El lago de los deseos

Nuevamente yo, con Dereth y Ellette, preguntándome si en ve de subir los relatos por separado, no debí haber hecho una historia en general  XDD

Pero bueno, como siempre el relato es autoconclusivo y las personas que no hayan leído el resto igualmente pueden entenderlo XD 

Los protagonistas son un elfo oscuro que ha asolado al mundo con sus calamidades, mientras que Ellette es parte de un grupo de héroes que busca vencerlos; Dereth necesita a un ser de luz -el se ha empeñado en que sea Ellette- para poder lograr su objetivo... El problema surge cuando deja de ser solo un objetivo y se transforma en algo más allá.

En fin, no me doy más vueltas, acá va el relato :33

PD: Del video, solo presten atención a la canción que me parece muy mona XD Nada que ver con la sirenita hahahahah XD

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<<Háblame de tus sueños, de tus ideas, de tus historias, de tu arte. De lo que a veces no te atreves, de lo que te dicen que es incorrecto, háblame de lo que piensas del mundo. Háblame de tu mundo>>

A veces se sentía tentado a decirle todo eso, pero nunca lo hacía y simplemente se quedaba observándola. Se sentía de manos atadas y con un candado en sus boca a momentos cuando estaba con el hada y por otra parte sabía que era con ella con quien más sincero era, que aunque no quisiera igualmente a veces ella encontraba la llave que abría el cerrojo de sus labios y llegaba a dilucidar el nudo que lo mantenía preso. Y cuando tomaba consciencia de ello era cuando le ganaba el miedo e intentaba crear un laberinto más complicado en el que esconder sus verdades, que aunque odiara admitir eran incómodas. Los sentimientos para Kra Dereth siempre fueron una piedra en el zapato.

Quería saber más de ella y a pesar de que fuera más veces de lo que le gustaría espontaneo, le costaba ser del todo claro y pedirle que le terminara de enseñar su mundo… que le hiciera parte de él. Él no lo sabía, pero para ese entonces Ellette ya lo hacía, mas aun así para el elfo era poco, siempre había habido un deje posesivo en su actuar con el hada y eso se traducía en querer que ella lo diera todo de sí, que se entregara por completo a él. Que le diera su mundo y sus ideas también. Se sentía estafado, se suponía que ella sería la que cayera, la que cumpliera sus planes, y sin embargo, las cosas no habían seguido el curso predispuesto y su propio mundo se había visto alterado hasta tal punto que era él quien quería entregárselo a ella.

—¿Hoy también intentarás llevarme de paseo? – preguntó Ellette al ver que Dereth terminaba de hacer acto de presencia junto a ella, sentándose a su lado.

—¿No estamos ya en un lugar especial? –La miró sin que ella hiciera lo mismo, esperando su respuesta. Estaban frente a una cascada de la que se decía cumplía deseos, pero solo los más fuertes, aquellos que son capaces de traspasar las barreras del alma.

—Sé que no crees en estas cosas, pero hay poderes más allá de la sangre Dereth. –Por fin lo observó. Llevaba el cabello recogido en un moño casual y algunos hilos plateados se colaban en su frente perlada por el sudor, ante la imagen Dereth entrecerró los ojos mirándola con más detención, fijándose así también en sus labios agrietados y sus pómulos pálidos.

—Estás enferma – declaró antes de siquiera posicionar la palma de su mano en la frente del hada para tomar su temperatura, que tal como suponía estaba alta —¿Qué mierda estuvieron haciendo tú y tus amigos para que estés así? – La última vez que la había visto había sido hace una semana y le parecía inaudito que en ese tiempo consiguiera ponerse así, a menos claro, que hiciera alguna tontería… que conociéndola como la conocía no le parecía una idea descabellada.

—Tengo que estarlo para estar hablando contigo –contestó apartando al elfo, intentando parecer fuerte sin lograrlo con mucho éxito – y sobre lo que hemos hecho… eso no te incumbe Dereth – Volvió a apartar la mirada, como si la vista de la cascada fuera lo más interesante en el mundo, el gesto ni siquiera había sido desdeñoso, solo cansino. Él también miró hacia el frente finalmente.

—Contrajeron una enfermedad y uno de ellos está muriendo, tus flores han sido inútiles y ésta es su única esperanza ¿Me equivoco?— dijo rápidamente sin un ápice de emoción en la voz, aunque en el fondo estuviera preocupado por ella y lo que podría pasar… pero no lo demostró, no lo hacía muy a menudo y la sola idea de que estuviera así por querer ayudar a uno de esos inútiles lo ponía de los nervios. A ella su tono frío la mataba cada día un poco más, él lo sabía pero seguía, casi como si con el daño intentara redimirse por los buenos momentos que no podía evitar darle.

—Te equivocas solo al pensar que es inútil –Volvió la vista hasta él, desafiante.

—No creo haber hablado de inutilidad.

—No eres tan difícil de leer como crees, y quizás tengas razón en que es una única oportunidad y en que parece ridículo… pero míranos, yo soy tu única opción, y a mí al menos la idea de tener a tu hijo me parece absurda, y aún sigues adelante con ella… —Dereth no habló – no te creas mejor que yo o el resto de ellos, porque no lo eres; yo creo en que mis deseos son capaces de hacerse realidad y tú en una estúpida profecía – Sus ojos se habían vuelto acuosos y una lágrima amenazaba con caer, él no estaba seguro de si era por emoción o simplemente de tristeza, pero de alguna forma le molestaba, y más al verla así de decaída.

—Si conoces mis planes entonces debes saber que no te dejaré volver hasta donde están ellos, eso sería desperdiciar mi oportunidad.

—No pretendo irme con ellos – habló antes de levantarse y comenzar a caminar hasta el pequeño lago que formaba el agua que caía desde la cascada— me quedaré acá hasta que ellos se recuperen.

—Estás loca si crees que te dejaré hacerlo – El agua estaba fría y ella con fiebre, la idea de tomar una ducha cortesía de la cascada a la intemperie le parecía una tontería a Dereth, y realmente a ella también, pero no tenía muchas opciones. Ella era la princesa Ellette y aunque nunca hubiera tenido una gran vocación por ser reina, durante el viaje se había dado cuenta de que realmente le preocupaba el resto, aunque la mayoría no siempre la entendiera.— Tú tienes que tomar medicina y ponerte bien Ellette, nosotros nos vamos de acá – Ante sus palabras el hada sonrió

—Estaría loca si no hiciera lo posible para salvar a una persona, como tú.— Se había alejado de él y ya estaba con el agua hasta las rodillas.

—¿Cómo yo? – Comenzó a caminar hasta donde ella estaba con la intención de tomarla del brazo y llevársela si es que era necesario a rastras de allí.

—Sabes cómo ayudarlos – Empezó a caminar más rápido, y luego a nadar para apartarse más – Será mejor que te alejes Dereth, este lugar lo protegen sirenas, y aunque seas un asesino poderoso estoy segura que ni siquiera tú podrías resistirte a su canto – De eso estaba segura, así como de que ellas no le harían daño; por eso estaba ella allí y ninguno de sus compañeros… bueno, por eso y porque era la más valiente y creyente de ellos, que preferían ahogarse en su propia miseria en circunstancias como estas antes que seguir luchando.

—Taparé mis oídos – dijo aunque sabía que sería inútil — ¡¿Qué mierda planeas Ellette?!

—¡Que se cumplan mis deseos! –gritó, aunque luego se arrepentiría de ello, mientras las sirenas comenzaban con su canto haciendo que finalmente el elfo retrocediera. Si hubiera tenido la capa y la seguridad de que funcionaría ya se habría llevado a Ellette de allí, pero este lugar era especial y mezclar dos magias poderosas no era sensato, ni siquiera para alguien como él.

—Estás siendo muy osada Ellette…

—Nunca he dicho que no lo sea… pero más que eso estoy siendo creyente y dando un salto de fe, ¿entiendes Dereth? –Buscó su mirada aunque estuviera lejos, y esto solo hizo confirmar al elfo su teoría; ella no creía en el lago, esto iba más allá de eso.—Son oportunidades únicas, no creo que puedan perderse… — habló finalmente perdiéndose entre el agua que caía desde la cascada y transformándose en una sombra apenas perceptible. Dereth suspiró, odiaba esta sensación, y odiaba que ella  fuera tan testaruda, pero más detestaba el saber que no podía hacer más que caer en su plan, que aceptar el desafío de su salto de fe y transformarse en la malla que detuviera su caída.

El ayudar no era algo que disfrutara especialmente, menos cuando la ayuda debía ser anónimamente y sin algo a cambio… siempre que gastaba su tiempo en alguien procuraba que hubiera una recompensa detrás, no porque le interesara esta en sí siempre, sino que porque es conveniente el que te deban favores, pero claro, Ellette era un caso único, especial e irrepetible que lo hacía estar preparando medicina para sus asesinos. Una tontería a ojos del elfo, y de cualquier persona medianamente normal, pero estaba claro que el hada no lo era y de que no le parecía bizarro el arrastrar a Kra Dereth hasta estas situaciones. En ocasiones como éstas el elfo volvía a pensar en qué era lo que realmente pasaba por la mente del hada, qué era realmente lo que pensaba, cuál era su lógica, porque todo lo hacía pensar que simplemente estaba loca, pero por otra parte cuando él también comenzaba a darle vueltas al  asunto acababa encontrándole de alguna manera sentido, cuestionándose así si serían estas mismas ideas las que envolvían al hada.

La medicina estuvo lista dos horas exactas después del encuentro del hada y el elfo, haciendo que éste último se pusiera nervioso tan solo con pensar en ella en la jodida cascada estando enferma, porque realmente la creía capaz de estar allí todo este rato… intentó ser lo más rápido posible, pero hay cosas que no se pueden apurar y no le había quedado más remedio que esperar a que hirvieran algunas plantas y el ver cómo la preparación se iba haciendo lentamente. Era irónico para un elfo de dos mil años estar preocupado por los minutos o segundos, pero el paso de éste es relativo y cuando alguien que te importa está esperándote aunque sea solo un momento, éste se hace eterno.

Entregar la medicina fue un tedio a la vez que ridículo, se planteó el no hacerlo y simplemente fingir, pero finalmente se decantó por hacer lo que se suponía correcto. Ellos se veían miserables y aún así no le importaban, pero sabía que ella sabría si no se recuperaban y la creía capa de inventar un plan ridículo como el de hoy o sacrificarse en busca de ayuda; Ellette estaba loca, y al elfo le parecía que a veces no era consciente de su propia vulnerabilidad, no sabía si por orgullo propio o solo porque en comparación con el resto de las cosas prefería dejarlo en segundo plano. 

Una vez entregada la poción se dirigió rápidamente hasta la cascada, todo se veía igual que antes incluida la sombra en ella. Dereth había esperado que ella en realidad le hubiera tomado el pelo, que se hubiera aprovechado de él y que saliera de la cascada en cuanto se hubiera retirado, pero seguí allí y podía apostar lo que quisiera a que no se había movido y que el único cambio en el ambiente era que ahora el sol iluminaba un poco la zona, pero solo duraría unos minutos más, era invierno y éste no permanecía mucho en el cielo.

—¡Tus deseos fueron oídos, sal de la jodida cascada! – se hizo oír Dereth en la tranquilidad del lugar, perturbándolo, logrando así también un nuevo cambio… de pronto de la cascada salía un cuerpo femenino con la ropa demasiado ligera ajustada al cuerpo, pálida y con el cabello ahora suelto cayendo por sus hombros y brillando al sentir los rayos del sol sobre él.

—Ya lo sé… el viento me lo dijo – añadió lo último sonriendo, dejando atrás cualquier resquemor mostrado hace unas horas y acercándose al elfo, ya no preparada para evadirlo, sino que para terminar de dejarse caer en su salto de fe, él también camino hasta donde estaba, notando así sus labios morados por el frío y su piel como un témpano de hielo.

—Eres muy imprudente – La regañó tomándola en brazos y sacándola del lugar, mientras pensaba en que la imagen que daba el hada al salir de la laguna era la típica que se daba a las protectoras de manantiales mágicos. – Debes saber que desde hoy odio profundamente a las sirenas, y que me las cargaré en cuanto pueda – ella bufó.

—Valió la pena… —susurró contra el pecho del elfo, abrazándose más a él y buscando en su cuerpo el calor que le faltaba – tengo frío.

—Por supuesto que lo tienes – La cubrió con su chaqueta no sin antes quitarle el vestido demasiado mojado e inútil, no en un acto de provocación, sino que solo buscando abrigarla.

—Dereth… — él la miró y aun así ella esperó unos segundos antes de hablar —…¿cuidarás de mí?— finalmente obtuvo el valor para preguntar antes de enterrar nuevamente su cabeza en su pecho.

—Sería un idiota si no cuidara a mi última oportunidad ¿no? – Aunque él no la vio ella sonrió, antes de que el la atrajera más hacia así, siendo él quien esta vez la envolviera fuertemente en un abrazo. Quería quitarle el frío, hacerla sentir bien, y en fin… simplemente protegerla, de alguna forma esto hacía que la sintiera un poco más suya. 

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Bueno, gracias por leer !! XD

Si le sgustó la pareja y quieren saber más de ella, les recomiendo: Nieve Otoñal, La ciudad del caos y Gealach. :333

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