Capítulo 26. La palabra

El sonido de la voz de Orkias llega a mis oídos, lo escucho triste, molesto, adolorido... todo eso me genera una angustia y comienzo a correr en el vacío.

Los destellos de luces se hacen más intensos y pareciera que estoy por llegar a donde por fin descansaré... pero de nuevo la tristeza se clava en mi pecho, unas garras negras y frías se aferran a mi cintura y me arrastran sin delicadeza alguna.

Mis ojos se nublan, mi piel se enfría y mi alma se vuelve a partir en pedazos, el bucle vuelve a repetirse una y otra vez.

Lo escucho, corro, me atrapan, me aprisionan, lloro y me desgarran el ser.

¿Mis bebés? ¿Mis hijos? ¿Están solos? ¿Dolidos? ¿Heridos?

Mi cuerpo desnudo en el suelo frío, hecho nada, herido, ensangrentado... sana en segundos para volver a morir una y otra vez.

¡Ya no aguanto más! Y esto es lo más tranquilo que he vivido en días.

De nuevo las voces de Orkias y ahora Mortel... ¿Qué dicen? ¿Por qué no les entiendo?

—Lo vamos a atrapar... —dice Franco.

Mis ojos se abren, mi corazón se agita y el enojo me domina.

Me pongo de pié, y mi cabeza comienza a recrear el día en que todo se apagó.

La ira me domina, y cuando las garras pretenden volver a tomarme... grito.

—¡Epyta! —mi invocación funciona, las largas garras negras se detienen en el aire y comienzan a desintegrarse.

—Lo que hizo fue muy temerario, y aprovechó mi ausencia —dice la voz de Orkias... mi amor.

—Lo que hizo fue un acto de rebeldía —habla Franco y me gustaría salir de aquí y hacer que su cuerpo se queme.

—No hables así Franco —Mortel habla y siento en él cierta desconfianza hacia Franco.

—Vamos Mortel, déjate llevar por tu intuición... —susurro mientras me pongo de rodillas.

—Al fin y al cabo ya vimos que se trata de alguien joven... —Continúa Mortel —. Ahora solo falta descubrir quien se esconde bajo la máscara de hueso, pero no para desterrarlo como tú quieres... el justiciero no está infringiendo normas del panal, está liquidando enemigos.

—¡Es una amenaza! Mortel, está desafiando nuestra autoridad... ¿en qué posición deja a Orkias?

—Basta... —Thalia habla, mi niña, mi bruja auris—. Todos hemos pasado una noche de mierda. Y mientras no atrapen al Justiciero todo será supuestos... y la única que puede decidir que pasa es Araresá o su madre. Por el momento, levantemos está estúpida sesión, mis hermanitos necesitan a su padre y a su cuidador ahora.

Saité... Mainara... mis bebés

Las lágrimas me vuelven a invadir y el corazón se me achica.

—Hablando de eso —dice Franco—. Estuve pensando, luego del acto de el justiciero nos van a buscar con más intensidad ¿no sería mejor que traigan a los Arikú aquí?

—No, no, no, no—digo desesperada.

—De ninguna manera —responde Orkias y la angustia se me va.

—Solo es una sugerencia, se que la casa de Mortel es segura, pero él también necesita libertades.

—Gracias por preocuparte Franco, pero hoy me di un buen respiro. No necesito más... en fin voy a hablar con Santos sobre algunas cosas que quiero que adelante en las clases de los chicos y me voy a casa. ¿Nos vemos allá Orkias?

—Sí —responde —. Maitena y Edara se quedan encargadas esta noche. Necesito pasar con mis niños un día más.

Mi alma se alivia, pero el odio se incrementa.

Franco es un imbécil... lo quiero muerto y sea quien sea el Justiciero espero que lo haga pagar.

—Zania... ¿Dónde mierda estás?

Zania... mi amiga, la maestra de mis hijos ¿ella también es una traidora? ¿Qué?

—Vigila a los Gianti, no quiero que despegues un ojo de ellos, y también a esa chica... Yara... no puedo usar mi intuición en ellos, pero quiero que los tengas entre ceja y ceja... ¡ah! Y más vale que mantengas el bloqueo a Iracema.

El silencio se hizo afuera, y mi ser volvió a llenarse de desesperación ¿cuantos traidores más? ¿Cuántos aliados tienen nuestro enemigos?

Mientras el dolor me volvía a consumir, la blanca habitación en la que estoy se vuelve gris, poco a poco comienza a llenarse de espinas y brea.

—Te liberaste... —susurra y yo comienzo a temblar como si aun tuviera un cuerpo, mi ser se hace de desesperación y el temor me proclama suya—. Eres como una cucaracha Solei... un insecto molesto y rastrero. Podría aplastar tu esencia en este preciso instante... pero como necesito que tu alma no vaya al Tapekué, no me puedo dar el lujo.

>>A demás mi querida... yo necesito de ti para destruir a los originarios y traer a Jasy de nuevo, pero estas vez para quedarse para siempre. Imagina mi querida Solei... la misma día Luna vendrá a tomarlo todo... y será gracias a ti...

>>Por ahora, es mejor que tu alma vuelva a su tortura, en ese lugar eterno de dolor que quiero sufras... escúchame bien Merlís un día lo mataré... su sangre y el corazón de Eirú van a ser míos...

Y con esas palabras, las garras me volvieron a llevar.

Orkias, mi amor, ¿qué más puedo hacer para salvarte de él?

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