En el orfanato, Erteyzen se retiró a su habitación después de una larga noche de operaciones encubiertas. La luz tenue de la lámpara de su mesa proyectaba sombras en las paredes mientras él se sentaba en la cama, el frasco de medicinas en la mano. Sabía que su estado de salud estaba en un punto crítico, pero no podía permitirse flaquear. Se tomó su medicina, esperando que al menos aliviara un poco el dolor en su pecho. El régimen de pastillas era parte integral de su plan para mantener su fortaleza durante la misión.

Con la cabeza inclinada hacia abajo, Erteyzen sacó su teléfono móvil y redactó un mensaje para su cliente. La noche anterior había sido un éxito: el caos generado había aumentado la presión sobre el Sector Quinto, pero ahora necesitaba saber qué hacer a continuación. Escribió con precisión y cuidado, describiendo brevemente las acciones que había tomado y esperando instrucciones claras sobre el próximo paso.

Mensaje a su cliente:

"El hackeo de los estadios ha sido exitoso, y el caos está en marcha. ¿Cuál es el siguiente paso?"

La respuesta llegó rápidamente. Su cliente, que mantenía una comunicación estricta y directa, le respondió con un mensaje que cambió el rumbo de la operación.

Respuesta del cliente:

"El torneo se reanudará, pero es esencial que mantengas la presión. Tu próximo objetivo es hackear la seguridad del estadio en donde el Raimon juegue contra el Instituto Espejismo. Necesitamos que la seguridad sea comprometida para que el próximo evento sea un desastre total."

Erteyzen asintió para sí mismo, procesando las instrucciones. Sabía que el hackeo del sistema de seguridad del estadio sería una tarea compleja, pero estaba preparado para enfrentar el desafío. Era una pieza crucial en el rompecabezas de su misión: asegurarse de que el Raimon y el Instituto Espejismo jugaran en un ambiente de tensión y caos.

Con el plan claro en su mente, Erteyzen se preparó para una nueva noche de trabajo. Se levantó de la cama, sintiendo una nueva oleada de determinación a pesar del dolor que persistía en su pecho. Sabía que la misión dependía de su capacidad para ejecutar el hackeo sin errores. Debía garantizar que el próximo partido se convirtiera en una pesadilla para todos los involucrados, especialmente para el Instituto Raimon, que estaba en el centro de todo el conflicto.