Capítulo 44. Juego

—No puedo creer que esa estupidez impida que vaya a ver al Cario —me quejo viendo a Orkias tomar un sobre.

Lo abre y al instante marca un número, ya se a quien está llamando.

—¿Puedes venir a mi oficina? Sí... sí, está bien amigo, te espero.

Él cuelga la llamada y yo me siento sobre su escritorio, Orkias no oculta su incomodidad al verme cruzar las piernas pues el tajo de mi vestido deja al descubierto mi piel, permitiendo que se vean mía tatuajes y joyas de cristal y plata colgando de mi muslo.

—¿Te gusta lo que ves? —pregunto con malicia.

—No deberías andar vestida así por el internado.

—No me vas a hablar del código de vestimenta Orko.

—¿Por qué no?

—Porque eras el primer detractor de eso, ¡Por los dioses y Eirú! Te volviste en un aburrido.

—Solo hago mi trabajo.

—Na, si te conformaras con tu trabajo no me ibas a llamar, sabes que yo no sigo las reglas... nunca.

—Lo tengo más que claro Irama.

Él baja la vista y se sirve un poco de whisky, luego sirve otra raya pata mi y me lo paso, sin dudar lo recibo.

—¿No deberías estar en tu casa hoy? —pregunto

—En la casa de Gianti, dirás...

—No, en tu casa, con tus hijos, protegidos bajo la magia de la casa Arikú. Tu madre no dio su vida para que los bosques Arikú y los ladrillos de su mansión cuiden muebles de oro y roble.

—Irama...

—Lo digo en serio... pero dejando de lado eso, hoy es el cumpleaños de tus hijos Orkias.

—Y el aniversario de la muerte de Solei...

—Por eso, esos niños no tienen más a su madre, no deberías privarlos de ti presencia.

Él está por decir algo, pero la puerta se abre y Franco irrumpe en la habitación, el olor a menta y eucalipto me golpea tanto que tipo mi nariz al verlo pasar.

—Buenas... —saluda

—Hola dice —Orko cuando Franco le da un abrazo y le susurra algo al oído. Supongo que son palabras de resignación por ser el aniversario de la muerte de Solei.

Orkias queda un segundo en el abrazo y al separarse agacha la mirada, aunque quisiera ser algo fría, la verdad es que siento su tristeza hasta aquí.

—¿Por qué no estás con tus hijos Orkias? Ya se va a acabar el día —dice Franco y suena algo afligido.

—Iré más tarde... pero ahora necesito que veas esto. Eres experto en magia de rastreo... ¿Crees que puedas detectar a él dueño de esto?

—Pues... debo probar... —Franco alza la vista y me observa, él no oculta su mirada de hambre, y aunque se ve apetecible, nunca me cayó bien del todo —. Irama... ¿Cómo estás?

—Bien... aunque estaba mejor antes de que entraras, hueles a santería... ¿Por qué te bañaste en menta y eucalipto?

—¿De verdad lo hueles? —pregunta sorprendido.

Orkias niega y él ríe un poco nervioso, ay una actitud tras este Franco, mis poderes parecen debilitarse cuando me acerco, así que doy pasos atrás, y corroboro que mi intuición se hace un poco más fuerte.

—¿Tienes magia de bloqueo Asturia? —pregunto.

Los hombres me observan con curiosidad, Orkias voltea a ver a Franco y este último queda con la boca semilla abierta.

—Sí, ¿Por? —pregunta.

Me acerco de nuevo a él, paso mi dedo sobre su cuello, y su piel se eriza, sin titubear estiro su mano y observo sus líneas, luego sus ojos, cierro la distancia entre ambos y huelo su cuello, casi arrastro mi nariz sobre su piel.

—Magia poderosa... —digo y arrastro mis uñas entre lo que se ve de su camisa descubrirta.

—Claro, hay que cuidarse de los traidores, ¿no lo crees? —pregunta sin despegar sus ojos de los mios—. Sabes que son muchos y corremos peligro no. Tú que estás al borde de ser una Payesera , debes ser más que consciente de lo importante que es cuidarse.

—Claro —digo relamiendo mis labios, cuando me alejo de él—. Y deberías probar fortalecer tu candado con magia sexual...

—Lo tendré en cuenta Irama.

Me siento en la butaca del bar y no dejo de sentirme atraída por el poder que emana Franco. Esto sí es nuevo.

Levanto la vista para ser conciente de que Orkias me está mirando con seriedad, al parecer ni libertinaje le molesta un poco.

Franco se sienta en el sofá y comienza a pasar sus manos sobre el sobre. Cierra sus ojos, con esto puedo captar como sale de su cuerpo energía poderosa que se dispersa en todas las direcciones. De nuevo el olor a menta y eucalipto llega a mi.

El hombre abre sus ojos  y me mira con lascivia, eso hace que mi cuerpo suba de temperatura, por más que intente resistirme me siento extasiada ante el poder y la magia que destila su cuerpo.

Muerdo mi labio inferior y cuando estoy por dejar llevar mis pensamientos a todo lo que me gustaría hacer una vocecilla me despierta.

—Aceite de takuara y esencia de apepú —dice la voz de mi guía, miro a mi Kurijú la cual está en su forma humana mirando fijamente a Franco.

Esos aceites no se usan para cualquier cosa, son difíciles de detectar, para una persona normal, pero no para mi. Sirven para ocultar emociones... algo no quiere que sepa, eso es más que protección.

—¿Tienes esencia de Jazmín del Paraguay? —pregunto para que él crea que aún me tiene hechizada con su encanto, y la verdad estoy disfrutando la mirada de enojo de Orkias.

—¿Sí, por? —pregunta... mientras sigue acariciando el trozo de papel, en verdad la energía que su cuerpo emana es gigante.

—Porque me siento muy atraída a ti... y es un aceite muy efectivo para mantener a brujas exitadas.

—Ese es un dato no menor, gracias por hacérmelo saber... lo usaré más de seguido.

Le sonrío y cruzo mis piernas de forma sensual, él no desperdicia segundo en mirarme.

—¿Y? ¿Ya sabes algo? —habla Orkias serio.

—No... —dice Franco —. Quien lo haya hecho es un genio en cubrir rastros, no hay nada.

—¡Mierda! Y yo que creí que lo iba a conseguir. —dice Orko, Franco finalmente se pone de pie y se acerca a su amigo.

—Igual, pero no hay nada amigo...

Le coloca una mano en el hombro y este solo niega, en verdad quiere atrapar al Justiciero.

—Bueno, ya ve a ver a los mellizos —dice Franco—. No deberías estar lejos de ellos hoy.

—Sí, voy a hablar con Luri e Ira pues Irama será la tutora de la princesa guerrera, por cierto y luego voy.

—O sea que estaremos en contacto, no es así Irama.

—Para cuando quieras... —digo con tono seductor.

Me divierte ver como Orkias cambia su expresión y endurece la mandíbula al escuchar como coqueteo con su amigo.

—Bien, me retiro, descansa Orkias, Irama... nos vemos mañana.

—Contaré las horas...

Digo despidiéndome con picardia, Asturia sale de la habitación, y ni bien cierra la puerta, tomo la carta que estuco tocando y no siento nada, ni un rastro de él... Franco no solo tiene un candado, también tiene un reiniciador sobre él.

Y tengo 2 teorías, o se cuida demasiado de los enemigos  o tiene muchos secretos que no quiere que descubra.

—¿Quieres que te de la llave de su habitación también Irama? —pregunta Orkias enojado—. Te recuerdo que está casado y es el padre de Iracema.

—Y el responsable de que tú y yo hayamos terminado, claro y otros factores que hoy no voy a sacarte en cara, porque no quiero Karma.

—Irama... solo, ten cuidado, no seas tan evidente.

—¿Te molesta que le coquetee? —pregunto recogiendo mi cabello en una coleta. Orkias me mira estudiandome, niega y se sirve un poco de whisky.

—No te preocupes, yo me voy a meter en la relación de Maitena y Franco.

—Bien...

—Pero si voy a ir tras Mortel, no lo dudes.

—¡por los 7! No hace falta que ne lo digas.

—¡¿Por?! Sabes que le tengo hambre a ese hombre...

—Irama...

—¿Celoso? —pregunto y él solo se sienta en su silla, por lo que voy hasta él, me siento en su escritorio, coloco mis pies descanzos en medio de sus puertas y él me observa con algo de miedo —. Te llevaría hasta donde dan mis ganas de jugar contigo Orko, pero repito, no quiero Karma, es una fecha muy emocional...

>>Sin embargo, no creas que no voy a mantenerme quieta, tu sabes bien como soy y como me gusta jugar... y vaya que sabes qué me gusta.

—Irama... —dice cerrando sus ojos —, ya... vamos con Luriel y acabemos con esto, que me pones en aprietos.

—Prefiero ser yo a la que aprietan...

Digo, y Orkias solo niega, me gusta este juego.

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