Capítulo 53. Devolver

Llaman a la puerta y ya sé quien es, yo estoy por cambiarme la ropa porque el olor a su perfume se quedó en mi, y odio que me guste.

—¡¿Qué quieres?!

—Irama, abre la puerta

—No quiero hablar contigo —grito enojada.

—¿En serio crees que vengo a hablar? Sabes muy bien porque te seguí.

Hago silencio, claro que lo sé, por supuesto que tengo muy en claro a que viene, en su lugar haría lo mismo.

—Abre, Irama...

—Juras por tu sangre que no vienes con intensiones de decir nada romántico y hacer propuestas estúpidas.

—Te lo juro...

—Vienes por qué...

—Me lo vas a hacer decir, o lo quieres comprobar.

Mierda, claro que lo que quiero es comprobar, Orkias me pone los nervios de punta, pero el imbecil sabe hacer su trabajo.

Abro la puerta y ni bien lo hago  el me demuestra que en serio no vine a charlar.

Ataca mis labios, y cierra la puerta de un golpe, me agarra de los cabellos con una mano y con la otra rodea mi cintura.

Me lleva hasta la cama  en donde me arroja sin más, se sube sobre mi a horcajadas y quita la daga que esta en mi liga, para cortar la tela de mi vestido de un solo tirón.

Él sabe lo que me gusta, el entiende que quiero esto más que nada, así, rudo, con fuego sin filtros.

Se agacha sobre mis pechos, me sostiene ambas manos arrica de mi cabeza como si fuera su presq y besa con fuerza mis senos.

—¡Puta, eso es lo que quiero! —digo cuando su lengua roza mis pezones.

—Está vez no te vas a escabullir.

—Sí no dices ninguna estupidez me tendrás aquí todo él día —suelto las palabras y él me sonríe con malicia, me tiene a sus pies, era todo lo que quería escuchar y se lo serví en bandeja de plata.

Pero la verdad es que me gusta lo que siento y más lo que veo.

Se quita la camisa, su torso desnudo revela los tatuajes y cicatrices, algunas son conocidas otras me piden presentarme.

Sin dudar paso mis manos sobre ellas, sintiendo las texturas, entre su piel y el contorno de sus músculos tonificados.

—¿Te gusta? —pregunta casi sediento al ver que mi ser se siente atraído por sus batallas.

—Quiero pasar mi lengua por cada una de ellas.

—Y lo harás —dice —, pero primero... voy a terminar de saborearte yo. No tienes idea de cuántas ganas te tengo, Irama.

—Creo poder hacerme una idea...

Beso sus labios, y sostengo los mechones de sus cabellos con ambas manos. Lo tumbo en la cama, me quito lo que queda de mi vestido dejando mi cuerpo desnudo, él quiero tocarme, pero detengo sus manos.

Le ofrezco una mirada de complicidad, el baja sus manos  y dejó pequeños besos sobre su torso.

—¡Me matas! —dice cuando rozo mi lengua sobre su piel.

Mientras desabrocho el botón de su pantalón de vestir, bajo la bragueta y sin mediar nada meto mis manos para tomar su miembro.

—¡Ah! ¿Me vas a torturar, ahora?—pregunta sediento y extasiado.

—Eso quiero... me lo debes —digo moviendo mi mano de forma rítmica bajo la tela.

—Sí, es verdad, pero yo ya no puedo esperar.

Intento bajar para llevármelo a la boca, pero el aprovecha me cambio de postura para volver a tumbarme. Se quita todo lo que le cubre y queda como me gusta verlo.

—Te dije, que hoy me toca a mi —dice mientras me vuelve a girar en la cama hasta ponerme boca abajo, besa mi espalda y su respiración agitada hace que lo desee más —. ¡Por los dioses! Me encantas.

Pasa sus dedos sobre mi tatuaje del 7mo, si respiración agitada en mi oreja hace que ya lo quiera dentro de mi, pero espero paciente, porque sé que esto se pondrá bueno.

Agarra de mi cabello, me levanta, rodea mi cuello con una mano, besa mis labios, con la destreza que solo logran tener los cuerpos sincronizados y con ayuda de su otra mano introduce su miembro.

Yo suelto un quejido y el un gruñido, eso me enloquece. Sin dejar de besarme y sosteniéndome con fuerza el cuello comienza a moverse, suspirando, gruñendo, gimiendo.

—¡Orkias!

—¿Me vas a decir que te quieres ir? ¿Quieres que pare para que te vayas? —pregunta triunfante.

—Eres un hijo de puta... un manjar para mi cuerpo, pero un hijo de puta.

—Lo sé... —responde y me pone de 4, toma mis caderas y se mueve con mayor intensidad.

—¡Por Eirú! —suelto el gemido —. Sigue, sigue, sigue... ni se te ocurra parar.

El obedece, yo disfruto y no puedo creer lo rápido que voy a tener un orgasmo, quizás y sea la tensión, la atracción,a pelea, que sea un celoso, la sesión previa o todo junto lo que hace que estalle.

—Orkias, no pares, no pares, por favor —suplico y él obedece.

Continúa con el mismo ritmo, sus uñas están en mis caderas y su ritmo armonioso logra que me estremezca.

—Sí, ¡Dioses! Que delicia —suelto.

—Me encantas —dice volviendo a tomar mis cabellos y llevándome hasta sus labios.

Se detiene por un segundo, se baja de la cama, me toma de la cintura y me lleva hasta el marco de la puerta del baño. Me voltea para que quedemos uno frente a otro, levanta mi cuerpo, se introduce en mi, rodeo su cuello y estoy segura que lo voy a volver a disfrutar.

Su cuerpo se mueve contra el mío, aprisiona mis labios, pero eso no evita que de su garganta salgan sonidos de excitación.

—¡Puta! —digo—. Me vas a hacer llegar de nuevo.

—Es la idea... —confieza.

Lleva mi pecho a su boca y se mueve con más velocidad, yo suelto groserías y su nombre una y otra vez, suplicando que me vuelva a dar todo el placer del mundo.

—¡Sí, sí, sí! —digo.

—No hoy, no saldrás de esta habitación —suelta entre gemidos—. No te pienso dejar un segundo sin darte motivos para quedarte.

—¡Te odio! Pero sigue, sigue...

—¡Mierda, voy a llegar!

—Eso es lo que quiero... hazlo.

Digo esto último apoyando mi cara contra la suya, rodeo con más fuerza su cuello y mis piernas a sus caderas. Consigo que se deje llevar y cuando suelta un fuerte gruñido, mi cuerpo se sacude con el suyo.

Nuestras respiraciones se agitan, aún lo siento palpitar dentro de mi, y eso provoca que suelte una sonrisa de felicidad.

Sí, desde que lo vi quería hacer esto, pero no creí que iba a ser tan rápido.

—Vamos a ducharnos —ordena.

—Entra tú primero —digo cuando me baja al suelo.

—No, no me entendiste... te dije vamos a ducharnos.

—Eso es un momento de intimidad sentimental... no quiero...

El me sostiene de nuevo de la cadera y me lleva contra el marco de la puerta.

—Te prometo que no lo será.

—Yo ya no creo en tus promesas Orkias... me encantas, me éxitos y soy capaz de dejar mi orgullo por tener sexo contigo, las veces que sea, por que ¡Por el 7mo! Lo haces muy bien... pero no confío en  ti.

—Irama... de verdad, te juro que no voy a hacer de esto algo tierno...

—¡Ya lo estas haciendo! —le grito cuando apoya su frente en la mía—. No soy el reemplazo de Solei, no voy a jugar a la casita contigo Orkias.

Él se queda helado, no esperaba oír lo que le dije, pero no voy a guardar un segundo más mis pensamientos.

—¿Por qué sacas esto ahora?

—Mejor ahora... —digo yendo por mi toalla—. No te quiero ilusionado pensando en que yo voy a ser la mamá de tus hijos, yo elegí venerar a las brujas, yo escogí el templo del 7mo y ofrecí mi fertilidad al Jasuka por algo, y quiero que te quede claro que no voy a ser jamás parte de tu familia...

—Lamento si es la impresión que te di... pero mis hijos no necesitan una mamá —dice casi en un tono neutral—. Mortel, a pesar de que tenemos nuestras cosas, es mi familia ahora, mis hijos no necesitan a nadie más que a mi y a sus hermanos...

—Bien... —digo con alivio—. Porque no quiero que te hagas la idea de que me vas a llevar a ser tu hada madrina... yo no soy una mujer de casa...

—¿Qué es lo que quieres decir? —y ahora sí suena enojado.

—Yo soy la mujer que te calienta, y con la que coges... —digo con rabia—. Eso queda claro.

—No puedo creerlo —dice y va por su ropa—. No, tienes razón. Las cosas pasaron muy rápido, me dejé llevar por la calentura... siento mucho que...

—¡Ni se te ocurra Orkias! —le grito y el guarda silencio—. Tú no tienes derecho a indignarte...

Traga fuerte y me mira con nervios.

—Sí lo que te dije te molesta, es porque tú me lo hiciste sentir así, y sabes que es tu culpa. Te juro que no te estoy ofendiendo, pero si quieres actuar como un inmaculado me decepcionas.

>>¿Qué pasó con el Orkias que odiaba las formalidades? El que se saltaba las reglas, al que no podías ofender con la verdad ni jugaba a ser moralista.

>>El que se saltaba las reglas con ingenio, el que invitaba a arrojarnos de los cerros para probar a nuestros espíritus de combate a que nos sostengan?

>> Y no vas a salir que te volviste adulto, que la paternidad ni esas muerdas. Porque siempre fuiste un temerario, pero respondía a tus responsabilidades...

—Un temerario que perdió a su hermana, un temerario que dejó que la chica a la que amaba se case con otro... que dejó escapar de sus manos a la mujer que pudo haberle dado un nuevo comienzo, uno ser despreciable y borracho que cuando creyó que era feliz perdió a la madre de sus hijos.

>>Irama, soy un fracaso... y lo único bueno que tengo son mis hijos y sus estudiantes.

>>Sí, ando con el pecho sensible... y no, no quiero dejarte ir de nuevo. Te quiero tirar a la cama 24/7 de ser necesario... pero no puedo tolerar que te refieras a ti como lo que hiciste.

—Pero es la verdad... —digo sin tapujos—. Y no quiero que te ilusiones Arikú. Me puedes tener aquí las veces que quieras... pero ni se te ocurra pensar que me puedes hacer una dama, porque no quiero ser eso... nunca.

—No existen las damas ni las putas, Irama —dice vistiéndose con rapidez y no puedo creer que esas palabras me taladren el cerebro—. Siento mucho que el daño que te causé te lo haya hecho creer.

—Soy una bruja, Orkias, estoy acostumbrada a ser el objeto del deseo, y solo eso.

—¿Algunos de esos que te miran con lujuria te interesó?

Niego, nunca me volví a plantear quedarme con nadie luego de mi decepción.

—Entonces no hay problemas —se abotona la camisa—. No te voy a presionar, no te voy a cuestionar  porque me encantas libre, y siento que me dejé llevar por los recuerdos y haberte ofendido pidiéndote una relación, entiendo que no es lo que quieres.

>>Y juro que cada que pueda voy a pedirte perdón... no me voy a perdonar nunca el daño que te hice... y que te quede claro... si yo terminé contigo antes de nuestra  boda, no fue porque quería una mujer "pura" o por que quería "hijos" que sí en parte esto último usé de excusa... pero sabes mejor que nadie porque lo hice.

—Porque amas a Solei...

—Sí

—¿Ves porque pienso lo que pienso de mi?

—A Solei la amé desde siempre, Irama... y no era perfecta, ni santa, el problema fui yo que nunca intenté olvidarla cuando tuve la oportunidad de iniciar una vida contigo.

—¿Por qué Orkias? ¿Por qué me lo dices ahora, después de 15 años? Sabes lo bien me me hubiera hecho saber eso antes...

—Quizás porque creía que Franco tenía razón —ese nombre me revuelve el estómago.

—¿En qué?

—Qué yo nunca iba a olvidar a Solei... y que tú merecías algo mejor... alguien que te venere día y noche... en ese entonces pensé que la persona indicada no era yo.

>>Y ahora que lo pienso es que lo pude haber hecho.

—Pero no tendrías descendencia.

—De todas maneras hubiéramos sido una hermosa pareja.

Él se abrocha el pantalón, se acerca a la puerta y antes de marchase tira se último martillazo a mi corazón.

—De verdad, lo siento  y espero que podamos sanar ambos...

Cuando se retira, intento no derramar una sola lágrima, pero es imposible. Soy un mar de llanto.

Es demasiado que procesar, mucha gente a quien odiar y perdonar.

¿En qué momento dejé que el dolor entre?

Miro al techo, porque mi intuición se activa.

—Puta gente traidora! —grito—. Por supuesto que yo no soy débil... ¡maleficios por todos lados!

Respiro hondo, y el aroma a cabello quemado llega a mi.

—Los prisioneros... esto huele a paye... pero mal practicado —digo y recuerdo los informes de Cariem con los datos de nuestros enemigos —. ¡Marila, hija de tu puta madre! Eres la abuela más horrible del universo.

Si hay maleficios así, entonces Orkias está en el ojo! ¡Yo creyendo que no le hablaría mínimo por una semana! ¡Maldita mala suerte!

Me voy a preparar un baño de sal.

—¿Por qué accedí a volver? Estaba tranquila en mi choza... aushhh pero ya veras vieja bruja, te lo vamos a devolver.

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