porque era necesario que Ethan no se dejara llevar por algo pasajero y pensara en su futuro en el mundo real—. Supongo que aún no decides qué hacer... —Ethan negó—. Bueno, por lo pronto debo ponerte al tanto de todo:
» Verás... el Jefe cada vez se pone más y más impaciente, Kenny ha evitado que viniese a buscarte, pero no va a esperar los quince días que prometió, me mandó a informarte que debes volver el 12 y no el 15; si no lo haces, él se irá a Rusia sin ti. O eso me dijo, la verdad es que no te dejará tranquilo, te alejará de Selim como sea.
—¿El 12?, son dos días menos... —Se quejó triste y enojado con su tío por su accionar tan arbitrario.
—¿Podrás decidir para entonces? Solo quedan seis días.
—No lo sé —admitió—, creo que estar aquí solo me ha servido para tener más dudas, porque todo en este lugar es tranquilo y Selim... —suspiró recordando el beso tan especial que se habían dado en el lago.
—Estás enamorándote de él, o retomando el amor que ya sentías antes. ¿Puedo preguntar... hasta dónde has llegado con él?, ¿han hablado?, ¿han tenido algún acercamiento?
—Nos besamos —confesó y Yarine tuvo que cubrir su boca para ahogar su grito de sorpresa—. Dos veces... y ayer dormí en su cama.
—¿Cómo que se besaron?, ¿acaso te forzó? Porque ahora mismo lo mato.
—No... El primero yo se lo pedí... y el otro... solo pasó. —Ante la mirada inquisitiva de la joven, Ethan continuó explicando—: Yo necesitaba saber qué es lo que realmente siento por él, quiero estar seguro de mi decisión para no arrepentirme el resto de mi vida. Quiero saber si puedo vivir a su lado, sin los recuerdos del pasado... ¿Puedes creer que él acaba de pedirme que no lo deje? No creí que me lo pediría.
—Ethan, lo importante es si tú quieres quedarte con él. Espero que llegues a una respuesta. Por lo pronto, debo decirte que el escape es mucho más difícil de lo que pensaba, solo nosotros dos no podemos hacerlo, Sergei ha trabajado mucho y yo también, pero no encontramos una solución, nos hace falta más poder y aliados.
—Entiendo, no es fácil competir con el Jefe de la mafia más grande del mundo, no tenemos ese poder, ni siquiera yo.
—Así es, nosotros no podemos, pero hay alguien que sí —comunicó dejando a Ethan expectante—: Arman Orlov.
—¿Arman?... —Ethan buscó en sus recuerdos de todo lo que había estudiado de la organización—. ¿El primo que quiere ser Jefe, o que uno de sus hijos lo sea?
—Él mismo, Arman es enemigo de tu tío y quiere destronarlo, y si un Jefe no tiene un heredero, su mandato está en juego. Él puede ayudarte a huir sin que tu tío te encuentre nunca, creo que lo haría con todo gusto, para que jamás reclamases el derecho a controlar la organización y él pueda colocar a uno de sus hijos en el poder.
—Es demasiado peligroso, si no funciona y yo regreso con mi tío, Arman sabrá demasiado de mí. Eso sin mencionar que podría tenderme una trampa y solo matarme, para no tomarse la molestia de esconderme o para no correr riesgos. Muerto el perro se acaba la rabia.
—Aun así es la única manera, pero tú decides; en cualquier caso, Sergei y yo tomaremos las medidas necesarias para que estés a salvo.
—No involucren a otros Orlov en esto, no por ahora. Te estaré avisando si cambio de opinión.
Yarine aceptó las instrucciones de Ethan y, después de hablar un poco más, se marchó preocupada de lo que les deparaba el destino, no solo a la pareja de chicos que se vio sumida en la desgracia por la maldad de otros; sino que también pensaba en su futuro y en el de su compañero, ambos serían traidores si ayudaban a escapar a Ethan, o tendrían altos cargos en la organización si él decidía quedarse con los Orlov. Resopló cuando un pensamiento llegó a su cabeza:
«Todo depende de la decisión de Ethan. El mundo depende de un niño que está enamorado de su verdugo».
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