Capítulo 29. Amistad
La lluvia se ve colosal en el campo de los Gianti, de pequeño me daba miedo permanecer aquí, recuerdo que la tía Solei me tenía que arropar y distraer cuando sacudía alguna tormenta.
Gustavo y Luriel intentaban siempre distraerme, pero era imposible dejar de mirar a los árboles retorcerse con el viento. Lo irónico es que mi marca rige sobre el poder de la lluvia, las plantas y los rayos.
Si bien, ya no le temo a las grandes tormentas, la sensación de peligro siempre está al máximo cuando el clima está así.
El sonido las tazas y cubiertos me vuelven a traer al escenario principal. Todos están sirviéndose el desayuno, y a pesar de ver felicidad en sus rostros en el fondo se siente aún la angustia que nos generó ver a Luriel en medio de ese ataque de ansiedad.
Lo conozco tan bien, que sé cuando tiene encendido el chip de autocontrol. Esta madrugada una nueva incógnita se ha habilitado, Luriel guarda un secreto, y ese secreto va más allá de su duelo inconcluso.
—¿Cómo amanecieron chicos? —pregunta Mortel con Saité en brazos, lo ubica en su silla para comer.
—Bien... —respondemos.
—Yo aún tengo sueño —dice Anastasia a la par que bosteza y toma una taza para servirse café.
—Claro que lo tienes —responde Thalia mientras le planta un beso en la cabeza.
A cualquier persona podría parecerle fascinante ver una relación de tres, pero para nosotros da igual.
—Sabrina, me traes fruta cortadita para Mainara por fa —dice Orkias quien ingresa a escena con la niña en brazos.
Sabrina le responde a lo lejos y yo quedo mirando al hombre que me sigue causando algo de temor si doy un paso en falso, pero se ve tan frágil en su rollo de padre.
El se sienta a la mesa con Mainara en sus brazos y la acomoda en su regazo, jugando con ella.
—No la mal acostumbres Orkias —reclama Mortel, Gustavo y yo nos miramos, ambos pensamos lo mismo... que buen shipp—. Ponla en su silla, la estas malcriado.
—La estoy criando, es más, tráeme a Saité también...
—No...
No pude evitar reír, pero al segundo me reprimo porque podrán parecer de felpa actuando así, pero sus miradas son asesinas.
—Se ven tiernos —dice Anastasia —. Deberían intentar una relación juntos, y si lo hacen quiero ser la madrina. Y solo porque ambos son mis favoritos.
¡Hija se su máxima puta! Nueva aspiración en la vida: ser como Anastasia.
Las risas se hacen eco, hasta Cariem suelta una carcajada. Orkias solo niega y Mortel pone los ojos en blanco.
Al levantar la vista veo a Jose entrando con su madre y l mamá de Iracema, de inmediato bajo la mirada porque el corazón se me acelera a mil.
—Buen día —dicen y todos respondemos el saludo.
—¡Dios! Cada vez es más hermosa —me susurra Gustavo, y la culpa me consume.
—Cierra la boca que se te cae la baba—digo intentando no sonar extraño.
—Envidioso, pero cuando pasaba Cenit delante tuyo no disimulabas.
—Por qué ella no me registraba perro, aquí estás en frente a Jose.
—Tienes razón.
Vuelvo a levantar la vista y sin analizar absolutamente nada al ver a Luriel e Ira dejo salir las palabras.
—¿Qué tal?... —hago una pausa luego de verlos tan vigorosos y brillantes— ¿Queeee taaaal?
Luriel solo sonríe, y no le dan tiempo de responder porque todos se abalanzan a él para darle las felicitaciones correspondientes.
Gustavo y yo esperamos a que se despejen y finalmente voy a darme un abrazo fuerte.
—Felicidades perro, ya eres Legal... —digo
—Sí, ya te podrías ir a una discoteca sin temor a que te descubran... —agrega Gus.
—Como si tuviera tiempo y permiso —agrega Orkias desde la mesa.
Iracema ríe por el comentario y seguido va a sentarse a lado de Jose y comienzan a charlar. Llevo mis manos a los bolsillos e intento tranquilizar mi corazón.
—¿Estás mejor? ¿Pudiste despejarte? —pregunta Gus a medida que vamos a ubicarnos en nuestros lugares.
—Te puedo asegurar que encontró la forma de lidiar con su ansiedad —digo.
—¿Cómo? —pregunta Gustavo, tan perdido como siempre —. Para cuando me den a mi...
—Te estaría faltando una novia... —dice Luriel y Gustavo no entiende... ¡Dios! A veces es demasiado inocente.
—Es que el día está... soleado para Luriel hoy...
—Pero hay una tormenta afuera...
Luriel y yo nos damos un golpe en la cabeza y eso parece hacerle entender la indirecta.
—¡Oh! .... Ooooh... ¡Espea es un gran Oh! Pero ya me callo, voy a ser respetuoso y no haré preguntas... aunque me consuma la curiosidad.
—¡Más vale que no hagas ni una pregunta Gustavo —reclamo—. No hay que ser irrespetuosos.
—Sí, lo sé... a demás conozco a este perro, no dirá ni mu.
—Sí —refuerzo y miro a Luriel—. Sabe callar...
Luriel entendió mi indirecta, la sonrisa se le borra, pero intenta fingir que no pasa nada.
Levanto la vista y veo a Sabrina y su madre entrar con frutas y tablas de queso. La chica entrega a Orkias su pedido y luego comienza a repartir a los presentes compotas.
—Solo una pregunta y ya —dice Gustavo, Luriel y yo lo miramos con reproche, pero sabemos que no se va a callar —. ¿Fue increíble o incómodo? Dicen que la primera vez no es tan memorable.
Al terminar la pregunta escuchamos la bandeja y platos de vidrio estrellarse en el suelo, justo a lado de Luriel, Sabrina está roja, creo que escuchó la pregunta.
Luriel intenta ayudarla, pero ella lo rechaza. Así que el vuelve a sentarse.
—En respuesta Gus... es increíblemente incomodo que me hagas preguntas...
—Lo siento —dice encogiendose de hombros.
—Te disculpo porque sé que eres curioso... pero el tema muere aquí ¿Ok?
—Ok...
—Ni en broma —digo—. Es más que obvio que voy a usar esta información para incomodarte cada vez que pueda.
—¡Cero dudas! —dicen ambos.
Y de nuevo mis ojos van hasta Jose... mierda que ganas traicionar mi amistad.
—¿Qué haremos luego del desayuno? —pregunto.
—Intercambio de regalos y veremos pelis —responde Jose—. El clima da para estar tapados y disfrutar de un buen show.
¿Mal momento para estar comiendo nueces? Sí...
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