Capítulo 27. Sí

Han pasado días desde mi locura, el rumor de el justiciero como salvador de La Colmena se extendió de un lugar a otro.

El internado subió de nivel, los protocolos de seguridad son más difíciles de saltar, pero me las he ingeniado para no dejar mi misión a medias.

Los pora me ayudan a camuflar mi ser y cubren para que nadie sospeche que no estoy... y ahora Yara se ha vuelto una gran aliada.

Tirado en mi cama miro al techo y pienso ¿Cómo voy a ir hoy de cacería estando en casa? Escapar de papá y Mortel no será fácil, pero algo se me va a ocurrir.

Me llega una notificación al celular, lo desbloqueo y miro que es un WhatsApp de Ira, lo abro la sorpresa me toma.

💘 AMOR 00:00
Feliz cumpleaños mi Cario Gruñón. Estoy en tu sala... ven que tengo una sorpresa.

¡Carajo! Es mi cumpleaños... ¿Cómo mierda?

Levanto la vista y veo 24 de septiembre, a tres días del nacimiento de mis hermanos, a tres días de la muerte de mamá.

Me levanto con rapidez, voy corriendo hasta el baño y sin titubear abro la ducha. El agua está fría, mi piel se eriza y comienzo a temblar.

—Uno... dos... tres... cuatro...

Comienzo a contar mientras mi cuerpo tiembla.

<<No, no, no es un buen momento para un ataque de pánico, mamá no está, mamá sabía contenerme...>>

La respiración se me agita, mi pecho se comprime, el aire se me va. Respiro, pero el aire no me entra en los pulmones.

—diez... once... doce...

Ya me pongo de rodillas y las lágrimas caen... siento que en cualquier momento voy a colapsar.

<<Luriel, este no es el momento >>

Lloro, desconsoladamente, mis manos intentan sostenerse a la barra para ponerme de pie, pero no lo encuentro.

No, no quiero morir así, aún no encuentro el alma de mamá, y tengo una promesa hecha a las estrellas. Mis palabras aquellas noche terrible son mi garantía.

Mi alma está ligada a mi promesa.

—Cuarenta... cuarentaiuno... cuarentaidos...

¿Cómo es que de un segundo a otro todo se vuelve negro?

—¿Luri? ¿Amor? —escucho a Iracema

—Sesentaicuatro... sesentaicinco...

Intento decirle que estoy en el baño, pero las palabras no me salen, ahora mismo me es más importante contar.

—¡Luri! Bebé...

Ella viene hasta mi, cierra la ducha y sin dudar me abraza estando yo aún empapado.

—¿Amor qué pasó?

No logro contestar, porque simplemente no sé, no sé qué pasó, de lo único que soy consciente es que estoy llorando.

Cuanta sangre ha corrido entre mis dedos y aún así una simple fecha es capaz de derrotarme.

En definitiva el dolor de la ausencia de un ser amado es un arma mortal.

Iracema sigue hablando, pero no la entiendo, no logro contestarle. Soy consciente de que no pasa mucho tiempo y en el baño esta mi papá, Thalia, Cariem, Anastasia, Juanjo, Gus, Jose y Orkias.

Todos intentan contenerme, pero solo siento que voy a desfallecer.

—Voy a llamar a Yael... —dice papá.

—No... no... —logro decir.

Papá mira a Thalia y ella le hace un gesto apoyando mi decisión.

—¿Qué podemos hacer por ti, hijo? —Orkias me pregunta preocupado.

—Nada...

Vuelvo a temblar, Juanjo le pasa una toalla a Ira y ella me envuelve al segundo en ella.

—¿Te dejamos solo? —pregunta Thalia

Logro afirmar moviendo la cabeza.

—Pero no es buena idea que estés solo... —dice Anastasia muy preocupada, arrodillandose y mirándome a los ojos —. Cario, no es momento para enfrentar al dolor solo, estamos aquí... para ti.

Solo logro abrazar a Iracema, y me aferro a ella.

El silencio se hace y se que todos están analizando si van o no a dejarme solo con ella.

—No podemos... —dice Ana

—No nos iremos de la casa, él ha elegido como tranquilizarse —habla Cariem —. Demosle su tiempo... se lo merece.

—Opino igual —dice papá.

—Sí nos necesitas, nos llamas Luriel... —Orkias me da un apretón en el hombro y no dice nada más.

Al cabo de u  rato el silencio se hizo murmullo, todos comenzaron a salir del baño, mientras yo seguía con la cabeza hundida en el cuello de mi novia.

Ella no dice nada, solo me rodea con sus brazos y de tanto en tanto me da un pequeño beso en la cabeza. Yo aún no la puedo soltar.

Aprieto con fuerza mis ojos, mientras intento juntar las fuerzas necesarias para hablar.

Aprecio el silencio de Ira, es como si entendiera que no necesito palabras, me basta con que me sostenga, con que me tenga ahí en sus brazos con ella.

La abrazo con más fuerza, mientras mi valentía regresa a mi. Ella comienza a temblar y creo que se debe a que la he mojado.

—Lo siento... —digo susurrando a su oído.

—Tranquilo... mi plan era pasar tu cumpleaños bajo la ducha... pero debí planificar mejor e informarte que la idea era un poco diferente.

—¿Lo dices en serio?

—Pasemos a otro tema, ven... —nos ponemos de pie.

—No, no quiero cambiar de tema, este me ayuda a disminuir mi ansiedad...

—¿Me intentas manipular Gianti?

—Solo un poco... pero es en serio...

Ira no responde, solo me agarra de la mano y me lleva a ni habitación, me deja parado en medio, y yo seco mis lágrimas... aún siento el vacío y que en cualquier momento podría volver la sensación de muerte a dominarme, pero la conversación de Ira en verdad es muy buena para distraerme.

—Te ayudo a cambiarte —dice y la admiro en la penumbra, ella se ve tan hermosa y no puedo creer que en verdad está preocupada por mi.

—¿Arruiné mi sorpresa? —pregunto.

—Na, la sorpresa puede esperar... ¿Qué te quieres poner...?

Aún tengo la sensación de desesperación en el pecho, el dolor quiere emerger, pero no estoy dispuesto a dejar que me domine, hoy no.

La puerta de la habitación se abre, Thalia viene con un par de taza de té, mamá hacia eso cuando notaba que necesitaba calmarme.

—Es té de tilo... —aclara—. Le puse un poco de mbarakuja para que disminuya... ya sabes, te va a ayudar.

—Gracias Thalia —digo, y es la primera vez que desde hace tiempo me dejo querer por mi hermana, pues últimamente solo nos peleábamos.

Thalia me abraza, deja un beso en mi frente y luego mira a Iracema a quién le guiña un ojo y finalmente se va sin decir nada. Cierra la puerta y escucho la llave girar...

Miro sorprendido a Ira y mi novia se encoje de hombros.

—Ella sabe cosas... —dice Ira y viene junto a mi con una remera —. ¿Te ayudo a quitartela?

—Sí... —susurro.

La chica se acerca a mi y al poner sus manos sobre la tela de mi remera mi corazón se acelera. Muy justiciero y todo, pero qué débil soy ante ella.

—¿No quieres hablarme sobre lo que te pasó?—pregunta quitándome la remera.

—No...

—¿Quieres que me vaya y te deje solo?

—No...

—Qué quieres que haga por ti amor...

—Cúrame...

—¿Cómo se cura un alma hecho polvo si no me dices que hacer?

—Con fuego... todo se cura con fuego —al decir estas palabras le quito las remeras que tenía en sus manos y las arrojo al suelo, tomo de la cintura a Ira y la beso de forma apasionada.

Sus manos recorren mi torso desnudo y mojado, mientras mis labios saborean los suyos. Mis manos no se quedan quitas y aunque la ansiedad está aún tan palpable  yo no me rindo ante ella.

Sin dudar le quito la blusa, y la vuelvo a traer hacia mi.

—¿Quieres que te cure así? —pregunta en un hilo de voz.

—Sí...— es todo lo que logro decir.

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