Desesperación
Viernes 12 de noviembre de 2021.
«Una vez escuché que solo existen dos tipos de sufrimiento: el que produce más sufrimiento y el que acaba con él. ¿Qué clase de sufrimiento será este que me rompe el alma, este que yo mismo elegí?».
La confusión era palpable, Selim no había entendido las últimas palabras de Ethan: «Quiero que te cases». ¿A qué se refería exactamente?, ¿qué era lo que le estaba ordenando?, ¿casarse?, ¿con quién?...
Esperó hasta recibir una explicación más concisa, pero Ethan no parecía estar dispuesto a hablar más, ni siquiera lo miraba.
—No te entiendo... —Fue lo único que Selim pudo pronunciar en un susurro.
—Te casarás con alguien bueno, algún omega que te quiera y lo marcarás para liberarme a mí —sentenció Ethan y Selim sintió que el alma se le iba al piso y un frio sepulcral le recorrió la espina—. Hablé con tu madre y le planteé esa posibilidad, me dijo que sí existían omegas dispuestos a casarse contigo, aun cuando tienes una unión con otro. Me mencionó en especial a uno, no sé si hombre o mujer, no quiero saber, pero al parecer te quiere mucho, será bueno para ti.
—¿Casarme?... ¿cómo podría?... ¿casarme? —Selim parecía estar en shock y su mente no era capaz de procesar todo.
—Será bueno para ti —reiteró con tono frio—. Mereces tener a tu lado a alguien que te quiera y te valore, alguien con quien tener una vida buena. —Selim no paraba de negar con la cabeza, tenía la mirada fija en el suelo y los puños apretados a sus costados, temblaba—. Me pediste que no te dejara solo, así no lo estarás. Tendrás una buena vida.
—¡Me refería a ti! Lo que quise decir era que no me dejaras, te pedí que te quedaras a mi lado. ¡Yo no quiero a otro! —gritó con los ojos cristalinos—. Te quiero a ti. ¿Cómo pretendes que viva una buena vida con otra persona? No quiero. ¡Prefiero morir!
—¡No seas estúpido! No vuelvas a decir que quieres morir, no lo harás porque yo quiero que vivas. Así que acéptalo de una vez.
—No, Ethan, por favor no... —suplicó con la voz entrecortada—. Debe haber otro camino...
—Sí, hay muchos caminos que pude haber elegido... Te diré uno de ellos: Pude haberme quedado a tu lado, ¿sabes lo que hubiera pasado? —Selim negó—. También te lo diré: hubiéramos tenido que escapar porque mi tío nos buscaría hasta encontrarnos y matarnos a ambos, hubiéramos tenido que vivir como fugitivos de por vida, con miedo de ser encontrados, de que alguien nos reconozca en la calle y avise que vieron al prófugo de los Orlov. Nuestra cabeza tendría precio. ¿Quieres vivir de esa manera? Porque yo no. No quiero vivir con miedo y tampoco quiero alejarme del único propósito en mi vida y menos de mi familia.
—Lo entiendo... te entiendo... pero... —Las piernas le fallaron a Selim y cayó de rodillas, lastimándose un poco por las rocas del lugar—. ¿Por qué casarme con alguien? Estaba preparado para separarnos, pero no para unirme a otra persona... Creí que usarías a un prisionero condenado para deshacer la marca, no esperaba esto...
—Separarse de un soulmate es mucho peor que una separación entre un alfa y un omega ordinarios, es demasiado dolorosa, mil veces más. Mi madre murió por eso y no dejaré que tú tengas ese destino. Me dijeron que es más soportable cuando se une a otra persona, como mi padre cuando marcó a Irina, pero si esa unión también se rompiese, podrías morir de todas formas.
—Lo sé y puedo soportar eso... ¿Qué hay de ti? Cuando yo marque a otro omega, el que sufrirá más serás tú. Pero lo soportarás, yo puedo hacer lo mismo... Así que por favor... No me obligues a hacer esto —rogó entre lágrimas y dejó caer el resto de su cuerpo porque se sentía cada vez más débil, sus manos impidieron que golpeara su rostro con el suelo. Ethan se puso en cuclillas para estar a su altura.
—¿Por qué pasar por tanto dolor?, ¿qué esperas conseguir con eso? —cuestionó sujetando con cariño su rostro, para mirarlo a los ojos—. ¿Acaso sigues albergando alguna esperanza?
—Quería... esperarte —confesó Selim—. Esperar a que cambiases de opinión, a que ya no hubiese poder sobre ti que te presionara a dejarme. Esperaría por meses o por años. Te esperaría por siempre, pero me dices que siga con mi vida... ¿y qué?, ¿quieres que forme una hermosa familia feliz con alguien que no eres tú?
—Es decir que esperabas a que yo asumiera mi lugar, que me convirtiera en el Jefe Orlov, ¿para luego volver por ti? Creo que sueñas mucho, Selim. Supongamos que esa idea fuera posible: Sucedería en dos años más, solo cuando cumpla 21 me ascenderán, eso si mi tío me considera listo para hacerlo. Cuando eso suceda estaré bajo los ojos de todos, buscarán cualquier cosa para herirme y destruirme, en ese caso tú serías una debilidad para mí.
» Pero aun si ignorara eso y te llevara a Rusia para vivir a mi lado, ¿en calidad de qué entrarías a mi mundo? Un consorte, a lo mucho... no serías nada más. No te convertirías en mi pareja oficial y menos aún podríamos casarnos... porque los Orlov de mi linaje no tenemos permitido hacerlo, quienes lo han hecho han terminado muy mal, como mi abuelo que perdió a su esposa y se dejó destruir por la pena, o como mi madre que terminó muerta. Los únicos motivos correctos para unirnos a alguien son políticos y, aun eso, se hace solo si es muy necesario. No serías nada en ese lugar.
—Sería un esclavo, no importaría y lo aceptaría con felicidad si eso me deja verte y estar cerca de ti... —declaró Selim e Ethan sonrió con tristeza, había adivinado que diría esas palabras.
«Está siendo muy difícil convencerlo», se admitió.
—Sé que me seguirías al fin del mundo si te lo pidiera... pero ¿serías feliz? No pensarás lo mismo cuando comas con cautela por miedo a que hayan envenenado tu comida, o cuando no puedas dormir por temor a que alguien ponga una almohada sobre tu cara, o al tener que ir siempre protegido con guardias para que no te disparen por la espalda. Todo por el bien de mi familia, por mi bien y el de mi gobierno... No soportaría que algo te pasara por mi culpa o que murieras por las acciones de mis personas más queridas. —No lo dijo, pero se refería a Elías, sabía que esas conjeturas eran mucho más que suposiciones, eran posibilidades demasiado certeras como para tomar el riesgo—. Estar conmigo, en cualquier circunstancia, significa para ti abandonar todo: tu riqueza, tu historia, tu apellido. Y seguirías corriendo peligro.
» Imagina si alguien se llega a enterar que yo estoy con un Aslan, un sirviente de los italianos, no solo eso, sino que lo llevé a vivir a nuestro hogar ancestral, me convertiría en un traidor... Recuerda que ahora somos enemigos. A parte de eso y mucho más importante, ¿serías capaz de abandonar a tu familia?, ¿no crees que romperías el corazón de tu madre? Eres hijo único, Selim. Tus padres te quieren, ¿has pensado en cuánto los lastimarías si desapareces solo por seguirme a mí? En mi opinión, no vale la pena...
—Por supuesto que vale la pena —exclamó Selim golpeando la tierra con su puño—. Lo vale todo... Mi madre lo entendería.
—¡No seas egoísta! —gritó poniéndose de pie para recuperar la fuerza y la autoridad que estaba perdiendo a causa del sufrimiento—. No pienses solo en mí. Existen mejores cosas en tu vida que yo, así como en la mía hay cosas más importantes que tú —dijo con toda la intención de herirlo, sin embargo, la afirmación era cierta en todo su sentido—. Beyhan lo entendería y aceptaría que te fueras, a tu padre quizás le cueste un poco más, pero terminarían aceptando la decisión estúpida de su hijo... Pero ¿eso aliviaría su dolor?
» Valora un poco más lo que tienes, tus padres son maravillosos, ambos. ¿Sabes cuál es el motivo por el que ahora estás vivo y no pude matarte ese día? No fue solo porque eres importante para mí, ni porque supe que eres inocente; lo que más pesó en mi arrepentimiento fue el recuerdo de una madre humillada frente a sus enemigos, suplicando por su hijo. —Selim se sorprendió ante esa declaración—. No sabías nada de eso, pero Beyhan me rogó que te dejara vivir, cuando se enteró de tu condena, creo que también me amenazó —contó con una sonrisa, pues ahora esa mujer se había vuelto muy cerna a él y se apreciaban sinceramente—. Y tu padre... aunque no lo creas, te ama, qué otra prueba más que el hecho de que se haya convertido en un traidor y arriesgado para atacar mi casa, solo para salvar a su hijo. Tienes la oportunidad de continuar a su lado por mucho más... No la desperdicies... Si mi madre estuviera viva no le causaría tal dolor y si mi padre hubiera sido mi padre alguna vez, sería muy feliz.
» Pero yo solo tengo a Elías y, te guste o no, él es mi padre, lo obedeceré y respetaré siempre. No me revelaré ante él, aunque el resto del mundo esté en su contra, aunque crean que es malo para mi vida. Es lo único que tengo, ahora que mi hermana hará su propia vida.
—Él no merece que lo quieras tanto —aseguró Selim con rabia al recordar las heridas en la espalda de Ethan—, pero entiendo lo que sientes... —Se esforzó por ponerse de pie. Sus lágrimas humedecieron más la tierra de lo que ya estaba por la tormenta—. Ethan... me lo has explicado todo y todavía sigo creyendo que es un error. No quiero hacer eso, te lo suplico. —Tomó sus manos y lo miró a los ojos—. No me hagas esto, no nos hagas esto... tu castigo es peor que la muerte. Mátame ahora, que así nos librarías a ambos de este suplicio. No acepto tus razones —objetó con decisión e Ethan se sacudió del agarre.
—¿Acaso no dijiste que acatarías lo que sea que yo decidiera para ti? Me juraste entregarme tu vida, ¿era mentira?
—No, no lo era... Mi vida es tuya, es solo que no comprendo las razones de esta separación, si es tan dolorosa para los dos... sé que tú me quieres...
—¿Razones?, te he dado muchas y sigues empecinado en tu necedad. Si no te parecen lógicas o suficientes, te daré más, pero no te quejes de las palabras que saldrán de mi boca —anunció Ethan con inmensas ganas de llorar. Hasta ahora había explicado las desventajas y peligros por los que debían estar lejos, había evitado abrir la caja de Pandora con sus más oscuros pensamientos—. La razón más poderosa para hacer esto, para separarnos para siempre es que yo aún no he podido perdonarte.
Selim abrió la boca, como si fuera a decir algo, pero no pudo emitir sonido, sus manos se enfriaron, su boca se secó y ya no tenía más lágrimas. Quiso cubrir sus oídos para no escuchar más palabras hirientes, su alma ya estaba muy dañada, pero ni siquiera era capaz de moverse, estaba paralizado e indefenso ante la sinceridad de Ethan.
—Nunca he sido una persona irracional, me he apegado a los hechos siempre, a la realidad. Y la realidad es que tú eres inocente, quizás más que yo... al fin y al cabo, lo que pasó fue por culpa de mi falta de honestidad contigo. —Ahora era Ethan a quien se le quebraba la voz y estaba a punto de llorar—. Créeme que yo sé todo eso, no estoy ciego ni soy un idiota rencoroso que no perdona por capricho. Yo quiero perdonarte, pero... —Los sollozos eran tan fuertes que le quitaban el aire y le impedían continuar. Un par de gotas saladas caían rebeldes por sus mejillas. Y Selim se destruía con cada palabra—. No soy tan fuerte. Porque, aunque mi mente te señale como inocente, mis recuerdos dicen todo lo contrario...
—Para por favor —pidió Selim ahogándose en desesperación—. No digas más, calla, te lo suplico. No digas más. —Se dejó caer otra vez al suelo y se quedó abrazando las piernas de Ethan.
—Esa noche, aunque esos malditos me violaron las veces que quisieron, yo continuaba buscando una manera de librarme de ellos, de escapar de ese horrible lugar. Creía que terminaría pronto, no sabía que ese infierno se iba a extender tanto... Mi cuerpo se había rendido, pero yo no lo hice. Después de todo, tenía esperanzas.
» Me consolaba pensar que, cuando esa pesadilla terminara, habría alguien que me apoyaría, que me consolaría y me haría olvidar todo lo malo. —Ethan no pudo contener sus lágrimas, caían como el agua de la cascada y mojaban el cabello castaño de Selim—. Pensaba en ti y deseaba estar en tus brazos. Nuestros recuerdos juntos me ayudaban a escapar de la realidad por unos instantes. Estaba seguro de que tomarías mi mano, sin importarte lo que me habían hecho y curarías mi dolor con tu cariño. Anhelaba tu protección. Y cuando te vi entrar en esa inmunda habitación...
—Por favor... no sigas, no quiero escucharlo más. —Selim sentía que moriría al escuchar la perspectiva de Ethan sobre esa pesadilla, que había tratado de ocultar en lo más profundo de su mente. Sin embargo, Ethan continuó, porque era necesario continuar...
«Es necesario sufrir para acabar con el sufrimiento».
—No sé explicar lo que sentí cuando te vi en ese lugar, aunque lo tengo muy presente. Alivio se queda corto. Te vi como mi salvador, por un segundo fuiste mi más grande esperanza. Qué equivocado estaba. —Se abrazó a sí mismo para tranquilizar y espantar el miedo que estaba sintiendo al poner en palabras aquellos recuerdos tan vívidos—. Nunca olvidaré lo que me dijiste: «Se supone que eres mío y dejaste que te tocaran».
—No... yo no pude haber dicho eso... No lo recuerdo. No...
—Me culpaste, Selim, como si yo lo hubiera pedido. Me culpaste como muchos en esta sociedad me culparían, como culparían a todas las otras víctimas solo porque somos omegas y ustedes alfas.
—Perdóname... perdón, perdón —repetía Selim sin parar pues no podía creer la inmensidad de su maldad. No sabía si agradecer o maldecir el hecho de que sus recuerdos fuesen borrosos.
—Además, cuando vi tus ojos perdí toda mi esperanza en ti. No eran tus ojos, el que estaba ahí no eras tú. No podías ser tú, ese ser era un monstruo, no era el Selim que me hizo esa hermosa promesa el día de mi cumpleaños ni el que me besó bajo una tormenta.
» Cuando me tomaste por la fuerza, quise morir por primera vez en mi vida. Quería que acabara ese suplicio, ya no como antes, ahora quería que terminara con mi muerte, porque no concebía la manera de seguir sin ti. Me rendí. Hiciste que me rindiera. Conseguiste lo que los otros no pudieron: destruirme. En ese momento mi alma grabó, junto a tu nombre, la palabra "traidor" y hasta el día de hoy no he podido ser capaz de borrarla.
» Estoy consciente de la droga que te obligó a actuar de esa manera, cuando me dieron las pruebas de que no tenías la culpa de nada, me negué a creerlo porque significaba que no había razón que justificara la existencia del pedazo de mi corazón que continúa odiándote. Quería que fueras culpable, quizás aún lo deseo.
» ¿No crees que es injusto para los dos vivir de esa manera?, ¿qué pasaría si mi rencor no desaparece con el tiempo y solo crece como una bola de nieve, más y más hasta que al final te aplaste? ¿Crees que serías feliz teniendo como compañero de vida a alguien que no puede perdonarte?, que nunca será capaz de ayudarte con tu celo, porque la sola idea le repudia y le aterra. Yo no podría darte los hijos con los que siempre has soñado.
Selim quiso argumentar que eso no era importante para él, que jamás lo presionaría para hacer algo como eso, que estaba dispuesto a vivir así. Pero qué caso tenía ya.
—Y no soportaría vivir con miedo de que el monstruo de aquella noche vuelva a aparecer, no quiero volver a verlo en tus ojos. Habernos encontrado en esta vida fue una broma cruel de la Luna, porque mientras yo sea un Orlov y por mis venas corra la sangre de mis antepasados, nuestro amor no es posible ni correcto. No en esta vida. Por eso, ahora yo, te lo suplico, acepta esta boda y sé feliz. Por favor. —Selim no dijo nada y tampoco se levantó del suelo, se quedaron en silencio un par de minutos en los que aprovecharon para limpiar las lágrimas.
—Será como tú quieres —aceptó Selim con resignación e Ethan sonrió de alivio.
—Bien... Ahora levántate —pidió y fue obedecido, aunque a Selim le costó que sus piernas volvieran a responder—. Levántate y nunca vuelvas a humillarte ni a bajar la cabeza ante nadie y menos ante mí. Con esta última orden, tu vida deja de pertenecerme y ambos seremos libres. —Selim negó tomándolo de la mano con delicadeza.
—Mi vida siempre será tuya —declaró y colocó la pulsera esclava de plata y lapislázuli en su muñeca—. Mi promesa se mantendrá hasta el fin de mis días. Nunca amaré a nadie como te amo a ti.
—No digas eso... —pidió Ethan contemplando la joya preciosa que tanto había extrañado—. Te casarás con un buen omega y quiero que seas feliz con él o ella, para que no me recuerdes con dolor; y deseo que tengas muchos hijos para que olvides que una vez tuvimos uno y te lo arrebaté. —Selim lo abrazó con fuerza e Ethan se refugió en el calor de su pecho y en su olor a limón y menta.
—Nunca olvidaré a mi hijo, aunque no lo vuelva a ver, estará en mi corazón para siempre, porque no solo lleva mi sangre, sino que también lleva la tuya y eso lo hace perfecto. No quiero hijos de otro, pero intentaré que todo sea como tú quieres que sea. Pero nunca intentaré olvidarte, nunca alguien será capaz de ocupar tu lugar, porque tú eres mi otra mitad. Eso te lo juro.
—Y yo también te prometo que nadie ocupará tu lugar, porque no creo que exista otro alfa en el mundo capaz de cautivar mi alma. Y ciertamente no lo buscaré.
Es así como se juraron amor eterno como medio para enfrentar el sufrimiento más grande por el que tendrían que atravesar en toda su vida: la separación de las almas gemelas.
Lloraron frente a la cascada hasta que sus pies dolieron. Volvieron sollozando, tomados de la mano, hasta la cabaña. En la que se quedaron a esperar el destino que Ethan había sellado con un simple mensaje de texto a sus subordinados, justo a media noche, el cual decía: «Volveré a casa».
Beyhan se había entristecido y había llorado mucho, al pensar en el dolor y la prueba tan grande por los cuales tenían que pasar dos jóvenes que se amaban tanto. Sin embargo, comprendía que era la mejor solución para todo eso. Al menos les daría paz a todos, paz que se había perdido hace tanto tiempo. Y no perdería a su hijo.
«Ethan tomó la mejor decisión que podía haber tomado», admitió la madre con profundo agradecimiento hacia el chico "enemigo" con el que se había encariñado tanto, hasta casi quererlo como un hijo. «Amada Luna, te suplico que cuides a este pobre pequeño y lo libres de la maldad humana, protégelo a donde sea que vaya a parar. Ya ha sufrido demasiado», dijo una plegaria silenciosa mientras miraba a la pareja en el sofá abrazados sin querer separase ni un centímetro, ni para comer. Los comprendía bien, ella tampoco tenía apetito. Los dejó solos y subió a su habitación a preparar un presente que le entregaría a Ethan antes de marcharse.
Los soulmates se quedaron en silencio por horas, no hacía falta hablar, solo un ocasional «te amo» de Selim bastaba para llenar el vacío. Y de vez en cuando, besos que hablaban más que todo un poema, besos que solo quienes se amaban de verdad eran capaces de dar. Lucharon contra el sueño para no perder ni un minuto de los últimos que les quedaban juntos, pero habían llorado tanto que sus ojos se cerraban y al final sucumbieron al cansancio, más mental que físico.
Beyhan fue, desgraciadamente, la portadora del final. Los despertó con suavidad y avisó de la llegada de dos automóviles. De inmediato, Ethan revisó su celular, pues solo era un vehículo el que debía llegar a buscarlo, con Yarine y Sergei dentro. Un mensaje lo alertó e inconscientemente tembló por la noticia que Yarine había enviado y él no había visto.
—Mi tío está aquí —dijo y los otros dos se tensaron por completo.
Beyhan abrió la puerta y detalló la situación: varios escoltas, quizás todos los que antes rodeaban la cabaña, estaban custodiando los autos de ventanas polarizadas, especialmente el más grande de color negro.
Sergei y otros chicos beta saludaron a la señora y luego a Ethan con una reverencia, este último les hizo una seña para que fueran a bajar el equipaje de la habitación que había ocupado todo ese tiempo.
—Llegó la hora, joven Ethan —notificó Yarine desde la puerta, extendiendo el brazo para invitarlos a salir. La joven aparentaba profesionalismo, pero en el fondo estaba angustiada por Ethan y triste también.
Los tres salieron al pórtico y Selim se negaba a soltar la mano de Ethan, pero tuvo que hacerlo cuando su madre abrazó al omega de repente.
—Mi niño lindo —dijo ella con cariño e Ethan estrechó el abrazo—. No sabes lo agradecida que estoy contigo y lo triste que me siento por tu partida. Espero un día volver a vernos y saber que eres muy feliz.
—Muchas gracias, Beyhan, aunque no lo creas te debo muchas cosas y seguiré en deuda contigo por siempre. No quisiera despedirme, pero... —El llanto amenazaba por volver en Ethan, por su parte, a Beyhan se le escapaban tantas lágrimas como sollozos.
—Tengo algo para ti. —Le entregó un pequeño cofre de bambú tallado con hermosas figuras—. Guárdalo bien y ábrelo cuando te sientas solo.
Ethan agradeció de nuevo y prometió cuidar el presente con esmero. Lo entregó a Yarine y con la mirada le indicó que le pusiera mucho cuidado, pues estaba consciente de que su tío los observaba desde su auto, aunque ellos no podían verlo.
Volteó a mirar a Selim y se mantuvo así por varios minutos, los dos querían grabarse en su memoria la cara del otro, para que nunca lo olvidaran:
«Quien tengo frente a mí es mi alma gemela».
Dieron un paso al frente y se fundieron en un abrazo doloroso, que conmovió a todos, desde a los guardias que cuidaban los autos, hasta a Sergei que terminaba de subir las maletas a la camioneta azul. Excepto a Elías Orlov quien observaba con impaciencia.
Era la última vez que se abrazaban.
—Si cambias de opinión, recuerda que esperaré por ti y te amaré hasta después de mi muerte —proclamó Selim apretándolo más contra su cuerpo para impregnarse de su aroma—. Si un día vuelves a mí, lo dejaré todo para estar contigo.
—Sé feliz —deseó Ethan y no pudo seguir hablando porque fueron interrumpidos por la puerta abriéndose del auto negro.
De este bajó Elías Orlov, vestido con la elegancia de siempre. Se acercó caminando con arrogancia y altivez, de la misma forma que le había enseñado a Ethan.
—¡Mi querido hijo! —exclamó extendiendo los brazos para invitar a Ethan a abrazarlo, cosa que hizo de inmediato; hacerle un desplante no era buena idea para nadie—. Cómo me alegra volver a verte y tenerte bajo mi cuidado. Ya nunca más nos separaremos —afirmó mirando a Selim desafiante, como si le recordara su victoria o como si impusiera su dominio sobre su sobrino. Selim se llenó de rabia y quiso detener aquel abrazo nada sincero, pero Beyhan lo detuvo del brazo—. Si ya tienes todo, ve subiendo al auto que yo debo hablar con la señora aquí presente —ordenó el Jefe con un falso tono amable que Ethan conocía muy bien, solo lo usaba cuando estaba muy molesto e impaciente.
Ethan volteó hacia Selim con la mirada más desgarradora del mundo, luego se viró y caminó rumbo al vehículo, Selim levantó una mano en su dirección como si pudiera traerlo de vuelta con ese gesto. Funcionó, pues Ethan regresó de prisa, sin que Elías lo pudiera detener y se tiró a los brazos de Selim. Se besaron para la rabia del cabecilla de la mafia rusa.
Era la última vez que se besaban.
El soltarse fue tan doloroso que mantuvieron contacto hasta que la distancia los obligó a dejar de sentirse, a separarse, quizás para siempre.
Era la última vez que entrelazaban sus dedos.
Ethan subió al vehículo, pero no cerró la puerta para escuchar lo que Elías les decía.
—Mi señora preciada, le agradezco que haya cuidado tan bien a mi hijo —expresó el hombre de poder y Beyhan lo miró con desdén—. Se le ha depositado en su cuenta una remuneración por las molestias.
—No queremos su dinero —objetó ella, terriblemente molesta—. Y cuidar de Ethan no fue ninguna molestia. Por el contrario, él es un niño muy bueno que usted debe valorar más. Espero que a partir de ahora lo cuide mejor.
Elías supo que le hablaba del incidente que había tenido con Ethan antes de que llegara al lugar, estaba más que claro que su sobrino se los había contado y eso lo enfurecía.
—Preocúpese por cumplir su parte del trato, que de Ethan me encargo yo. Su hijo debe estar casado para antes de fin de mes. Tienen quince días para hacerlo y para que marque a otro omega. No veo la hora de liberarnos de esto. Y recuerden... —dijo dándoles la espalda—, no tolero demoras. O cumplen o mueren.
Se alejó de ellos y subió al auto, se sentó frente a Ethan, quien no había dejado de mirar a Selim y él no había dejado de mirarlo a él.
Era la última vez que se veían.
Y todo terminó cuando arrancaron y solo se limitaron a seguirse con la vista, hasta que desaparecieron de su campo visual.
Selim soltó el aire y las lágrimas que había estado conteniendo cuando el último guardia Orlov se había marchado de los alrededores de la cabaña. Cayó de rodillas y dio un grito de desesperación y dolor, tan fuerte que desgarró sus cuerdas bucales.
«¿Qué se hace cuando la desesperación te sobrepasa?».
«Cambias».
Y Selim nunca volvería a ser el mismo.
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