Capítulo 45. Kiri Kiri

Frente a la puerta de la habitación del Cario y la Princesa guerrera al fin, Orkias se dispone a llamar cuando decido interrumpirlo y colocar de forma correcta el broche de abeja que representa que es un rector.

Sus mejillas se ponen tan rojas que me causa ganas de darle una cachetada por insulso. ¿Cómo le puede dar vergüenza mi contacto luego de habernos tocado hasta lo intocable? Idiota.

—Anda... llama. —ordeno y volteo cruzando mis brazos.

—¿Se fue tu amabilidad? —pregunta y se aclara la garganta.

—No, solo recordé que tengo un tema que no logro solucionar contigo.

—¿Después de 15 años? —pregunta incómodo.

—15, largos años. Si me preguntas si aún te guardo rencor... la respuesta es: sí.

La puerta se abre, por lo que ambos guardamos silencio. Una chica hermosa, rubia nos abre la puerta. La reconozco, es hija de mis ex compañeros Luisa y Roberto.

—¿Yara? —pregunto, sus ojos grises me miran y afirma enérgicamente —. No me vas a conocer, pero yo te conozco bien, tus padres son mis mejores amigos de época de escuela.

—¡Wow! Eso es genial... —dice la chica con entusiasmo y nos invita a pasar.

Orkias y yo accedemos a la habitación, y es más grande de lo que recuerdo que estos cuartos eran en mi época de estudiante.

—Esa es tu cama ¿verdad? —digo a la chica apuntando a la derecha.

—Sí —dice—. ¿Por?

—Nada, solo pregunto...

Miento, la verdad es que estoy inspeccionando la energía de residuo y necesitaba confirmar que ese era su lugar de descanso.

El de ella se ve de un rosa pálido, aunque hay manchas violetas, normal para alguien  que sufre, tiene perdidas o un poco de melancolía en su interior, y más porque estos niños ya tuvieron que matar a otros a tan corta edad.

Las otras dos camas son impresionantes, una más oscura que la otra, aún en el rango de lo normal  de un lila intenso, pero el de Luriel  o el que yo creo que es de él lleva manchas marrones y verdes, lo que significa que hay elementos que oculta, secretos que aún no han salido a la luz y en el centro hay un gran agujero... ese debe ser el vacío que dejó la muerte de su madre.

La puerta de uno de los baños se abre y sale Iracema, su piel morena es brillante y sus ojos marrones llevan el brillo de Maitena. A pesar de que Franco no me caiga bien, debo admitir que sus hijos salen bellos. Irina era toda una Diosa, elegante y radiante... Iracema la verdad que es el triple de hermosa. Pero los bastardos del Asturia también salieron bonitos ¿Será que esta chica sabe que tiene hermanos regados por el mundo?

—Hola —saluda secándose el cabello con una toalla.

—Igualdad y respeto, Princesa Guerrera —digo y hago una pequeña reverencia.

—En cuerpo y alma —responde.

—Eres muy bella, y veo que la sangre de las brujas primeras, como de los mestizos corre por tu aura. Debes ser muy poderosa...

—Gracias, intento serlo, por nuestro bien —responde sonriendo.

—Me alegra saberlo, ¿sigues buscando el poder de las estrellas?

Ella afirma con algo de recelo, quizás es algo de lo que prefiere no hablar en público, y ahora que analizo su huella de magia, me doy cuenta que hay un nudo de energía, está protegiendo a alguien... claro a Luriel.

La puerta del otro baño se abre y al ver hacia el chico, la vista se me ha e borrosa. Hay algo en él, él dolor se ve como una capa gruesa que lo cubre, sus poras salen y entran de su cuerpo, y el canto de sus ancestros me hacen barullo en los oídos, como queriendo impedir que sepa algo más.

El ave de su interior grana con fuerza y comprendo que tiene 3 espíritus a su servicio. Por algo es el Cario.

—Buenas noches, ¿a qué se debe esta visita? —pregunta.

—Igualdad y respeto, Cario.

Me inclino completamente para mostrar mi respeto, él parece estar sorprendido, y su energía de inmediato se organiza, como si su modo de alerta acabara de bajar la guardia.

—En cuerpo y alma. —dice agradecido.

—Disculpen mi molestia —me excuso interrumpiendo a Orkias—. Y que entre de forma atrevida.

Digo esto último pasando a tocar sus camas, como si acariciara la tela, primero la de Yara, luego la de Iracema.

—Pero acabo de llegar al internado y no podía aguardar a conocerlos. Me falta la Ninfa, pero me urgía verlo a ambos.

—Sí, tanto que hizo todo un show —se queja Orkias y le ofrezco una mirada de enojo.

Paso mi mano sobre la cama de Luriel y una corriente eléctrica hace que saque mis dedos con rapidez de allí.

Demasiadas protecciones, cantos ancestrales, sellos, y esencias rodean este sitio.

Miro al chico quien con algo de curiosidad se para a lado de Orkias para observarme. Hay algo en el chico, algo grande, un poder gigante contenido... ¿El Tatachiná? ¿Será que él está cerca de ello?

—¿Cómo supiste que eras el Cario Luriel? —pregunto mientras alzo mi pierna derecha sobre una butaca y de mi liga de cadena quito uno de los cristales que cuelga.

El joven es muy educado, ni desvía la mirada, él solo ve a mis ojos, pero el que está muriendo es el Orko, quien aunque finja no estar al pendiente de mi piel, sé que está condenandose por caer ante esto.

—Me lo dijo Orkias, y luego lo confirmamos por mis poderes. Y claro, por que pude dominar a los poras.

—Ya veo...

Las chicas no dejan de verme, están atentas a como de mi escote saco un hijo rojo y ato al cristal, ni bien lo suelto para colgarlo en el aire este empieza a girar como un trompo entre Iracema y Luriel.

A mis oídos llega el sonido de los palos de lluvia, los cantos de los chamanes y las maracas de calabaza. La sangre de ambos es demasiado poderosa, y pare e estar buscando más poder.

Sonrío, porque ambos tienen secretos uno al otro, y porque los dos son tan buenos en lo que hacen que hasta a mi me es difícil  ver lo que ocultan, en especial Luriel.

—Tú abuela es bruja ¿sabías? —pregunto a Luriel y este afirma sin dejar de mirarme —. Hay mucho que te quiero mostrar y preguntar Gianti... pero le prometí a Orko que seria breve, porque ustedes 2 deben salir pata tu casa en cuanto antes.

—¿Cómo?  —pregunta el chico.

—Sí... no se juega con el Karma, Cario, debes ver a tus hermanos es su cumpleaños, ellos son una bendición, la luz en la oscuridad, y al Tapekué hay que agradecer por ello.

—Entiendo... —dice sorprendido—. No conozco mucho sobre lo que dijiste.

—Pues deberías, aprovecha que tienes una abuela conectada a los bosques, te sugeriría que la visites y le pidas que te enseñe cosas... ahora, Cario, noto que ti energía ha cambiado en picos grandes estos días.

—¿Qué significa eso?

—Qué haz entrenado mucho, pasaste por nuevas experiencias o hiciste algún ritual de sangre.

El chico ni se inmuta, actúa como si no me entendiera, y se que actúa, pero lo hace tan bien, que hasta dudo, pero el aire me dice que si sabe que hizo para incrementar sus poderes.

—Hace poco fue su cumpleaños —dice Orkias.

—Shhhh —lo callo, cierro mis ojos y me acerco al chico, acaricio su aura y siento el poder inmenso que emana, es incalculable —¿Ya no eres virgen?

Abro los ojos y veo que él se sonroja, noto incomodidad en el aire, al parecer aquí hay amor no correspondido y un amor desbordado.

—¿Debo contestar eso, señor? —pregunta Luriel a Orkias.

—No... —dice Orko y me niega.

Suelto aire decepcionada, porque mi pregunta es genuina, en fin, no oculto mi decepción, voy hacia Orkias quien ya está por salir de la habitación.

—Bueno, un gusto, mañana seguiremos hablando, en la clase de Grafías corporales —digo y los tres parecen aterrados—. Si sí estás practicando magia sexual —suelto sin vergüenza —. Sigue así, es increíble cómo incrementaste tus poderes Cario... hasta mañana.

—Hasta mañana —dicen los tres incómodos.

—Vengo por ti en 5 —dice Orkias y cerramos la puerta.

Orkias me reprende con la mirada, yo lo ignoro y vuelvo a guardar ni hilo, pongo ni cristal en su lugar, luego me paro recta y acomodo mi escote.

—Irama, necesito que...

—No, nada de prudencia para mi, soy una bruja, sabes como nos iniciamos las brujas, no me vengas con cosas de mojigatos.

—¡Por favor! Son adolescentes.

—¿Cómo si fueran santos? No son niños, son adolescentes, tú lo dijiste. Tienen 18, así que más vale que te olvides de la prudencia. Van a tener clases de Grafías corporales y magia ancestral conmigo, bajo mis términos, te guste o no.

—No me vas a armar un aquelarre aquí, Irama.

—Obvio no, idiota. Pero van a saber como se hace. Fin.

—¡Eres insoportable!

—Soy, sí, pero también soy poderosa por algo.

—¡No fue buena idea traerte! Definitivamente no.

—Te lo preguntaré en 15 días cuando me tengas empotrada contra tu escritorio.

—¡Irama! —reclama y de nuevo está rojo como un tomate.

Le arrojo un beso en el aire y me voy hacia los pasillos, voy a recorrer el internado y voy a llamar a los espíritus, hoy será noche de recolectar información, voy a descubrir al traidor, cueste lo que cueste.

—Ejú chendivé —susurro y las almas comienzan a aparecer ante mí.

—A tu servicio estamos —dicen las voces y en la multitud de espíritus reconozco a Mirena, se me parte el alma.

—Muestrenme dónde puedo manifestar en susurros.

Los espíritus me llevan por las escaleras, y los sigo mientras de ni liga saco una navaja de takuara y comienzo a susurrar un canto en Guaraní para protegerme mientras comienzo a evocar magia de rastreo.

La noche será larga, y mi tortura aún más, porque ahora no puedo dejar de pensar en el pasado y en todo lo que Orkias y yo hacíamos.

¡Cómo odio recordar!

—Señora —dice la voz de mi ave interior.

—Kiri, Kiri... —digo.

—El Cario tiene tatuajes, pero no logré ver de qué.

—Interesante... el niño sabe más de lo que nos hace creer. ¿Supones que es del libro del Teko porã?

—No, aún no es.

—Bien, habría que ver que pasa si tiene esa información.

—¿planea quitárselo al portador?

—Traicionar la confianza de Orkias para salvar la Colmena... no suena mal. Pero ya veremos... ya veremos.

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