Capítulo 35. Los carios
El estruendo de la explosión aún resuena en mi cabeza, observo al rededor y puedo sentir la desesperación. A lo lejos escucho lo que estaba esperando y con una sonrisa reprimida me pongo de pie.
Juanjo se acerca a mi y con preocupación me sostiene del brazo.
—¿Estás bien Luriel?
—Mejor que nunca —respondo—. Es hora de que te unas a la fiesta.
—¿Cómo? Nos están atacando... —me reprocha.
—Sí, esa es mi señal, ellos son mis invitados especiales.
—En verdad, estás demente...
—No tienes idea.
Los sonidos de pelea se intensifican, yo libero a mis poras, quienes se encargan de hacer el mayor ruido y polvo posible en busca de causar confusión pero de la misma manera cuidar a mis amigos.
Comienzo a caminar hacia el gran agujero que hicieron los mata abejas, cuando Juanjo vuelve a sostenerme del brazo.
—Luriel ¿Qué mierda está pasando?
—Sígueme, cállate y haz lo que yo te diga.
—¿Cómo? —pregunta indignado.
—Sí no quieres venir conmigo lo entiendo, pero si quieres entender que pasa, seguirás mis órdenes.
Juanjo asiente, y en eso veo a Yara acercarse a mi. Volteo hacia mi acompañante y le susurro.
—Ella sabe que soy el justiciero, pero no puede venir con nosotros ni mucho menos enterarse que este ataque lo organicé yo.
—Luriel... —suena preocupado, sin embargo veo que me seguirá.
—¡Chicos! Son muchos mata abejas —dice Yara—. Espero órdenes Luriel.
—Necesito que cuides a Iracema y a Josefina. No dudes en cortar algunas cabezas.
—¿Quieres que invoque al 4to? Estamos bajo su regencia.
—No... aún no. Nosotros podemos contra ellos, aquí solo están mata abejas novatos, si estuviera Daniel o algún otro líder seria otra cosa. Recuerda que estamos bajo en Nole me tangere, así que será una masacre para ellos.
—Sí, Cario. —responde, su voz suena decepcionada, pero a su vez con obediencia.
Se retira y va hacia donde las chicas. Volteo pata buscar a Vega, pero no la encuentro en ningún lugar. Mi hipótesis toma forma, esa chica no es la verdadera Vega.
—Ven... —digo a Juanjo y vamos corriendo.
Hay gente quejándose de dolor, de lejos veo como Thalia y Anastasia están asistiendo a las personas, Cariem por su parte está aplastando mata abejas de un solo golpe.
Debo escapar lo más rápido posible de este lugar antes de que acabe controlando el caos. Es evidente que me va a descubrir si hago un paso en falso.
—¡Cario! —la voz de Zunú me llama, el está del otro lado del agujero, en el húmedo y mal oriente callejón.
Salto hacia él, Juanjo me imita. En eso Zunú levanta sus manos, Mainumby aparece y con un solo Aleteo hacia la discoteca genera un ventisca que hace que todos caigan al suelo, así como que los objetos salgan disparados contra la pared.
—Bien hecho, hermosa. —dice Zunú y Mainumby regresa a su forma animal.
Cenit me arroja un casco y Zunú le da uno a Juanjo, mi amigo sigue confundido, pero se lo pone.
—¿Ahora qué? —pregunta.
—Vamos a volar bebé —le responde Cenit —. Cómo no sabíamos si podrías manejar una motocicleta, te vienes conmigo.
—Wow —dice Juanjo levantando ambas manos—. Pretenden que me suba a esa maquina asesina...
—La maquina asesina soy yo... no la moto, anda —con esa respuesta de Cenit puedo asegurar Juanjo solo terminó a los pies de la chica.
—Las motocicletas están al costado —dice Zunú.
Comenzamos a correr, y en eso los sonidos de la batalla en la discoteca se hacen más fuertes, estoy seguro que Cariem está a punto de vencerlos a todos, así que no me queda más que pedir un favor.
O pido que nos teleporten al lugar al cual quiero llegar... o que Nadie pueda salir de la discoteca.
Llegamos hasta las motocicletas, y subimos. Miro a Zunú y este me hace el gesto de que solo espera mi orden. Miro al cielo y veo que las estrellas están justo en la posición a punto de generar un cambio de regencia.
Me quedan segundos, Araresá debe estar esperándonos con las presas que cazó esta tarde para mi.
—Luriel, debemos irnos, ya —Cenit arranca la motocicletas y Zunú asiente para darle la razón.
—Bien... —resoplo—. Karai pyharè, aipota eju... —llamo al señor de la noche y este aparece delante de mi, me ofrece.
—Igualdad y respeto.. Cario. ¿Qué hago por ti?
—Evita por todos los medios que Cariem, Thalia o Anastasia me encuentren.
—Eso te saldrá caro, sabes que tanto Cariem como Ana tienen mis favores...
—¿Cuál es el precio?
—No podrás volver a pedirme un favor hasta que el último lapacho haya perdido todas sus flores...
—Luriel, eso es casi un año sin Pombero... —dice Juanjo exaltado—. Estamos 23 de noviembre... deberías esperar hasta septiembre, con suerte...
—Lo acepto —digo sin más.
—Qué te ilumine el gran Tapekue —responde Pombero, mientras agacha su cabeza y desaparece en una columna de humo.
—¡Estás loco! —me reclama mi amigo.
—Créeme Juanjo... lo que haremos esta noche lo vale —arranco la motocicleta y me pongo el casco—. ¡Poras! Traigan a Vega, a la falsa, claro está. Debe llegar sin falta en casa Sapukai.
Las almas salen de mi cuerpo y soltando sus risas tétricas van a buscar la forma de cumplir mi pedido.
—Ahora, tú, suéltate —ordena Cenit a Juanjo mientras le agarra y lo hace rodearle la cintura con sus brazos.
—Es hora... vamos, que hoy comenzaremos a formar nuestro ejército.
—¿Qué quieres decir? —pregunta Juanjo cuando ve que aprieto el acelerador para hacer más ruido.
—Hoy, amigo mio, vamos a convertirnos en leyendas, los 4 seremos Carios de verdad.
—Lu... estas diciendo que...
—El pastel de mi cumpleaños, es el corazón de un enemigo —completo.
Juanjo no puede decir nada, porque Cenit dio marcha, atrás Zunú y yo los seguí.
He esperado este día por meses y ya era hora. Al fin, podré acceder a un poder infinito y tendré más medios para buscar al asesino de mi madre, pero eso no es todo gracias a esto al fin podré hacer pagar uno a uno a los enemigos, revivir las tradiciones de mi pueblo y seguir en medio del internado, haciendo creer a mis mayores que yo solo soy un niño al que hay que cuidar. Cuando en verdad soy el verdugo de quienes se atrevan a molestarnos.
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