Capítulo 26

Key saltó sobre sus manos y se impulsó para lograr mayor altura al dar una voltereta antes de aterrizar. Su estabilidad fue perfecta al enderezarse. Una gota de sudor se deslizó por su rostro. Su pecho subía y bajada a un ritmo acelerado por su agitada respiración. Quizás aquello era lo único positivo de quedarse con Nana, tenía una sala de entrenamientos con techo lo suficientemente alto y vigas como para que ella practicara bien sus movimientos.

Hikui desu —Key resopló y se dio vuelta para mirar a Nana.

—Eso no fue bajo.

—No suficiente.

—Estoy segura de tener el record de salto en alto.

—De nuevo.

Suspiró antes de mirar el suelo delante de ella y tomar carrera. Al menos, si la Agencia definitivamente la echaba, tendría una vida como acróbata. Si siquiera sobrevivía en primer lugar. Derek era rápido devolviendo y acertando golpes, ella tan solo necesitaba poder mantenerse fuera de su alcance. Y estaba el asunto de la magia, necesitaba encontrar qué se la estaba dando y destruirlo.

—Podría usar una naginata —murmuró, sosteniéndose con esfuerzo sobre sus manos para probar la fuerza de sus brazos.

Iie.

—¿Por qué no?

—Enemigo cercano. Arma cercana —Key se dejó caer hacia delante y rodó sobre su espalda para aligerar el impacto antes de terminar sentada, su mirada en Nana.

—Voy a herir a Derek si es necesario.

Shiranai.

—Lo haré.

—No querer.

—Por supuesto que no quiero herir a mi amigo, pero lo haré, porque está actuando contra su voluntad, y lo conozco lo suficiente para saber que él quiere que lo detenga sin importar el costo. Y respetaré sus deseos.

Heta desu.

Fukuzatsu desu —Key suspiró al bajar la mirada—. Tienes que entender que Derek es muy importante para mí, haría cualquier cosa por él, y ha hecho cosas horribles. Soy la única que puede detenerlo. Nadie lo conoce tanto como yo. No me juzgues por una vez no querer actuar como tú lo harías. No tienes idea de lo que es crecer en un mundo donde la gente es cada vez más prejuiciosa. Pero él estaba allí, para hacerme sentir normal y devolver las burlas y recordarme que gané mi puesto de agente, nadie me lo dio como una obra de caridad para la chica distinta. Y las personas lo juzgarán por lo que hizo, sin saber la verdad. ¿Puedes culparme, por tener que lidiar con la posibilidad de matarlo y saber que nada jamás limpiará su nombre? ¿Puedes hacerlo, sabiendo que alguien le arrebató su vida y yo podría ponerle fin?

Key-chan ga shimasu —Nana se acercó hasta ella y puso con suavidad una mano sobre su hombro—. No tu culpa. Key-chan especial. Tsukuyomi...

—Me hablas de tus dioses y Nix de los suyos, y los planes de cada uno, pero lo único que veo es al destino habiéndome quitado a una amiga y obligándome a enfrentar al otro. Fallé como agente ahora que Seito está muerto, fallé como amiga con Gia, fallé...

Iie. Tsukuyomi marcar Key por motivo. Él sabio. Key-chan sabia.

—Quizás los demás tienen razón, y esta vez es demasiado para mí.

Keshite. Gambate kudasai.

—¿Y qué si lo logro? ¿Y si lo hago? Solo me esperan más problemas con la Agencia.

—No gustar, pero Tokyo mejor opción. No necesitar explicaciones allí. Watashi wa poder arreglar.

—No lo sé. Hay algo que no me estás diciendo. Esto es más grande de lo que parece. ¿Verdad? Hay algo serio detrás, no es solo sobre Derek.

—Conflicto siempre más grande —Nana palmeó su hombro dos veces—. Descansa.

Sabía lo que esa palabra significaba. Nana siguió con su camino, Key dejó caer su cabeza hacia delante y se apoyó sobre sus manos. Su cuerpo estaba al borde de dejarle secuelas para más tarde si presionaba más el entrenamiento, nada conveniente en caso de una pelea futura. No era suficiente. Sus músculos todavía podían estirarse más, su peso aumentar, su agilidad mejorar. Necesitaba saltar más alto.

Permaneció allí, derrotada unos largos minutos más antes de comenzar a elongar. Su cuerpo todavía podía ser más flexible. Tenía que serlo.

Fue directo al baño. Se ocupó de escribir su nombre fuera antes de cerrar la puerta. Nana había hecho todos los tratos necesarios con brujos para que su casa fuera lo más parecida posible a aquella que debió dejar atrás en Kyoto, Key solo podía pensar en que las aguas termales eran ideales después de un entrenamiento.

Se desnudó por completo, se quitó todas sus vendas y lavó toda su piel antes de deslizarse dentro de la bañera. Su cuerpo se relajó al instante en contacto con el agua caliente. Cerró los ojos, y tan solo por un momento se permitió olvidarse de todos sus problemas. Cualquier esfuerzo valía la pena si lo que la esperaba al final del camino era un clásico baño japonés. Su piel estaba agradecida por los minerales del agua. El aroma de las sales tan solo adormecía su mente. Y ella podría haberse quedado allí una eternidad, rodeada de purezas naturales.

Miró todas las heridas que su cuerpo cargaba, a esa altura ya podía determinar cuáles dejarían cicatrices y cuáles no. Las del lobo definitivamente lo harían. Y ya no estaría Seito para tratarla o ayudarla a sanar mejor. Su cuerpo había conocido mejores épocas definitivamente, y no era un estado ideal para una pelea con un agente entrenado y sobresaliente.

No dijo nada cuando Pip entró en el baño también. Echó la cabeza hacia atrás para poder verla mejor. Ella dejó sus zapatos junto a la entrada y se acercó con cuidado. No pudo evitar sonreírle cuando la tuvo arrodillada junto al borde. Había estado tan ocupada los últimos meses, desde la licencia, que tal vez no había sido de lo más atenta o pasado tanto tiempo con ella como antes.

—¿Quieres tomar un baño conmigo? —preguntó Key y Pip miró su propio cuerpo antes de mirar el de ella y negar con tristeza—. Está bien, puedes si quieres.

—Nana dice que las reglas...

—Son chicas con chicas y chicos con chicos. Créeme, prefiero tu compañía aquí que Nana.

—¿Anton y Nix se bañan juntos? —Key no pudo evitar reír de solo imaginarlo.

—Si ambos siguen vivos, entonces no. ¿Segura que no quieres?

—No debería —ella hizo una mueca de tristeza, Gia era mejor para lidiar con ese tema.

—Al menos en este baño, las reglas se aplican solo para el corazón —Key la salpicó con un poco de agua, Pip rió en respuesta—. ¿Qué haces aquí?

—El hombre malo me asusta, ese que luce como tú.

—No está aquí, y no dejaré que te haga daño.

—Lastimó a tu amigo.

—¿Derek? —Pip asintió con miedo, Key suspiró antes de coger su pequeña mano—. Lo sé. Ya me ocuparé de eso.

—No quiero que te lastime también.

—Estaré bien. Tengo a Nix para ayudarme.

—A Anton no le gusta.

—Y a Nix no le gusta Anton. Los chicos tontos suelen pelear entre ellos —Pip rió cuando Key le guiñó un ojo, ella no pudo contener su sonrisa—. Solo no digas que los llamé así o se enojarán conmigo también.

—Gia decía lo mismo —Key se congeló al escucharla nombrar, tal vez ya era hora de decirle...

—Pip, Gia...

—Ya sé, Nix me contó —su sonrisa se mantuvo intacta, Key solo temió imaginando la cruel honestidad del brujo.

—¿Qué te contó exactamente? —preguntó con cuidado.

—Que ella se fue a Sussex —susurró Pip acercándose—. Pero es una misión secreta. ¿Verdad? Por eso nadie habla de ello. Sussex queda en ninguna parte y ningún lugar a la vez, y las personas allí vuelven a nosotros como historias.

—¿Eso te dijo Nix? —Key no pudo ocultar su asombro.

—También me dijo que ahora es parte del juego de Quibel, que cuenta la historia de Sussex, pero Anton dice que no se debe jugar con humanos. ¿Tienes una foto de Gia? Quise dibujar su carta, pero no se parece a ella.

—Luego podemos buscar.

—¡Gracias!

—De nada. ¿Algo más?

—¿Puede quedarse Nix con nosotros por siempre?

—Eso es más complicado.

—Pero él me gusta.

—El trato que tengo con Nix siempre fue temporal.

—Entonces le preguntaré a Nana.

—¡Pip!

No pudo detenerla antes que partiera corriendo. Key se rindió al saber que era en vano. No era justo que la palabra de Nana valiera más que la suya. Echó la cabeza hacia atrás, era lo suficientemente tarde como para que su abuela estuviera preparando otra intolerable ración de ramen. Casi se estremeció de solo imaginar que estaría condenada a comer únicamente aquello por quién sabía cuánto tiempo. Nana necesitaba aprender a cocinar otra cosa, o ella empezar a hacerse cargo de eso también.

Salió del agua cuando su piel comenzó a arrugarse, al menos toda tensión en sus músculos había desaparecido por completo. Secó su piel con cuidado y se vistió con prendas limpias. Peinó su cabello con sus dedos mientras subía las escaleras. Estaba tan ensimismada pensando en su situación actual, que nunca se había detenido a pensar qué haría luego. Con Anton y Pip, con la Agencia, con Nix...

Él estaba sentado bajo la claraboya, los ojos vendados. Key se detuvo enseguida temiendo estar interrumpiendo algo. Nix sostenía en una mano lo que parecía una taza de té, mientras tenía la otra en el suelo y la deslizaba sobre cartas vacías y símbolos que ella nunca había visto. Y por un instante, creyó entender el misticismo que rodeaba a los de su tipo.

—¿Necesitas algo? —ella ni siquiera se sorprendió al ser descubierta.

—¿Quieres ir a comer afuera? Nana está preparando de nuevo ramen —respondió Key acercándose.

—No me molesta repetir plato.

—Toda mi vida, esa mujer solo cocinó ramen. Me da nauseas de solo imaginarlo. Además, nunca experimenté una comida tradicional de brujo y aquí debe haber.

—Porque no hablas ashasard.

—Pero tú sí. No soy muy buena con los idiomas, podrías ayudarme a entender. Odio la teoría, soy del tipo que aprende más con la práctica.

—¿Por eso tu abuela te habla en japonés?

—Música, mangas, Nana... Es mi único modo de aprender —Key se sentó a su lado—. ¿Qué haces?

Nix en ningún momento se quitó la venda, tan cómodo como parecía en la absoluta oscuridad. Ella sabía sobre el braille, los sentidos más desarrollados, y todo lo típico que alguien podría saber, pero no entendía cómo podía escribir con tanta tranquilidad sin ver, ni leer los dibujos planos con solo tocarlos. Y era algo fascinante de presenciar, la facilidad con la que actuaba como si incluso se sintiera mejor así.

—Las marcas que antes tenía me ayudaban a interpretar bien las antiguas escrituras. No lo estoy logrando en este mudo, y no sé si es porque ya no las tengo, o porque es distinto. Empecé a escuchar la voz de la diosa cuando me quedé ciego, porque no había mucho más que hacer que escuchar y adaptarme a mi nuevo entorno. Entonces no tenía mis marcas. Si la vista es una distracción...

—¿Ella te habla?

—Como conocimientos, que aparecen en mi cabeza. No escucho ninguna voz. Solo lo sé. Cosas que están allí, y antes no estaban. Quizás, si silencio todas las distracciones, lo entienda de nuevo.

—¿Y cómo va eso?

—Este mundo está demasiado vivo para acallarlo. No logró calmar mi mente.

—Quizás no es tu mente lo que necesitas calmar. Mi padre solía decir que son nuestros corazones quienes crean el mayor ruido. Estás preocupado por tu hermana, es normal.

—Yo no me preocupo.

—Lo haces. Si lo niegas será peor. No sé cómo sea en tu mundo, pero este es demasiado caótico para encontrar paz si no somos honestos con nosotros mismos. Derek también me preocupa y no quiero tener que enfrentarme con él, pero si no acepto ese hecho, no podré pensar con claridad cómo actuar. Le dijiste a Pip sobre Gia.

—Ella no dejaba de preguntar.

—Lo sé. Yo debería haberme ocupado, pero no pude. Gracias. Lo que le dijiste... en serio fue lindo. La extraño. Y sé que no nos veíamos tan seguido como para que dos días hagan una diferencia, pero saber que regresaré y ella no estará más es algo difícil de aceptar. Quizás por eso no pude decirle la verdad a Pip, porque yo desearía que no fuera así.

—Ella era una reguladora, creí que esperarías que muriera en acción.

—No en tiempos de paz. No tan joven. Esas cosas no suelen suceder aquí. Washington es tranquilo. O lo era. ¿Existe algo para ti después de la muerte?

—Creo que nos volvemos uno con la magia.

—Tú eres quien escucha a una diosa hablarle.

—No es un secreto que me haya confiado.

—Nana dice que reencarnamos. Sería algo lindo de pensar. ¿Verdad? Suena más bien como lo que le dirías a una niña que acaba de perder a sus padres para que no esté triste. Pero ella en serio lo cree, y yo no sé en qué creer. Me aterra pensar que no hay nada luego. Si yo no sé cómo lidiar con la muerte, menos sabré cómo decirle a una niña.

—Le dices la verdad. Que se fue, y solo volverá como historias.

—Suena mejor que decirle que murió.

—Y aun así, es lo mismo.

—No soy tan buena con las palabras como tú.

—Te sonrojas cuando mientes.

—No lo hago —Nix levantó su mano libre y le tomó unos instante encontrar su rostro para tocarlo.

—Sí lo estás haciendo. Tu piel está cálida.

—Acabo de tomar un baño caliente.

—Eso no cambia nada —cualquier diversión desapareció de su voz, su expresión se suavizó mientras seguía tanteando su rostro—. Es extraño, finalmente saber cómo luces de este modo.

—Me has visto.

—No es lo mismo.

—¿Qué cambia?

—Todo.

—Pip es mi responsabilidad, no tenías que ocuparte.

—Ya tienes demasiado con lo que lidiar. Ten tu duelo en paz.

—Podrías despejar tu mente fácil.

—¿Cómo?

Key puso una mano sobre su rostro y lo giró para que la enfrentara. Era extraño, lucía tan vulnerable, y a la vez estaba segura que nunca había sido tan peligroso como en ese momento. Ella se acercó y, por primera vez desde que lo conocía, lo besó porque en serio deseaba hacerlo. Fue una decisión fácil. Se sintió bien, incluso mejor de lo que había esperado, aunque quizás aquello se debió al haberlo tomado por sorpresa.

Nix se echó hacia atrás sin romper el beso. Con cuidado dejó su taza de té sobre el suelo antes de cogerla por la cintura y atraerla más cerca. Key solo pudo ceder. ¿Cuánto tiempo llevaba sin besar a un chico? ¿Cuánto ansiando la cercanía de otro de ese modo? Y estaba bien. La fuerza de su agarre, el fervor con el que le devolvió el beso, la forma en la que ella logró olvidarse de todo.

Tal vez él tuviera razón, tal vez la vista distraía y por eso las personas cerraban los ojos al besar. Nix se recostó, Key solo pudo pensar en que le gustaba sentir el calor de su cuerpo debajo. Porque estaba allí y estaba viva y eso era real, y no sabía si podría decir lo mismo al día siguiente. Él enterró las manos en su cabello mojado y tiró de ella más cerca. Sus labios sabían demasiado dulce, todo lo opuesto a la intensidad con la que parecía actuar.

Se alejó al comprender que lo que estaba saboreando no era normal y sentir cómo su lengua comenzaba a entumecerse. Su cabeza daba vueltas, y no sabía cuánto era a causa del beso o algo más. Había sido un acto impulsivo, debió haberlo pensado mejor. Nix deslizó sus labios por su mandíbula y luego por su cuello. A ella le hubiera encantado continuar, pero no sería correcto.

—¿Qué estabas bebiendo? —él se detuvo enseguida ante esa pregunta y suspiró al comprender.

—Nada que un humano debería probar —Nix se alejó y la soltó.

—Está bien.

—No lo está y no te pondré una mano encima mientras eso te haya afectado, no me importa si fue en lo más mínimo.

Rió sin poder evitarlo, porque esas palabras parecían tan fuera de lugar con la actuación que intentaba vender. Nix la ignoró y retomó su estudio. Key se recostó en el suelo y descansó su cabeza sobre la pierna de él. Por un momento el brujo se quedó completamente quieto, luego apoyó una mano sobre el cabello de ella, dos dedos rozando su cuello. Tenía gestos tan suaves y delicados, y a la vez ella sabía que estaba tomando su pulso. Había chicos que no se preocupaban por aprovecharse de una chica con algunos tragos de más, y él se alejaba solo porque se le habían dormido los labios.

—Tu papel de chico malo está fallando —Key sonrió al hablar—. Estoy bien, en serio. Tal vez entrené demasiado.

—Es un relajante. No hay kenkas en el mundo humano. Algunos brujos lo usan para dormir, a mí me ayuda a despejarme.

—Entonces te drogas. Es una planta, aparece en la lista de la Agencia sobre sustancias ilícitas mágicas. Están prohibidas.

—Seguramente por su efecto en humanos —Nix enrolló un mechón de su cabello en un dedo—. No pensé que serías tan sensible.

—Por eso controlo todo lo humano que ingieres. A veces, una sola gota basta. Puedes seguir trabajando, solo necesito descansar un poco. Puedes contarme la historia de Sussex, allí es donde le dijiste a Pip que Gia fue.

—Hay muchas historias de Sussex.

—¿Y cuál te gusta a ti?

—Ninguna que los demás conozcan o crean que es posible.

—Entonces debe ser entretenida —ella cerró los ojos, sintiendo el cansancio extenderse al resto de su cuerpo—. ¿Es de aventura?

—Es trágica.

—Todo lo relacionado con brujos parece trágico.

—La reina de Sussex era demasiado poderosa y cruel, y le gustaba torturar inocentes y convertirlos en su pasatiempo. Su guardia personal la amaba, y por eso la asesinó y la encerró en su juego. Para que dejara de causar daño, porque era el único capaz de detenerla.

—¿Es eso cierto?

—Es la versión que conozco, aunque soy el único en creer eso. La mayoría cree lo opuesto.

—¿Y eso es?

—La clásica historia de una inocente besada por la luz, cuyo reino prosperaba y era rico gracias a su poder, y su guardia umbrus que la asesinó para poder realizar un hechizo demasiado poderoso, tanto que el reino entero desapareció.

—Me gusta más tu versión. No creo que sea trágica, creo que es una historia de amor.

—Hay tantas versiones de Sussex como puedas imaginar.

—Pero en tu versión el brujo oscuro era bueno y salvaba a todos. Entiendo por qué es la que te gusta. Aun así es triste, casi te parte el corazón al imaginarlo. Yo tengo problemas para enfrentar a un amigo, no quiero pensar cómo sería con alguien a quien amo.

—Hay siempre al menos una verdad en cada historia. Tal vez esa sea la única en la historia de Sussex.

—Quizás.

Tal vez lo peor fuera, que no sabía cuánto del cansancio se debía al largo entrenamiento y baño, y cuánto a lo otro. Se relajó por completo con los dedos de Nix jugando con su cabello mientras continuaba con sus cosas. A veces él tomaría otro sorbo de té, otras deslizaría su mano por el suelo para leer o escribiría más. Key se quedó dormida antes de que él descubriera la verdad.

***

Ella estaba viva. No debería estarlo. Hubiera sido mejor que no lo estuviera. Si en serio le importaba, debería haberla matado en el cementerio. O en el bar. O en su casa. Había tenido tantas oportunidades, y las había dejado pasar. Tal vez porque era egoísta, porque disfrutaba de ver a Key tan vivaz y feliz como solo ella era. Quizás por engañarse a sí mismo diciendo que la próxima vez lo haría, solo por desearle lo peor al ser ella tan hipócrita.

De un modo u otro, no le quedaba opción. Vika tenía razón, Keira Feza era una completa traidora a la Agencia y como tal debía pagar. Y Derek solo pudo sentir asco al recordarla bailando con el brujo, y saber lo que ahora eran. Él ni siquiera debería estar en ese mundo, o vivo para empezar. Un criminal, traidor y fraticida. ¿Cómo ella había podido caer tan bajo?

Vendó con cuidado sus codos y sus muñecas. La conocía, Key iría por cortes en las zonas sensibles para debilitarlo. El problema con ella era que se movía demasiado rápido, por lo que las armas de fuego eran inútiles, y ahora ya no estaba en juego otro agente como para reducirla por amenaza a un tercero. Y no era tonto como para subestimarla, ella tenía más entrenamiento en armas tradicionales. No había modo que fuera a enfrentar a Key armado, solo para darle la ventaja en eso.

—He visto a la agente, no parece tan gran amenaza como para tomar tantas prevenciones —comentó la bruja.

—¿Te pidió perdón al enfrentarte? —Derek no desvió la mirada de sus tobillos mientras los vendaba.

—No.

—Entonces se estaba controlando. Key siempre pide perdón cuando planea dañar. Cuando llegó a Washington tenía la mitad de su cabeza vendada, un brazo quebrado, y puntos en una pierna, y recuerdo que mi padre dijo: mira qué hermosa niña, en una noche mató más brujos de lo que tú serás capaz en toda tu vida, esa es una verdadera agente.

—¿Por eso no le dijiste a nuestro amigo en común sobre ella? ¿Le temes?

—Solo soy precavido.

—Él no estaba nada contento porque no la hayas mencionado, no le gustan los errores.

—Lo sé, y ya fui castigado por ello.

—¿Dónde está?

—No lo sé.

—He vivido con un mentiroso toda mi vida. ¿Crees que no sé reconocer cuando no me dicen la verdad?

—No es sabio atacarla en su territorio.

—¿Alguna vez te he dicho cómo murió mi hermano? Una puñalada al corazón, se desangró en lo que tú llamas segundos —ella se acercó para quitarle las vendas y que le prestara atención—. Eso es lo que Kohl hizo, y tu amiga merece la muerte por el simple hecho de estar ayudándolo. Y mientras tú te quedas aquí sin hacer nada, ella está con él, quizás de un modo más íntimo de lo que crees.

—Keira jamás...

—No me pareció así a mí. No puedo volver a mi mundo mientras Kohl siga con vida. Dime ahora mismo dónde lo está ocultando, o puedo pasar el resto de la noche enumerando todo lo que deben estar haciendo.

Debería matarla. Nada de todo eso hubiera sucedido, si la hubiera matado la primera vez. Pero Key había sido rápida en reaccionar y la cicatriz en su rostro era prueba de ello. Ella siempre lo había criticado por su trato con brujos, entonces era su momento de pagar por incumplir las reglas también. Por pretender ser una agente ejemplar cuando era una vergüenza para la Agencia. Por ser la causante de todo su mal. Key no veía bien en la oscuridad, tal vez, si la atacaba de noche, entonces ella no tendría ventaja.

—Debe estar con su abuela. Vive en el pliegue del Mall, nunca pude encontrar la entrada.

—Gracias a la magia yo soy bruja y veo lo que los humanos no —ella sonrió ante la respuesta.

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