Eclipse


He recuperado mi último recuerdo. Volvía a casa, observando la luna roja, era el día del eclipse. Me parecía una buena señal, algo que rompía la rutina.

Mi esposa me besó y me mostró la buena noticia. Tres billetes de ida para Corbin.

—Tu padre los ha enviado en una carta, también escribió algo.
Nos repetía lo que contó por teléfono, su primera idea era venir a recogernos y llevarnos a su casa, para celebrar allí la Navidad y el Año Nuevo, pero su viejo coche estaba en el taller. Exclamo:

—Allí todo será distinto, allí nací y allí iniciaremos una nueva vida.

—Que sea lo que Dios quiera, siempre estaré a tu lado.

Hoy, Roger me invita al almuerzo.

—¿Cómo te sientes?

—Estoy curado por fin, ya he recuperado mis recuerdos.

—Lo celebro. Últimamente parecías mejor.

—Ahora me siento mejor que nunca.

—¿Incluso cuando vivías con tu esposa?

—Ella murió. El pasado sólo sirve para madurar.

—Era una dama inteligente, elegante y culta.

—Roger, por favor. Admito que fui un privilegiado por vivir con ella, pero no le echo de menos. No soy el mismo, debo mirar adelante. Vivo con una mujer que me ha guiado a mi felicidad actual.

—Ten cuidado. Las chicas guapas suelen traer problemas.

—Gracias, mas la conozco bien. Me quiere libre, no atado. No hacemos planes de futuro, vivimos día a día. Sigues sin perdonarle el accidente. Mis padres e hijo la quieren.

—Quédate tranquilo, lo siento. Miraré a Mary como tú.

—A ver si me vas a provocar celos.

—Te doy mi palabra de amigo.

—Te creo, cambiemos de tema. Creo que te conozco y tengo curiosidad por saber el motivo de tu invitación.

—Yo también he cambiado por el accidente. Me hago mayor, he vivido sólo para trabajar, sin querer novia ni amigos. ¿Recuerdas el eclipse?

—Tiene gracia. Anoche recuperé un recuerdo de aquel día. Recibimos tres billetes para Corbin.

—Y allí te encontré. La luna roja me deprimía aún más, mi ánimo estaba bajo mínimos. Tuve la fortuna de cruzarme con Emily, ¿la recuerdas?

—Sí, la asesora informática de la agencia.

—Ella te encontró. Ahora está buscando a mi familia. Hemos quedado aquí, sólo faltan unos minutos.

—Roger, ¿te gusta Emily?

—No está mal, me cae bien. Aunque soy un novato en este tema.

—Déjate llevar por el corazón.

—Calla, ahí viene, antes de la hora.

Su imagen es buena para su edad, siempre me ha parecido mayor que yo. Trabajaba para la agencia como autónoma, igual que Mary. Nos saluda, se sienta a nuestro lado y va directa al grano:

—Toma, Roger, éste debió ser tu padre. Saber la calle y el año que saliste fueron decisivos.

—Gracias. Me lo temía, lo que me extraña es que no me avisaran.*
—Entonces no había internet, tal vez no te localizaron.

—Pero sabían donde trabajaba.

—No puedo saberlo. Os dejo para buscar a tu madre y hermanos.

—Quédate, quiero hablar contigo, a solas.

Capto la insinuación y me despido de ambos.

Quiero acabar abriendo mi mente, desde el accidente hasta ahora. Fue como un nuevo nacimiento, necesitaba aprender desde cero. Tuve el apoyo de mis padres, hijo, jefe, Nick y Mary. Escribir e internet fueron mis evasiones. Pero internet me ofreció varios caminos, tomé el equivocado; me sentí más deprimido que durante la crisis, porque la culpa era mía. Nick y Mary me rescataron, él me abrió los ojos y ella me guió.

Ahora soy un nuevo hombre, con experiencia en el trabajo, agradecido con quienes me ayudaron, con las ideas claras y un propósito: dar a Mary y Rick lo que merecen.

Nada es bueno ni malo, sino sus consecuencias. El accidente marcó un final y un principio con dos mujeres llamadas igual. La crisis eclipsó mi mente, mi primera compañera me iluminaba. El juego eclipsó mi mente, mi segunda compañera rompió el eclipse.

*Estoy escribiendo la historia de David, por eso dejo este enigma para resolver en mi próxima historia, en la cual Roger será el protagonista.

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