Capítulo 7

— Será lo último que haga —contestó Orion con una pequeña sonrisa— , lo prometo.

— Pienso que es una mala idea... —dijo Revi antes de cruzar los brazos y recargarse en el marco de la puerta.

— ¿Por?

— Si ya tienes suficiente, ¿por qué irías por más? —cuestionó mi amiga de cabello naranja.

— ¿Por qué no?

— Porque es peligroso-

— Siempre lo ha sido- —interrumpí, y ella lo hizo después;

— No voy a ir a auxiliarte cuando te tropieces en las escaleras... —dijo para después mirarme de forma juzgadora, perfecto, ahora me siento mal.

— Reviii, no me mires así... —en un tono infantil, si, así lo dije, esperando que la mencionada se riera.

Si bien no fue una risa como tal, esbozó una sonrisa, cerró los ojos y giró la cara hacia el lado.

— No esperes que vaya por ti cuando te lastimes, es lo último que te digo. — me regaña, y posteriormente levantó la caja con una de sus manos, para después caminar hacia la cocina.

Suspiré... Huelo, siento, y percibo la decepción hacia mi persona por parte de Rebeca... Pero ya, hay que prepararse.

Mi pequeña e ilícita fortuna no solo está de adorno, ya que con ella tengo algunas cosas útiles, y para éste trabajo, voy a usar una "Camo Cloak", que en pocas palabras es como una capa ultra delgada que va por encima de tu ropa, utilizada por las fuerzas especiales para misiones de sigilo; la Camo Cloak es una capa de camuflaje, que utiliza microfibras de alta tecnología para reflejar el entorno a tu alrededor, que en palabras más simples, es una capa de invisibilidad. Conseguí un par como parte del pago de uno de mis tantos robos.

Además, llevaré conmigo un chaleco antibalas, sólo por si acaso, y, por último pero no menos importante, una pistola.

Tres días después tomé el taxi para ir al restaurante de Don Tigre, pasando por la misma ruta de siempre; un abrigo bastante costoso color azul oscuro puesto, elegante y limpio, debajo de éste mi chaleco y por encima la Camo Cloak, en el bolsillo interno la pistola con seguro puesto, la seguridad ante todo. Unos pantalones de vestir grises y un par de botas negras.

Fueron 40 minutos de viaje en total, y pedí bajarme 5 cuadras antes, pagué, y continué el camino a pie. Levanto mi manga para ver la hora, son las 19:20, y justo 10 minutos después llegó al susodicho punto de reunión, un restaurante de comida italiana en una de las avenidas más transitadas. Frente a mi hay un rascacielos de cristales negros llamado L'impero, y ese restaurante se encuentra en el sexto piso del mismo. La puerta de cristal del edificio es abierta por el portero, luego de saludar en italiano, porque claro, el edificio es uno de los "Barrios Italianos".

No importa, una vez entré, una espaciosa habitación adornada con esculturas griegas y fuentes, las paredes pintadas de arte renacentista como si de una iglesia se tratase, y la música es exclusivamente instrumental, sonando ahora el famoso Trino del Diablo, la sonata en violín en sol menor. Cabe aclarar, que estamos en el Nivel 4, y todo aquí es de caché, y éste edificio no es la excepción.

Apenas doy un par de pasos hacia el frente para cuando un par de sujetos de smoking azul se me acercan.

— Bienvenido a L'imperio señor Bishmark, nos encomendaron llevarlo hacia su mesa —dijo uno de los hombre, a lo que yo asentí como por reflejo—. Acompáñenos por aquí.

Mostró entonces el camino con su mano, específicamente hacia la derecha de la habitación, donde un par de elevadores de cristal se encuentran. Caminamos, entramos, y de ahí marcaron el sexto piso. El ascensor comenzó a subir, y es aquí donde debo hacer un excesivo énfasis en lo grande que es éste lugar, cada piso de éste edificio son tres pisos juntos en total, donde todos se conectan a una red de pasillos para una salida de emergencia.

Las puertas del elevador se abre, y frente a nosotros se encuentra un restaurante que lleva por nombre La Casa di Famiglia, cinco estrellas, y bueno, no es necesario dar una descripción de cómo es por dentro, ya que ambos hombres me guiaron hacia la entrada a la cocina, pasando por toda ésta hasta que llegamos a la puerta del final, en donde tras un pasar un largo corredor, llegamos a unas escaleras de mármol, paredes con retratos varios. Veinte escalones arriba, llegamos a una parte exclusiva del restaurante, en donde el mismísimo Don Tigre me esperaba en una mesa para dos, cubierta de un mantel blanco, una botella de vino, un par de copas, y una pequeña escultura de león en el centro.

El par de hombres que me guiaron hacen una señal con su mano de que entre, ambos con una sincronización impecable.

— Grazie. —agradezco en italiano, para posteriormente caminar hacia la cabeza de la mafia Tigre, al mismo tiempo que peiné mi cabello hacia atrás.

Francesco Dell ́Tigre se percató de mi, a lo que con una cálida sonrisa saludó con su mano, acto seguido señala la silla frente a él para que tome asiento, cosa que hice.

— Buenas noches Orion —saludó Don Tigre una vez me senté— , ¿qué tal fue el viaje? —preguntó el italiano de traje negro y corbata azul, con una rosa blanca como adorno en el smoking.

— Buenas noches, fue tranquilo, no tuve problemas de ningún tipo para llegar. —contesté al mismo tiempo que daba un vistazo alrededor

Un total de 10 mesas se encuentran en el área, la cual es un balcón que deja ver los otros dos pisos del restaurante, el cual estaba casi lleno, pero nuestra área estaba sola.

— ¿Te gusta? —la voz de Francesco me hizo voltear a verlo— , hace una semana lo remodelé.

— Si, me encanta el toque del siglo XVI que tiene. —contesté esbozando una sonrisa, para después voltear hacia el balcón donde nos encontrábamos.

No contemplaba la estructura, buscaba a cualquier guardia en el lugar que pudiera estropear mi escape, y si los hay, el par que me llevó ahí, los cuales se quedaron a los lados del ascensor.

— Quise darle un toque más... Clásico. —dijo Don Tigre antes de soltar una ligera risa.

Reí a la par, y tras unos minutos de charla, pasamos al asunto importante; el italiano apoyó ambos codos sobre la mesa, y entonces dijo:

— Ésto será un poco más complicado que el trabajo anterior, tienes que entrar a su penthouse, y destruir toda la información que encuentres en su computadora.

Esa... Es una petición extraña; normalmente no me piden destruir documentos, a no ser que también involucran a mis clientes. Tardé un segundo pensando antes de que abriera mi boca para hablar, siendo abruptamente interrumpido por el contrario;

— No me importa como, pero la quiero totalmente desaparecida, ciao, finita, borrada del mapa, como si jamás hubiese estado ahí, ¿capisci?

— Capisco. —respondí en italiano a la par que asentí

Otros tantos minutos pasaron, donde el jefe mafioso me explicaba el plan de cómo entraría y saldría. Luego de un par de copas de vino, comenzamos a despedirnos, estrechándonos la mano.

— Entonces, serían C$150,000 para hoy, y el resto para cuando termines.

Asentí una vez más, para después mirarlo y contestar:

— Claro que si Don Tigre.

— Eccelente —replicó en italiano antes de darme una palmada en la espalda— , un taxi espera por ti abajo, no te preocupes, ya le pagué.

— No tenía que hacerlo, pero se lo agradezco. —dije, soltando el apretón de manos

Ahora o nunca.

— Buona giornata, Orion —interrumpió con una sonrisa— , gracias a ti por tus servicios, hasta hoy no has fallado en ninguno de mis encargos.

Me da otra palmada en la espalda, para comenzar a encaminarme hacia el ascensor.

— Podrías tener un espacio en la familia de Don Tigre si quisieras —dijo el jefe, haciendo que abriera mis ojos ligeramente sorprendido— , tienes talento, pero no puedes trabajar para otras personas...

Sonreí para después mirarlo, cruzando los brazos para disimular que intentaba tomar la pistola de mi abrigo

— ¿Usted cree? No podría... —dije, intentando mantener su vista fuera de mis manos

El mafioso rió ante mi respuesta, y me tomó de los hombros, abriendo su boca para hablar, pero ahora fui yo quien lo interrumpió, pero no con palabras, lo hice guardar silencio al poner el arma contra su pecho. Rápidamente su expresión se tornó nerviosa, y antes de que algo más pasara, jalé del gatillo.

Bang.

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