Capítulo 83. Frio
—Mira, te preparé tu comida favorita —dice abuela y yo me siento amado con este pequeño gesto.
—Gracias abuela —digo al ver la chipa guasú humeante, acompañada de una carne asada a la olla.
—¿Cómo te sientes, Luri? —pregunta mientras yo corto un limón y le pongo a la carne.
Levanto la vista y aprecio este comedor, aun recuerdo la primera vez que entré aquí, me senté en este mismo lugar, en ese salón del frente estaba mamá con los miembros del consejo y yo estaba aquí con Orkias.
—Un poco, melancólico nada más —respondo con tristeza —¿Sabes algo de mis hermanitos?
Pregunto cortando la carne, luego me llevo a la boca el trozo y comienzo a masticar, ¡Por Eirú y los 7! Esto sabe a gloria.
Aprecio cada detalle porque soy conciente de que puede ser la última vez que disfrute todo esto.
—Tú padre me acaba de avisar que ya los dejó a cargo de Orkias, porque él va a salir a gestionar algunas cosas.
—Ocupado el Mortadelo... —suelto con rabia.
Mi abuela ríe pero de inmediato se sienta erguida y me da una mirada de reproche.
—No hables así de tu padre.
—Lo siento, es solo que, me gustaría que me dedique algo de tiempo... y no son celos ¡Eh!
—Es normal sentir celos de los hermanos, que te cuente yo los celos que me tenían mis 6 hermanos, pero ahora somos unidos.
Olvidé que abuela es la menos de una familia de 7 hijos, y por ende al ser la última es la heredera de las brujas.
—Te juro abuela que no le tengo celos a mis hermanos, al contrario, los amo demasiado que estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para que puedan crecer en un mundo protegidos.
>>Tienen sangre Merlis y Gianti, imagino que demasiado valioso.
<<Puta Madre>> hago clic, Por eso Franco no ha ido a ver a mis hermanos el Nole me tangere lo Mantiene alejado, los Arikú son seguro un trofeo muy valioso para él.
Aún me gustaría entender su motivación, cuál es la razón por la que ha tomado el camino de nuestros enemigos y cuantos de los nuestros comparten con él su ambición.
—Me alegro que los ames... así. Orkias te aprecia mucho, y se nota que ama a sus hijos, así que debe sentirse afortunado por que seas de su familia.
—Mamá nos dejó unidos —aparto el plato de comida—. Y en verdad lo aprecio, desde el primer año me ha mostrado su cariño, y ha sido un gran consejero... un poco borracho, pero bueno al fin.
Reímos, mientras me sirve un vaso de jugo, aprovecho para beberlo, y al levantar la vista veo a Iracema entrar al comedor.
Qué difícil es esto, sus ojos están hinchados, su cabello recogido en un gran rodete se le nota triste.
No me puedo mentir a mi, me duele y demasiado, pero no sé absolutamente nada ¿Qué tal si ella es cómplice de su padre? ¿Qué tal si ella me ha puesto los maleficios? ¿Y si mi amor hacia ella es simple manipulación?
—¿Qué le pasa a Iracema? —pregunta abuela.
—Terminamos, y no quiero hablar de ello.
Mi abuela guarda silencio, sé que quiere preguntarme cosas, pero no le sigo el juego. Ella me acompaña hasta el pasillo del pabellón de profesores. Me da un beso en la frente y se despega de mi.
—Ahora entiendo porque estabas triste... —confiesa—. Tú aura se ve apagada... tendrás tus razones, pero estoy segura que si terminaste con ella no fue porque haya acabado el amor.
—Tata... —me quejo.
—Lo siento —se excusa y me vuelve a dar un beso en la mejilla—. Ve a descansar, que luego viene tu abuelo a llevarte a tu casa.
—¿Voy a salir de las clases? ¿Y la salida de mañana?
—Vas a ir, amor. Pero Orkias me pidió que te envíe a tu casa y qué de ahí van a alcanzar a los demás al lugar del evento.
—Oh, eso me gusta, así me ahorro el viaje en el bus con...
Estaba por decir el nombre de Ira, cuando veo que mi abuela está atenta.
—Frío y calculador, todo un Gianti. Mi amor no te dejes llevar demasiado por el rencor.
Aprieto mis labios, y le ofrezco una media sonrisa. Si tan solo supiera lo que he hecho con el rencor acumulado en mi pecho.
Gracias a los conjuros de las Grafías que llevo en mis manos, no tiene ni idea de la cantidad de sangre que se ha acumulado en mi piel.
Mi abuela se retira y yo ingreso al pasillo de profesores. Llevo mis manos a los bolsillos, y juro que soy muy respetuoso, por lo general paso sin ver hacia las habitaciones, pero esta vez me frené de golpe a ver un terrario y en el una serpiente negra.
Me quedo en la puerta observando el ofidio. Tiene la cabeza erguida, saca la lengua y pareciera que me llama.
Sus ojos rojos brillan y yo me pregunto que se sentirá tocar su piel negra y resbaladiza, estoy por entrar a la habitación cuando siento que alguien me estira para atrás.
—Con cuidado niño —dice Cariem
—¡Mierda! Tu mascota me ha hipnotizando. —suelto sacudiendo la cabeza.
—Sí, le diste de comer, consumió tu energía...
—Wow, ¿en serio?
—Sip, y te he salvado —cierra su puerta y ahora lo miro a él.
—¿Ya tienes tus cosas listas? —me pregunta y yo niego con la cabeza—. Bien ve a prepararlas, que tienes permiso de retirarte temprano y debes estar listo.
—Sí, vice rector.
Estoy por retirarme cuando Cariem hace un sonido para que voltee a verlo, obedezco y quedo atento.
—¿No te sientes mareado o algo así?
—No... —respondo —Eso es raro... me permites tu mano.
Le paso mi mano derecha observa la marca de pombero la que hizo aparecer luego hizo aparecer otras marcas pero aparentemente no es lo que buscaba.
—¿Sucede algo malo?
—No, no perdón. Anda, ve a lo tuyo.
Voy al cuarto de Orkias y al llegar cierro la puerta, voy por el libro con rapidez y al segundo comienzo a hojear, el libro es gigante y es muy impractico que intente llevarlo. No puedo convertirlo en un objeto de transición porque se siente el peso de una magia poderosa sobre él, así que lo único que me queda es arrancar hojas de lo que crea es importante.
Me siento en el suelo y procedo a arrancar hojas que creo, me van a servir, y hay mucho por estudiar.
Luego debo ver cómo llego a Araresá para interpretar algunas cosas, ya me veo que pasaré estudiando para entender y aprender nuevos poderes.
Sigo hojeando y encuentro algo que no había visto antes.
El título de el hechizo decía:
EL PODER DEL TATACHINÁ.
Valla tesoro el que me acabo de encontrar.
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