Verdad
—Dipper... Hay... Hay algo importante que debo decirte...
—¿Algo importante? —Dipper se sobresaltó
—Dicen que es mejor morir en la sabiduría que vivir en la ignorancia. Dipper... Aunque no salgamos de aquí con vida, es posible que podamos ser de ayuda para atrapar al malnacido que nos ha puesto en este lugar y que ha sido el responsable de la muerte de cientos de personas. Esta es información sumamente valiosa que debo compartir contigo.
—¿Información valiosa? Aguarda... ¿De qué estás hablando?
—Creo saber quién es el responsable de habernos puesto en este lugar...
Dipper reaccionó temeroso ante las últimas palabras de su compañera.
—¡Espera un momento...! ¿Qué acabas de decir? —Preguntó incauto—. Pacifica... ¿Tienes idea de la identidad del tipo que nos puso aquí?
—Por ahora es solo una teoría mía... No estoy muy segura... Todas mis sospechas se basan en la información de algunos restos de periódicos antiguos y en una carta escrita por mi propio abuelo en persona y que encontré por de casualidad dentro de esa habitación que ambos descubrimos mientras nos ocultábamos de ese leñador. Es por eso que me mantuve callada hasta ahora, Dipper. No podía dar nada por hecho. Pero, después de todo lo que he experimentado el día de hoy, mis sospechas se van haciendo cada vez más y más grandes. El laberinto, los lobos, la jeringa oxidada, las serpientes, los problemas matemáticos, mi hermano... Este sujeto me conoce a la perfección. A mí y a mi familia también. Y está utilizando todo eso en contra mía.
—¿En restos de periódicos antiguos y en una carta escrita por tu abuelo? Pacifica... Tienes que decirme todo lo que sabes.
—Fue gracias a la información que encontré el día de ayer al momento de regresar a la mansión luego de haberlos dejado a ti, a tu hermana y a sus amigas en la cabaña. Quise averiguar más acerca de aquella fábrica. Me dirigí hacia aquella habitación que encontramos por accidente para tratar de encontrar algo que nos pudiera decir un poco acerca de lo ocurrido en ese lugar hace quince años. Después de todo, mi familia estuvo involucrada. Hasta ahora sabemos que mi abuelo y mi padre sobornaron a la policía para que cesaran todas las investigaciones correspondientes al incendio. Pero... ¿Por qué? Según cuenta la leyenda de la fábrica, el incendio fue provocado por el descuido de un trabajador. Pero mi investigación me condujo por otro camino muy diferente. La verdad es que el incendio no fue por causa de un error humano. Ese incendio fue provocado. Y el culpable de todo fue mi propio abuelo; Martin Northwest.
Dipper sintió como su estómago reducía su tamaño hasta quedar del tamaño de una nuez.
—¿Tu abuelo provocó el incendio?
—Sí... Lo confesó todo dentro de esa carta que hallé el día de ayer. Al principio creí que la carta era falsa, ya que nunca pude ver cómo era la letra de mi abuelo debido a que él falleció cuando yo tenía apenas dos años... Pero pronto pude deducir que era completamente real. De lo contrario... ¿Cómo explicaríamos que se encontraba oculta en ese lugar? Ahora, la otra parte de la leyenda dice que ese trabajador que ocasionó accidentalmente el incendio murió incinerado al verse incapaz de poder salir. Pero... ¿Qué me dirías si te dijera que mi abuelo causó ese incendio precisamente para asesinarlo a él? ¿Y qué me dirías si te dijera que ese trabajador sobrevivió a la catástrofe?
—Puedo entender que haya sobrevivido... Pero... ¿Por qué tu abuelo trataría de asesinar a alguien de una manera tan poco discreta.
—Toda mi teoría apunta hacia esa dirección... En su carta, mi abuelo menciona muchas veces haberse arrepentido de haber hecho algo que jamás especifica en ningún momento. Supongo que la hipótesis que señala a mi abuelo como el responsable de aquél incendio para asesinar a cierta persona resultó ser cierta al fin y al cabo. Además, dentro de la carta, se repite en varias ocasiones la frase "Lo siento mucho, colega mío". La historia de mi familia tiene un pasado oscuro y realmente escabroso si la revisamos desde sus inicios. Desde fraudes masivos, engaños, extorciones, hasta haber hecho alianzas con las personas equivocadas. Y de entre todas esas personas, hay algunos nombres que jamás podrán ser olvidados, ya que para bien o para mal; todas las generaciones de nuestra familia deben aprenderse de memoria todos aquellos nombres celosamente. El que más destaca entre todos ellos es el doctor; Anderson Thomas Clayton.
—¿Anderson Thomas Clayton? —Dipper repitió.
—Así es, Dipper... El doctor Anderson y mi abuelo fueron colegas en algún punto del pasado. Sé que ambos juntaron todos sus recursos y unidos fundaron una compañía farmacéutica aquí mismo en Gravity Falls. Una compañía llamada: A&M. Nombrada de esa manera en alusión a las iniciales de cada uno de sus nombres: Anderson Thomas y Martin Northwest. Una compañía la cual mi padre es el encargado de dirigir hasta el día de hoy.
—¿Dijiste A&M?
—Sí...
—Esas iniciales... Sé que las he visto en alguna parte... ¡Aguarda...! —A Dipper se le prendió el foco—. La bolsa... La bolsa que contenía el antídoto para el veneno tenía impresas esas siglas en un costado.
—¿Qué...? —Pacifica se quedó petrificada, como si se hubiera topado de frente con algún demonio proveniente del más profundo de los abismos—. ¿Estás seguro, Dipper?
—No puedo equivocarme...
—Eso lo confirma... —Declaró la chica—. La persona que mi abuelo asesinó hace quince años fue el doctor Anderson. Eso explica porque mi abuelo y mi padre trataron de ocultar los hechos. Sin embargo, lo peor de todo no es eso. Todo indica que el doctor Anderson sobrevivió al incendio. Por lo tanto, el es el responsable de tenernos aquí atrapados como ratas de laboratorio.
—¿Cómo llegaste a esa conclusión? ¿Cómo podemos estar tan seguros de que se trata de él? —Dipper realizó otra pregunta.
—Como cada generación de nuestra familia sin excepción está destinada a conocer la historia de nuestros antepasados y de sus alianzas; supe que el doctor Anderson fue un hombre de ciencia. No obstante, el era una de esas personas que piensan que el fin justifica todos los medios. Así que supongo que era alguien que llegaba hasta las últimas consecuencias con tal de conseguir lo que él quisiera. El problema es que mi abuelo tenía esa misma forma de pensar. Supongo que en algún punto, el doctor Anderson hizo algo que a mi abuelo le disgustó bastante y decidió terminar con la alianza del modo más horrible que te puedas imaginar.
—Pero... Hay algo que no entiendo... Si ambos fundaron una compañía farmacéutica... ¿Por qué tuvieron que terminar su conflicto dentro esa fábrica en particular?
—No lo sé... Aún hay muchas cosas que todavía no entiendo... Sé que mi abuelo fue el último dueño que tuvo esa fábrica. No sé bien en qué punto de la historia la adquirió, si antes o después de entablar amistad con el doctor Anderson. El punto es, que si es el doctor Anderson es quién nos mantiene cautivos buscará venganza contra mí y mi familia de alguna u otra forma.
—No si lo detenemos aquí. —Dijo Dipper, completamente decidido.
—Pero... Dipper...
—Aún nos queda una última prueba que afrontar. Si la superamos, trataremos de hacerle pagar a ese doctor por todo lo que ha hecho. No podemos permitir que ese infeliz continúe haciendo de las suyas.
Pacifica miró a Dipper y le dirigió una sonrisa involuntaria.
—¿Sucede algo? —Dijo Dipper al percatarse del gesto de su nueva amiga.
—Nada... Es solo que... —Ocultó su mirada, girando su rostro hacia el lado contrario por unos segundos—. Jamás en mi vida había conocido a un chico tan decidido como tú.
—No soy alguien decidido... Ni mucho menos valiente. —Dipper se rascó la cabeza, apenado y sonrojándose levemente—. Es solo que... Mi sentido de la responsabilidad no me dejará tranquilo hasta que todo se haya resuelto.
—Di lo que quieras, Dipper. Para mi seguirás siendo el chico más decidido y valiente del mundo. —Pacifica recalcó y se cruzó de brazos.
—Gracias... —Se volvió a sonrojar y le devolvió la sonrisa.
—Dipper... Tal vez sea el exceso de adrenalina en mi cuerpo, combinada con todas las emociones que he experimentado hoy. Pero, a pesar de que nos encontramos en peligro de muerte... Tengo que decir que es muy agradable tenerte como compañero de misterios. De alguna manera, me haces sentir como si todo fuera a salir bien. Como si no tuviera que preocuparme por nada. No sé qué es lo que haces exactamente, pero me incitas a seguir luchando por mi vida y por la vida de tu hermana y la de sus amigas. Jamás imaginé que llegara a sentir esto por alguien.
—¿A sentir esto por alguien...? —Dipper sintió sus orejas calentarse hasta unos niveles insospechados mientras su corazón bombeaba sangre más rápido de lo que estaba acostumbrado—. ¿Qué sientes exactamente, Pacifica?
—No lo sé, es algo inexplicable... Nunca antes lo había sentido. De alguna manera siento que toda mi vida gira en torno a ti últimamente.
—Y... ¿Eso es bueno o malo? —Dipper preguntó con discreción, mirando hacia otra parte que no fueran los brillantes ojos azules de Pacifica tras notar como la situación se estaba saliendo de control.
—Es bueno, supongo... Al menos me siento feliz de que seas tú y nadie más. —Las mejillas de Pacifica se tornaron de color rojo.
De alguna manera, Dipper sintió un calor muy agradable en la boca del estómago al escuchar esas palabras. Palabras melodiosas que en conjunto le hicieron olvidar sus problemas por unos pequeños momentos. Era como si la tensión y la miseria del lugar se hubiera convertido en algo más. Dipper creyó que su imaginación le estaba jugando trucos, ya que la habitación se vio invadida por varios destellos color violeta, a veces tenues, a veces densos. En ese instante, Dipper bajó la mano para apoyarse, encontrándose accidentalmente con la de Pacifica. Dipper reaccionó por medio de sus reflejos, creyendo que iba a recibir una buena reprendida por parte de Pacifica. Sin embargo, Pacifica reaccionó al esbozar otro tipo de palabras muy diferentes a las que Dipper pensaba que iba a escuchar.
—¡Espera, Dipper...! Está bien... Podrías... Dejar tu mano donde estaba...
Dipper tragó saliva.
—¿Quieres qué la deje...? —Dijo, nervioso.
—No te preocupes... Esto es extraño hasta para mí... ¡Es increíble! ¿No? Hace unos cuantos días no podía ver tu cara ni en pintura... Pero ahora todo ha cambiado... Siento vergüenza al decirte todo esto pero... Si no logramos sobrevivir a la última prueba, si hoy es el último día de nuestras vidas... Me sentiré feliz de que al menos pude pasarlo junto a alguien que estimo y aprecio. —Dijo, cuando una nueva sonrisa se dibujó en sus labios, tomando la iniciativa y moviendo su mano para tomar con delicadeza la de Dipper, para así entrelazar sus dedos con los de él.
—G... Gracias Pacifica... —Sonrió para sí—. Esas palabras significan mucho para mí.
Los segundos pasaron y ambos chicos permanecieron de esa forma, tomados de la mano sin decir o hacer nada más que mirar la oscuridad frente a ellos. Los destellos habían desaparecido, ahora solo había silencio, el cual se rompió cuando Pacifica retomó el control de la conversación para hacerle una pregunta a Dipper que lo dejaría contra las cuerdas.
—Dipper... Dime... ¿Ya hastenido tu primer beso?
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