Capítulo 12
Key se despertó complemente sobresaltada, un grito atrapado en su garganta. Las pesadillas no le daban descanso. Quiso culpar al cambio de horario, las últimas cuarenta y ocho horas habían sido una locura entre tomar el avión, llegar a tiempo para bañarse y arreglarse, asistir a una fiesta, descubrir que la fiesta era tan aburrida como para desear ir a un bar de brujos, quedarse despierta hasta tarde por eso, madrugar para entrenar, asistir a la reunión... Se había quedado dormida tan pronto como había regresado a su habitación de hotel la noche anterior. Y sabía que se estaba quedando sin excusas para sus pesadillas.
Arrastró sus pies hasta el baño, el cambio de horario tampoco estaba siendo dócil con ella. Benji había dejado todo empapado, Rai había dejado una nota insistiendo en releer las reglas que ella había escrito para la convivencia. Lo último que Key había imaginado una semana atrás había sido que terminaría en Edinburgh, compartiendo habitación con otros tres jóvenes. Al menos cada uno tenía su propia cama...
La calefacción era un problema. Luego de pasar el invierno a la intemperie, apenas podía tolerar dormir con una camiseta y ropa interior. A juzgar por el horario y el silencio, los demás ya deberían habérsele adelantado y partido a hacer sus respectivos asuntos. Key había aprendido que, tan unidos como los clanes se mostraban en público, en privado no podían estar más de tres minutos sin discutir.
Rai le reclamaría a Takeo porque su hermana hubiera enfermado viviendo con los Feza, él le respondería que no era su culpa. Benji se quejaría de cuan obsesiva con las reglas era Rai, y ella le respondería lo irresponsable que él era. Takeo le exigiría a Benji que fuera más sensato, y Benji le diría que era un imbécil por haberse lesionado justo antes del cónclave. Y durante todo ese tiempo, Key se quedaría a un lado bebiendo té en paz, porque así había sido desde que los tres jóvenes se habían juntado.
La cocina estaba limpia, lo cual era un avance respecto al día anterior, o al menos significaba que ella había dormido lo suficiente para saltearse la pelea entre Rai y Benji mientras preparaban el desayuno. Había una porción todavía caliente de tamago kake gohan que ella no dudó en coger, agradeciéndole en silencio a quien hubiera sido el responsable de dejarle algo.
Debería entrenar. Debería repasar sus lecciones con Takeo, y luego ver cómo seguir investigando con él sin cometer el error de mencionar el peligro de los besados por la luz, porque eso solo parecía llevar a que nadie le creyera. ¿Cómo luchar contra una magia similar? Debía haber un modo. Del mismo modo que debía haber un modo de recaudar más información respecto a lo que estuviera ocurriendo en Ashdown.
Se detuvo al entrar a la sala y ver a Takeo arrodillado frente a la mesa de desayuno. La Agencia se había tomado la molestia de reservar todo un hotel cerca de la sede para sus invitados, e incluso ambientar cada habitación del modo más adecuado para sus ocupantes. Ellos habían terminado en la habitación más grande, con cuatro dormitorios y una cocina incluso, y alguien se había tomado la molestia de conseguirles toda la vajilla y mobiliario apropiado para la sala. Así que no le sorprendió verlo ya comiendo el desayuno con sus palillos, pero no estaba solo, y Nix era la última persona que hubiera esperado encontrar allí.
—Ohayō —murmuró ella.
Nix apenas levantó la cabeza de su propio desayuno para mirarla, Takeo lució indignado. Se preguntó si estaría soñando, pero su cuerpo estaba demasiado cansado para ser el caso y no había modo que su imaginación pudiera idear algo así.
—Deberías cambiarte —dijo Takeo.
Suspiró y dejó su tamago kake gohan a un lado antes de regresar a su dormitorio. No era como si pudiera decirle a Takeo que a Nix no podría interesarle menos cuánta piel mostrara, no era su secreto para compartir. De niña Nana la había golpeado suficientes veces en la cabeza al hablar de otros como para comprender que no estaba bien.
Afortunadamente, para cuando regresó a la sala, su desayuno seguía caliente. Se arrodilló junto a su primo, cogiendo un par de palillos y mezclando el huevo con el arroz. Por unos largos segundos, todo fue paz. Miró de soslayo a Nix, no parecía para nada molesto. Él había asistido finalmente a la reunión el día anterior y no había pedido que la echaran.
¿Y si había hecho algo para ofenderlo sin notarlo? Key estaba segura de que no era el caso, pero tampoco había tratado con un brujo de su tipo antes. Anton no contaba. Lo conocía desde que era un niño, y aun si no fuera el caso, los años de diferencia entre Anton y Nix, las distintas vidas que habían tenido, se sentían como una eternidad entre ambos.
—Podrías haberme avisado que tendríamos compañía —murmuró Key.
—La orden de alejamiento no tenía justificativo alguno. Fue sencillo pedir una anulación —respondió Takeo—. Solo queda ser firmada, junto a la nota de disculpas. Este es un desayuno de tregua. No vuelvas a meterte en algo así.
No estaba segura de si Takeo seguía odiándola, o no. Ayer ciertamente no había estado nada contento al saber de la restricción, ella tampoco. Key se había asegurado de reparar su parte, y su primo había hecho el resto. Conociéndolo, él jamás hubiera permitido que algo semejante manchara el apellido Feza. La nota de disculpas era un bonito detalle para limpiar el desorden.
Levantó la cabeza para mirar un instante a Nix, y entonces se inclinó. A su lado Takeo la golpeó por debajo de la mesa, pero lo ignoró. Tal vez había sido su error al malinterpretar las acciones del brujo y él se había ofendido por el modo en que ella lo había tratado, quizás los besos habían sido el problema. Aunque notó la bufanda que le había dejado a Nix prolijamente doblada a un lado, limpia y esponjosa como ella la recordaba. Había creído verla maltratada el día anterior, otra prueba de que quizás sí hubiera hecho algo para merecer lo que él había pedido, o su vista le había jugado una mala pasada ante la mala iluminación. Si Nix había cuidado la bufanda, entonces no podía estar ofendido. ¿Cierto?
—Lo siento si hice algo que te hizo sentir incómodo —dijo Key.
—Deja de disculparte por todo —respondió Nix y ella casi sonrió ante la familiaridad.
—No tienes nada por qué disculparte —Takeo la cogió por el cuello de su camiseta y obligó a enderezarse—. Él es quien debe hacerlo.
—Las disculpas no tienen valor si no son sinceras —dijo Key.
—¿Ahora tienes un guardián? —preguntó Nix mirando a Takeo con desinterés, Key se encogió de hombros.
—De hecho, soy yo quien debe cuidarlo —respondió ella.
—Predecible —murmuró él—. ¿Y qué andas investigando ahora?
Una parte de ella, la chica que no quería olvidarse de esos últimos días en Washington, sonrió al escucharlo como si hubiera estado esperando esa pregunta. Rebuscó dentro de los bolsillos de su pantalón hasta coger las fotografías que había tomado a escondidas. Si Takeo se enfadó por perturbar a los enfermos, no lo mostró. Él estaba demasiado centrado en encontrar una explicación también como para andar con inconvenientes.
Por supuesto, no era tan sencillo como mostrarle los cuerpos a Nix y esperar que él reconociera algo, y a juzgar por la mirada que el brujo le dirigió como preguntándole si era idiota, no lo hacía. Al menos las imágenes no eran tan grotescas para enfermarlo, aunque ella no pasó por alto el modo en que palideció o evitó mirarlas más que lo necesario.
—Esta enfermedad, sea lo que sea, viene de tu tipo —dijo Key—. Y mientras hablamos, tan solo más personas son víctimas. Para fin de mes ya habrá afectado a un décimo del clan Feza, y eso es sin contar todos los demás humanos de la región. Parálisis, bajas pulsaciones, respiración superficial. ¿Te suena familiar?
—¿Síntomas previos? —preguntó Nix.
—Sin síntomas que hayamos notado de momento —él negó con la cabeza al escucharla.
—Ninguna de nuestras enfermedades no tiene síntomas previos.
—Esto no es humano. Nuestros médicos no encuentran explicación alguna —dijo Key, resopló ante su silencio—. ¿Qué quieres a cambio de ayudarme?
—No hay nada en que ayudarte —Nix empujó las fotografías de regreso hacia ella.
—Puedes firmar esto —Takeo deslizó una carpeta en su dirección—. Y nosotros le reclamaremos a Washington por aceptar una orden de alejamiento sin fundamentos, en vez de a ti por presentarla.
—Estoy segura que hay un modo más amable de decir eso —murmuró Key por lo bajo antes de llevarse una porción a la boca.
—Seré amable cuando tu nombre esté limpio —respondió Takeo.
Predecible. Ella tan solo había malinterpretado el comienzo de su relación, Takeo era igual de brusco con todos. Nix firmó sin darle tiempo de decir nada más. Key parpadeó sin terminar de creerlo. ¿Tan sencillo había sido conseguir que retirara su restricción? Él se puso de pie y se dio vuelta para partir.
Ella tardó tan solo tres segundos en reaccionar. Se levantó de un salto y corrió los pocos metros hasta alcanzarlo junto a la puerta de la habitación. Nix se detuvo al escucharla. Key no pensó en Takeo o en que una agente no debería correr detrás de un brujo si no fuera para detenerlo, ni siquiera en que debería pretender desinterés ante el joven que la había despedido con un beso solo para pedir una orden de alejamiento ese mismo día. Nunca había sido del tipo que retrocedía, y eso no cambiaría ahora.
—¿Qué pasó en Washington? —preguntó ella y dudó un instante—. ¿Acaso...? ¿Acaso ganamos? Porque no se siente así. Están sucediendo cosas malas en todas partes. Y no entiendo. ¿Qué hizo Kira? ¿Por qué ir tras Derek? ¿Qué hay sobre la hija de Seito?
Había demasiadas preguntas sin respuestas en su cabeza, y estaba segura que era porque Nix callaba la mayoría de sus secretos. Él sabía, y aun así ella supo por el modo en que la miró que no hablaría. Fuera lo que fuese, Nix siempre había sido demasiado reservado en todo lo respectivo a Kira, convencido que hablar de él tan solo le daría más poder.
—Estás viva —dijo Nix—. Ese debería ser suficiente motivo de victoria para ti.
—No lo es —murmuró Key—. Sabes que no lo es para mí, si otros sufrieron a pesar de lo que hice.
—Entonces no deberías involucrarte en asuntos de brujos.
—¿Por eso pediste la orden? —preguntó ella, él no respondió—. Es mi trabajo hacerlo, para proteger este mundo, incluso si eso incluye intervenir en el tuyo. Y no lo dejaré de hacer solo porque tú lo dices. Puedes ayudarme, o mantenerte a un lado, pero no seas un inconveniente porque no tengo problemas en deshacerme de los inconvenientes.
—¿Qué piensas hacer esta tarde?
—Encontré un besado por la luz que interrogar —respondió Key, Nix resopló como si hubiera esperado eso—. Tengo un punto que demostrar. Son un peligro.
—¿Sabes lo que le sucedió a la última persona que intentó hacer lo mismo? —Nix bajó la voz al acercarse para que solo ella pudiera oírlo—. Era un príncipe, y el pueblo lo acusó de haber enloquecido. Lo mataron. El mismo pueblo asesinó a su propio príncipe por andar sospechando de los besados por la luz, y todos sabemos cómo aquella historia continuó. Si eso le sucedió a un brujo, imagina lo que le harán a una humana siendo ustedes más sencillos de influenciar para ellos.
—Tu papel de chico malo sigue fallando —Key sonrió ligeramente—. Te veo en la reunión, Nix.
Él partió sin decir nada, solo entonces ella dejó de contener su sonrisa. Tal vez se había equivocado, y sí le importaba algo después de todo. Nix no era del tipo que daría advertencias gratis. Quizás si fueran amigos aunque él se negara a reconocerlo. Key ciertamente disfrutaba de su compañía.
Regresó a la mesa del desayuno para sentarse frente a su primo. El arroz seguía caliente, eso estaba bien. Comió un bocado mientras intentaba poner en orden la agenda para su día. Reunión, interrogatorio, entrenar... Tenía que entrenar, asegurarse de poder controlarse del todo en una práctica para jamás volver a cometer el mismo error que con su primo.
—Ten cuidado con un umbrus —murmuró Takeo mientras continuaba con su desayuno.
—No me hará daño —respondió Key.
—No lo digo por él. Son considerados los brujos más peligrosos y poderosos por alguna razón —dijo Takeo—. Piensa por un momento. ¿Cómo detienes a alguien que obtiene su poder de la sangre? Lo dañes, o te haga daño, tan solo inclinas la balanza a su favor. No hay modo de ganar en un enfrentamiento contra uno.
—Siempre hay un modo —Key llevó otro poco de arroz a su boca—. Y Nix no es del tipo que te atacaría. ¿Sabes por qué pidió la restricción?
—Tengo una teoría, pero tengo que confirmarla —admitió Takeo—. Aún te queda mucho por aprender sobre los umbrus. ¿No es así, prima?
—Podrías enseñarme lo que sabes.
—Creo que ya escogiste qué tipo de magia deseas estudiar. No confundas tu mente al desear aprender dos opuestas al mismo tiempo —respondió Takeo—. Además, al clan le vendría bien alguien que profundizara sobre magia de luz. Sobre todo si ellos son tan peligrosos como insistes.
—¿Me crees? —preguntó ella con sorpresa.
—De niño adoraba las historias de terror. Solía pasear durante horas por Aokigahara para encontrar cuerpos, nadie merece morir solo y olvidado. Soba creyó que por eso tenía estómago para lidiar con magia oscura. Así que comenzó a enseñarme, y una de las primeras cosas que hizo fue obligarme a prometerle que jamás me acercaría a un brujo de luz. Son opuestos a los umbrus, dijo, y no necesitaba su opinión nublando el juicio que yo mismo debía construirme sobre practicantes de magia negra. Así que nunca me he acercado a uno, escuchado o hablado con tal, y lo que dices suena como una locura —ella se desanimó al escucharlo—, pero es el deber de un líder escuchar todas las voces. Incluso las que suenan locas. Así que demuestra estar a la altura de un Feza, y demuestra tu punto. Porque si estás en lo correcto, entonces temo que el peligro que corremos es indescriptible.
***
Nunca se había detenido a pensar mucho en lo que habría hecho Nana antes de tomarla bajo su cargo. Conocía su pasado, solo porque otros se lo habían contado. Nana nunca hablaba sobre el antes asegurando que solo el ahora importaba.
Había sido una increíble guerrera. Tras la Segunda Guerra Mundial, cuando Japón había estado tan devastado como para que los brujos creyeran que era un buen lugar para intentar tomar y finalmente tener su propio territorio entre humanos, había peleado en una guerra tan miserable como sangrienta por evitarlo. Casi todos sus camaradas habían muerto en batalla, pero ella sobrevivido. Decían que había cazado hasta el último de sus enemigos hasta el mismísimo mundo de los brujos, porque Nana siempre insistía sobre no dejar con vida a nadie con una sola gota del enemigo, ningún inocente que a futuro pudiera buscar venganza. Así que ella había ido a Ashdown, y fuera lo que fuese que hubiera sucedido allí, la había cambiado para siempre.
Abandonó sus armas al regresar.
Key había escuchado casi todas las historias de parte de su padre, y entonces había imaginado a Nana como una heroína. Cuando había pasado a vivir con ella finalmente tan solo había encontrado a una anciana que fingía no oírla si le hablaba en inglés con una tendencia a golpearla en la cabeza convencida que no había mejor modo de corregirla.
Y nunca se había detenido a pensar que, antes de hacerse cargo de ella, Nana tal vez hubiera estado entrenando a otro. Tenía sentido. Takeo no le guardaba rencor, pero parecía lógico de su parte entonces exigirle que ella estuviera a la altura de lo que se esperaba.
Había intentado llamar a Nana después de la reunión sin resultado alguno. Había sido un intento en vano, esa mujer siempre era imposible de contactar y debería saberlo mejor que nadie. Pero ahora, Key no podía evitar recordar. Del mismo modo que Nana había escogido a Takeo para aprender sobre magia oscura, Key no podía evitar pensar en como su abuela siempre la había llevado a visitar a Seito. Desde el primer día bajo su tutela, hasta que Nana le había pasado la responsabilidad sobre ese brujo a ella.
Nana nunca le había prestado atención a lo que Seito dijera al momento de lidiar con él. Ella solo hablaba lo que tenía para decir sin escuchar a cambio, y más tarde le preguntaría a Key qué era lo que él había respondido. Key no le había dado importancia entonces al creer que Nana simplemente era así con todos, ahora no podía evitar preguntarse si no había sido un modo de defensa.
Acomodó su capucha al detenerse frente a la vieja librería. Había comenzado a nevar hacía un rato. Podía sentir la sombra de la colina y el castillo a su espalda, un eterno centinela velando por la ciudad. Le hubiera gustado tener tiempo libre para recorrer las calles, aventurarse en busca de pliegues, pero últimamente parecía que no existía tal cosa para ella.
Se aseguró que sus auriculares estuvieran bien puestos. Subió el volumen de la música. Internamente le pidió protección a sus padres antes de avanzar. Se concentró en su propia respiración, en prestarle atención a cada instrumento y cada nota de la canción. Mantuvo la cabeza en alto, incluso cuando era consciente del gran riesgo que implicaba lo que estaba haciendo. Era valiente, no estúpida.
No le prestó atención al brujo en el mostrador. Apenas le echó un rápido vistazo para notar su cabello blanco antes de darle absolutamente la espalda. Iwa había dicho que la influencia era más fuerte ante el contacto visual. Sentía un frío como nunca antes había sentido, el miedo extendiéndose como hielo por sus piernas. Una simple orden, eso había bastado para que Gia acabara con su propia vida.
—Estoy buscando un libro —dijo ella—. ¿Puede darme una mano?
Deseó que su voz no fuera lo suficientemente fuerte, ni lo suficientemente baja. No podía oír nada por fuera de los auriculares, sus huesos vibrando con la música. Supo que el brujo se había acercado solo cuando vio su figura por el rabillo del ojo, y aun entonces se concentró deliberadamente en un tomo frente a ella para evitar mirarlo.
Quizás estaba siendo injusta. Quizás este brujo no tuviera ninguna intención maliciosa, Seito jamás le había hecho daño. O al menos no que ella supiera, tal vez Seito sí le hubiera hecho daño y luego dicho de olvidarlo. Key no deseaba pensar en esas opciones, el brujo no había parecido de ese estilo. Pero, si debía ser honesta con ella misma, ya no sabía qué creer, y nada la aterraba tanto como no poder confiar en su propia memoria y convicción.
—Necesito saber sobre la caída de su monarquía y la revolución —continuó ella.
Pensó en su estilete escondido en su cintura. Mantuvo su cuerpo relajado y casual, como si fuera más una falta de respeto su atención que una protección. ¿Después de todo, cuántos adolescentes iban a hacer las compras con sus auriculares puestos y sin reconocer el mundo a su alrededor? Si el brujo habló o no, ella fue incapaz de escucharlo.
Se concentró en las palabras de la canción. Las repitió en silencio mientras el brujo se movía a su alrededor. Estaba dentro de un pliegue. Al menos eso, le daba cierto alivio. Seito también había vivido en uno. Tal vez su tipo evitara el contacto directo con humanos, fuera de la Agencia.
Senbonzakura yorun magire...
El brujo cogió un libro y se lo alcanzó. Key mantuvo la distancia reglamentar al tomarlo, evitando cualquier tipo de contacto. El volumen era casi ensordecedor, no estaba bien el modo en que estaba exponiendo su cuerpo.
Kimino koemo todokanaiyo
¿Qué eran unos pocos segundos de lastimar sus oídos contra su propia voluntad y su propia vida? Había ido a discotecas desde que había sido capaz, de todos modos la sordera ya era un riesgo a largo plazo.
Kokowa utage haganeno ori
Siguió al brujo hasta el mostrador y dejó sobre este más dinero del que debería. Cualquier cosa antes que arriesgarse a equivocarse y que él le reclamara lo faltante. Necesitaba evitar reclamos. Necesitaba evitar cualquier excusa que pudiera terminar en ella prestando atención.
Sono dantoudaide mioroshite
El brujo dejó cambio sobre el mostrador. Key lo cogió y partió al instante. No se sintió a salvo cuando el frío aire de la noche la recibió, el castillo vigilante en lo alto. Tampoco cuando sus botas se hundieron en la nieve al alejarse de la tienda. Su mano fue por instinto a su estilete. No era suficiente. No se sentía a salvo. Sus padres la habían entrenado para enfrentar cualquier peligro, pero jamás uno similar.
Se detuvo al ver al joven al otro lado de la calle. Y entonces corrió. No pensó en lo que estaba haciendo al momento de lanzarse sobre él y abrazarlo. Hundió su rostro en su pecho, apretando los dientes para no gimotear y sintiendo las lágrimas quemar en sus ojos. Solo escuchar, eso le había bastado a Gia para matarse y Derek para enloquecer. Sus dos mejores amigos ya no estaban por culpa de ello. Y se encontraba sola, y perdida, y la luz estaba mal, y la oscuridad era buena, y nadie le creía ni dudaba como para al menos ayudarla a intentar demostrar lo contrario.
Gia había sido tachada como una suicida, y Derek como un psicópata, ambos considerados un fracaso como agente, y Key no dejaba de ser cuestionada por creer lo opuesto a los demás y su futuro no lucía muy esperanzador si seguía ese camino. Y no era justo, ni sabía qué creer, ni podía confiar del todo en su pasado. Y tenía miedo. Porque una simple palabra allí atrás hubiera sellado su destino también.
—No quiero ser un héroe —dijo ella y su voz se quebró al hablar.
Sintió a Nix suspirar. Él le quitó con cuidado sus auriculares, estos golpearon el suelo por el largo del cable, la música tan alta como para que Key pudiera seguir oyendo las percusiones. Él era seguro. ¿O no? ¿Y si la estaba manipulando también con sus palabras? ¿Y si estaba cometiendo el error de su vida al entrometerse en la eterna lucha entre la luz y la oscuridad?
—Lo sé —él hundió una mano en su cabello para sostenerla cerca—. Deja de maltratar tus oídos.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Key.
—Asegurarme que no te mates, eres la única humana interesante en este mundo —respondió Nix con aburrimiento y ella hubiera sonreído en otra ocasión—. Las opciones de donde encontrar un besado por la luz en el área son bastante limitadas. Estás helada.
—Tal vez —reconoció ella.
Nix resopló y se alejó, y por un instante Key sintió la ausencia de su presencia más que cualquier otra cosa. Él se quitó su bufanda y la colocó con cuidado alrededor de ella. Key solo pudo coger el tejido entre sus manos y mirar al brujo sin habla.
—Si te enfermas, seguro la Agencia encontrará el modo de culparme —Nix se dio vuelta—. Vamos, tengo té en mi departamento.
Key tardó un segundo en reaccionar y correr detrás para alcanzarlo. Tal vez, después de todo, el tiempo y la distancia no habían malgastado la buena relación que había logrado construir con Nix.
*********************************************************************
Por favor no te olvides de dejar tu voto, y puedes encontrar más historias de todo tipo en mi perfil.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top