-34 El último aliento-
Pov Miguel
-Te ves muy bien, mijo.- habló mi madre mientras seguía acomodando mi atuendo. Los tambores ya estaban sonando desde hace un buen rato, el tiempo estaba por acabarse y la boda ya estaba a la vuelta de la esquina. Suspiré y me vi en el espejo unos momentos, me veía muy bien, tal cómo en las fotografías de mis ancestros, sin embargo, mi rostro reflejaba una gran tristeza. Sabía perfectamente a que se debía, pero, no podía irme en contra de mi familia y arrebatarles sus vidas que tanto tanto forjaron en la tribu.
La imagen de Hiro venía a mi cabeza, aquella llena de lágrimas de dolor, pidiéndome que todo fuera una estúpida mentira. Volverlo a ver de nuevo aquí, parecía que la daga que me habían incrustado; iba yendo más y más profundo. Atravesando todo mi ser. Me estaba muriendo. Llevé una mano a mi rostro para limpiar mis lágrimas que comenzaban a brotar y caer por mis mejillas, agradecía que aún no estaba terminado de pintar las marcas en mi rostro. Pero, la mano de mi madre me hizo verla directamente a ella, sentía el dolor que tenía, aún sin habérselo dicho; su mirada estaba viendo completamente mi interior.
-Miguel...
-No pasa nada, mamá. Lamento interrumpirte.- sacudí mi cabeza para olvidar esos amargos momentos. Tomé un pequeño frasco con pintura artesanal, la cuál esta se preparaba para las ceremonias más importantes para la tribu, esta tenía un color carmesí. Algo similar al color de la sangre, esta significaba el poder y valor que el miembro se llevaría de su familia para sus futuros descendientes. En el cuál estás "marcado" cómo el líder que derramaría sangre por tu gente, sin importar lo que pasara, era el destino de la Luna. Llevé mis dedos para cubrirlos de la pintura, los dirigí a mi rostro para comenzar a trazar marcas, no había ninguno en específico; pero debías diseñarlo tu mismo, ya que este sería para tu nueva familia.
Mi mente no me estaba ayudando a pensar en alguna, solo la sonrisa de Hiro estaba presente en mí. Con lentitud, empecé a trazar un triangulo pequeño en mi frente. Este tendía el pico hacia abajo, debajo de mis ojos dibuje líneas en simulación de unas garras, mi madre solo observaba con detenimiento a lo que estaba haciendo. Podía ver su preocupación y miedo en su rostro, continué con mis marcas y esta solo iría en mi barbilla; haciendo una especie de media luna.
-Joven Miguel- habló una voz masculina detrás de nosotros. Era uno de los sirvientes de la tribu de Plata que había venido ya a dejarme el mensaje de que debía salir. En sus manos se encontraba un especie de collar hecho de colmillos, en el cual cada uno representaba cada tribu de hombres lobos que existían. No miré más a mi madre y me acerque a la salida. El sirviente solo colocó con mucho cuidado aquél collar en mí y en unos segundos me señaló para que continuara. Escuché que mi madre me llamó, pero, solo apreté con fuerza mi puño y salí a la ceremonia.
Seguí caminando mientras escuchaba los sonidos de los tambores, mi corazón estaba totalmente acelerado; no podía ni respirar calmado. Miraba a mis alrededores para ver por última vez a Hiro, pero, solo veía soldados andando algo desesperados por algo. Imaginé que lo habían descubierto y por eso estaban comportándose así, pero, solo eran unos cuántos, así que debió haber sido otra situación. Sin darme cuenta, ya estaba frente de las instalaciones en donde se haría la boda, todos los miembros de las tribus yacían sentados sin decir ninguna palabra. Con la cabeza baja.
Mi familia me veía con gran tristeza, en especial mi pequeña hermana; estaba llorando con fuerza evitando que sus gritos salieran de su boca. Leo solo me miraba sin ninguna expresión, pero cuándo nos miramos directamente, él solo desvío su mirada. Mis pasos continuaron su camino hasta llegar a donde estaban los líderes de los de Plata, solo me miraban con una sonrisa amplia y satisfecha, ya habían cumplido su meta.
-Qué bien le queda el traje de novio, joven Miguel.- dijo uno de ellos.
-Lamentablemente...-respondí algo desanimado.
-De eso no se debe preocupar. Su vida le llenará de muchas bendiciones a toda nuestra gente y los humanos, jamás interfieran con nuestra vida pacífica y llena de unidad. ¿Verdad hermanos míos?
-Prometieron no hacerle nada a Hiro y a sus amigos, lo cuál estoy cumpliendo mi palabra. Espero que también cumplan la suya.
-Somos de palabra mi querido pequeño. Nunca rompemos nuestra palabra.
-¡Afilar colmillos!¡Las puertas del destino se han abierto!- gritó una mujer fuertemente, todas las miradas se fijaron en la bella mujer de cabellos oscuros. Con la que pronto me uniría para salvar a mi familia.Ella traía un traje similar al mío, haciendo destacar su cuerpo esbelto. Todo su cuerpo estaba lleno de marcas blancas, ya que era u símbolo de pureza e inocencia, solo de mirarla me dolía más, ella no era Hiro. Los tambores y las voces dieron inicio a la ceremonia, estábamos frente a frente mirándonos directamente; ella mantenía una sonrisa en su rostro disfrutando de lo que íbamos a hacer. Los sirvientes colocaron una antorcha encendida en medio de nosotros, nos entregaron una copa cada quien para sellar nuestra unión bebiendo nuestra sangre.
Los líderes iniciaron hablar sobre el matrimonio y de las grandes bendiciones que nos llegarían. Sin embargo, algo estaba llamando mi atención a nuestro alrededor; los soldados estaban armados y atentos a todo momento, en mi familia no podía ver a mi primo en ningún asiento de los invitados. Esto ya me estaba haciendo mala espina, además otros soldados armados se acercaban a cada tribu apuntando con sus espadas y lanzas de plata. Algo estaba sucediendo y yo no podía hacer nada más que tomar a esta mujer.
-En está hermosa noche de Luna, uniremos dos destinos decretados por nuestra gran estrella. Uniéndonos y formándonos en una raza más superior que los humano. Aquellos monstruos perecerán gracias al amor de nuestros más jóvenes lobos. El miedo solo quedará como un simple rumor, un mal cuento para dormir. Ahora, los colmillos de Plata y Blanco descendientes de nuestros grandes soles y estrellas,formaran una nueva era. Todos estaremos ante sus pies, cuándo su sangre sea solo una.
-Yo Miguel, aullador de lunas llenas.- hablé para dar mis votos. Tomé con cuidado la daga que mi papá me dio antes, colocándola en medio de mi palma. Lista para abrir una herida y derramar mi sangre.-Mi sangre y mi poder de mi tribu, te otorgo mi vida entera a tu lado.- pero antes de que continuará, la mujer hizo una seña para uno de sus sirvientes quién este no tardó en acercarsele. Ella le entregó la copa para que se lo llevarán, los murmullos no tardaron en inundar todo el lugar.
-Disculpen, pero mi copa estaba rota. Y no creo que vaya poder terminar de hacer la tradición de unión de sangre.
-Oh esta bien mi pequeña hermosa. Pasaremos entonces a la finalización.
-Espere- interferí- ¿Qué no debemos seguir con nuestra tradición de bodas?
-Lo siento, joven Miguel. Nosotros podemos cambiar el curso, pero ahora mi hija no se encuentra en condiciones para poder hacerse una herida. Y como verás todos están de acuerdo, en que la unión finalice.
Me quedé en silencio sin poder creer a lo que estaba pasando, ¿Había una razón para no hacerlo? Ella se veía bastante sana para no estar en condiciones. De repente, mi mano comenzó a sentirse algo caliente, me quejé un poco por la sensación. Los de Plata me observaron con extrañeza por el haberme quejado de aquél extraño calor, miré hacía el cielo y la Luna estaba colocándose en su posición.Ya era el momento de cerrar mi destino con esa mujer que estaba frente a mí. Pero, cuándo estaba dispuesto a tomar su mano; un aroma familiar logré percatar.
-Hiro...-aullidos fuertes se hicieron presentes haciendo que todos se quedarán aterrados y en silencio. Los soldados de inmediato se colocaron en posición de ataque, la expresión de los Plata comenzó a cambiar a una llena de furia. Una inmensa sombra oscura salto directamente en contra de los soldados, aquél pelaje negro lo pude detectar de quién se trataba y era nada más que mi primo Marco. En su lomo llevaba a Kyle con un especie de escudo que lo estaba protegiendo de que ninguna flecha atravesara a Marco.
Otro aullido hizo alerta de su presencia, este era Héctor que no dudo en atacar a los soldados que estaban cerca de las demás tribus. Con su enorme hocico arrojaba a esos tipos lo más lejos para dejarles libres; pero entonces otros intrusos llegaron a la pelea peleando a puño limpio con los aliados de los Plata. No tardaron en reaccionar los soldados para transformarse en lobos, reconocí de inmediato aquellos trajes de super héroes: eran los amigos de Hiro. Todas las tribus estaban gritando de horror, pues el olor a humano era demasiado claro y lo más que creían en ese momento es que los iban a eliminar.
-¡Son los malditos humanos!- grito uno de los líderes- ¡Matenlos a todos!- gritó el Plata que estaba haciendo la ceremonia, pero de pronto una silueta llegó detrás de él haciendo que este gritará con más fuerza. Aquél robot de traje rojo traía a la persona que había lastimado, la que imaginé que ya no volvería ver.
-¡Miguel,están mintiendo! ¡Ella es una humana!- esa era la voz de Hiro, quién bajo inmediatamente de Baymax.
-¡Eso no es verdad!- gritó aquella mujer. Podía ver que estaba asustada y nerviosa. Sin embargo, uno de los de Plata tomó a Hiro desprevenido, se transformó e hizo que cayera al suelo.
-¡Maldito! ¡Suéltalo!
-¡Un maldito humano no sabe nada de nosotros! ¡Seres de escoria!
"¡Miguel!"-Escuché la voz de Marco, miré a donde estaba luchando con otros lobos. Hiro gritaba de dolor porque las pesadas garras del tipo, estaban incrustándose en su cuerpo, pero podía ver que no estaba muy bien. Hiro con sus fuerzas empezaba a mover las garras del lobo, sus ojos estaban volviéndose carmesí y sus dientes estaban empezando a formarse en colmillos.
"¡Bebe la sangre de la bruja esa!"- gritó de nuevo Marco. Entonces, recordé el porque ella evitó esa parte. Tomé de nuevo la daga y jalé de su brazo. Ella me miró con horror de lo que estaba por hacer, no sentía nada, solo estaba furioso por haber jugado conmigo. Mis sentimientos eran intensos cuándo se le proponían y ahora no sabía de lo que estaba pasando.
-¡Ahhhhhhh!- el grito fue tan desgarrador que todos los invitados se dieron a la necesidad de ver a donde estábamos. Mi mano estaba totalmente llena de sangre, mi daga estaba completamente incrustado en el pecho de aquella mujer. El líder de los Plata que tenía a Hiro se quedó atónito a lo que había hecho. El cuerpo de la mujer cayó al suelo desangrándose, llevé mi mano a mi boca para tomar un poco de la sangre. Mis ojos se abrieron por completo al conocer aquél sabor.
-M-Miguel...todo...es una estafa...-gemía de dolor Hiro intentando quitárselo de encima.
-Miguel...mijo...-habló mi padre acercándose a donde estaba. Sin embargo, tomé mi forma de lobo y me fui directamente contra del Plata, mordía desesperadamente por todo su cuerpo. Los hijos de su puta madre nos habían engañado,mi padre tenía razón; ellos no querían que los humanos se acercarán a nosotros.Ellos sabían perfectamente que si eso pasaba, si nuestras razas se unían con los humanos: Su reinado ya no tendría poder sobre nosotros. Mi papá se acercó a la mujer que ya no se movía en el suelo, tomó la daga para olerlo, también quedó sorprendido a lo que pudo reconocer. Se levantó y alzó su brazo hacía arriba y miró a las demás familias.
-¡Es sangre de humano!- todas las familias se sorprendieron a lo que mi padre gritó. Pero, los demás líderes de la tribu de Plata no tardaron en llamar a más soldados estos rodearon a las tribus. Era de esperarse que ellos nos ganaban con mayor número, por eso, ninguna familia se metía con ellos. A pesar de que eran sanguinarios y fríos.- ¡Los Colmillos Blancos rompen alianza! ¡No toleraremos este asqueroso engaño!.
-¡Señor...aghhh!- oí que Hiro se quejó y se tomó su mano. Cuándo lo miré para ver que sucedía, aquél calor quemaba mi pata. Sin embargo fue un buen momento para que el plata me mandará lejos. Con gruñidos feroces se acercó a donde estaba Hiro, lo olio y movió su brazo con gran brusquedad.
"¡El lazo se hizo en un humano!"
Todos escucharon lo que el Plata había dicho, entonces, todas las tribus comenzaron hablar entre ellas. Pues, siempre se había dicho que jamás el lazo de la Luna se podía hacer con la unión de un humano y un lobo. Sin embargo, los lobos que habían llegado comenzaron a gruñirles para darles temor, pero esta ocasión sería diferente. Leo subió a una de las sillas y alzó su collar de su tribu, podía ver la furia en cada uno de sus miembros. Los demás tribus también alzaron en alto su collar, esto era una señal tan importante para todos nosotros.
-¡Las tribus de Lobos, rompemos lazo con los de Plata!¡Tomamos nuestra libertad!-gritó Leo con mucha fuerza.
"Si eso es lo que quieren...
...¡Nadie quedará vivo ahora!"
continuará.....
hellooooo volvemos con más después de tanto tiempo. Solo..no diremos nada más así que... ¡No nos peguen! XD
los amamos demasiado!!! nos vemos en la siguiente!!!
¿Teorías?
Beka-san
=Vegitto=
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