Nero
Viernes, 30 de octubre de 2020
La noche antes de la boda de Elisa, Ethan y sus amigos ya se habían instalado en el hotel, Elías les había reservado una habitación para cada uno, en uno de los mejores hoteles de la Isla Nero, cada una de ellas perfectamente amueblada y con vistas al mar, en el penúltimo piso del edificio. Excepto para Ethan, su habitación se encontraba en el nivel más alto y él era el único inquilino de todo el piso.
—¿Enserio dormirás aquí? —preguntó Isabela, incrédula al ver el tamaño de la suite, su propia habitación le había sorprendido por su lujo, pero lo que ahora veía estaba más allá de sus más grandes expectativas.
—¡Oh, Dios!... —exclamó Ethan, dejando escapar un suspiro de frustración—. Supongo que esta es la definición que mi tío tiene de "habitación modesta". Es una locura.
—Es maravillosa, creo que tiene dos habitaciones... Así que esto es lo que llaman suite presidencial, solo la sala es inmensa —señaló ella, analizando todo a su alrededor—. Lástima que estarás algo lejos de nosotros.
—¿Te gustaría quedarte aquí, conmigo? O, mejor, tú te quedas y yo voy a tu habitación —propuso Ethan como broma.
—No, me sentiría muy incómoda aquí, prefiero quedarme donde estoy. Además, no seas grosero con tu tío y acepta la suite, debe ser muy costoso alquilar este lugar —lo exhortó Isabela e Ethan sabía que ella tenía razón—. Dejo que te instales, ya es algo tarde y mañana tendrás un día agitado, debes dormir.
—Gracias por acompañarme, descansa también. Es una lástima que tu novio no haya podido venir.
—Tenía trabajo... hubiera sido lindo tenerlo aquí. Bueno... nos vemos, señor presidente —se burló la chica y salió de la suite.
Ethan se puso a explorar el lugar, efectivamente tenía dos habitaciones con baño privado cada una, un comedor y una terraza con jacuzzi, además de la gran sala con una televisión enorme. Se sentía por completo fuera de lugar, había crecido rodeado de lujos, pero nunca se había sentido cómodo con ello, creía que nada de eso le pertenecía. Todo era de su tío, él no tenía nada y por eso estudiaba, para poder pagar su propia vida, una vida modesta y simple, es todo lo que deseaba.
Intentando ignorar la excentricidad de su entorno, se dio una ducha, eligió una de las habitaciones y se acostó para dormir; mañana debería soportar asistir a la boda de Elisa que, aunque lo ilusionaba verla contraer nupcias, le molestaba estar rodeado de tantas personas acaudaladas y presumidas, como por ejemplo: los Werner, excluyendo a Mario.
Al día siguiente, los cinco amigos se reunieron para desayunar en el restaurante del hotel, y planear su día.
—Hagamos algo, todos juntos, antes de la boda —propuso Adrián.
—Podemos ir a la playa, la boda comenzará a las cinco de la tarde. Tenemos tiempo —comentó Ethan.
Todos aceptaron el plan y, después de terminar con su exquisito desayuno, se cambiaron de ropa a sus respectivos bañadores. Los chicos usaban pantalones cortos y una sudadera, e Isabela un bikini blanco con un suéter ligero para cubrirse.
Se divirtieron jugando en el agua, relajándose bajo el cálido sol, admirando una de las vistas más hermosas del mundo: el mar más azul y puro que se podía encontrar en el Atlántico, un paraíso de alegría y paz.
Cuando dejaron de nadar decidieron recorrer los animados stands que se extendían por toda la cercanía de la playa en busca de turistas. Compraron recuerdos y probaron la comida del lugar. Hasta que se toparon con una tienda de aspecto peculiar, cubierta de una lona de ceda roja y decorados dorados, aparentando misticismo.
—Es la tienda de una bruja —afirmó Marco después de leer el letrero en la parte superior del puesto que rezaba: "¿Deseas conocer tu destino?"
—¿Entramos? —preguntó Isabela, curiosa por la adivinación.
—Me parece un tanto ridículo... —alegó Adrián escéptico de que algo así pudiera ser real.
—Lo es —confirmó Marco—, no perdamos el tiempo en eso.
—Yo sí tengo curiosidad —intervino Ethan—. No es que crea en nada de eso, pero me parece divertido.
—En ese caso, entremos, también tengo curiosidad —afirmó Mario, más que por interés propio, lo hacía por apoyar a Ethan.
—Entren ustedes. Nosotros los esperamos en ese bazar. —Marco señaló una tienda en frente, donde todos los turistas se aglomeraban por las diversas artesanías, propias de la cultura del país, que se fabricaban ahí.
—De acuerdo.
Los tres jóvenes atravesaron las cortinas que fungían como puerta, el olor a incienso inundaba todo el lugar y la iluminación solo dependía de varias velas rojas y negras. En el fondo, una señora vestida de negro, con la cara cubierta con un velo rojo, se encontraba sentada entre cojines dorados, frente a una pequeña mesa y sobre ella: muchas piedras y minerales. Era una mujer beta.
—Buenos días... —saludó Ethan. un tanto nervioso por la atmósfera. Lo único que podía pensar era que, si una sola vela se caía, podía incendiarse todo el lugar.
Sin decir nada, la adivina les invitó a sentarse frente a ella. Sin mirarlos comenzó a recitar en idiomas antiguos y a mover las pequeñas piedras de la mesa. Entre ellas, Ethan pudo distinguir una pequeña gema de lapislázuli, la misma gema que llevaba en el cuello. Por alguna razón no pudo dejar de seguir el movimiento de esa piedra hasta que la sacerdotisa se detuvo.
—Los deseos de sus corazones son grandes... —declamó recogiendo tres piedras en su mano—. ¿Qué desean saber?
—¿El futuro? —dijo Isabela con inseguridad.
—Puedo decírselos, pero tal vez no les guste lo que diré. —La mujer entregó una gema a cada uno, a Ethan le otorgó, justamente, el lapislázuli—. Eres un chico arrogante —empezó, refiriéndose a Mario—: Esa arrogancia te hará triunfar en este mundo egoísta. Tendrás lo que siempre has deseado, llegarás más lejos que el ser a quien detestas y veras su destrucción.
La profecía de la mujer a Mario le pareció alentadora, lo que más deseaba era el poder y el hundimiento de su primo Luck. Aunque no creía en la adivinación, ni en nada sobrenatural, le fue reconfortante que alguien le dijera que su sueño imposible se haría verdad.
—Hermosa niña de cabellos de cobre, tú tendrás tu felicidad, tendrás un hijo —afirmó la adivina e Isabela casi pegó un brinco por la sorpresa. Había estado intentando tener un cachorro desde que se había mudado con su novio, sin éxito—. Pero el pequeño ser vendrá al mundo en medio de la oscuridad y la penumbra. Te hará la mujer más feliz, pero la sombra nunca se irá, rondará sobre su cabeza para siempre.
Eso los asustó a los tres, una predicción tan poco agradable que Isabela estuvo tentada a salir corriendo del lugar.
—¿Cuál es tu nombre, poderoso lobo blanco? —pidió saber a Ethan.
—Soy Ethan Himura —respondió este, intrigado ya que fue al único a quien le preguntó su nombre.
—Ese no es tu nombre y nunca lo será, te han mentido toda la vida. Perteneces a la oscuridad, provienes del dolor y el poder. Tu linaje tiene siglos de existencia. Serás más poderoso que nadie en este mundo.
—No creo que eso sea posible... —reclamó, nunca había deseado riquezas y menos anhelaba el poder.
—La gema que cuelga de tu cuello, ¿la puedo ver? —pidió la bruja e Ethan empalideció, su collar estaba oculto bajo su sudadera, no había forma de que la mujer lo hubiera visto.
—Es mejor irnos —incitó Isabela, pero la ignoró y le entregó el collar de plata a la adivina.
La misteriosa mujer examinó con mucho cuidado la joya, como si esta fuera de cristal y pudiera romperse en cualquier momento.
—¡Oh, qué cruel es el mundo y qué caprichosos los dioses! —exclamó con gran tristeza—. Eres el amado de la Luna, pero viniste al mundo para sufrir y hacer sufrir. Ese dolor es el que cambiará a este mundo podrido.
—Vámonos —ordenó Mario, incómodo por las locuras que la beta decía.
—Quiero escuchar más —insistió Ethan, cautivado por las palabras de la bruja—. Dígame más.
—Les contaré una historia —anunció la mujer, devolviendo el collar de plata a su dueño—. Todos los seres humanos tenemos un alma, solo una, la cual tiene dos partes: el humano y el lobo, ninguna de las partes puede vivir sin la otra, permanecerán juntas por la eternidad.
» Sin embargo, seguido, los dioses crean un alma demasiado poderosa, un alma que sería perfecta, similar a la divinidad de los dioses —indicó mostrándoles una esfera de vidrio en la palma de su mano—. Cuando esto sucede, la madre Luna, para evitar calamidades que un ser más poderoso que el resto de los mortales causaría en nuestro mundo, las divide en dos. —Rompió la esfera por la mitad—. Estas partes son separadas y enviadas a diferentes cuerpos, pero siguen perteneciéndose la una a la otra. Se les conoce como soulmates: Alfa y Omega. Las dos partes siempre buscarán a su otra mitad, no importa si les lleva toda la eternidad, seguirán reencarnando hasta volver a reunirse, hasta crear la mayor conexión de todas: el lazo, porque solo juntas pueden entrar al mundo de los muertos. El lazo es una bendición de la Luna, quien se apiadó de las almas rotas y dejó que se unieran a su otra mitad.
» Pero, de vez en cuando, algo sale mal en la división de almas y una se corrompe. —Apretó una de las partes de la esfera en su mano y esta se tornó negra; ahora no solo estaba rota, sino que había perdido todo su brillo—. Quien lleve en su interior a esta pobre y desdichada alma atraerá desgracias. Y en cada vida que encuentre a su mate la corromperá también.
—¿Cómo es eso posible? Usted dijo que cuando se encontraran dejarían de reencarnar —rebatió Isabela, también había caído presa del relato; la capacidad de atracción y la suave voz de la sacerdotisa era difícil de resistir.
—El lazo, solo, no es suficiente para unir estas tristes almas, porque el alma oscura solo destruye, a sí misma y a su otra mitad. Por su egoísmo, ambas partes vagarán por la eternidad, hasta que se destruyan, hasta que desaparezcan.
—Eso es demasiado triste —comentó Ethan con un dolor en su corazón.
—Tú eres aquella alma oscura —declaró la divina con seguridad, apuntando a Ethan con el dedo, pero él no sintió miedo o pena por ser acusado de tal cosa. Sintió rabia, la ira empezó a consumirlo. ¡Cómo alguien podía condenarlo como el alma oscura!—. Estás lleno de egoísmo y sed de poder, aún no lo sabes, pero eres oscuridad. Esa penumbra te cubrirá para siempre, destruirá todo lo que amas. ¡Pobre niño, morirás sin saber lo que es la felicidad! —profetizó ella con la voz quebrada por la agonía que sentía al ver el triste destino que creía que le fue revelado por sus dioses—. Ojalá la Luna se apiade y te reúna con un alma tan pura que no se corrompa ante ti, para que te limpie y te sane.
—¡Es suficiente! —gritó Mario. Se levantó obligando a Ethan a hacer lo mismo, tiró un billete de cien dólares sobre la mesa de la bruja y los tres salieron de la espantosa tienda.
—Su sufriendo cambiará a este mundo podrido, pero no sé si será para bien o lo hará aún peor —murmuró la bruja para sí misma, viendo como el chico de cabello claro desaparecía entre las cortinas de la tienda.
—¡Maldita bruja loca! —exclamó Ethan, enrabiado e indignado—. ¿Dice que yo soy el malo?, ¿yo?, si acaso hay un malo entre los dos, ¡sería Selim, no yo! —gritó sin pensar, haciendo que Mario abriera mucho los ojos por la sorpresa.
—Dijiste... ¿Selim?, acaso él es...
—No —interrumpió Ethan con ímpetu—. Ni siquiera se te ocurra decir eso. Es una locura, yo jamás lo aceptaré, ni lo que dijo la bruja, ni lo de Selim. No vuelvas a mencionar algo así —advirtió, casi como una amenaza, y el beta no pudo decir nada más.
—Lo que la bruja dijo, son solo locuras para ganar dinero fácil. No debimos entrar. No lo tomes en serio —aconsejó Isabela.
—Sí, lo siento, me afectó más de lo que debería. No debí actuar así, discúlpenme.
—No importa. Mejor sigamos divirtiéndonos, vayamos con Marco y Adrián —dijo Mario, queriendo sonar animado, pero no podía dejar de pensar en lo que Selim era para la persona a quien quería: soulmate; ¿cómo podría un beta, competir con esa conexión tan fuerte?
Se reunieron todos de nuevo, pero, por lo avanzada de la hora, regresaron al hotel para almorzar algo. Ya eran las tres de la tarde, Mario e Ethan debían prepararse para la boda.
En poco tiempo, ambos invitados estuvieron vestidos, los dos usando esmoquin negro, como la invitación sugería para los hombres betas y alfas.
El lugar de la ceremonia estaba a treinta minutos del hotel, los novios se casarían en una capilla sencilla y tradicional, con un balcón con vista al mar. Y la fiesta sería al aire libre, en la playa, gracias al agradable clima del lugar.
Después de recibir halagos por parte de Isabela y Adrián y burlas de Marco, por su vestimenta que no estaban acostumbrados a usar, se fueron en una limusina pequeña que el hotel les pidió.
—Mario... en serio siento haberte gritado antes —se disculpó Ethan con sinceridad. Estaba consciente de que muchas veces su temperamento podía salirse de control y terminaba hiriendo a las personas sin quererlo.
—Ya te dije que no importa. Yo no debí de meterme en ese asunto.
—Era lógico que preguntaras... ese tema de verdad me afecta y agradecería que no se lo dijeras a nadie más. Por favor.
—Jamás lo revelaría. Eso sería muy peligroso, ya que Selim no lo sabe ¿verdad?
—Acertaste, él sigue creyendo que soy un beta.
—Mejor que nunca lo sepa.
Llegaron a la capilla y ahí se encontraron con el padre de Luck y tío de Mario, en la puerta, al parecer estaba esperando a su sobrino.
—Hasta que llegas —reclamó el hombre alfa.
—Pero si aún falta para que esto empiece —reprochó Mario.
—Te sentarás con nosotros —ordenó el mayor, indicando el interior de la capilla.
—Ya me obligaste a venir, yo elegiré dónde sentarme —refutó Mario dejando tirado al alfa, entrando a la iglesia con Ethan.
Todo estaba lleno, repleto de gente, más de cien personas debían estar sentadas en las bancas de madera.
Mario e Ethan eligieron un lugar para sentarse, en la columna derecha de bancas, en las filas de en medio, para no destacar tanto. Pero Irina, la esposa del CEO Himura, se acercó a ellos, con más voluntad de expulsarlos que de darles la bienvenida.
—Debes venir conmigo —mandó la mujer a Ethan—. Debes sentarte con la familia.
—No, gracias —rechazó este con desprecio.
—Mira, niño, tampoco es un placer para mí, pero es lo que tu hermana quiere y lo que mi esposo ordena. Y donde están sentados son lugares reservados para otra familia. No tienes más opción. Ven conmigo —insistió Irina y se marchó, esperando que la siguiera.
—Debo ir —le dijo Ethan a su compañero con un suspiro de resignación—. Es mejor que vayas con tu tío. Nos vemos después.
Ethan, ante las miradas curiosas de todos, tomó asiento junto a sus dos medios hermanos alfas. Los murmullos no se hicieron esperar, esos lugares eran solo para la familia más cercana de la novia: los padres y los hermanos; pero nadie conocía de la existencia de otro hijo de los Himura, un chico beta que resaltaba de su supuesta familia por su cabello rubio muy claro.
Mario no tuvo más opción que sentarse junto a su primo Luck, quien no dejaba de interrogarlo por haber llegado con su amigo, preguntando si Ethan de verdad era hijo de Itachi Himura. Mario le respondió con la verdad, pues de todos modos ya los presentes se habían dado cuenta. Momentos después notó la presencia de cierta familia, que si bien era lógico que hubiera asistido, no lo había considerado hasta que los vio: la familia Aslan, se encontraban justo frente a él, dos filas más adelante. Y, entre ellos, Selim Aslan miraba inquieto a los Himura, esforzándose por ver mejor a la otra mitad de su alma.
—Debes estar contento, Luck, el idiota de tu amigo también está aquí —comentó Mario con desprecio. Después de enterarse lo que Selim era en realidad para Ethan, era a la última persona que deseaba tener cerca y menos aún cerca de la persona a quien quería proteger.
—Tu lindo amigo también está aquí, no te quejes —respondió Luck.
—Más te vale que tú y ese imbécil no se le acerquen —advirtió Mario muy en serio, no le importaría causar un escándalo en la boda, si eso alejaba al omega del alfa.
—No se te ocurra ofender a los Aslan —intervino el señor Werner, luego de escuchar un poco la plática de los menores—, un solo cabello de su heredero vale más que toda tu vida. No hagas nada en su contra, no quiero perder una amistad tan beneficiosa por un bastardo como tú.
—Entonces no debió dejar que un bastardo como yo entrara en este lugar.
Lo que más ofendía a Mario, de todo lo que podrían decirle, era que lo llamaran bastardo; era hijo de un Werner, pero, a diferencia de su hermana, no era hijo de la que fue la esposa de su padre. Nunca conoció a su madre, pero su madrastra siempre lo había querido como hijo, nunca hubiera sospechado que ella no era su madre biológica de no ser porque su primo se lo había revelado cuando eran niños, solo por maldad.
No esperaron mucho para que la novia ingresase del brazo de su padre, tan bella que deslumbraba, usando un hermoso vestido blanco con una capa que se tendía delicada por el pasillo, mientras se acercaba a su futuro esposo, también vestido de blanco. Al verla, no solo el novio perdió el aliento, todos los presentes se hipnotizaron, pocas novias lucían tan majestuosas como Elisa; su cabello negro y lacio decorado con un tocado de plata y joyas delicadas, todo en ella parecía sacado de un cuento de hadas. Ethan no pudo evitar dejar caer una lágrima de felicidad al ver a su hermana tan radiante.
Los novios se juraron amor eterno ante la Luna y ante los presentes, aunque no era precisamente eso lo que sentían el uno por el otro, no se conocían, pero deseaban hacerlo y estaban dispuestos a cumplir con sus votos de fidelidad. Ambos sintieron que eran los más afortunados en el mundo: dos hijos de buenas familias a quienes unieron para unir dos empresas; pudieron haber terminado con personas desagradables, pero terminaron juntos, la beta más hermosa y fuerte de la ciudad y uno de los alfas más atractivos y amables del mundo.
La ceremonia fue perfecta y la fiesta para celebrarla dio comienzo entre la euforia de todos.
Los dos amigos, Mario e Ethan, volvieron a reunirse y, aunque las mesas que deberían ocupar también estaban asignadas, decidieron no separarse más, Ethan no quería pasar otro minuto con su madrastra y Mario ya había soportado suficiente a Luck, además de que no deseaba darle una sola oportunidad a Selim de acercarse a Ethan, quien, por enfocar toda su atención en su hermana, no había notado aún la presencia de su mate.
Entre la música, el baile y la bebida, nadie puso énfasis en verificar que todos se sentaran en los lugares correspondientes, así que la mayoría de los invitados solo se sentaron en los lugares que más les agradaron. Familias importantes se unieron a hablar con otras familias importantes, empresarios se acercaron a otros y los jóvenes se juntaron entre sí para pasar el rato.
—Hi Little white wolf —saludó Selim a Ethan, sentándose a su lado en la mesa, interrumpiendo la conversación que este tenía con su amigo.
—¿Selim? No sabía que tú también habías venido —expresó Ethan, genuinamente complacido de verlo, en más de tres semanas no habían tenido la oportunidad de hablar y, cuando se encontraban en la facultad, había notado que el alfa siempre estaba serio, decaído o molesto. Pero ahora parecía más animado, con su actitud bromista y por fin lo volvía a llamar por aquel apodo al que ya se había acostumbrado.
—Solo vine para admirar a la beta más hermosa dejar de estar disponible para todo el mundo —bromeó este—. Además sabía que tú también asistirías. Aunque no creí que estarías acompañado —comentó Selim con desprecio, refiriéndose a Mario.
—¿Cómo sabías que él vendría a esta boda? —reclamó saber Mario porque tenía entendido que Ethan les había ocultado a todos sus amigos el parentesco que tenía con los Himura, el cual era la única razón por la que se encontraba en la boda.
—¿Cómo el hermano de la novia se perdería su boda? —alegó Selim sin entender la sorpresa del chico beta, para él era algo lógico.
—Así que él ya sabía que eres hijo de Itachi Himura —reprochó Mario a Ethan, le dolía que confiara más en un alfa que en sus amigos y le preocupaba más aún porque ahora sabía la razón de su cercanía—. No puedo creer que este idiota sepa más de ti que todos nosotros.
—¿Era un secreto? —preguntó Selim, un poco inquieto por miedo a que Ethan se molestase debido a su imprudencia, pero muy satisfecho de que, al parecer, a él le había contado primero uno de sus secretos.
—En primer lugar, él no me conoce casi para nada —rebatió Ethan incómodo por la evidente escena de celos mal fundamentada que Mario estaba montando—. Y yo puedo contarle lo que a mí me parezca mejor, no es nada importante.
—Ya lo oíste, no lo molestes —intercedió el alfa con una sonrisa burlona, complacido en que pusiera al beta en su lugar.
—¿Viniste con tu familia? —preguntó Ethan a Selim, curioso de conocer a sus padres, deseaba ver de quién había heredado el tan extraño color de sus ojos. La respuesta la obtuvo cuando Selim señaló a sus progenitores compartiendo mesa con los Werner: tenía los ojos dorados de su madre y la piel bronceada de su padre.
—Así que aquí estabas. —Luck apareció por detrás, dándole una palmada en la espalda a su amigo—. Me preguntaba dónde te habías metido, desapareciste de la nada, hermano. ¿Vienes a visitar a mi primito?, ¿o al bastardo de los Himura?
—¡¿Me dijiste cómo?! —reclamó Ethan, levantándose de su asiento, casi gritando.
—Eso eres, ¿o no?, un hijo ilegítimo de un gran CEO.
—¡Luck! ya cállate —intervino Selim, también poniéndose de pie, en medio de los dos. Mario en cambio permaneció apático en su silla—. No hables de lo que no sabes.
—Para tu información, yo soy hijo de la misma madre de Elisa Himura y para mi desgracia también compartimos padre. Vuelve a llamarme bastardo y no volverás a ver la luz del sol —amenazó Ethan, loco de rabia, una sola palabra imprudente más del alfa y se lanzaría a golpearlo.
—Ya paren los dos, ¡no ven en qué lugar están! —advirtió Selim—. Luck, es mejor que vuelvas a nuestra mesa, ahora. —Luck lo obedeció, aún furibundo, pero se alejó de ellos sin causar más problemas—. Ethan, deberías calmarte un poco, Luck es algo...
—Es un total idiota, como cada alfa en este sucio mundo. Tú no eres diferente —acotó Ethan, dolido de que, el único alfa a quien había apreciado un poco en toda su vida defendiera a un ser tan despreciable como el heredero de los Werner—. Vete a calmar a tu querido amigo, no quiero ver tu cara.
—Oye, no tienes que tomarla contra mí, yo no...
—Largo —insistió volviendo a sentarse junto a Mario.
Resignado, Selim tuvo que alejarse y volver a su mesa con Luck, el causante de otra agotadora pelea contra el lobo blanco. En mucho tiempo no se había sentido tan cómodo con él y ahora se volvía a arruinar todo. Su lobo alfa cayó en la tristeza otra vez, como cada vez que sucedía alguna nimiedad desagradable como esa, había sido así desde la noche de la tormenta.
La peor tristeza de todas es la que te susurra muy bajo, la que no se puede apaciguar con lágrimas, la que desgasta poco a poco. Esa tristeza se llama depresión y una vez que ingresa en el alma, es difícil deshacerse de ella.
—Luck, explícame por qué sigo siendo tu amigo —expresó con despecho, pidiendo una copa de vino al mesero que las repartía a los invitados.
—¿Porque me amas y no puedes vivir sin mí? —dijo Luck en tono burlón, abrazando a Selim.
—Eres un total idiota —afirmó Selim tomando a fondo el contenido de su copa.
—Y me quieres por eso. No te enojes. ¿Tanto te gusta ese niño beta?
—No es eso... y si así fuera, ¿tienes algún problema con ello?
—No, yo entiendo, es beta, pero está muy bien. Me encantaría tener a ese principito.
—Ni se te ocurra meterte con él, te matará antes de que te le acerques —advirtió reprimiendo un gruñido de molestia.
—Ya veremos, se cree muy rudo, pero todos tienen una debilidad, algún día será mío —afirmó Luck con una sonrisa malévola en el rostro. Selim quiso golpearlo por tan desagradable comentario.
—Él no es como tus chicas omegas a las que convences tan fácil. Nunca te aceptaría, si le pones una mano encima encontraremos tu cuerpo en un río —bromeó Selim, aunque no estaba muy seguro de que solo fuera eso, una broma, debido a lo agresivo que era Ethan, sin contar con su misteriosa familia materna.
—¿Apostamos? —sugirió Luck—. Tendré a ese niño en mi cama para cuando termine el semestre.
—No. No tienes ninguna posibilidad —se negó Selim pensando: «Si le pones una mano encima en contra de su voluntad, te mataré yo mismo».
Selim siguió bebiendo y bebiendo vino, copa tras copa, durante toda la fiesta, para intentar calmar a su lobo triste y olvidarse del beta que lo rechazaba siempre.
Información: El culto a la Luna es bastante común en el mundo, debido a que se cree que la procedencia de los humanos "cambiantes" viene de la Luna, o que ella dio el poder a los humanos de transformarse en lobos, o a la inversa. En Altharwa la mayoría de personas tiene a la Luna como deidad y la veneran, aunque también se involucran a más dioses, pero de menor relevancia.
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