Capítulo 60. Paye
—Carina, necesito que te apures —ordena Franco y yo lo miro con odio—. No puedo mantener lejos a Orkias de tu mente por tanto tiempo.
Franco golpea con fuerza la mesa de vidrio, y causa que Marila, Daniel y Julissa me observen, ojalá y el justiciero los hubiera matado a todos ellos también.
Aún recuerdo sus caras de terror cuando sus cómplices llegaron a la guarida a llevarlos. Cómo me encanta ver esa sensación en quienes me caen mal.
—No está siendo fácil... —digo y soy honesta, manipular el cuerpo de El Cario no es trabajo sencillo. A pesar de que los artilugios de Franco son eficientes.
Hay un principio importante en el paye, uno puede hacer o intentar hacerlo con artilugios, la maldición va a llegar a los afectados pero es fácil de limpiarlo, curarlo o deshacerlo. Ese no es el payé que yo practico. Cuando quiero atacar de verdad debo hacer que la persona acepte la maldición y es tan fácil hacerlo.
Si quieres destruirlos en segundo solo basta con darle algo bonito como regalo, y cuando lo acepte comienzas a destruirlo, los más efectivos son los comestibles, pero que dentro lleven lo feo que le deseas, no podía hacerle eso a Luriel porque lo descubriría en segundos, es el Cario y tiene a Araresá de su lado, me devolvería el maleficio por mil, pero una joya, forjada con intensión, aceptada con gusto y amor... algo que no se lo sacaría jamás, sería tardado, pero eficiente.
—¿Aún no Carina? —pregunta Franco quien me sostiene de la cabeza.
—Si te callas quizás lo logre —digo de mal humor.
Franco obedece y se hace el silencio. Al fin estoy en su cabeza, hay demasiados candados y bloqueos, esto no solo es el Nole me tangere, aquí hay magia ancestral, y es evidente que tatuajes de protección.
Aparte veo que alguien lo tiene bajo hechizos de cuidado, hay rituales que me alejan por completo de su inconsciente.
El lugar está despejado, el negro absoluto contrasta contra el blanco del suelo, no hay sonido alguno, ni rastros del alma de Luriel.
¡Carajo! Este niño de verdad es inteligente, por la complejidad de sus seguros veo que hay mucho estudio, quizás y ha estado construyendo esta fortaleza desde hace más de un año. Sólo una persona aplicada puede conseguir tanta perfección.
—Sé que me estás observando, Luriel. No me vas a sorprender.
Acomodo la manga de mi traje, coloco mi manos en los bolsillos y miro hacia arriba. Es allí que el chico cae al suelo, casi como posando para una película de acción.
—Bienvenida a mi fuerte, Carina... —arrogante como su padre, bello como su madre. El encanto Gianti y la soberbia Merlis.
—Interesante, sabias que iba a venir... —acuso mirando los muros que nos rodean.
—Algo así, pero en verdad no esperaba que fueras tan oportuna.
—Oportuna, para ti... ¿así que soy como una especie de gancho para algo que estás haciendo?
Me burlo, Luriel solo me sonríe invoca su Takapé y lo voltea entre sus dedos como si no pesará nada, camina en círculos rodeadome y analizandome con detenimiento
— ¿Cómo llegaste a mi, Carina?
—No te lo voy a decir... —digo riendo.
—Me doy cuenta que tus poderes no son los mismos, por lo que supongo que eres débil... no estás en posición de ser mi oponente Carina.
—¡Qué arrogante! Con poderes disminuidos incluso, no me llegas a los talones.
Esto último se que es mentira, yo siento la corriente de energía de ese joven, y mi intuición me advierte lo peligroso que sería para mí enfrentarme a él en estas condiciones, pero uní nunca debe de demostrar la debilidad.
—La verdad, me da igual, —dice y disminuye distancias— ¿Dónde está el alma de mi madre?
Pregunta apuntándome con el Takapé, yo me río de manera sonora, se supone que soy yo quien lo está invadiendo, pero él tiene la osadía de atacarme como si estuviera en posición de hacerlo.
—¿Crees que te lo voy a decir, mocoso?
—No te queda de otra... —dice y golpea su Takapé en el suelo, esto provoca que a mi alrededor surjan pilares de metal que rodean mi cuerpo.
¡Maldita, mierda! No puedo creer que el niño tenga semejante control en su mente, mucho menos con la magia ancestral que es capaz de aprisionar mi espíritu en él. El chico es un verdadero peligro... y me encanta, no solo porque de verdad me llena de adrenalina, si no que ahora sé que podría tirar a Franco de frente y él se podría encargar.
—Habla... —ordena el los pilares terminan electrocutandome.
—¡Hijo de...! —grito de dolor—. No creas que me vas a hacer hablar así de fácil, niñato.
Libero de mi cuerpo gotas, brujas malditas, pero mis esperanzas se hacen añicos cuando estos seres se disuelven ni bien tienen contacto con las rejas.
—¡No lo puedo creer! —digo enojada—. Tú haz hecho un ritual de iniciación maldito niño —suelto—. Eres el justiciero... ¡Hijo de puta! Tienes tanta suerte de que tengamos enemigos en común o ya te haría añicos.
—No puedes ni salir de esa jaula, y Juras que puedes hacerme añicos.
Se burla de mi, pero yo le ofrezco una sonrisa, de inmediato lo comprende, sabe que lo que pasa aquí no es todo.
—¿Qué le pasa a mi cuerpo mientras estamos aquí? —pregunta
—Estás necrosando... o sea cada una de tus células están... explotando mientras estamos aquí ¿Te sientes cansado, Gianti?
Luriel empieza a toser, yo miro mis uñas, a continuación, junto mís dedos, y como si en mi mano tuviese plastilina comienzo a amazar el aire. El chico termina de rodillas mientras yo canalizó mi magia de su anillo a su estómago.
—Pobre niño, puedes ser fuerte, e incluso hacerme daño, pero aún te falta años para ser lo que soy yo. Aunque me sorprendes... no pensé que ibas a ser tan sanguinario.
—No te haces idea Carina —responde y de verdad me quito el sombrero por lo ágil que es incluso en el estado en el que le acabo de comprometer— ¿Dónde está mi madre? —pregunta y vuelve a golpear el Takape, mi cuerpo cae de rodillas y no lo puedo creer, este crío está a mi mismo nivel.
—Está más cerca de ti de lo que puedas imaginar... hay una joya corriendo cerca tuyo —confieso y no por que me haya doblegado, si no que sería maravilloso liberarme de Franco y recuperar mis poderes al 100.
—¿Dónde y quién?
—Esa ya no es mi tarea, averígualo... yo venia para hacerte añicos, pero creo que debo huir...
Le señaló su dedo anular, él vuelve a caer en el suelo, pero comprende cómo accedo a su cuerpo.
—¿Por qué me lo confiesas ? —dice sin entender.
—Porque no me sirve de nada atacar un fortaleza y tu enemigo, es mi enemigo, pero ojo, eso no nos hace amigos, aún te quiero matar y obtener el corazón de Eirú y tu Takuara, para que no te confundas....
—Sí tenemos el mismo enemigo, habla, ¿quién es?
—Tristemente, no puedo decirlo, así que espero que te mejores pronto, Luriel... y lo mates por mi en cuanto puedas.
Invoco en mano una lanza cerruchada y con fuerza golpeo el piso blanco, esto genera una explosión y mi espíritu sale expulsado de su cabeza.
Termino en la sala frente a Franco y lo miro con odio.
—Tú bloqueo a Iracema fue una mierda —lo acuso—. Pero de todas maneras en la cabeza de ese niño hay demasiadas barreras. No vi ni obtuve nada —le muestro la quemadura que me causó la descarga eléctrica en mi brazo—. No es cualquier adolescente... ese niño es fuerte.
—¿Ni un indicio de cómo acercarme a sus hermanos? A si Takuara, a su casa —pregunta desesperado.
—Ni a su cuarto, y ya descubrió lo del anillo...
—¡Puta madre! —dice y toma sus cosas—. Voy por el falso Franco para que me traiga la joya, mientras, Daniel, ve junto a Ross y acelera ese trámite legal, Carina, vuélvete a encerrar y el resto a trabajar en maleficios.
Franco sale con rapidez y mi cabeza vuelve a dividirse entre Orkias y yo, pero que divertido es saber que Luriel es una pieza peligrosa... ya quiero luchar con él con mis poderes liberados eso seria muy divertido.
Cario, cario, cario, ahora eres un enemigo interesante.
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