Camino escondiéndome de los profesores, en teoría tenemos prohibido medorear en este horario entre pisos de otros años, así que debo evitar ser atrapado.
—¿A dónde vas? —pregunta una voz familiar.
Volteo y veo a Gerardo sentado en las escaleras que dan a la terraza del edificio.
—¿Disculpa? —pregunto—. Eres el celador... Orkias te dio tarea de guarda pasillos?
—No, solo soy curioso, pasa que muchas cosas extrañas acontecen últimamente y la verdad es que contigo todo es problemas Gianti... bueno, con los Gianti en general, tu hermanita no es tan santa que digamos.
Parpadeo por la sorpresa, que hable de Hisa me recuerda que tengo familia, y mañana es el cumpleaños de los mellizos.
—Sabes Gerardo, no tengo tiempo para tus preguntas.
—Está prohibido que bajes a otra sección, Gianti.
Me volteo con ímpetu y me acerco a él chico sin importar lo cerca que podemos llegar a estar, sus ojos tiemblan, pero intenta no demostrar incomodidad.
—Te recuerdo en la pirámide de ordenes dónde estoy yo y dónde estás tú Gerardo. Tú eres ese escalón... y ni te señaló dónde estoy yo porque no vas a alcanzar a ver.
—Siempre tan engreído, señor de la verdad y el bien, pero tan inútil ante las adversidades, si tan solo fueras así de temerario para desafiar a Orkias e ir por los asesinos de los nuestros, pero no, un justiciero hace tu trabajo.
—No tienes idea... —susurro, cierro mi puños, pero respiro profundo—. ¿Qué perdiste tú Gerardo? ¿De verdad te importa la guerra del justiciero?
—¿Solo porque no lloro un cuerpo familiar crees que no perdí nada? —dice con enojo—. Estoy perdiendo vivir mi adolescencia con normalidad, o lo que cabe dentro de una secta con poderes, claro está, perdí amigos, profesores, tranquilidad... una novia, la atención de mis padres porque se encargan de velar la seguridad de el tuyo 24/7 Gianti. Todos perdimos cosas.
>>se entiende que no se compara con tu dolor... pero no minimices lo nuestro.
Gerardo voltea y en vez de ir a su cuarto toma su celular y sube las escaleras. A pesar de que me cae mal ese chico, tiene razón.
A pesar de ofrecer mi mirada cargada de veneno al rubio insoportable, no puedo evitar negar con la cabeza por la rabia. Estoy molesto por sus palabras, porque el imbecil tiene razón.
Bajo las escaleras con rapidez, seria más fácil usar algún hechizo o invocación para ocultar mi cuerpo, pero ya estoy usando mucha energía ocultando mis tatuajes que no me da para seguir.
Llego a las escaleras que dan a las habitaciones de los de primer año y me meto debajo en la pequeña puerta que da al deposito. Desde aquí veo a Ira quien cuando me ve entrar se arroja en mis brazos y me rodea el cuello, su cuerpo está temblando e emite sonidos como evitando llorar.
—¿Qué te pasa amor? —pregunto separándola de mi.
—Nada...
—No, ya hablamos de esto de decir: nada.
—Luri, mi amor... yo no quiero cargarte nada en tu pesada mochila...
—Mi amor, mi mochila ya tiene toneladas así que una piedra más no hace nada.
—No quiero que lo que yo te diga te haga mal mi amor....
Ya sé a dónde va esto, ya sé que le pasa, y la verdad que si es por mi quiero evitar hablar del tema, pero si no conecto con Ira ahora ¿cuando lo haré?
Acomodo su mechón de cabello y agarro su rostro entre mis manos.
—Habla... —ordeno y ella solo afirma.
—Mi hermana... —dice y el llanto se le escapa—. Hace un año, Luri, yo sé que debes estar en tu propio duelo, es solo que... perdón, perdón por ser débil.
—Hey... —,digo aportándola de mi y tomando su mentón—. No, claro que no eres débil mi amor, al contrario, eres valiente por dejarte llevar por tus sentimientos.
Soy totalmente sincero, la verdad es que evito pensar en esto, sin embargo, mi madre es una herida que no sana en mi memoria.
—Mi amor —digo y le doy un beso fugaz—. No vuelvas a decir que eres débil, y no quiero que ocultes tus lágrimas por mi. Jamás voy a decirte que no lo hagas, tu dolor no está sobre el mío y cada quien debe llevar su duelo a su manera.
—Luri... —vuelve a arrojarse en mis brazos y llora desconsolada.
Ha pasado un año y es la primera vez que ella se me nuestra su dolor. Pobre Ira, ha jugado a ser fuerte por mi, por no abrir un dolor en mi pecho. No tiene idea de que haga lo que haga esa herida Jamás cerrará hasta descubrir al asesino de mi madre y salvar su alma.
Por los 7, esto está siendo muy duro para mi, no quiero que ella sufra, pero soy tan conciente de que cuando sepa que hago yo con mi tristeza se enfará tanto que la voy a perder... pero al menos ella seguirá con vida.
—Ira...
—Sí —dice entre sollozos.
—Te amo.
El silencio se hizo entre los dos, yo no sé si este es el momento y el lugar, pero dentro mío nació la necesidad de hacérselo saber, de que ella escuchara al fin lo que de verdad siento.
Ella se separa de mi, le seco las lágrimas y al instante soy presa de sus labios, luego de unos segundos se separa y con los ojos brillosos me responde.
—Te amo... mi no novio.
Le sonrío y acomodo su cabello para volver a besarla.
No creí que una simple palabra podría alivianar su dolor, pero que bueno que lo haga hecho.
—Irama, son las 21:00 o deben estar bañándose o se deben estar preparando para mañana —esa es la voz de Orkias.
Me separo de Ira, ella me mira extrañada. Me acerco a la base de la escalera.
—No me importa, quiero conocer al Cario... —dice la mujer.
—¿Qué pasa, Luri?
—Orkias... —digo
—Irama, al menos pidamos permiso a Mortel, a los padres de Iracema y de Yara —réplica Orkias.
—¿Qué pasa con él? —pregunta Ira.
—Va para nuestra habitación... mierda, y nosotros aquí.
—¿Puedes pedir de favor que nos hagan aparecer allí?
Niego de inmediato, ¿cómo le explico al amor de mi vida que perdí los favores de el señor de la noche por engañarla a ella y a Cariem?
—¡Carajo! —dice nerviosa —¿Y qué vamos a hacer.
Me encojo de hombros, hay 2 posibles soluciones, la primera decir la verdad, pero implica castigo, la segunda, es mentir, pero esta Irama se me hace que podría descubrirme.
—¡Luri! Mi hermano... —escucho a Mirena hablar.
—Tarde ya me di cuenta —digo.
—¿Ya te levantó los candados? —pregunta Ira sorprendida.
—Sí, al fin.
—Deja de socializar y ve a distraer al Orko. —digo.
— Sabes que eso no puedo hacer Laurie, mi hermano no me ve si no estás conmigo.
—Cierto —secunda Ira.
Mierda, segundo a segundo se acercan a mi habitación y está Irama puede ser un problema.
—Ya sé... —digo—. Ve a decirle que hay info de el justiciero para el informante en el árbol del claro donde solíamos entrenar a Aratirí y ella se encargará de hacerle llegar a Orki.
—¿Cómo sabes eso? —preguntan Ira y Mirena juntas.
—Trabajo para el Informante ¿a caso lo dudan?
—No nos sorprende —dicen de nuevo.
—¿Pero no vas a arruinar tu publicación? —pregunta Ira, que linda, a pesar de estar en contra se preocupa por mi artículo.
—Tengo copia... anda Mirena, ve.
Tomo a Ira de la mano y la estiro hacia mi pecho para abrazarla.
—Así nos das chance de llegar.
—Bien, voy, pero ojo que escucho a Irama decidida, así que vayan directo a la habitación.
—No lo dudes —respondo y le guiño un ojo a mi espíritu, ella solo me sonríe y desaparece.
Vuelvo a dar un beso a Ira, pero esta vez la tomo del cuello y la llevo contra la pared, ella suelta un pequeño quejido, apoyo todo ni peso en ella, y separo mis labios de los suyos.
—Vamos... —digo.
—Eres cruel —dice con los ojos cerrados.
—Solo un poco... —la aprieto un poco más y la vuelvo a besar.
—¡Mierda Luriel! Odio que seas fuego.
—Mentira, lo amas.
La estiro al escuchar que Orkias e Irama van al patio y salimos corriendo.
Ahora debo portarme como un adolescente normal... o algo así, porque no solo estoy en el ojo de Orkias y Cariem, también de Iracema y de Irama, y eso ya es peligroso, mi identidad corre riesgo a ser descubierta... y aún debo cuidarme, al menos hasta tener ese maldito libro.
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