Símbolos

—¡Lo logramos! Ahora sabemos cómo salir de aquí. —Proclamó Dipper al ponerse en marcha; siendo seguido muy de cerca por la hija única de la familia Northwest.

—¡Sabía que podías hacerlo! —Dijo alegremente mientras corría a espaldas de Dipper—. ¿Lo ves? Esa cabezota de nerd que tienes finalmente te sirvió para algo.

—¡Oye, no digas eso! —Se sintió ofendido—. Ahora lo único que tenemos que hacer es seguir estas flechas. Me gustaría creer que nos llevarán directamente hacia la salida pero eso sería ser demasiado optimista. Sí analizamos la situación, lo más seguro es que tengamos que seguirlas para tratar de encontrar el próximo símbolo.

—¿Y cómo es ese símbolo? —Preguntó—. ¿Dónde los habías visto? Mencionaste algo acerca de un cuarto de seguridad. ¿Quieres explicarme?

—Verás... Hace algunos días; Mabel, un par de amigos y yo encontramos un bunker a mitad del bosque. Es Probable que le haya pertenecido en algún momento al autor del diario. En cierto punto, todos nos quedamos atrapados en una trampa colocada para alejar a los intrusos. Para salir de ahí con vida tuvimos que buscar un patrón especial oculto en una simbología extraña dibujada sobre las paredes. Por alguna razón que no conozco, el símbolo que acabamos de dejar atrás es exactamente el mismo con el cual comenzaba esa rara patología de cuatro símbolos. Si mi instinto no me falla; necesitamos encontrar los siguientes tres para poder encontrar la salida. Tenemos trece minutos. No hay tiempo que perder y no sabemos exactamente hacia donde puedan conducirnos estas flechas. Cualquiera que sea el caso no pierdas de vista las paredes. Sí mi memoria no me falla hay que tratar de encontrar un símbolo parecido a una letra "T".

Sin demorarse más tiempo del que debía, ambos chicos siguieron la ruta para buscar desesperadamente la señal indicada. Sin embargo, a pesar de que ahora tenían un indicio de hacia donde debían dirigirse; eso no le quitaba al laberinto su instinto asesino, ni mucho menos sus patéticas probabilidades de sobrevivir gracias a sus multifacéticas trampas y callejones sin salida.

—¿Cuánto tiempo nos queda? —Preguntó Pacifica.

—Tenemos solo un minuto y medio antes de que el laberinto vuelva a cambiar de forma. —Dijo, luego de mirar el temporizador que tenía bajo su chaleco—. Debemos hallar pronto ese símbolo antes de que eso ocurra. Espero que estas fechas nos estén llevando por el camino correcto y no hacia una trampa mortal.

En ese momento, Dipper pisó otra sección falsa del suelo; indicando que había activado otra trampa más. El joven de doce años se percató de como algo plateado, circular e increíblemente rápido se precipitaba contra ellos; consiguiendo un ruido chirriante bastante común de escuchar en un matadero.

—¡Pacifica! ¡Al suelo! —Gritó justo antes de retroceder y tumbar a la joven rubia por medio de una tacleada.

—Dipper... ¿Qué fue eso...? —Pacifica alcanzó a preguntar, únicamente para contemplar horrorizada como una gigantesca sierra rozaba sus cabezas cortando unos pocos mechones de los cabellos de ambos; dándose cuenta de esta manera que si Dipper no hubiera reaccionado a tiempo; esta los hubiera cortado por la mitad—. ¿Una sierra? ¿Es enserio? ¿Una sierra? Cuando encuentre a ese sujeto voy a golpearlo tantas veces en la cara que tendrá que utilizar esa ridícula capucha por el resto de su vida.

—Primero debemos preocuparnos por salir de aquí con vida... Luego descubriremos la forma de lidiar con este depravado. —Dijo Dipper, incorporándose. No obstante, a pesar de que ambos habían logrado atravesar dicha adversidad; con lo que no contaban era con el reencuentro de un viejo y hambriento amigo dispuesto a concluir lo que no había podido en su momento—. Pacifica... —El muchacho miró hacia el frente—. No quisiera asustarte pero creo que debemos movernos.

Pacifica miró a Dipper extrañada. Pero pronto entendería porque al momento de seguir su mirada y descubrir que la feroz bestia les obstruía el paso.

—No puede ser... ¡Huyamos, deprisa! —Exclamó la chica con pavor y a punto de emprender la huída. En contraparte, Dipper la sujetó del brazo.

—¡Espera, Pacifica!

—¿Estás demente? —Trató de zafarse—. ¡Esa cosa nos comerá vivos si nos quedamos aquí!

—Observa lo que se encuentra detrás del lobo, casi a la mitad del muro que está sobre el lado izquierdo. —Señaló la pared, encontrándose con la ventana que los llevaría más cerca de su salvación—. ¡Lo encontramos! —Concluyó tajante, sin despegar los ojos del símbolo correcto.

—Sí... Me parece maravilloso... ¿Pero cómo llegaremos hasta ahí? —Preguntó desesperada.

Dipper inspeccionó el terreno rápidamente antes de responderle.

—Creo que tengo una idea. Solo espero que funcione. —Se adelantó un paso—. Pacifica, necesito que escales el muro. ¿Puedes hacerlo?

—¿Qué lo escale? ¿Qué estás tramando? —Lo cuestionó.

—Pacifica, no hay tiempo para discusiones, hazlo ya. —Le ordenó con voz recia.

Pacifica guardó absoluto silencio y acató sin volver a cuestionar la extraña petición de Dipper. Por un momento, no supo cual de las paredes comenzar a subir, hasta que un volado mental la hizo inclinarse por la de la izquierda. La chica rubia comenzó a escalar, siendo ayudada por la impresionante cantidad de tubos y metales que sobresalían de los muros, los cuales lograban que la improvisada labor de alpinismo fuera mucho más sencilla de lo que parecía a simple vista.

—Dipper... ¿Qué haces ahí parado? Sube rápido o te comerá vivo. —Dijo Pacifica, alertada y preocupada por su acompañante.

—¡Descuida! —Promulgó, batiéndose en un duelo de miradas con la aberración—. Sigue subiendo y no te detengas. Yo me ocuparé del lobo.

—¿Estás loco? ¿Quieres suicidarte?

—Estaré bien. —Alzó su pulgar luego de mostrarle una sonrisa envuelta en un aura de confianza majestuosa—. Si no lo detengo aquí y ahora no nos permitirá continuar.

*¿Por qué me siento de esta manera cada vez que lo veo sonreír de esa forma tan confiada y absurda?*. —Pensó—. *No lo entiendo... ¿Qué me está pasando? Se siente como si tuviera dragones en el estómago o algo por el estilo*.

—No te preocupes por mí. —Volvió a decir—. Si todo el entorno está en nuestra contra; eso significa que nosotros también podemos aprovecharlo y hacer uso de él.

—¿Qué intentas hacer? —Preguntó Pacifica, llegando hasta la parte superior del muro y sentarse sobre el borde.

—Solo observa. —Finiquitó sin apartar la mirada del depredador; cuyos ojos rojos parecían haber sido extraídos desde los abismos más profundos del infierno.

La batalla de miradas no duró más tiempo del necesario. Caso contrario, la bestia se precipitó en contra de Dipper a una gran velocidad. No obstante, el joven Pines no sintió miedo de ninguna índole. En vez de eso, permaneció en su lugar, sin moverse y sin respirar, con los pies bien puestos sobre la tierra. Pacifica observaba la escena completa con una profunda preocupación mordiéndose sus pintadas y tan cuidadas uñas, ocasionando que su corazón se acelerará a mil por hora. Por su parte, Dipper permanecía inerte, sin distraerse y sin dejar de prestarle atención a los movimientos del lobo de coraza negra. Y no fue sino hasta que su enemigo se encontraba a unos pocos metros de él; que Dipper se lanzó al ataque.

Como parte de en un fugaz movimiento, el lobo realizó un brinco con las garras por delante para desmembrarlo parte por parte. Sin embargo, Dipper predijo sus movimientos a tiempo y se lanzó hacia el piso para dar una marometa, rodar por el piso, quedar por debajo de la bestia y en ese momento accionar la trampa de la sierra con la ayuda de un golpe contundente con su puño derecho sobre la fracción del suelo correcta. De repente, un sonido en promedio parecido al de un globo de agua explotando; resonó sobre las paredes del complejo. Dipper se puso de pie con total tranquilidad, contemplando como la fiera se dividía en dos mitades casi iguales.

—Se terminó... —Murmuró el niño, inclinándose para apoyarse con sus dos manos sobre sus rodillas.

—¡Lo hiciste, Dipper! ¡Lo hiciste! —Gritó Pacifica emocionada, sintiéndose alegre al ver como Dipper había vencido al monstruo. Por ende, sus mejillas se tornaron de rojo.

—Lo hicimos... —Corrigió Dipper—. Si no hubiera sido por tus palabras ya hubiéramos sido devorados sin remedio. Me ayudaste a recobrar la fe en mi mismo... Muchas gracias, Pacifica.

En ese momento, Pacifica Northwest sintió claramente como su mundo daba un giro inesperado de trescientos sesenta grados para convertirse en algo para bien. A su vez, ella no recordaba cuando había sido la última vez que sonreía de esa forma tan natural. A continuación, Dipper fue y presionó el símbolo para que de igual manera; un nuevo camino de flechas se iluminara indicándoles hacía donde deberían dirigirse esta vez. Pacifica estaba a punto de comenzar a descender, pero en ese momento; un sonido extraño hizo hueco en la cabeza de ambos. Al principio, los dos chicos pensaron que se trataría de una nueva trampa, pero la fuente de aquella perturbación sonora resultaría ser algo mucho peor que una trampa más. Dipper giró la cabeza, solo para ser testigo del horror absoluto. Las dos mitades partidas de la bestia se comenzaron a mover por si solas. Entonces, como sacada directamente de una escena en una película de terror o de algo que podría aparecer dentro de sus más profundas pesadillas; aquellas dos mitades fueron rápidamente rodeadas por un líquido viscoso de color negro, con una consistencia similar a la brea o a la tinta china que se usa en los bolígrafos. Tanto Dipper y Pacifica se quedaron perplejos cuando descubrieron que de aquellas partes se habían convertido en dos lobos hambrientos en lugar de uno.

—Esto no puede estar pasando... —La voz de Dipper se contrajo—. No puede estar pasando...

—¡¡¡DIPPER, SUBE RÁPIDO!!! —Pacifica pegó un grito descomunal consiguiendo despertar a Dipper de su trance.

Dipper reaccionó y comenzó a trepar lo más rápido que podía, mostrando habilidades que no tenían nada que envidiarle a las del hombre araña. En unos pocos segundos, el joven Pines logró alcanzar la cima. Pacifica extendió su mano para ayudarle a escalar los últimos centímetros. Sin embargo, no habría ningún momento para agradecimientos, ya que una de las bestias logró alcanzar la parte más alta trepando con la ayuda de sus garras tan afiladas como navajas con una facilidad de vértigo y totalmente escabrosa. Dipper se colocó entre las fauces del animal y Pacifica; retrocediendo poco a poco aún con las escasas posibilidades de escape sobre sus espaldas debido a la corta distancia entre la bestia y ellos. Aunque en esta ocasión, la suerte correría de su lado, ya que justo en ese instante; el laberinto comenzó a cambiar. Los muros se dividieron por tercera vez, consiguiendo que los perplejos chicos y el animal quedaran separados por un amplio pasillo nuevo que se había formado de la nada.

—¡Hay que movernos! —Anunció Dipper, sujetando a Pacifica de la mano—. No podemos dejar que nos atrapen.

Sin poder opinar nada al respecto, Pacifica tuvo que seguir a Dipper a través de los estrechos corredores sobre los muros del laberinto pero tratando de seguir el nuevo camino lleno de indicadores. Dipper miró a su alrededor, dándose cuenta de que el lugar era mucho más grande de lo que parecía. De hecho, mucho más grande que un estadio de futbol promedio. Tanto Dipper como Pacifica sintieron un pronunciado escalofrío en la espina luego de que a sus mentes llegara un pensamiento diciéndoles que el lugar donde se hallaban ya no era la fábrica donde habían sido capturados.

—Esto... No puede ser... ¿Qué significa esto...? ¿Por qué...? —Se preguntó el joven Pines al recorrer el lugar rápidamente con la perpleja mirada—. Estaba completamente seguro de que este lugar no era tan grande cuando despertamos... Recuerdo perfectamente que una bombilla pendía sobre nosotros... Y estoy casi cien por ciento seguro que no había una gran distancia entre los muros y el techo... ¿Cómo pudo el laberinto aumentar su tamaño sin percatarnos?

—¿Acaso eso importa? El hecho es que este lugar es inmenso... —Pacifica apretó fuertemente la mano de Dipper—. Nos llevará toda una eternidad encontrar una salida.

—No debemos darnos por vencidos... ¡Aguarda...! ¡Mira eso! —Dipper señaló el vasto horizonte, dónde una pared gigantesca como una montaña le ponía un punto final a la inusual extensión del laberinto.

—¿Un Muro? —Pacifica preguntó—. ¿Qué demonios hace un muro tan grande en ese lugar?

—Insisto, este lugar no parecía ser tan grande cuando ambos abrimos los ojos... Es imposible que ninguno de nosotros haya pasado por alto ese muro... ¡Da igual! Por más grande que sea este lugar debe tener un límite. —Dipper apretó los dientes, sintiéndose indefenso e inseguro—. La salida, si es que hay; debe encontrarse en uno de los bordes. Sigamos el camino, pronto encontraremos el tercer símbolo y estaremos un paso más cerca de encontrar la salida.

—¿Cómo es ese tercer símbolo? —Pacifica formuló una segunda pregunta.

—Es muy parecido al primero. —Contestó Dipper—. Podrá sonar muy tétrico pero imagina a tres personas dibujadas con palitos unidas por la cintura.

—¡Qué clase de maniático enfermo habrá inventado esa simbología! —Declaró, sacando la lengua mostrándose furiosa.

En ese momento, la segunda bestia consiguió trepar tal y como lo había hecho la primera poco antes. Entonces, Dipper y Pacifica al darse cuenta de ello; comenzaron a escapar, saltando de muro en muro cada vez que era necesario hacerlo; atravesando sus angostos pasadizos sin perder de vista el camino luminoso desde la parte superior. La intensa persecución prosiguió y ambos jóvenes consiguieron una ventaja realmente considerable con respecto a sus perseguidores, ya que debido al gran tamaño con el que estos contaban se les complicaba más la tarea de maniobrar en un espacio tan reducido.

—¡Ahí está el final del camino! —Declaró Dipper.

—¡Y ahí está el símbolo! —Anunció Pacifica.

—Debemos presionarlo para que nos lleve hacia el último símbolo.

La salvación estaba cerca cuando ambos llegaron hasta el interruptor con la marca correcta. El símbolo estaba ubicado en una posición cercana a la parte superior, de tal modo que gracias a la ubicación de ambos no tendrían muchas dificultades para alcanzarlo.

—Ya casi... Lo tengo... —Dijo Dipper al momento de agacharse un poco y estirar su mano para alcanzar a presionar el interruptor. Sin embargo, ninguno de los dos chicos le había puesto atención al tiempo restante y al cabo de tres minutos; el laberinto comenzó a cambiar de forma una vez más. Parecía que esta pesadilla no tendría fin. Los muros se movieron de nuevo aunque esta vez de una manera más brusca, provocando que Dipper se tambaleara y cayera al vacío en medio de un gripo apabullante. No obstante, justo en el último instante; Pacifica alcanzó a sujetarlo de la pierna derecha para evitar así que Dipper tuviera un final lento, agónico y trágico.

—¡DIPPER CUIDADO! —Exclamó aterrada.

—¡Súbeme! ¡Súbeme! —El chico dijo repetidamente colgando de cabeza.

Pacifica accedió a subirlo sin demorarse un segundo que podría ser crítico, pero no sin antes notar como una de las bestias había descendido al suelo de un brinco para esperarlo justo por debajo por si este se llegara a caer. Por su parte, la segunda bestia se acercaba lentamente por encima del muro, acechando a Pacifica para lanzarle una mordida letal en cuanto viera la oportunidad. El final para ambos parecía que estaba más que escrito, pero con lo que nadie contaba era con la osadía de Dipper para salir de los aprietos más impensables aunque se viera comprometido en el proceso. Pacifica no podía aguantar por mucho más tiempo el peso de Dipper y estuvo a punto de soltarlo por más que fueran sus desesperadas ganas de salvarlo. Dipper, por su lado, consiguió tranquilizarse y buscar alcanzar el botón gigante.

—Estoy cerca... —Se mordió el labio.

Pacifica supo inmediatamente lo que Dipper estaba tratando de hacer y lo ayudó a llegar al muro aún con las pocas fuerzas que le quedaban. En ese momento, Dipper consiguió sujetarse de uno de aquellos fierros retorcidos para así aferrarse a la pared y lograr pulsar el interruptor. Sin embargo, en vez de que un sendero lleno de indicadores se encendiera de repente; el lugar entero comenzó a temblar. Los chicos no sabían con exactitud lo que estaba pasando, pero pronto lo harían al momento de mirar hacia abajo y percatarse de cómo el suelo desaparecía al desprenderse por secciones, para así revelar que por debajo; ríos de acero fundido corrían de un lado a otro. Como era de esperarse, la bestia ubicada en la planta baja quedó completamente carbonizada al hacer contacto con la sustancia ardiente. Luego, Pacifica cayó por el borde, pero fue Dipper el que la ayudó a sostenerse de las tuberías en esta ocasión al asegurarla por medio de la frágil manga de su chaqueta lila. Ambos chicos quedaron colgados; aferrándose a sus vidas, pero aún siendo acechados por la fiera restante. Entonces, sin dirigirse una sola palabra; Dipper y Pacifica adivinaron el pensamiento del otro. Fue así, como con un movimiento repentino, efímero y atrevido, que ambos escalaron hasta la cima y tomaron con sus manos desnudas a la bestia por las patas delanteras, jalándola hacia ellos para provocar su caída y así sufrir el mismo destino que la primera de ellas. A continuación, ambos terminaron de trepar para alcanzar nuevamente la cima, esta vez casi libres de peligro.

—Creo que con eso ya no nos molestarán más... —Dijo Dipper, exhalando aire con un esfuerzo titánico.

—Sí... Eso creo. —Pacifica respondió en las mismas condiciones—. ¿Cuánto tiempo nos queda?

—Cinco minutos... —Confirmó—. El último símbolo debe estar ya muy cerca. Supongo que este nos indicará la puerta de salida.

—¡Dipper, mira! —Pacifica indicó, señalando hacia el borde del laberinto donde una marca sobre aquél muro gigantesco resplandecía en medio de una luz fluorescente de color azul—. ¡Apuesto a que ese es el símbolo restante! —Exclamó al mirar la insignia sobre el muro que indicaba los límites. Eso significa que tal vez podamos salir de aquí con vida. ¡Lo logramos, Dipper! ¡Lo logramos! —Gritó alegórica, abrazando a Dipper tal y como había sucedido en aquella ocasión dentro de la mansión luego de haber capturado al espectro.

—Lo... Lo siento... —Pacifica tartamudeó al darse cuenta de lo que estaba haciendo. Acto seguido se separó del joven Pines y procedió a toser para disimular.

—No te preocupes... —Dipper le guiñó un ojo—. Todo está bien.

Dipper y Pacifica recorrieron el resto del trayecto en silencio y sin tanta presión sobre sus hombros, pero con un cuidado extremo para no caer y morir de una forma escabrosa y poco más que ridícula. La meta estaba ya muy cerca, prácticamente ya nada se interponía entre ellos y su salvación. Al llegar, contemplaron el símbolo restante sobre él muro; el cual lucía semejante a una letra "X" con un círculo montado sobre cada uno de sus extremos. Por debajo de la extraña y poco tranquilizadora criptografía; se hallaba una puerta de metal con una perilla giratoria. Adicionalmente, ambos observaron como el suelo cercano a la puerta no había resultado afectado por el mecanismo tras haber sido accionado por Dipper cuando presionó el botón. De esta forma, Dipper y Pacifica descendieron para terminar frente a la puerta que ellos pensaban los llevaría fuera del laberinto.

—Esta es... —Dijo Dipper, haciendo girar la pesada y voluminosa manivela—. ¡El juego termina ahora! Es hora de descubrir quién está detrás de todo esto.

Dipper supo el momento exacto cuando la puerta finalmente cedió. Entonces, procedió a jalarla hacia afuera con todas sus fuerzas, siendo una obscuridad absoluta y envolvente lo primero con lo que se toparían en el interior. Ambos entraron a esta nueva habitación y la puerta se cerró automáticamente por detrás de ellos como si tuviera una especie de mecanismo adherido a ella.

—¡Maldición! ¡Nos encerró! —Dipper reclamó, pateando y golpeando la puerta.

—Espera... ¿Qué es este lugar? —Preguntó Pacifica. —Está muy oscuro. No puedo ver más allá de mi nariz.

—No lo sé... Yo tampoco puedo ver nada... —Dipper la volvió a tomar de la mano—. Mantente cerca de mí y no te separes. Es posible que ese sujeto pueda estás teniéndonos otra trampa.

—Sí... Está bien... —Dijo Pacifica, sintiendo una enorme satisfacción al hacer contacto físico con Dipper.

En ese momento, la obscuridad fue subyugada de repente por el destello de un televisor encendiéndose de la nada, transmitiendo la imagen del aquél ser que los había colocado en tan aterradora experiencia.

—¡Felicidades, Dipper! ¡Felicidades, Pacifica! Han sobrevivido exitosamente al la primera prueba y con tiempo de sobra. —Dijo con voz serena, distorsionada y pausada—. Han conseguido salvar sus propias vidas y la de su amiga Grenda de la muerte. Estoy sorprendido. Nadie había sido capaz de superar esta prueba hasta ahora.

—Libéranos de una buena vez, monstruo. —Dipper se dirigió hacia él.

—No nos precipitemos, joven Dipper. —Soltó una malévola risa—. La diversión apenas está comenzando, así que será mejor que se vayan preparando para la segunda prueba; la cual será aún más difícil que la primera. ¡Qué el juego continúe!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top