Daño cerebral
Daño cerebral. Estas dos palabras dichas por Nick me impactaron.
Internet también es peligroso. Jugamos juntos al póker cuando Nick estaba acostado, cada uno en distinta mesa del cuarto y en la misma del juego. Tuve suerte. Mary me aconsejó que lo dejase cuando estaba ganando. Le hice caso y nos fuimos a la cama.
Pero el bicho me había picado, la siguiente noche fui solo. La suerte del novato desapareció, perdí todo lo ganado. Era casi medianoche y decidí abandonar. Mary dormía como un ángel, me hizo recordar nuestro primer encuentro.
Anoche.
—Dave, tengo sueño, ¿vamos a dormir?
—Quiero escribir un poco.
¿Por qué mentí? No lo sé. Ella me creyó y me sentí más culpable todavía.
—Está bien, pero no tardes mucho.
—Procuraré hacerte caso.
Nos besamos y salimos del salón en direcciones opuestas.
El juego regala fichas cada día. Jugué más precavido, nada de faroles, yendo sólo cuando tenía buena jugada. Empecé ganando, recordé su consejo y no quise abandonar. Acabé perdiendo.
El juego también vende fichas. Necesitaba una tarjeta de crédito, usé la de Mary porque era la única introducida en el ordenador. Volví a perder y abandoné la partida.
Mary estaba despierta, jamás la vi tan seria, tenía aspecto de haber llorado.
—Sé lo que has hecho. No me importa que gastes, todo lo mío es nuestro. Lo que me duele es tu mentira.
—No volverá a pasar.
No mentí, mi idea era usar mi propia tarjeta. Me estoy hundiendo en el juego. Lo sé pero el bicho me pica una y otra vez, soy muy débil para resistir. Me afecta todo el día, incluso Roger nota que estoy cambiando.
Mary siempre me ha dado libertad, cree que la prohibición no funciona. Un ejemplo acerca de su filosofía: ama a los pájaros y odia las jaulas. Cuando el tiempo es bueno, abre todas las ventanas y pone pan en ellas. Lo mismo hace conmigo, en vez de migas de pan, usa todo su encanto. Encuentra una solución.
Cuando vuelvo del trabajo, alguien más me espera en casa.
—Buenas noches, Nick. Me alegro de verte.
—Buenas noches, David. Yo también.
Nick toma el papel del viejo amigo durante la cena, se interesa por mi día a día. Después, cuando Rick nos deja, expresa su diagnóstico:
—Tu cerebro dañado odiaba New York porque aquí viviste tus peores momentos. Echaba de menos tu hogar natal y borró todos tus recuerdos desde que saliste de Corbin.
—Pero he recuperado muchos recuerdos.
—Sí, y es bueno, pero no es suficiente. Quiero mostrarlo con un ejemplo: tu madurez es como un árbol y el accidente era el fuego. El tronco sobrevivió, mas no las ramas, éstas necesitan tiempo para crecer.
—Entiendo, tengo la madurez de mis dieciocho años.
—Algo más porque has madurado en estos meses, aunque menos comparado con tu edad actual.
—Daño cerebral suena duro, ¿tiene cura?
Mary me contesta:
—Sí. Nick me contó como. ¿Me obedecerás?
—Dejaré el póker.
Nick discrepa:
—El póker no es malo, sino que te domine.
—Si evito la tentación, evito el peligro.
—Necesitas controlarlo si quieres curarte.
Mary invita mirándonos:
—¿Jugamos por internet?
Nick rehúsa:
—Yo no. Sólo observaré a David.
Mary trae un portátil para mí. Ella juega con la tablet. Tomo una parte de mi dinero virtual, Nick me obliga a tomar todo.
Mary y yo jugamos en la misma mesa, con cuatro más.
Primera mano. Soy la ciega pequeña y Mary la grande. Recibo pareja de tres, jugamos los últimos. Alguien apuesta, nosotros vamos.
Flop. El crupier muestra tres cartas, dos treses y un as. Tengo póker, apuesto lo mínimo, Mary sube y los demás se retiran.
Turn. Una reina es añadida a la mesa. Paso, Mary apuesta alto, tengo suficiente para ir.
River. Otro as. Tengo miedo, si Mary tiene dos ases, me gana. Paso, ella me obliga a jugarlo todo. Voy.
Enseñamos las cartas. Mary tiene full de ases y reinas. Yo gano y quiero seguir jugando. Pero ella sale del juego y yo también sin que nadie me lo pida. Nick comenta:
—Me gusta tu comportamiento. Tenías una gran mano y jugaste conservador.
—Por dos motivos, para no declarar mi jugada y porque no me gusta apostar alto. Si apuesto bajo, va más gente que si apuesto alto.
—Eres un buen jugador. Me sorprendiste, en serio pensé que yo ganaba.
—Gracias a ambos. Sin embargo vuestra misión ha fracasado.
Mary contesta antes:
—No pienses así. Esto es el principio, no el final.
—Bien dicho. La suerte es caprichosa, seguid jugando siempre juntos. Creo que debo irme a casa.
Invito:
—Vives lejos y tenemos cama libre. Puedes quedarte.
—Sois muy amables, gracias. Acepto.
Desde entonces jugamos a diario durante una hora. La suerte era más evasiva con Mary que conmigo. Solía comentar:
—La suerte es muy lista. Te ayuda para que sigas enganchado y no te abandona. No me rindo.
—¿No crees que puede ser peligroso seguir jugando?
—No te preocupes, lucharé hasta el final, confío en mí. Sé lo que debo hacer cuando llegue el momento. Además ahora eres más feliz.
El momento ha llegado. En una mesa de seis, tres salen en flop. Hay sobre la mesa tres ases, el rey y la reina de diamantes. Tengo el as de trebol, he gastado millones de fichas sin ganar nada. Ésta debe ser la primera, apuesto todo. Mary no va.
El otro gana con escalera real de diamantes. Mi cerebro lucha entre mi orgullo y mi razón. Mary me observa y me hace un ultimátum:
—Deja el juego o usa mi tarjeta de crédito.
Me prometí no usar su tarjeta.
Dejo la mesa, el juego y apago el portátil. Mary hace lo mismo, me abraza y me besa. He ganado algo mucho mejor que una buena mano, su amor de nuevo. Nunca antes hemos sido tan felices haciendo el amor como esta noche.
Ha pasado un mes. He vuelto a jugar, gastando sólo las fichas gratis. Si gano, genial. Si pierdo, salgo sin remordimiento. Vamos a la consulta de Nick, espero afuera mientras Mary habla con él. La enfermera me avisa que puedo entrar. Nick me ofrece la silla libre y sentencia:
—Felicidades, David. Estás curado de tu daño cerebral.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top