Capítulo 24. venganza
—¿Estás seguro de esto Luriel? —pregunta Zunú mientras me coloco el pantalón, Cenit vigila la puerta —. Es muy arriesgado. Imagina que nos descubran.
—Es necesario Zunú, o no voy a poder investigar a Vega, a demás... es necesario que ellos sepan que soy de aquí, que me vean, mientras más crean tener al Justiciero cerca, más gente va a apoyarnos. Considerado como parte de una campaña política.
—El Gianti sabe lo que dice —asegura Cenit —. Su padre me enseñó todo lo que sé sobre persuasión, y créeme Zunú, el chico tiene razón, es necesario que estos chicos tengan una imagen en quién creer. Eso implica más aliados para cuando lo necesitemos.
Zunú se toma del labio con los dedos, es más que evidente su frustración y miedo, no quiere que nos descubran, y lo entiendo, pero en verdad tengo bien claro que hoy debo mostrarme ante los estudiantes, porque si hay enemigos infiltrados, es necesario que vean a sus aliados también caminando entre ellos.
—Bien, confío en ustedes... faltan 6 minutos antes de que todos respondan al llamado. Y para cuando eso pase debemos estar los tres bien lejos de todos. Por sobre todo tú —me apunta—. Si Mirena te ve, sabrá que eres el justiciero.
Me coloco los guantes y agarro mi máscara, cuando hago esto invoco a mis poras, todos los espíritus se presentan llenando la habitación.
—Igualdad y Respeto, Cario.
—En cuerpo y alma —respondo.
—¿Es hora? —preguntan en coro.
—Sí y ya saben que hacer... solo no hablen con nadie, los deben ver, y eviten todo el tiempo quedarse en un solo lugar ¿OK?
—Sí, Cario.
Y con eso, desaparecen todos de la habitación.
—¿Nervioso Luritonto? —pregunta Cenit despeinandome.
—No... estoy ansioso... está será mi gran entrada...
—Y probablemente la primera vez que te vean actuar —dice Zunú—. Pero lo vale, ese imbécil...
Le ofrezco una sonrisa, porque a pesar de todo, la sed de sangre ya tomó mi alma.
—Ya es hora... —anuncia Cenit—. ¡Vamos a hacer que griten tu nombre!
Zunú junta sus manos y repite unas palabras en Guaraní. Con esto logra que una fina capa emerja del suelo, casi como si fuera una telaraña se enreda al rededor de nuestro cuerpo y nos volvemos prácticamente invisibles.
Respiro profundo, porque el miedo comienza a apoderarse de mi. Soy consciente de que me voy a manchar las manos una vez más, pero a lo que temo es a ver como los ojos de Iracema me juzguen, miedo a que su odio haga que me arrepienta de camino que he decidido tomar, miedo a que ella me descubra.
Sin embargo, si yo no hago esto, si no me pongo en frente, y si no enfrente a mis detractores para mostrar a los que me apoyan que voy en serio... el día que lo necesite me voy a quedar solo y eso no me conviene... no teniendo en cuenta que afuera son demasiados en contra nuestra. La protección del Nole me tangere no es eterna un día se va a acabar, y ese día nos van a cazar como si fuéramos simples mosquitos, pero si me temen, lo pensaran 2 veces antes de atacar.
—Es hora... —susurra Zunú cuando llegamos en medio de El gran salón.
A la primera que veo es a mi hermana quien sale con el brazo enyesado, pero con una campanilla en la mano sana, tras ella vienen unos compañeros más. Las puertas comienzan a abrirse una tras otra y el ruido inicia.
El escandaloso estruendo de todo lo que golpean me aturde, pero me preparé para esto. Me coloco mis auriculares y dejo que la música fluya. ¿Nombre del Play list? El justiciero del Panal... si un poco egocéntrico de mi parte.
Sé que hay gritos, veo objetos rompiéndose, cosas tirándose desde los pisos de arriba, estudiantes Golpeando metales contra metales.
—Es más de lo que esperaba —logro leer los labios de Cenit—. Sabes que hacer justiciero... nosotros te cubrimos.
Asiento, y comienzo a ir corriendo en dirección a las mazmorras, me cruzo con varios conocidos, pero nadie me ve, y no lo harán hasta que yo me quiera mostrar.
Llego al pasillo que conecta a las habitaciones de los profesores, e ingreso allí, sin perder tiempo corro hasta él final del pasillo, hasta una puerta llena de candados y cadenas. Apago la música y me concentro en mis palabras.
—Embogue pe nde jokova —digo casi en un murmullo, y los candados tiemblan, pero ninguno se debilita.
Mierda, Zunú me enseñó esa invocación, se supone que debía ser suficiente.
—Aikese... embogue pe nde jokova.
Un ligero temblor en los candados pero ninguno se deja abrir. ¡Carajo! Los profesores no van a tardar en contener el desastre de afuera, por más que sean muchos, Cariem no necesita de cantidad para controlar el desastre... me quedan segundo.
Desvanezco la magia que me hace invisible, paso mis manos sobre los candados, y repito la invocación... pero nada.
—¡¿Quién carajos eres?! —la voz de Yara me sorprende.
Con rapidez bajo mi máscara para cubrirme el rostro y volteo hacia ella. Los ojos de la chica se abren en grande, y tras ella llega Gerardo.
Los dos quedan en silencio cuando me ven ahí frente a la puerta. Levanto mis manos y me pregunto ¿qué hacen ellos aquí?
Hasta que recuerdo que ambos tienen un poder en común, por ello nos habían acompañado cuando fuimos al Aregua aquella vez que entrenamos con Araresá, ellos son cuidadores.
—Hola, hola... —digo haciendo un gesto de saludo.
—No puede ser... —dice Gerardo con incredulidad —. El mismísimo justiciero se vino a entregar frente a las mazmorras.
Quisiera hacer un comentario hiriente, pero si contesto, solo voy a dar pistas de quién soy.
—¿Qué haces aquí? —pregunta Yara.
—No hagas preguntas —dice Gerardo—, y hazle un nudo, congelalo, invoca a tu espíritu...
Yara voltea y da un golpe en la cara a Gerardo provocando que este caiga al suelo, en ese mismo momento se arrodilla a su lado y pone su mano sobre su rostro y lo hace dormir.
Vuelve a voltear hacia mi, hace aparecer una soga en su mano, y reconozco que se trata de un arma.
—Dime que no estoy haciendo mal al dejar inconsciente a mi compañero.
—Juro que acabas de tomar la mejor decisión... —digo.
—Bien, ¿Por qué?
—Vengo por el mata abeja... el que tienen encerrado desde el año pasado, vengo a ejecutarlo.
—Está reservado para el 7mo.
—¿De verdad? ¿Y cuantos sacrificios ya fueron para el 7mo? ¿Por qué él no ha sido encomendado ya?
—Por qué es un testigo valioso.
—No le van a sacar información... hace un año que lo tienen, ya estorba, hará más enviado un mensaje a nuestros enemigos su muerte que tenerlo de prisionero.
Estas palabras convencen a Yara. Ella va frente a la puerta y dice las mismas palabras que dije en un inicio, las cadenas se afloja y los candados se abren.
—¿Por qué a mí no me funcionó? —pregunto indignado.
Yara levanta su mano y me muestra un tatuaje que está impregnado allí, este se desvanece de a poco, y lo entiendo, al parecer Cariem hechizo para que solo los que tienen esa marca puedan abrir la puerta.
—Debes apresurarte —me dice —. Cariem no tardará en llegar, él sabe cuando se abre esta puerta y ya estaré en problemas...
—No, no lo harás, vamos a fingir que te he obligado.
—Eso solo va a denotar mi debilidad... justiciero, se supone que mi vida se la debo al panal, prefiero quedar como traidora.
—Pero si lo haces, ya no me podrás ayudar.
Yara queda en silencio, eso no se lo esperaba, y la verdad que en ella veo una enorme aliada, es demasiado valiosa como para que termine encerrada, si tiene acceso a algo tan valioso como la mazmorra, estoy seguro que debe saber más cosas de este lugar.
Espero no arrepentirme por esto, pero necesito a Yara de mi lado.
Me quito la máscara, y soy deborado por los ojos de la chica, en ella veo una mezcla de felicidad y sorpresa.
—Lo sabía... —dice así en un grito, por lo que hago un gesto para que calle, me vuelvo a poner la máscara y ella se tranquiliza —. ¡Puta! En serio lo sospechaba, pero no creí que me lo confiarías... ¡Por los 7! Estoy demasiado feliz...
—Shhhh —coloco mi dedo sobre el labio de mi máscara —. Llévame al mata abeja, ya tendremos tiempo de hablar sobre esto.
—Lo siento, lo siento... sí, vamos rápido.
Ambos corremos en el pasillo, hasta llegar a una segunda puerta, en ella coloca su mano y está nos engulle como si fuera de pastilina y nos lleva dentro, tal como un monstruo se trata a su almuerzo de un solo bocado.
Estando de ese lado los gritos de los presos me sobresaltan, a Yara no. Hay más gente de la que esperaba, y al parecer son desterrados, cazadores, alguna que otra viudas negra y otras mata abejas y al final, veo a Jazmín y a Daneb.
—¿Los quieres a ambos? —me pregunta Yara.
—No... solo a él, por ahora.
La chica de cabello azul me mira a los ojos, y algo en ella no me cuadra, es como si no fuera realmente Jazmín y esa intuición la voy a tener bien en cuenta.
—¡Rápido! Antes de que saquen a alguien. —logro escuchar la voz de Cariem.
—Ya están aquí... —susurra Yara con temor.
No le doy tiempo a asimilar mi plan, ni de comunicarle lo que voy a hacer, simplemente, la agarro, rodeó su cuello y su cintura con mis brazos y la pego a mi.
Al cabo de un segundo, Cariem, mi hermana, Anastasia, mi padre, Maitena, mi tía Edara y un Franco agitado están delante de nosotros.
—¡Quieto! —advierte Cariem —. No te vamos a lastimar... justiciero, pero suelta a la chica.
Río porque en verdad cree que me dan miedo.
—Somos muchos más que tú —advierte mi hermana—. Solo entrégate y te prometemos que vamos a evitar que el jucio se rotule de traición, tú condena será leve.
Ilusa, en verdad cree que me van a condenar?
—Un paso más y la mato, sin dudar —digo.
—Una abeja no mata a otra abeja —asegura Cariem.
—Una abeja no mata a sus aliados, pero si entorpecen mi proceso de limpieza, no es aliado
—Vamos... tranquilo —dice Franco, da un paso pero yo saco una navaja del bolsillo y acerco el metal al cuello de Yara.
Estoy seguro que ella sabe que no le haría daño, pero siento su corazón palpitar con fuerza.
—Chico... baja el arma... —dice papá con una paz inmensa—. Lo que haces no está bien.
—No... lo que ustedes hacen es lo que no está bien... abre la puerta —ordeno a Yara.
—Se van a escapar... —dice con preocupación genuina.
—Qué abras la puerta... —repito apretando más su cuerpo contra el mio.
—Hazlo —dice papá.
—¿Mortel? Estás loco —grita Franco, pero tarde, Yara obedece.
La celda se abre, Jazmín intenta escaparse, y la verdad no me importa. Yo tiro a Yara al suelo y con rapidez, tomo a Daneb de prisionero.
Cariem intenta agarrarme junto con Maitena y Edara, pero soy más rápido.
—Pombero... al salón, vamos a dar nuestro show.
—Tres noches sin favores —responde la voz y yo soy trasladado en medio del gran salón en dónde todos estaban recogiendo el desastre hecho y siendo supervisados por los profesores.
Los murmullos regresan a mi, pero esta vez la sorpresa no les permitía gritar.
—Es él... —murmura mi hermana, y la reconozco en la multitud.
Una explosión proviene de las mazmorras, supongo que Jazmín está dando batalla.
Daneb forcejea conmigo, pero no puede contra mi fuerza.
—¿planeas cortarme la cabeza frente a estos niños? —pregunta muy confiando —. Vas a generar unos cuantos traumas.
—Calla —ordeno—. Tú solo eres un pedazo de escoria que planeo eliminar.
—¡Suéltalo! —ordena Franco quien está sobre un espíritu, el cual se parece a un tapir gigante —. Estudiantes de tercero y 4to detengalo.
De los cientos fueron contados los que dieron un paso al frente, entre ellos Iracema.
No la miro, solo me centro en mi objetivo.
—Estudiantes de La Colmena —digo—. Hoy vengo a mostrarles que estoy por y para darles la justicia y el respeto que sus familias merecen.
—¡Basta! —ordena mi padre, quien viene corriendo —. No expongas a nadie a ver una ejecución...
Los murmullos se intensifican, la mayoría se pregunta se lo haré de verdad, y la risilla de Daneb me enoja, porque imagina que la presión de esos niños me va a hacer retroceder.
—No es la forma...—dice papá —. No sé quien eres, pero entiendo como duele ver a los malos triunfar, pero créeme lo vamos a solucionar, por favor no manches más tus manos...
—Escuchalo, las abejas no matan —se burla el mata abeja.
Entonces mis ojos dan contra el espíritu de Mirena, ella mira a su asesino con miedo y tristeza...
—Justiciero... —vuelve a decir papá —No lo...
El líquido salpicó mi rostro, la cabeza rodó en el suelo, y los vítores se mezclaron con los gritos de desesperación.
Sin más, tuve que salir corriendo, porque en medio del salón desaté una batalla entre mis detractores y mis defensores.
Los poras hacen su trabajo, y vienen hacia mi, fingiendo ser Zunú, Cenit y yo.
Comienzo a llevarlos hacia el bosque, en donde los verdaderos Zunú y Cenit me esperan.
Al verme llegar, ambos hacen explotar un par de árboles, causando una onda expansiva que nos expulsa a todos por los aires. Cuando caigo al suelo el pora que tiene mi forma y ropa se arroja a mi y consigue cambiarme.
No paso ni medio segundo y tenía a toda la escuela a mi alrededor. Incluida a Iracema, quien me ayuda a ponerme de pie.
Aún tengo la sensación cálida de la sangre de Daneb en mi cara, y la adrenalina de todo lo que acabo de vivir... no puedo creer que en verdad haya logrado mi primer verdadero acto de venganza, y el montaje en plena haya resultado un verdadero éxito.
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