Capítulo 33. Preocuperme, cuidarme o confiar
—¿Ya leíste el artículo de El informante, Luriel? —me pregunta Orkias mientras me siento a la mesa esperando que vengan mis amigos antes de salir.
—Sí señor.
—Es una crítica directa a ti e Iracema ¿Qué opinas de ello?
—En verdad quieres hacerme hablar ¿no es cierto? —pregunto mientras me acomodo en la silla, cruzo mis dedos y lo miro con cierto disgusto.
—Con todo mi ser...
—Bien, que el Informante tiene razón, ya debería estar yo limpiando las calles y no un mercenario... pero me dirás que ya hablamos del tema y que no es la forma. Orko, me gustabas más cuando rompían reglas y eras un borrachín divertido.
—No por tener 18 años significa que no puedo imponerte castigos Luriel... pero, concuerdo contigo, yo era más divertido, pero las cosas cambian, y mucho no puedo hacer.
>>Ahora, hay algo que si podemos hacer. Ya tienes 18, y eres mi favorito a pesar de ser un insolente.
—No P.U.E.D.E S.E.R —digo en voz alta.
La emoción me invade, no puedo creer que Orkias en verdad va a hacer esto conmigo más sabiendo que no estamos en buenos términos. Sin embargo, este es un buen regalo de cumpleaños.
—¿Estás listos?
—¿Qué esperas papastro? Echa la apuesta... estoy más emocionado que listo.
Orkias dibuja una sonrisa, al parecer está tan feliz como yo por esto.
—100 a que antes de fin de año descubro al informante.
—500 a que no —digo sin dudar.
Orkias me mira con malicia, y yo intento ofrecerle mi mirada más burlona.
Si yo que ando en contacto con el Informante no sé quien es, él mucho menos podrá. Sea quien sea ese personaje, sabe jugar a ser espía...
—Acepto —dice nos estrechamos las manos y nos miramos con un poco de orgullo.
—A pesar de que tu apuesta es desafiante Orkias, es uno de los mejores regalos de cumpleaños.
—Lo supuse...
La sala es invadida por un montón de voces, mis amigos y nuestros encargados llegan junto a nosotros, Orki se vuelve a sentar desafiante y por un segundo en verdad creo que voy a perder la apuesta, sin embargo, analizo la situación, yo tengo ventaja.
—¡Ya estamos! —Anuncia mi prima quien hace un movimiento para hacer volar sus mechones de cabellos y nos quedemos admirando su belleza —¿Y?
—Sí, estas hermosa prima...
—¡Gracias! ¡Owoooo! Vamos de fiesta, no tienen idea de cómo me emociona.
—Envidio su espíritu —se queja Anastasia quien se sienta a lado de Orkias y le quitas el vaso de whisky que él acababa de servirse—. Ya bebiste mucho por hoy
—Habló la policía del alcohol. Déjame beber por hoy que los niños van a estar a cargo de Gianti.
—Awwww hasta se turnan como padres corresponsales, me dan mucha ternura...
Imposible no reír, y aunque le moleste a Orkias en verdad lo imagino con mi papá.
—Anastasia... te perdono porque eres tú, pero Cario usted mañana me corre 30 vueltas la cancha...
—¿Vas a ir al internado mañana? —pregunto
—No, tengo reunión de consejo...
—Ahhh claro, sí, sí, haré las 30 vueltas —digo haciendo un gesto de burla.
Orkias me mata con la mirada, pero cuando esta por decir algo lo ignoro porque la chica más hermosa del universo acaba de entrar a la habitación.
—Wow... —decimos todos, a excepción de Cariem y Orkias quienes están ocupados bebiendo.
—Estoy lista —dice ella quien tiene una cajita en la mano—. Pero antes de ir a la discoteca me gustaría que abras te regalo.
—Lo que me pidas lo hago... —digo.
—Sí, es un dominado —dice Orkias, volteo lo observo y me cruzo de brazos.
—Eres el menos indicado para emitir opiniones Orko, correa corta.
—Serán 50 vueltas... —dice y hace un gesto de brindis.
—¿Por decir la verdad? —Cariem hace un mohin de burla.
—Qué sean 100... y tú te quedas en la cancha a supervisar querido amigo.
—Explotador —decimos entre dientes Cariem y yo.
Vuelvo a observar a mi hermosa novia y tomo la caja, puedo percatarme que todos están atentos a lo que sucede, <<Malditos curiosos>>
Pero no pierdo tiempo, bajo la caja en la mesada de mármol, abro y veo el contenido algo extrañado, incómodo en un momento, pero feliz por el otro.
Es un anillo macizo de oro y plata, el centro tiene la forma de un reloj de arena y desde aquí puedo ver que dentro tiene un grabado.
Saco el anillo y observo la inscripción.
<<Cero dudas>>
Sí, esa ha sido una respuesta recurrente entre ambos. Hay demasiadas sensaciones que me invaden ahora, pero atino a abrazarla y decirle un: gracias amor, al oído.
—Le hubieras regalado una correa, es más eficiente —dice Anastasia.
Todos volteamos a verla, pero intento no hacerle caso, me pongo el anillo y omito la presión que me hace sentir el regalo.
—Es un anillo promesa —dice Iracema—. Y mi promesa es que voy a estar a tu lado, que voy a estar para curar tus heridas y que voy a ayudarte en lo que pueda siempre.
—Iuuu —Anastasia no disimula el gesto de arcada—. ¡Por los 7! El amor juvenil es tan empalagoso.
—Awww bien que quieres que te de un regalo así de romántico —dice Thalia cuando le da un beso en la mejilla.
—Sigo pensando que la correa es la mejor opción.
—Iuuu —decimos los adolescentes.
—El amor de viejos es tan incómodo —digo.
—Me vuelves a decir vieja niño y la que te hará correr seré yo —me responde Ario.
Por supuesto que cierro la boca, no me voy a enfrentar a Anastasia ni en broma, ella es sanguinaria, Orkias a pesar de todo no es tan rudo como Ana.
—Ya está la avioneta —dice Maitena entrando con Edara.
—Al fin —Cariem se levanta y va en dirección al patio —. Mientras más rápido vayamos, más rápido acabará el tormento.
Mis amigos y los adultos comienzan a ir para subir a la avioneta, por lo que quedamos solo Iracema y yo en la sala.
—¿No te gusta? —pregunta mientras la rodeo con mi brazo.
—¿Qué dices mi amor? Claro que me gusta.
—Pero te noto incómodo.
—No, no es eso... solo me tomó de sorpresa, no esperaba algo tan significativo, es todo.
—Ok... Ok...
Es todo lo que dice. Llegamos a la avioneta, y papá está en la base con Sabina y los mellizos. Él ayuda a todos a subir, Ira se adelanta y quedó yo por último.
—Gracias pa... —digo.
—Lo que sea por ti hijo... pero no hagas una estupidez, por favor...
—Define estupidez...
—Puedo actuar como que no sé nada, no me obligues a ir un poco más allá.
Trago fuerte y quedo en silencio cuando él me da una palmada en la espalda y me deja solo.
¿Debería preocuparme, cuidarme o confiar en que nada se dañará?
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