Capítulo 19. Luz
Paso mi mano sobre la gran olla de barro, el agua suelta su vapor a medida que el fuego sube su temperatura.
A medida que el burbujeante caldo salpica gotas de líquido en el pasto recién cortado Julissa arroja los ingredientes en el orden según se lo dicto.
Mientras, recito de tanto en tanto las palabras de la invocación que pretendo hacer mis dedos imitan tejer un bordado de encaje ju en el aire, logrando que se dibuje el rastro de luz en un tenue verde esmeralda.
Las hojas de los árboles del bosque se mueven ritmicamente con mi ritual, y si todo sale bien, yo podría transmutarme en Coral y con eso estar dentro del internado. Me encantaría sustituir a Jazmín, pero la verdad es que necesito con urgencia que ella sea quien desequilibre a Iracema y Luriel. Si a ellos los tengo fuera de sintonia, todo va a ser más fácil.
—Carina, no estoy logrando que espese esta mezcla —Julissa habla y su afirmación hace que frene con mi ritual.
—¿Nada?
—Ni un poco, por lo que veo ese Asturia nos quitó hasta la capacidad de conjurar... lo odio.
—Lo odiamos... el imbécil ese resultó ser una gran molestia. Pero definitivamente ese hombre me tiene miedo.
—Eso es evidente, de no ser así no tendrías terrible bloqueo sobre ti.
Julissa suelta su cucharón y se sienta sobre una roca. Acto seguido solo me queda borrar mis hilos, ya no sirven de nada.
Ya no me queda más, si Franco me tiene así de acorralada no sabría que hacer para recuperar algo de mis poderes, pero lo más importante volver al campo de batalla para divertirme.
La frustración me llena la cabeza, en lo que intento pensar ¿Qué podría hacer para recuperar lo mío?
No puedo ser yo quien invoque a Jasy, no puedo invocar a Taú, no puedo tan siquiera intentar llamar a Mbói Tatá para que busque a Mortel y enfrente a su espíritu de guerra. Estoy atada. Si tan solo tuviera acceso a mi Paye, o a los huesos de los originarios seria más fácil.
Tener el control de algún objeto de los 7, la sangre de los Ario o de los Arikú... para colmo de males ni siquiera es cambio de regencia como para usurpar los rastros de poderes que suelta el Tapekue... Eichú, o Pleyades como es conocido ya está perdiendo su vigor en el cielo, y así no puedo tomar ningún hechizo que robe magia a Porasy...
Esto es un asco, tantas opciones y ninguna es para mí.
¿Será que el imbécil de Franco Sabe que tengo acceso a todo eso? Espero que no, porque ni bien lo mate y recupere mis poderes, voy a buscar llamar a Mbói Tata y lo voy a hacer cenizas.
—Es mejor que volvamos señora —dice Julissa mientras se deshace de la evidencia de nuestra práctica.
—Sí...
Me cubro la cabeza con la capucha de mi túnica y empiezo mi penosa y furiosa marcha, Julissa sigue mis pasos provocando que las hojas suenen ritmicamente.
El único sonido que acompaña nuestro andar es el de alguna lechuza que a lo lejos no se cansa de anunciar su presencia.
—¿Tiene que haber alguna forma, no? —pregunta Julissa.
—Claro que debe haber, y como mi nombre es Carina Crux lo voy a conseguir. Y si no es desahciendome del bloqueo, algún otro método habrá.
—Pues debemos apurarnos señora, no vaya a ser que el Justiciero venga tras nosotras.
No reprimo mi risa estridente. Yo sé que el Justiciero es Luriel, no tengo dudas sobre ello, y en cuanto ese mocoso se acerque solo me hará un favor, porque le dejare el camino bien limpio para que descubra a Franco, ni bien lo sepa, me dejará en paz, su corazón está lleno de odio y deseo de venganza que no hay forma de que mi información pase desapercibida.
—No te preocupes por eso Julissa, créeme, si el justiciero...
Paro de golpe mi caminata, y volteo hacia mi sierva, observo con detenimiento la copa de los árboles y comienzo a agudizar mi audición.
—¿Señora? —pregunta Julissa.
—¿Escuchas eso?
—No escucho nada, señora.
—Exacto
El búho dejó de anunciarse, y ni el viento mueve las hojas, la corriente de aire paro... si conozco bien esta técnica.
—Sé que estás aquí, maldito hijo de puta... —digo entre dientes.
—Siempre sutil —Debo admitir que la voz de Orkias siempre se me hizo intimidante.
—Increíble... y qué agallas las tuyas de aparecer ante mi —digo cuando el hombre salta de la copa de un árbol, trajeado, bien peinado, y con el aroma de un perfume caro, como es de esperarse de alguien de la Colmena.
—¿Increíble? —dice riendo de lado, y recordé por qué era uno de los populares de nuestra época. —¿Por qué mi sangre es valiosa? ¿Por qué debería estar en el internado? O por qué simplemente siempre hago que caigas en la misma trampa. ¡Ay Carina! Un poco más de astucia te hace falta.
—¡Maldito provocador! Te recuerdo que la última vez te tenía de rodillas a punto se arrancarte el corazón.
—Por qué me tomaste de sorpresa, ahora... los dos sabemos que no podrías...
—¿En serio? —pregunto burlona intentando ocultar mi incomodidad, porque el hijo de puta tiene razón.
—Sí... el Nole me tangere me tiene tan protegido, que ahora mismo podría bajar la guardia y tu...
Guarda silencio, imagino que debe ser doloroso, saber que tu protección se vale de la muerte de otro.
Solei Merlís es inteligente, hermosa y una maldita espina en medio de mi pecho, desafío mi moral y mis creencias. Haberme enamorado de ella fue mi talón de Aquiles, el inicio de mi odio y la condena a mi fracaso. Si a mi que la quise matar me duele su muerte ¿Qué sentirá Orkias? Quien fue capaz de sacrificar todo por ella. El amor nos hace estúpidos.
—¿Viniste a matarnos? —pregunto al fin bajando mi capucha y ofreciendo una sonrisa.
Orkias niega con la cabeza mientras ríe, mete la mano en su bolsillo, quita un cigarro, lo enciende y le da una profunda y amarga calada para al fin hablar.
—La verdad es que tuve suerte de encontrarte en estos bosques, yo seguía el rastro de mi sospechoso.
—¿Ya sabes quién mató a Merlis?,
—No... pero sé que tu si sabes.
—¿Y? ¿No me digas que tienes esperanza de que te lo diga?
Orkias suelta el humo retenido al aire y sonríe. En eso veo un destello amarillo rozar mi mejilla de atrás hacia delante. Volteo hacia Julissa para mirarla con Odio, maldita perra, ella tiene sus poderes, y acaba de enviar un destello de información a Franco.
Cuando voy a hablar y advertir a Orkias de que sea lo que sea que planee hacer ya no tendrá sentido, solo veo al hombre muy cerca de mi, tomando mi cuello y ahorcandome con fuerza mientras Aratirí tiene a Julissa boca para abajo.
—Sabes que una de mis habilidades por tener el sello del 2do es la imitación de habilidades? —dice apretando más fuerte mi cuello, intento decir algo, advertir la traición de Julissa y pedir que me deje matarla —. Claro que lo sabes... ahora te voy a usar como tu nos usaste a todos nosotros.
De nuevo intento hablar, pero tarde, Orkias acaba de caer en su desconocimiento tanto como yo. Él deja un pedazo de si en mi borrando mi conciencia, enviándome a un frío rincón de mi cabeza...
Admito que es una genialidad de su parte, lastima que la venganza ciega tanto que no somos capaces de ver las debilidades... Orkias tristemente no obtendrá su vendeta usándome.
Pero a mi, me acaba de dar una luz
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