Dinero


Dicen que el dinero no da felicidad, pero es una gran ayuda. Mary no gastó ni un dólar, ofreció su casa. Expertos de la agencia la tasaron y entregaron el resultado a Roger. Así conoció a Mary.

—Roger, te presento a Mary.

—Es un placer conocerte.

—El placer es mío.

—Hablemos del tema. Su casa está mejor tasada que la nuestra. Firmando el contrato nos permite venderla, no pagaremos la diferencia hasta la venta.

—Gracias, Roger. Tengo mucho que agradeceros y quiero demostrarlo. Renuncio a la diferencia.

El padre de Mary era funcionario en Manchester. Se casó joven, pero el cáncer le dejó viudo con casi medio siglo de vida. No tuvieron hijos. Siempre había jugado a las apuestas deportivas. Su equipo de fútbol favorito era el Manchester City. 1967 fue un año inolvidable para él, apostó una fuerte cantidad de dinero a que el City ganaría la Premier League. La ganó y sus vecinos del United, los favoritos, quedaron segundos. Se hizo millonario.

Siempre quiso conocer América, aprovechó su fortuna para viajar. En New York conoció a una compatriota suya, también era viuda sin hijos. Poco a poco el amor crecía entre ellos, se casaron y un milagro de la naturaleza les trajo a Mary.

Mary y David se casaron en la iglesia de Saint Paul el Apóstol. Mary invitó a todos sus tíos y primos de Inglaterra, solo asistieron siete. David tampoco tenía una familia extensa, todos asistieron. La mayoría de invitados eran amigos y compañeros, todos sumaban un total de cincuenta.

Las apariencias engañan. David no podía creer que Mary tuviese treinta años, parecía más joven, tal vez por su simpatía. Lo que importa es que él no se sintió decepcionado.

Su hogar era gigantesco; cuatro habitaciones, la menor tenía capacidad para dos camas; una sala de estar, con televisión grande, cadena musical de alta fidelidad, una gran librería y tres sofás, cada uno para una, dos y tres personas; cocina con todo lo preciso y tres cuartos de baño, el mayor con jacuzzi.

Entraron por primera vez para quedarse. Él pensaba que era el justo premio a su talento, ella que era el primer día del resto de su vida.

Mary había aprendido a administrar un hogar, enseñada por sus padres, no derrochaba. La antigua casa sólo tenía dos empleadas para la limpieza durante seis horas al día, libraban cada domingo. Siguieron al servicio de Mary desde que fue la única habitante. Con el cambio de casa también permanecieron. Nunca tuvieron cocinera, porque la madre adoraba cocinar y lo inculcó a Mary.

Los padres siempre vivieron una vida austera, por eso mantuvieron su riqueza durante tantos años. Tenían amigos que les invitaban a fiestas y otras reuniones, no asistían con frecuencia. Eso no impedía que su círculo de amigos se mantuviera. Apenas volvían a su país de origen.

Mary tenía relaciones entre la clase alta, algunos de ellos fueron a la boda.  Las invitaciones proseguían y asistían a todas. David se sentía como pez en el agua y disfrutaba en cada encuentro, eso les animó a organizar fiestas en su casa.

Tan sólo les faltaba un detalle para integrarse en su nuevo status. Compraron ropa de marca, a precios que asustaban a Mary. David argumentó:

—Nos lo podemos permitir con tu herencia. Mi sueldo nos basta para los gastos habituales.

Richard nació el año siguiente, creció sano, fuerte y feliz. Sus padres discutieron por su educación. Él opinaba:

—Quiero que Rick aprenda en el mejor colegio, podemos pagarlo.

—No es por el dinero. Opino que necesita conocer niños de todas las clases, no sólo de clase alta.

—Quiero lo mejor para mi hijo.

—Yo también, pero él crecería en un mundo aparte, aislado de la realidad. Quiero darle libertad para decidir su futuro, necesitará saber de todo.

—Estoy de acuerdo.

David tenía un capricho:

—Cuando Roger fue a Corbin, yo tenía un Toyota. Vi su Mercedes y pensé que yo tendría otro algún día. Aquí nunca he tenido coche, porque nunca me ha hecho falta, hasta ahora. Vamos en taxi a todas partes y creo que es un gasto inútil.

—Estoy de acuerdo en todo, menos un detalle, prefiero un Jaguar.

—¿Por qué?

—Porque es inglés.

—También me gusta.

Solían dejar New York los fines de semana para conocer otros estados, alquilando una casa de la agencia. Ambos tenían permiso para conducir, así los viajes eran más cómodos. Algunas veces volaron a la costa oeste. Nunca fueron a Kentucky, porque los padres de David solían viajar a New York para comprar y visitarles.

Mary, David y Rick vivían en un sueño durante una década, con una gran casa, ropa, muebles, coche y joyería de lujo y una gran cantidad de dinero.

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