Lágrimas

Jueves, 8 de julio de 2021

El tiempo transcurrió de esta manera: Ethan pasaba, de vez en cuando, las tardes y algunas noches en la habitación de Selim, aunque nunca le dirigía la palabra. Mientras el alfa leía los libros que Ethan le llevaba, él estudiaba la historia y la organización de su familia, para aprender más acerca de la mafia que lideraría en el futuro.

A medida que el embarazo avanzaba, comenzó a sentir la necesidad de estar más y más cerca de Selim, para cuando cumplió cinco meses, casi no salía de esa pequeña habitación y pocas veces dormía en su propia cama. Además, el contacto físico se hizo imperioso, por lo que, cuando quería que lo tocara, se transformaba en lobo, porque estaba decidido a no dejar que Selim tocase su cuerpo humano, a pesar de que lo había hecho un par de veces y no había habido problemas. Pusieron un futón para que Selim lo usara cuando Ethan se quedaba a dormir en su forma humana, ya que él debía estar cómodo en la cama.

Selim siempre tenía un solo pensamiento en la cabeza: «Quisiera detener el tiempo». Pues bajo todas esas circunstancias, los momentos junto a Ethan eran perfectos, la paz que le transmitía su cercanía era indescriptible, más aún cuando se le permitía abrazarlo, le recordaba a la época en la que habían estado muy unidos, justo antes de la noche maldita. Le gustaba verlo tan concentrado e intrigado por quién sabe qué cosa en la tablet que siempre traía consigo, incluso dejaba de leer las novelas de misterio para contemplarlo por horas, sin que Ethan lo notara. Muchas veces tuvo que reprimir los impulsos de alagar su apariencia, de decirle que su pequeña barriga creciente le hacía verse tierno y hermoso. Nadie hubiese notado que el vientre de Ethan había crecido, pues, como todo omega masculino, tenía la ventaja de que su embarazo no fuera evidente hasta los últimos meses. Pero Selim sí, para él cada cambio era perceptible, porque cada día lo detallaba con sumo cuidado. Se deleitaba con ello.

Sin embargo, un gran miedo no lo dejaba dormir por las noches, a más de las pesadillas, eso era el temor de que se acabase el tiempo y un día todo se terminara, que los tres fuesen separados para siempre. Ethan iría a Rusia, el bebé crecería lejos de sus padres y a él lo matarían apenas consideraran que ya no les serviría para nada.

«Ojalá pudiera detener el tiempo», repitió en su mente. «No quiero dejarlos solos». Ese pensamiento fue suficiente para que un par de lágrimas escaparan de sus ojos sin que se diera cuenta.

—¿Te pasa algo? —preguntó Ethan, quien estaba sentado en la cama con la acostumbrada tablet en las manos, había atrapado a Selim mirándolo, pero como si no lo hiciera de verdad, parecía perdido en sus propios pensamientos y al verlo llorar no pudo evitar hablarle.

—Nada... —respondió Selim, secándose las lágrimas—. El libro está muy triste —se excusó con la mentira.

—Ese libro no tiene escenas tristes —refutó Ethan un poco enojado, pues no le gustaba que le mintieran.

—Creí que no leías misterio —dijo Selim con una sonrisa, con la evidente intención de cambiar de tema.

—¿No recuerdas que ese libro me lo diste tú? No te lo pude devolver, pero lo leí completo.

Sorprendido, Selim buscó la marca que siempre les ponía a sus libros en el mismo lugar, una letra A en mayúsculas por su apellido, en la esquina inferior de la página trece. Y sí, ahí estaba, escrita con su puño y letra.

—Es verdad, no lo había notado —exclamó e Ethan se encogió de hombros para volver a concentrarse en su estudio—. ¿Puedo preguntar qué tanto ves en ese aparato? —pidió saber algo dubitativo, con miedo a que lo ignorase o se molestase. Tardó un momento, pero al final respondió:

—¿Sabías que mi familia funciona como una monarquía hereditaria? —Selim asintió sin más, porque no supo cómo responder, luego comprendió que le hablaba de lo que había estado estudiando todo ese tiempo—. Básicamente ellos me obedecerán solo por haber nacido, así como a cuarenta Jefes antes que yo. Provengo de una familia de siglos de existencia, una familia que honra a sus líderes jurando lealtad con pacto de sangre, y nuestra sangre es muy importante, es diferente, aunque aún no sé por qué —continuó Ethan, su rostro mostraba un cúmulo de emociones contradictorias, a momentos hablaba con emoción u orgullo y al otro parecía temeroso—. Soy más importante que el presidente de la nación más grande del mundo, tengo a mi alcance lo que yo quiera...

—Eres un Orlov —concluyó Selim para cortar un poco a Ethan—. Tu familia tiene tanto poder que pueden llamarse los dueños del mundo, pero siempre deben permanecer en la sombra. ¿Cómo pueden disfrutar de su poder si deben vivir escondidos y con miedo de que los maten?

—El precio a pagar es el miedo a la muerte —aceptó Ethan, pronunciando las mismas palabras que le había dicho su tío unos meses atrás.

—¿Y estás bien con eso?, después de saberlo... ¿aún planeas aceptar ser un Orlov?

—Eso ya está hecho —anunció sin inmutarse—. Hace meses me decidí. ¿Qué esperabas? No tengo nada más por lo que continuar, tú te encargaste de quitarme todo lo demás.

—Y pagaré el precio más alto por mis crímenes —admitió Selim, Ethan creyó que hablaba de su vida, pero lo que no sabía era que se refería a él, su omega, su mate, se refería a que lo perdería para siempre—. ¿Crees que serás feliz de ese modo? Yo no...

—¡No hables como si me conocieras! —gritó Ethan interrumpiendo las palabras de Selim—. No te atrevas a darme un consejo o te arrancaré la lengua. —Se puso de pie furioso, tocó la puerta para que los guardias externos la abrieran y salió de la habitación.

—Joven Ethan —llamó Yarine. Ella, junto a Sergei, lo seguían por el pasillo—. ¿Pasará la noche en ese lugar de nuevo?

—Sí, solo voy a cambiarme de ropa, ¿algún problema? —Yarine negó de inmediato—. ¿Y no les he dicho que cuando estemos solos me llamen por mi nombre?, no me gusta ser tratado con tanta formalidad y menos por alguien de mi edad.

—Lo siento jov... Ethan, es solo que es un poco complicado —dijo la chica con las mejillas sonrojadas por la vergüenza que le producía tratar con tanta confianza a su jefe directo.

—A Sergei no parece molestarle. —El mencionado asintió con una sonrisa de suficiencia—. Ustedes son los más cercanos a mí y quiero que seamos amigos.

«Puede que sean los únicos amigos que tenga de ahora en adelante», pensó el heredero con nostalgia pues había dejado de hablar con todos los chicos que consideraba amigos. Había decidido alejarse de ellos, así era mejor para todos, pero que eso fuese lo correcto no le quitaba lo triste.

—Y como amigo me gustaría expresar mi opinión —pidió Sergei, lo que Ethan aceptó sonriendo, ya acostumbrado a los consejos y regaños del chico beta—. ¿No crees que no es apropiado pasar tanto tiempo junto a ese alfa?

—Soy el que menos quisiera estar cerca de él, pero no puedo evitarlo, además, ya oyeron lo que dijo el doctor: es necesario que estemos juntos hasta el final del embarazo.

—Lo sabemos —intervino Yarine—. Pero ya que es inevitable, ¿no sería mejor que lleváramos a Selim a su habitación? Usted no pasaría incomodidades en ese pequeño cuarto.

—Hay varias razones por las que eso no puede ser. En primer lugar: no lo quiero en mi habitación, en segundo: mi tío no lo va a permitir y tercero... —No pudo continuar pues lo que iba a decir era que le gustaba la habitación de Selim porque en ella se encerraba su olor a menta y limón, el que tanto le gustaba y le ayudaba a dormir sin pesadillas—. Solo no y punto —terminó entrando a su habitación y cerrando la puerta.

Tras unos minutos, volvió a salir, esta vez vestido con ropa de dormir. Regresó con Selim, sus dos fieles empleados dejaron sus puestos de vigilancia en manos de otros hombres betas de la escolta privada; la noche era el único descanso que podían tener los dos más cercanos al heredero Orlov, aunque a veces ni eso era suficiente, pues la tarea de cuidar todo el tiempo al futuro dueño del mundo resultaba ser extenuante.

—Buenas noches —se despidió Selim de Ethan, al verlo meterse en la cama y cubrirse por completo con las cobijas, no esperaba recibir contestación, pero se llevó una sorpresa:

—Apaga la luz pronto y... buenas noches —dijo Ethan casi en un susurro.

Selim, sin poder borrar la sonrisa de felicidad, preparó todo para poder acostarse también y, como Ethan quería, apagó la luz.

Ambos se quedaron dormidos sin demora, pero a eso de las tres de la mañana Ethan despertó por una sensación de intranquilidad en el pecho, dolorosos sentimientos que no provenían de él, sino de Selim, transmitidos a través del lazo que los unía. Como estaba de espaldas al chico y no deseaba moverse, no pudo verlo, pero sí lo escuchaba quejarse entre gemidos y murmullos sin sentido.

«Despierta, despierta», pidió tratando de que el mensaje llegara a la mente del alfa porque no soportaba que estuviera en ese estado. «¡Despierta!».

Al parecer eso funcionó ya que Selim se levantó, gritando el nombre de Ethan con desesperación. Enseguida lo buscó encontrándolo en la cama, por ello dejó escapar un suspiro de alivio.

—Ethan... —llamó para comprobar que siguiera dormido, como él no respondió y se quedó quieto como un muerto, creyó que así era y por eso continuó—: Ethan... ¿sabes?, estaba soñando algo muy hermoso, estaba contigo en el lugar que más me gusta en el mundo y tú aún no me odiabas, pero luego desapareciste sin que pudiera hacer nada... Me hubiera gustado llevarte ahí antes —confesó con tal dolor que Ethan tuvo que cubrir su boca para ahogar un gemido de lamento.

Selim no dijo nada más, por miedo a despertarlo, volvió a acostarse y luego de unos largos minutos observando el bulto que era Ethan sobre la cama, se quedó dormido. Ethan también intentó dejarse llevar por el tranquilo sueño, pero no le fue posible porque cuando estaba a punto de caer profundo, sintió otra vez que Selim tenía pesadillas. Esta vez se paró de la cama y se deslizó hacia él como una sombra.

—Eres idiota... —musitó a centímetros de su cara, poniéndose de cuclillas—. ¿Crees que solo tú puedes sentir mi angustia? —Pasó su mano por el enmarañado cabello castaño de Selim, con la suavidad de un pétalo, lo que poco a poco logró calmarlo—. Yo también siento tu angustia y tus miedos y tu dolor... No me gusta hacerlo, así que deja de sufrir, por favor...

—Mamá... —balbuceó Selim.

«¿Otra vez pensando en esa mujer?». Ethan resopló mirando al cielo.

«Es su madre, claro que va a pensar en ella», intervino su omega. «Ni tú has podido olvidar sus gritos, imagina él. Seguro que ni se pudo despedir».

«¿Despedirse? Supongo que tienes razón...», concedió. «Tengo una idea».

Con eso último volvió a la cama a esperar a que llegara el amanecer.

Cuando el sol bañó con sus cálidos rayos a la ciudad más hermosa del mundo, Ethan ya se había puesto en pie para despedir a su tío, quien salía de viaje de negocios por tres días a Estados Unidos. Con la ausencia del jefe máximo, Ethan tenía potestad de hacer lo que quisiera y por eso mismo ordenó que el plan que se le había ocurrido la noche anterior se llevara a cabo ese mismo día.

—Ethan eso es muy peligroso —objetó Sergei—. Es meter al enemigo en nuestra guarida.

—Confío en ti para que lo hagas con todas las medidas de seguridad convenientes —dijo Ethan empeñado en la idea.

—Además, el Jefe no lo va a aprobar —concordó Yarine con su compañero—. Si se entera...

—Pues no debe enterarse.

—¿Cómo haremos eso si estamos rodeados de personas que nos delatarían? —alegó Sergei contemplando todas las posibilidades por las que eso podría salir mal—. La señora Mariana, por ejemplo, o tu propia hermana, la señorita Elisa.

—De Mariana y Elisa me encargo yo, ustedes hagan lo que dije —ordenó Ethan sin dar lugar a más objeciones—. Sergei, con tu padre fuera, eres el encargado de la seguridad, manda a todo el que no pertenezca a mi guardia a cuidar el exterior, no debe haber nadie en la casa. Me dijiste que mi escolta era de confiar, es su momento de probar su lealtad conmigo, si fallan me encargaré de deshacerme de ellos.

—Ethan, permítame decirle que ya habla como todo un Jefe Orlov —comentó Yarine con orgullo—. Garantizo que todos sus guardias son confiables, yo misma les dejé claras las reglas para poder servirle adecuadamente.

—Perfecto, porque solo podemos usarlos a ellos. Quiero que todo sea discreto, estoy consciente de los peligros, pero confío en ustedes. —Ethan puso sus manos en los hombros de las dos personas que siempre cumplían todos sus caprichos—. Lamento que siempre los pongo en estas situaciones.

—Para nosotros es un gusto y un honor cumplir tus ordenes, Ethan —dijo Sergei haciendo una reverencia, Yarine lo acompañó en el gesto—. No cometeremos errores y todo saldrá bien.

Mientras Yarine y Sergei ejecutaban las instrucciones con diligencia fuera de la casa, Ethan se encargó de persuadir a su hermana para que saliera, siendo sábado, la envió a pasar tiempo en la casa de su padre, con sus hermanos pequeños a los que ella no había visto desde hacía más de un mes, ya que evitaba ir porque no quería toparse con la esposa de su padre: Irina, además que cuidar a Ethan se había convertido en su prioridad número uno, más importante, incluso, que la presentación de su tesis.

En cuanto a Mariana, Ethan tuvo que contarle la verdad y rogarle que lo encubriera, fue difícil, pero al final la mujer lo aceptó con la condición de que algo como eso no volviera a suceder. El ama de llaves jugó un papel un tanto importante en esto, pues ella se encargó de preparar a Selim, asegurándose de que este estuviera limpio y con ropa presentable, lo que Ethan menos quería era que se pensara que lo tenían viviendo como un pobre vagabundo.

Cuando Sergei volvió en uno de los autos con ventanas polarizadas, ingresó directo al parqueadero subterráneo seguido de otro auto en el que venía su compañera y el resto de sus subordinados. Así como el interior de la casa, el subsuelo estaba libre de los guardias ajenos a su grupo; él y Yarine tuvieron que usar la puerta del sótano-cárcel, y atravesarlo para subir a la primera planta de la mansión sin ser vistos, mejor dicho, para que nadie viera a la persona que los acompañaba. El resto de hombres se repartieron por el interior, en puntos estratégicos para vigilar y cuidar todo, como siempre lo hacían, dos de ellos se quedaron fuera de la puerta de la habitación de Ethan, donde se les había indicado que su joven jefe estaría encerrado hasta que la visita se fuera.

La persona que trajeron estaba cubierta la cara con una bolsa negra, esposada con las manos detrás de la espalda y con ropa ligera que Yarine le había dado porque la suya se la habían quitado para verificar que no tuviera ningún tipo de rastreador, comunicador o cualquier dispositivo capaz de informar la ubicación actual.

—Ya se lo dijimos, pero no está demás que se lo repita: No intente nada estúpido —advirtió Yarine con severidad—. Este es un favor de nuestro compasivo Jefe y no habrá más. Si hace algo que no nos guste, yo misma haré que se trague una de mis balas, ¿entendió, señora Beyhan Aslan? —Colocó el cañón de su pistola en la sien de la mujer para presionarla.

—No arruinaré la única oportunidad que tengo de ver a mi hijo —afirmó la omega, calmada aun ante la situación.

Fue llevada, aún con la bolsa en la cabeza, hasta la puerta de la recámara de Selim, solo ahí le quitaron las esposas. Al entrar, Selim estaba de pie desconcertado por lo que sucedía y cuando Sergei descubrió la cara de la mujer, el alfa quiso lanzarse a ella, pero Yarine lo impidió al ponerse en medio.

—Madre... —habló Selim con la voz entrecortada, no podía creer lo que sus ojos le mostraban, creyó que era una ilusión.

—Selim, mi pequeño hijo...

—Selim, esto es un regalo, por así decirlo, de Ethan, asegúrate de agradecerle después —dijo Sergei—. Tienen exactamente tres horas juntos, después de eso vendremos por tu madre, ya sabes que es inútil que intentes escapar así que ni sueñes con eso.

—Aprovechen el tiempo —aconsejó Yarine, mirando con lástima a la madre y al hijo. Esta sería su despedida—. No habrá más visitas, no olviden eso.

Ambos salieron dejando sola a la familia, Selim quiso agradecer, pero las palabras no salían de su boca. Beyhan no esperó más y se tiró a los brazos de su hijo, empapó su camisa de lágrimas.

—Hijo mío, no tienes idea de cuánto he sufrido desde que no te volví a ver. Maldita sea la hora que dejé que salgas de casa esa noche, sabía que nada bueno resultaría de eso, debí hacerle caso a mi mal presentimiento.

Selim quiso contradecirla, porque si esa noche no hubiera ido a ese lugar, se hubiera salvado él, pero Ethan no, talvez hubiera muerto en las manos de Luck y su grupo. De lo que sí se arrepentía era de haber tomado esa maldita bebida con droga, si no lo hubiera hecho, hubiera podido salvar a Ethan un poco antes y no se hubiera convertido en uno de sus verdugos.

—Perdóname mamá, perdón, perdón —repitió muchas veces, hasta que las piernas le flaquearon y, abrazados, los dos cayeron de rodillas al suelo—. Yo soy un desgraciado...

—Eres mi hijo.

Estuvieron así tanto tiempo que creyeron que se les había acabado el tiempo cuando se separaron, pero el reloj de la pared indicaba que solo había pasado una hora, más menos veinte minutos, porque no recordaban la hora exacta en la que había llegado la señora.

La madre realizó un interrogatorio a Selim, para saber cómo había estado viviendo, si lo trataban bien, si sabía cuándo ejecutarían la sentencia de muerte en su contra y muchas otras cosas, entre ellas el estado de Ethan, se mostró particularmente interesada y preocupada sobre cómo él sobrellevaba la terrible realidad, después de una violación tan violenta y más con un embarazo no deseado.

—Pobre niño —exclamó después de escuchar el relato de su hijo—, todo lo que tuvo que pasar... yo me hubiera suicidado.

—Todo es mi culpa, yo le provoqué el celo que causó que esos malditos lo descubrieran y me dejé engañar, le hice lo mismo, no pude salvarlo y ahora no puedo hacer nada para aliviar su sufrimiento. Lo único que quiero es protegerlo, pero parece ser que él es el que me está cuidando —suspiró con una sonrisa triste—, te trajo a mi lado.

—No voy a justificar lo que hiciste, me horroriza solo con pensarlo, pero estoy consciente de que no toda la culpa es tuya, fuiste drogado y estabas en celo, no podías evitarlo...

—Es lo que me repito para aliviar la culpa, pero ya no sé si eso es cierto, ¿de verdad no podía detenerme?, ¿o solo no quería hacerlo? Me odio, ya ni puedo verme al espejo, lo único que quiero es morir, si supiera que Ethan va a estar bien, buscaría una forma de acabar con esto...

—No hables de esa manera, tú no puedes morir, no lo permitiré —aseguró la madre convencida de sus palabras, demasiado convencida.

—Mamá, tú sabes que ellos me matarán y te ruego que no hagas nada para evitarlo, porque si planeas algo y por ello Ethan sale herido... —Puso la cara más seria que Beyhan había visto antes, hasta su tono de voz le dio escalofríos—. Nunca te lo voy a perdonar. Él es lo más importante para mí.

—No sé cómo, pero no quiero que mueras, eres mi único hijo, no lo resistiré. Comprendo que sientas que mereces la muerte, pero no es así, si los verdaderos culpables solo fueron condenados a la cárcel, ¿por qué tú tienes que morir? Debe haber una manera...

—Ethan lo quiere de esa manera, por favor, madre, no llores y olvida que un día tuviste un hijo como yo.

—¡Nunca! —gritó ella apretando los puños—. Debes hacer algo, convence al niño para que te deje vivir, es tu soulmate, por instinto su lobo ama al tuyo, no soportará perderte. Si quieres pagar tu culpa, mantente a su lado, ayuda a curar sus heridas, ¿lo vas a abandonar?

—¡No! Yo no me voy a alejar de él, no quiero, pero Ethan me quiere muerto, porque de la misma manera que una vez me quiso, ahora me odia.

—No creo que te odie tanto como crees. —Selim la miró con desconfianza—. Tú lo dijiste, parece estarte cuidando, me trajo para complacerte. —Aunque no quería, las palabras de su madre hicieron que Selim albergara una esperanza.

—Aun así, no creo que pueda librarme de la muerte y si decide dejarme vivo, pero me quiere lejos de él, prefiero la muerte. No soportaría la vida sin él, no ahora que estamos unidos. —Tocó su pecho y cerró los ojos para sentir la presencia de Ethan, una habilidad que había aprendido en estos meses, hasta podía percibir su aroma a uva si se concentraba—. Mamá, te ruego que cuando yo ya no esté, no tomen venganza, no lo odien, al contrario, asegúrate de que esté bien, que vive bien donde sea que decida vivir; también a su bebé, estoy muy seguro de que es mi hijo, procura velar por ese niño, no sé a dónde lo enviarán. Yo solo quiero que estén bien, sé que puedes hacerlo, por favor...

—Deja de hablar así —reclamó Beyhan en medio del llanto—. No vas a morir... no puedo dejar que eso pase...

—Mamá, por favor, prométeme que harás lo que digo... —Selim tomó el rostro de su madre entre sus manos para obligarla a mirarlo—. Por favor...

—Lo prometo —cedió esta, su voz salió como un susurro, pues el sonido se negaba a proyectarse por el nudo en la garganta de la madre desecha que no aceptaba perder a su único hijo.

—Es hora de irse señora —anunció Yarine con pena. Ninguno se había dado cuenta del momento en que habían abierto la puerta y los dos fieles empleados de Ethan habían ingresado—. Salgamos en silencio.

—Déjenos unos minutos más, por favor —suplicó la madre, acarició la mejilla de su hijo con ternura, detallándolo para nunca olvidarlo, tal vez esa sí sería la última vez que lo veía.

—Imposible —intervino Sergei—, salga o la sacamos a la fuerza.

Como la mujer no se movía, el chico se dispuso a tomarla del brazo para levantarla del suelo. Sin embargo, Selim se lanzó sobre él con violencia, casi lo tumba porque lo tomó desprevenido.

—No te atrevas a ponerle una mano encima a mi madre —exigió furioso, como nunca había estado desde que había llegado a ese lugar.

—¡Maldito Aslan! ¿Quién crees que eres para actuar de esa manera? —Sergei lo empujó haciendo que cayera al suelo, Beyhan se acercó para ayudar a su hijo.

—Sergei, para, sabes que no podemos hacerle nada —le recordó Yarine y su compañero hizo el esfuerzo de calmar su ira—. Señora, no cause más problemas y salga.

La madre ayudó a Selim a ponerse de pie y se despidieron con un beso en la frente de cada uno y un largo abrazo que Sergei soportó solo porque Yarine lo sostenía del brazo.

—Te amo, hijo —fue lo último que dijo Beyhan a Selim, antes de verse arrastrada hacia afuera por Yarine, Sergei cerró la puerta y así dejó de ver a su hijo, eso le causó una gran desesperación, emoción que no pudo contener—. ¡Maldita sea! —gritó y golpeó la puerta.

—Cálmese —recomendó Yarine—, no perjudique a su hijo. Debemos colocar las esposas otra vez y la bolsa...

—¡No! —Beyhan se sacudió del agarre de ella, pero fue sujetada por Sergei—. ¡No me voy a ir! Debo hablar con el joven Ethan...

—¿Se volvió loca? —recriminó Sergei, intentando someterla, pero la señora era más fuerte de lo que pensaba, a pesar de ser omega, y él no quería usar demasiada fuerza, no quería hacerle daño—. No verá al jefe, así que cállese, no me obligue a lastimarla.

—¡Joven Ethan Orlov! Se lo suplico, déjeme hablar con usted —continuó la madre con sus gritos—. ¡Joven Ethan! ¡Ethan! Salga o haré el mayor escándalo de todo el mundo.

—Mierda, Yarine trae el calmante para inyectárselo a esta loca —pidió Sergei mientras forcejeaba con la omega.

La chica obedeció y corrió en busca de lo solicitado, se maldijo por no haberlo tenido preparado con anticipación. En tanto lo conseguía, los gritos se escuchaban cada vez más fuerte por toda la casa, fue imposible que Ethan no la escuchara desde su habitación en la que había estado encerrado con Mariana, y a pesar de las quejas de esta última, él decidió salir porque ya no soportaba escuchar a la madre de Selim y no quería que los hombres de su tío intervinieran en eso. Se encaminó hacia donde procedía el escándalo, escoltado por los guardias que antes cuidaban su puerta.

—Sergei, ¿qué sucede? —preguntó al llegar y ver a su amigo en dificultades por controlar a una mujer omega, la cual parecía desquiciada.

—Joven Ethan, disculpe, esta mujer se ha vuelto loca... —se excusó Sergei.

—¡Joven Ethan! —exclamó Beyhan intentando acercarse a él, pero los escoltas se pusieron en medio—. Se lo suplico, déjeme hablar, necesito hablarle...

—No abuse de su suerte, señora —dijo Ethan—. Yo no tengo por qué escuchar a la esposa de un traidor y menos a la madre de mi peor enemigo.

—Se lo ruego como madre, como ser humano, como omega, por un momento olvide la familia de la que formo parte y escúcheme.

En ese momento apareció Yarine con la jeringa que pondría a Beyhan a dormir, con la ayuda de Sergei y otro guardia pudieron inmovilizarla, pero antes de ponerle el tranquilizante Ethan los detuvo.

—Tiene dos minutos —concedió—. Hable y luego se va en silencio.

—Muchas gracias, joven, es usted muy generoso. —Ethan resopló mostrando su exasperación—. Quiero rogarle que no mate a mi hijo, por lo que más quiera, déjelo vivir...

—Si solo es eso, mejor ya no hable, no cambiaré de opinión. —Dio media vuelta, pero la omega lo tomó del suéter para detenerlo.

—Usted también se convertirá en madre, por eso debe entender lo que estoy sintiendo al saber que perderé al hijo que nació de mí. —Ethan se zafó de la mujer, por la rabia apretaba sus puños y hacía rechinar sus dientes.

—No vuelva a mencionar nada sobre eso, yo no seré madre ni nada parecido, lo que llevo en mi vientre no me produce ni una pisca de amor, por el contrario, lo único que siento por él es desprecio, lo mismo que por Selim.

—¿Entonces por qué no se deshizo de él? ¿Por qué va a tenerlo? —cuestionó Beyhan e Ethan no pudo contestar—. Selim me dijo que lo dará en adopción, si es así, le pido que me lo entregue, lo cuidaré como si fuera mi hijo, porque es mi nieto...

—Usted sí se ha vuelto loca. No voy a entregar a quien lleva la sangre de mi familia a nuestros enemigos, seguro lo usarán en mi contra en el futuro. A parte de eso, no es hijo de Selim, no es su nieto, ya hice las pruebas de paternidad necesarias, luego se las enviaré para que quede convencida y no vuelva a pensar estupideces.

—Me disculpo, tiene razón, el cachorro que crece en su interior es suyo y puede hacer lo que desee con él, pero... ¡el chico que tiene encerrado es mi hijo, no puedo verle morir! De nuevo, le ruego que reconsidere su sentencia, aplique otro castigo, puede ser el mismo que decidió para los verdaderos malditos culpables, solo quiero que siga vivo...

—Créame, si supiera qué castigo les di a Luck Werner y al resto de canallas, preferirá ver a su hijo muerto —aseguró Ethan con una sonrisa maquiavélica que heló la sangre a Beyhan—. Es más, si yo dictara ese destino para Selim, usted misma jalaría el gatillo para que no sufriera tal horror... No se equivoque conmigo, señora, yo no soy el pobre e indefenso chico que usted cree, yo no tengo piedad con mis enemigos. Mi nombre es Orlov y yo no perdono —terminó con una risa inquietante—. Sáquenla de mi casa —ordenó y al instante cubrieron la cara de la mujer con la bolsa negra, la esposaron y se la llevaron por el mismo lugar por el que había llegado.

Esta vez, Yarine prefirió quedarse, Sergei y los otros podían devolver a Beyhan Aslan sin problema, pero ella debía asegurarse de que ese ajetreo no hubiese perturbado a Ethan, permaneció a su lado, apoyándole en silencio, pues preguntar si se encontraba bien era inútil y molesto para él. No se habían movido del pasillo y seguían fuera del cuarto de Selim.

—Yarine abre la puerta, por favor —pidió Ethan señalando la habitación—. Quiero estar con él... —explicó un poco avergonzado.

La joven cumplió aquel deseo sin reprochar ni reclamar nada; a penas la puerta se abrió dejando ver a Selim, Ethan se quitó su collar de plata, lo entregó a su asistente y se transformó en ese lobo blanco majestuoso que parecía haber nacido en el cielo y arrojado a la Tierra para deleite de los seres humanos. Una vez en esa forma, Yarine volvió a colocarle el collar, símbolo de su estatus y sello que evitaba que volviera a su forma humana sin darse cuenta. Selim ya sabía lo que significaba aquel ritual: Ethan deseaba ser acariciado por su alfa y nunca le negaría eso, en especial porque Selim también necesitaba ese contacto, ya que se sentía desolado después de la visita de su madre.

Selim se sentó en el suelo alfombrado, con las piernas extendidas e Ethan recostó la cabeza en su regazo. Yarine los dejó solos y cerró la puerta, por segunda vez en el mismo día, volvió a maldecirse, esta vez por sus pensamientos, puesto que creyó que formaban una linda pareja y por un momento deseó que permanecieran juntos siempre. Eso, a más de ser imposible, era cruel para Ethan.

En el interior del aposento que olía a menta y limón, aunque en ciertas ocasiones predominaba el dulce aroma de las más exquisitas de las uvas, Selim lloraba y sus lágrimas mojaban el suave pelaje blanco de un lobo triste que solo quería dormir y no podía porque su compañero no dejaba de sufrir.

Tal vez lloraba por los dos.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top