Oscuridad
¡Hola de nuevo!
¿Saben? Estuve a punto de romper mi racha de entregas puntuales en esta ocasión, hasta hace pocos días este capítulo aún estaba en su versión alfa. Afortunadamente alcancé a terminarlo a tiempo.
Bien, estamos frente al penúltimo capítulo de esta historia. Durante estos dos últimos capítulos es probable que sientan que su mente se licua debido a los imprevistos giros en la historia. Sin embargo, esto es a propósito. No negaré que me gusta jugar con la mente de las personas. *inserte risa malvada aquí*.
Espero que les guste y disculpen si encuentran algún error de ortografía. Nos veremos al final de la lectura.
*********************************************************************************
—¿Joey...?
—Siempre es un gusto volver a verte de nuevo, hermanita. —Dijo el hombre, sonriendo con una locura desquiciada—. ¿Me extrañaste?
—Pero... ¿Cómo...? —Tartamudeó la joven Northwest, en shock, aún sin poder creer lo que sus vidriosos ojos observaban. Era una escena de pesadilla, pero al tener de nuevo el control sobre su mente; ella sabía que estaba despierta.
—¿Qué? ¿Enserio no lo viste venir? —Preguntó el sujeto, cubierto por una neblina de sarcasmo y satisfacción; sin descomponer ninguna de sus facciones visibles.
—Pacifica... —Dipper alcanzó a decir—. No estés bromeando... Ese... Ese no puede ser tu hermano... ¿No se suponía que Joey había fallecido hace varios años?
—Usted mismo lo ha dicho, joven Dipper... —Respingó—. Mi muerte debió ser contemplada hace seis largos años para ser más exactos, pero lo que yo no sabía era que el destino tenía otro tipo de planes reservados para mí. ¿Quién lo diría...? —Comenzó a aproximarse a pasos lentos y pausados hacia el grupo de chicos—. Fue el inigualable virus madre el que al final me otorgó la dicha de volver a sentir esta clase de emociones que representan la vida, la tristeza, la ira, el gozo... La locura.
—¿El virus madre? —Preguntó Dipper—. ¿De qué rayos está hablando este tipo...? Pacifica, no lo escuches. No te dejes engañar por él. Estoy seguro de que el doctor Anderson está detrás de todo esto. Este debe ser otro de sus trucos mentales.
—No Dipper... —Dijo entre lágrimas—. Toda conexión entre mi mente y la del doctor ya fue cortada. Él ya no es capaz de jugar con mi mente.
—No... No puede ser... —La opresión en su pecho incrementó.
—En pocas palabras... El que está frente a nosotros es el autentico Joey...
—¿Es acaso tan difícil de asimilar? —Cuestionó, alcanzando a Pacifica, hincándose y estirando su mano para acaricia su mejilla.
—¡No la toques, monstruo! —Dipper gritó.
—Por favor, joven Dipper. No hay necesidad de hacer tanto escándalo. Ya he aceptado mi derrota... Tal y como mi hermana lo dijo, ya no tengo el control sobre su mente. Lo único que deseo ahora es pasar mis últimos momentos en compañía de ella. ¿Es eso un pecado?
—Joey... ¿Por qué? —Preguntó, sin poder salir del efecto postraumático—. ¿Por qué nos hiciste esto? ¿Por qué nos torturaste de esta forma?
—¿Por qué...? —Joey Replicó—. Esa es una pregunta interesante que contestaré con gusto. Todo comenzó aquél día, cuando después de haber pasado por varios minutos en agonía y sabiendo que iba a morir por salvar la vida de mi hermana; desperté repentinamente dentro de una cámara criogénica con tubos y varillas de metal que salían de varias de mis cavidades. Mi ropa y mi cabello habían desaparecido. Estaba inmóvil... Indefenso... El dolor y el olor a sangre mezclado con el aroma del acero fundido eran insoportables. Al principio creí que me encontraba en el infierno, pero después de algunos días; un hombre con aspecto demacrado y quemaduras en su cuerpo se presentó a mí con el nombre de Anderson Thomas Clayton, diciéndome que era todo lo contrario. Él me dijo que nunca antes me había encontrado tan vivo... Dime... ¿Fue la luz quién te contó acerca de todo esto?
—¿La luz...? —Pacifica contestó tímidamente, sin atreverse a mirarlo los ojos—. Tú fuiste el que me lo explicó todo...
—No confundamos las cosas, querida hermana... Tal y como ya lo mencioné hace unos momentos; él es la luz, y yo soy la oscuridad, pero te apuesto a que ni siquiera mi contraparte de luz fue lo suficientemente sincero contigo.
—¿Qué quieres decir?
—Yo mismo me encargaré de contarte toda la verdad... Te contaré detalladamente todo lo que ha sucedió durante estos últimos seis años. Resulta ser que el doctor Anderson no resultó ser una persona tan terrible como yo imaginaba en un inicio. El buscaba hacerle un bien a la humanidad con la ayuda de su más grande descubrimiento: "El virus madre". Al principio creyó que utilizarlo como un arma era la mejor manera para financiarlo ante el siempre "confiable" gobierno de los Estados Unidos de América, pero pronto descubriría el verdadero potencial de dicho virus al encontrar propiedades que podían ser capaces de revertir los efectos de la misma muerte y que iban mucho más allá de simplemente controlar la mente de las personas. Aunque de manera inexplicable, dichas propiedades solo reaccionaban ante aquellos individuos cuyo nivel de inteligencia se encontrara en un nivel prodigiosamente elevado. El doctor se obsesionó con esto, al grado de dedicar el cien por ciento de su tiempo dentro del área de investigación y desarrollo propiedad del laboratorio subterráneo que nuestro abuelo; Martin Northwest, le había provisto. Poco tiempo después, al no conseguir grandes avances, su objetivo cambió para centrarse esta vez en la labor de modificar esas mismas propiedades del virus para que este funcionara en individuos cuya inteligencia se encontrara en un nivel promedio al de la media humana. A partir de ese momento, el doctor Anderson comenzó a experimentar con vagabundos, gente sin hogar y de bajos recursos que nadie en este mundo extrañaría. No obstante, uno de ellos... Un malviviente llamado: Fiddleford McGucket; resultó ser alguien con una inteligencia sobresaliente en todos los aspectos. Esto le dio a Anderson la oportunidad perfecta para perfeccionar el virus madre de una vez por todas. Pero lamentablemente, el doctor Anderson tampoco pudo alcanzar su meta debido a que ese vagabundo tan peculiar logró escapar justo antes de poder perfeccionarlo. El doctor Anderson mando recapturarlo. Sin embargo, nuestro abuelo se enteró de las prácticas ilegales que el doctor llevaba a cabo en su laboratorio y al no estar de acuerdo con él, se propuso a asesinarlo sin mostrar piedad ante su viejo amigo. De tal modo, que nuestro abuelo decidió incinerar el complejo entero con el doctor encerrado en su interior. Pero ese no sería su fin... Al verse perdido, el buen doctor utilizó su propio invento en sí mismo, solo segundos antes de pegarse un tiro en la cabeza para no verse en la necesidad de experimentar tan horrorosa muerte. Para su fortuna, el virus funcionó y le devolvió la vida. Sin embargo, las deformaciones en su cuerpo y rostro resultaron ser atroces. Al grado de perder incluso, su forma humana. Fue a partir de ese momento que el doctor Anderson se despidió de su humanidad y su fe en la misma. Entonces, herido y sin poder mostrarse ante la sociedad, se dedicó a continuar con sus experimentos sin la ayuda de nadie y con el poco equipo disponible que le quedaba para llevar a cabo un plan de venganza contra la propia especie.
Los niños permanecieron con la boca abierta y con sus mandíbulas a punto de desprenderse.
—Y al fin... Después de muchos años, intentos y sacrificios... Logró perfeccionar el virus complementando la mezcla con muestras de su propio ADN. Entonces, él supo que había llegado el momento adecuado para hacer su primera gran prueba, así que con las pocas fuerzas que aún le quedaban; profanó mi cuerpo y lo utilizó para elucubrar la venganza perfecta ante nuestra familia; realizando así el experimento definitivo. Las pruebas fueron un rotundo éxito, el virus madre pudo regresarme a la vida sin mostrar ningún efecto secundario. En cambio, todos mis tejidos y mi piel se regeneraron por completo. Mis ondas neuronales se fortalecieron al grado de mover objetos simplemente con el deseo de pensarlo. Era algo fuera de este mundo... Al principio no sabía lo que ocurría. Tuve miedo, ira y frustración... Sentía que mi vida no valía nada. Pero a partir de ese momento, él buen doctor se convirtió en mi maestro, en mi nuevo modelo a seguir. Mi propia luz. Él me enseñó toda la verdad tras los intereses mundiales. Me mostró la crudeza de la vida y de la falsedad que se oculta tras las máscaras que suelen llevar las personas todo el tiempo. Gracias a sus enseñanzas mi visión acerca de la vida cambió radicalmente. De tal modo, que al llegar la hora de su muerte, el doctor Anderson me confió su propio legado para que su voluntad continuara expandiéndose hacia nuevos horizontes. Luego, para honrarlo a él y también a su memoria, decidí adoptar su nombre y continuar en la búsqueda de más conejillos de indias que me permitieran dar el siguiente paso y durante estos últimos tres años, me he visto en la labor de engañar a los adolescentes intrépidos del pueblo por considerarlos como a unos verdaderos cabezas huecas. De alguna manera... Necesitaba llevar al virus madre hacia su siguiente etapa en la evolución y retomar los deseos del doctor Anderson para convertir al virus madre en un arma mortal para crear unidades de infantería que no puedan ser abatidas por disparos en el campo de batalla. Soldados indetenibles que jamás morirán... Con el poder de manipular los objetos de su entorno solo con la ayuda de su mente... La mala noticia fue que ya era tarde cuando me di cuenta de que el virus madre tenía una fecha de vencimiento... Mi cuerpo volvería a perder sus funciones motrices con el paso del tiempo, para regresar a ese asqueroso agujero lleno de fango y gusanos de tierra del que tal vez jamás debió de haber sido profanado. Pero aún no podía irme... ¡No...! No podía... Aún tenía metas y sueños por cumplir antes de partir definitivamente hacia mi descanso eterno, así que a partir de ese momento... Fijé mi plena atención en usted, joven Dipper... Su carne fresca y sus huesos fuertes resultaron ser perfectos. Su cuerpo es justo lo que necesito para llevar a cabo mi plan maestro.
—No puedo... —Pacifica habló, sin poder moverse aún por el shock recibido, sintiendo como su corazón se marchitaba poco a poco—. No puedo aceptarlo... No puedo aceptar el hecho de que mi hermano haya vuelto a la vida solo para haberse convertido en un asesino.
—Te lo volveré a preguntar... ¿Tan difícil es aceptar esta realidad, Pacifica? —Acarició su cabello—. Lamento que hayas tenido que enterarte de esta forma, querida hermana. ¿Sabes? Cuando adopté las enseñanzas del doctor, tuve que contar todos mis lazos familiares. El tuyo fue del que más trabajo me costó librarme... Yo te amaba por sobre todas las demás cosas... Es por eso que al intentar olvidarte, algo se quebró dentro de mí; ocasionando que mi voluntad se dividiera en dos... Dando como resultado el nacimiento de la luz y la oscuridad en mi interior. A pesar de ello, traté de no involucrarte en mi búsqueda por la perfección. Creo que de haber seguido tu vida como hasta ahora no tendrías que estar pasando por todo esto. Cometiste el grave error de haberte liado con las personas equivocadas. —Le dio un abrazo, gesto que le ayudó a ocultar un enorme cuchillo que extrajo del interior de su túnica y que preparó para encajarlo en la espalda de su hermana—. Pero ahora, ha llegado el momento de redimirte de todos los errores que has cometido en el pasado. Yo me encargaré de ayudarte, mi dulce hermana... Por fin podrás descansar en paz.
—¡¡¡PACIFICA, CUIDADO!!! —Dipper y el resto de las chicas se dieron cuenta de las monstruosas intenciones de Joey. Intenciones que los llevaron a advertirle a su ahora amiga del peligro que corría para que así pudiera recobrar el movimiento de sus articulaciones, y de esta forma usar los poderes de su mente para liberarlos a todos de tan horrible pesadilla. Pero todo fue inútil. Joey realizó la acometida antes de que Pacifica notara lo que estaba ocurriendo; tomando el suficiente impulso con el brazo derecho para asegurarse de que el objeto punzocortante entrara por completo y así atravesarle de lado a lado el corazón de su hermana. Sin embargo, la punta del cuchillo se detuvo a tan solo pocos milímetros de comenzar a perforar la piel de la rubia, ocasionando que Pacifica girará angustiada hacia el rostro de Joey, el cual había cambiado por completo, asemejando la expresión de alguien con una personalidad completamente distinta.
—Pacifica... —Joey dijo, con voz entrecortada y sin poder moverse—. Corre... Huye de aquí...
Pacifica dio un salto hacia atrás, mostrándose confundida por la situación.
—¿Qué está pasando? —Se preguntó la joven Northwest, en cuanto la representación de la mansión dentro de su mente comenzó a sacudirse, como si estuviera siendo víctima de un terremoto. En consecuencia, las paredes comenzaron a cuartearse y los ventanales a romperse.
—¡Pacifica, tenemos que irnos de aquí! —Dipper se aproximó hacia la niña, sujetándola del brazo para evitar que cayera al suelo.
—Pero... Joey...
—Corran... —Joey volvió a decir—. ¡Deprisa...! Antes de que Anderson vuelva a tomar el control...
—¿Qué sucede...? —Pacifica insistió—. ¿Quién demonios eres tú? No entiendo nada...
—Pacifica... Soy yo... El verdadero Joey... El doctor Anderson trata de confundirlos... No crean en ninguna de sus mentiras... Él quiere que piensen que fui yo el que siempre estuvo detrás de todo esto... Él aún tiene control total sobre mi mente... Y está tratando de sacar provecho de esto... Les conseguí un poco de tiempo para que puedan escapar... —Le dirigió una última mirada de afecto a su hermana—. Pacifica... Perdóname... Yo jamás quise que pasara nada de esto... Así que lo único que puedo hacer para redimir todo el daño que les he hecho es asegurarme de que todos salgan con vida... Así que no pierdan más el tiempo... ¡Huyan de aquí! No sé por cuento tiempo más podré contenerlo.
—Joey... —Susurró entre lágrimas solo instantes antes de que un fuerte dolor de cabeza la obligara a colocarse en cuclillas; para después sujetarse la cabeza con las dos manos.
—¡Pacifica! ¿Qué te ocurre? —Preguntó Dipper, preocupado, sujetándola entre sus brazos.
—Anderson... También quiere retomar el mando de la mente de Pacifica desde el exterior. —Dijo Joey—. Dipper... Mi hermana ya no será capaz de volver a utilizar los poderes de su mente aquí dentro. Pon a Pacifica a salvo... Te lo suplico... Anderson va a...
Joey no pudo concluir exitosamente con su advertencia, ya que de un momento a otro, una ráfaga de vientos a gran velocidad azotó la mansión hasta desprender el techo de la misma; otorgándoles a los que se encontraban dentro una perspectiva monstruosa del nuevo entorno en el exterior. El cielo relampagueante había adoptado un inquietante tono escarlata, siendo cubierto por un manto gigante de nubes negras que lloraban sangre y cuyo espacio era más que suficiente para cubrir toda la tierra. A su vez, los chicos fueron testigos de la manifestación de un majestuoso ojo en el centro de un vórtice que se elevaba hacia el cielo para permanecer estático y observar todo lo que ocurría a su alrededor desde ahí.
—Dipper... ¿Qué es eso? —Preguntó Mabel, aterrada; mirando hacia el ojo y luego hacia su hermano quién había colocado una expresión similar.
—¡Abrázame Candy! —Exclamó Grenda, lanzándose a los brazos de su mejor amiga.
—Grenda... Estás muy pesada... —Dijo la chica de gafas, tratando de cargarla.
—Ese debe ser Anderson tratando de recuperar el mando... —Dijo Joey, dirigiéndose hacia los chicos—. ¡Eso es! Dipper... Si ustedes logran provocarle al doctor Anderson un shock en su sistema neuronal lo suficientemente fuerte; él ya no podrá ser capaz de mantener la conexión del enlace entre su mete y la mía. Su mente colapsará y les permitirá regresar al mundo real... Lo único que deben hacer es buscar la forma de dañar ese ojo de allá arriba.
—Pero... ¿Y qué hay de ti?
—No debes preocuparte por alguien como yo... He sido utilizado para los fines más perversos... —Continuó, luchando fervientemente por mantener el dominio sobre su cuerpo—. Así que viviré por siempre en los recuerdos de Pacifica. Esa será mi penitencia...
—Joey... Escucha... No te conozco, pero Pacifica me ha hablado de ti... Te extraña y le haces mucha falta... ¡Ven con nosotros!
—Lo siento, Dipper... Pero, yo ya no pertenezco al mundo de los vivos. Mi sentencia fue dictada hace seis años... Además, mi cuerpo físico fue destruido hace tiempo... Solo permitiendo que ustedes regresen al mundo real es cómo podré finalmente descansar en paz.
—Joey...
—Dipper... Eres un buen chico. Está claro que te preocupas por Pacifica... Así que me gustaría que me concedieras una sola petición.
—¡Claro! —Accedió—. Lo que sea.
—Cuida de mi hermana... Pacifica es una chica fuerte, pero aun sigue siendo alguien vulnerable debido a los fervientes deseos de nuestros padres por seguir los pasos de nuestra familia... Ellos la han convertido en una persona fácilmente manipulable... De tal modo que necesita a alguien que la guie por el buen camino y no hay mejor candidato que tú, Dipper...
—Sé por todo lo que ha pasado en estos últimos años y te doy mi palabra de hacer todo lo que pueda para asegurar su bienestar.
—Gracias Dipper... —Cerró los ojos por unos segundos y sonrió—. Sabía que podía contar contigo... No cabe duda que mi hermana ha hecho una buena elección... Pero ahora deben irse, no podré contener a Anderson por siempre... Aunque... Una cosa más...
—¿Qué ocurre?
—Cuando salgan de aquí deben asegurarse de ponerle fin a la vida del doctor Anderson... Ese malnacido junto con su estúpido virus le ha causado ya un enorme daño a este pueblo. Imagina lo que puede ser capaz de hacerle al mundo si no lo detienen aquí y ahora... Solo el infierno será suficiente para hacer que pague por todo lo que nos ha hecho.
Dipper no respondió, ya que sentía que terminar con la vida de alguien, por más malo que este fuera; era una pesada carga para sus hombros.
—Dipper... Por favor... Te lo encargo... —Joey concluyó en cuanto la voz cavernosa de una entidad invisible se manifestó de repente.
—Joey... —Susurró la voz—. No debiste haber hecho eso... Ahora... Todos morirán... Todos...
De repente, el cuerpo de Joey comenzó a inflarse como un globo por medio de enormes y asquerosas pústulas amarillentas, las cuales que no tardaron en estallar para revelar una hilera de extremidades como látigos cubiertos en sangre y material viscoso. Luego, su cráneo comenzó a desfigurarse hasta que su cerebro quedó al descubierto, su mandíbula se desprendió para ser remplazada por una fila de dientes abultados y filosos. Sus huesos se desquebrajaron uno a uno, mientras que su piel se desprendió de la carne; siendo ahora lo único que podía observarse de él eran sus músculos completamente al descubierto. Al final, su cuerpo creció desmesuradamente hasta perder cualquier rastro de forma humana y alcanzar un tamaño proporcional al de la propia mansión. Sus brazos y pies fueron reemplazados por más tentáculos, los cuales se encontraban cubiertos por ojos y bocas hambrientas que no dejaban de excretar saliva y pus negra. Dipper cargó a Pacifica entre sus brazos para salir de ahí junto con el resto de las chicas cuando aquél monstruo nacido desde las entrañas del mismo infierno comenzó a perseguirlos; destruyendo así lo que quedaba de la mansión con la ayuda de sus gigantescas extremidades y su brutal fuerza bruta.
—¡¡¡PACIFICA!!! —Aulló la criatura.
—¿Dipper qué hacemos ahora? —Preguntó Mabel, siguiendo a su hermano tras bajar por los escalones exteriores.
—¡Todas al auto, ahora! —Dipper anunció, al observar el lujoso automóvil de la familia Northwest aparcado en las afueras.
Las chicas accedieron, obedeciendo las órdenes de Dipper sin chistar. Acto seguido, Dipper acomodó a Pacifica en uno de los asientos traseros para que Candy y Grenda pudieran vigilarla. Mabel por su lado, ocupó el asiento del copiloto, mientras que Dipper se sentó el asiento del conductor.
—¿No me digas que tienes pensado conducir? —Preguntó la chica de los frenos con desconfianza.
—¿Qué otra opción tenemos? —Dipper le respondió con otra pregunta, buscando las llaves que inmediatamente encontró bajo el visor—. ¡Bingo!
—¡Un momento...! ¿Tú sabes conducir? Que yo recuerde... Papá te permitió sacar el auto de la cochera tan solo en un par de ocasiones y en una de ellas estrellaste el auto contra nuestro buzón.
—De hecho... En la segunda vez estrellé el auto contra el árbol de nuestro vecino de enfrente... Pero no se preocupen, he conducido varias veces el carrito de golf del tío Stan... Es decir... ¿Es casi lo mismo, no?
A continuación, todas sin excepción se colocaron los cinturones de seguridad para así comenzar a rogar por sus vidas.
—Muy bien... —Dipper analizó el tablero, mordiéndose el labio—. ¿Cuál era la palanca para ponerlo en marcha...?
En ese momento, Mabel observó repentinamente por el espejo retrovisor, dándose cuenta de cómo la criatura a sus espaldas estaba a punto de azotar uno de sus tentáculos sobre el auto para aplastarlo con ellos adentro, lo que ocasionó que ella misma, en un acto de desesperación; colocara dicha palanca en posición para inmediatamente después pisar el pedal de aceleración hasta el fondo.
—¡Vámonos de aquí!
El auto se puso en marcha en el momento justo para evitar su desastroso destino. En consecuencia, la criatura en la que Joey se había transformado comenzó a perseguirlos. Mientras tanto, Dipper trataba de seguir su ruta por medio del camino de tierra colina abajo, sintiendo como sus niveles de adrenalina se aceleraban al máximo.
—¡Oh dios! ¡Oh dios! ¡Oh dios! —Repetía una y otra vez, zigzagueando por la colina, evitando estrellarse contra uno de los pinos al lado del camino. Sin embargo, su más grande preocupación se encontraba pisándole los talones, ya que el enorme monstruo no los perdía de vista, tratando de alcanzarlos con sus largos tentáculos.
—¡Izquierda! ¡Derecha! ¡No, torpe! ¡Tu otra derecha! —Decía Mabel, tratando de guiar a Dipper, indicándole hacia dónde debía dirigir el volante para evitar la embestida de la criatura.
Tras alcanzar la parte inferior de la colina, el camino ya lucía pavimentado debido a su directa conexión con la carretera, la cual se desviaba pocos metros adelante hacia una brecha oculta y difícil de hallar que conectaba con el mágico y a la vez misterioso poblado de Gravity Falls. Dipper intentó tomar dicha desviación. No obstante, uno de los tentáculos de su perseguidor alcanzó a impactar el costado derecho del automóvil, ocasionando que se volcara y diera múltiples marometas en el aire hasta finalmente detenerse y quedar bocabajo.
—¿Están todas bien, chicas? —Dipper preguntó, saliendo del auto, sobándose las partes de su cuerpo que habían sido golpeadas por la tremenda sacudida.
—Sí... Eso creo... —Dijo Mabel—. Aunque creo que necesitaré una nueva columna.
—Todo bien por aquí... —Comentó Grenda, sacando entre sus poderosos brazos a Candy y a Pacifica, dejándolas sobre la acera como si de dos sacos de arena se tratasen.
—¿Qué ocurre aquí? —Preguntó Pacifica, recobrando la conciencia tras haber sufrido de tan horrible jaqueca.
—¡Pacifica estás bien! —Dipper se aproximó a ella, agachándose un poco para darle un fuerte abrazo—. Me asustaste mucho.
—Estoy bien, Dipper... No te preocupes... —Sonrió, devolviéndole el abrazo—. ¡Un momento...! ¡Joey...! ¿Dónde está Joey?
—Pacifica... No sé cómo explicarte esto pero... —Ambos se pusieron de pie—. Ahí está... —Señaló al engendro, saliendo de entre los árboles para comenzar una nueva persecución.
—¿Qué demonios es eso? —La niña preguntó de nuevo, llevándose el susto de su vida.
—Te lo explicaremos más tarde. —La tomó de la mano—. ¡Ahora huyamos de aquí!
—NO PUEDEN OCULTARSE DE MÍ, NIÑOS... —Dijo la gruesa voz ronca del doctor Anderson, escuchándose por todo el pueblo—. YO LO VEO TODO... EN ESTE LUGAR, YO SOY EL QUE PONGO LAS REGLAS... SU DESTINO, ES MORIR EN MIS MANOS...
Los chicos comenzaron a huir despavoridos, luchando por sus vidas, dirigiéndose hacia el interior del pueblo, el cual se encontraba completamente desolado y sin ningún habitante a la vista. Después, observaron como gigantescos cúmulos del pavimento comenzaron a desprenderse y a flotar en el aire, así como las decenas de autos aparcados en las aceras y cualquier otra cosa que no se encontrara sujeta al piso; hasta formar un colosal remolino alrededor del gigantesco y monumental ojo vigilante sobre el cielo. Luego, Dipper dio la indicación para refugiarse en el interior del centro comercial, consiguiendo escapar apenas por pequeños segundos de la criatura, la cual comenzó a destrozar los exteriores del inmueble cuando al fin pudo darles alcance, aunque siendo detenida momentáneamente por los pilares principales hechos de acero de plomo, dificultando así su fiero avance. Finalmente, los cinco jóvenes se ocultaron dentro de una de las muchas tiendas que conformaban la enorme plaza, en un local llamado: "Todo para sus fiestas y reuniones familiares". Un lugar repleto de mercancía para todo tipo de celebraciones descomunales. Desde gorros de fiestas, luces de colores, confeti, globos o fuegos artificiales. Un lugar dónde todos pudieron ponerse a salvo y darse un pequeño respiro.
—Y así fue como Joey se transformó en esa horrible cosa... —Dijo Dipper, explicándole a Pacifica el horrible destino del que su hermano había sido víctima.
—Lo sabía... Sabía que Joey no podía ser un asesino despiadado... —Enfureció, golpeando con el puño cerrado la pared más cercana—. Esa maldita escoria buena para nada de Anderson me las pagará todas en cuanto salgamos de aquí.
—¿Pero cómo vamos a detenerlo? —Preguntó la chica más robusta del grupo, alterando el orden—. Esa cosa de allá afuera es cincuenta veces más grande que nosotros.
—Según lo que Joey me dijo antes de transformarse en ese horrible monstruo... —Prosiguió el joven Pines—. Existe una posibilidad de poder regresar al mundo real si logramos causarle al doctor Anderson un shock lo suficientemente fuerte para que el enlace neuronal entre él y Joey colapse. Lo único que tenemos que hacer es buscar la forma de dañar ese ojo en el cielo. Esa debe ser la fuente de la conexión... Cómo el doctor Anderson logró retomar parcialmente el control de las mentes tanto de Joey cómo de Pacifica; usar sus poderes mentales para salir de aquí será algo imposible. Me temo que tendremos que hacer algo con lo que tengamos a la mano... ¿Pero qué?
—Será imposible para nosotros alcanzar ese ojo... A menos que utilicemos los fragmentos del pavimento desprendido que flotan alrededor de él para llegar hasta su posición. —Sugirió la chica de gafas.
—Alcanzarlo no será problema, yo tengo a la mano mi siempre fiel gancho volador. —Dijo Mabel, sacando de su vestido su herramienta favorita.
—¡Espera! —Dipper alzó las cejas—. ¿De dónde lo sacaste?
—No lo sé... —Respondió—. Cuando reaparecimos en la mansión con estos atuendos me di cuenta de que ya lo traía.
—Ahora entiendo... —Dipper prosiguió—. Cuando el espacio logró distorsionarse tras recobrar el control, la mente de Pacifica de alguna manera logró hacer una copia exacta de nuestra imagen tal y como todos nos encontrábamos el día de la fiesta en la mansión. ¿Eso significa que en durante la fiesta traías contigo tu gancho volador?
—Siempre lo traigo conmigo a todas partes... Eso explica también la pistola de pegamento...
—De acuerdo, parece que llegar hasta allá ya no será un mayor problema... El verdadero problema ahora es que no podremos acercarnos lo suficiente a él sin llamar su atención. —Dio vueltas por el lugar como león enjaulado, pensando detalladamente—. Eso sin tomar en cuenta que ese monstruo sigue allá afuera esperándonos. Mientras que la mente de Pacifica se encuentre bajo el dominio de Anderson no habrá nada que se le escape a menos que no se encuentre a simple vista... Mientras todos permanezcamos ocultos no podrá localizarnos. La mala noticia es que el gancho volador no es lo suficientemente largo para llegar hasta el ojo de un solo impulso. Eso quiere decir que aquél que tenga que subir hasta allá le tomará mucho tiempo poder hacerlo.
—¡Hey chicos, miren esto! ¡Encontré una peluca amarilla! —Exclamó Mabel, colocando la mata de cabello artificial sobre su cabeza—. Ahora tengo el mismo peinado que Pacifica. —Rió con torpeza, ocasionando que la joven Northwest diera un paso lejos de ella.
—Mabel... —Dipper se llevó la palma de su mano a la cara—. Este no es el momento para ser torpes... Nuestras vidas dependen de plantear bien una estrategia.
—¡Un segundo! —Pacifica tomó el control de la conversación—. ¡Eso es! Creo que tengo una idea... Pero todos deberán hacer exactamente todo lo que yo les diga. ¡Traigan esas bazucas de fuegos artificiales! Sé cómo saldremos de aquí.
Pacifica reunió a los chicos en un círculo cerrado para contarles el plan. Inmediatamente después, todos se pusieron manos a la obra, cargando las debidas armas con los cohetes que tenían disponibles en la tienda. Entretanto, Pacifica se alejó momentáneamente del grupo, dirigiéndose hacia la tienda especializada en vender todo tipo de artículos dedicados a los deportes extremos. Al llegar, Pacifica tomó una de las macetas del centro comercial y la utilizó para lanzarla y romper el cristal para así acceder a la tienda. Ya en el interior, la niña fue y se plantó inmediatamente en el pasillo dónde se encontraba todo lo relacionado con la arquería; tomando entre sus manos un arco de corte profesional, así como un carcaj lleno de flechas, el cual se montó sobre su espalda.
—Bien, esperemos que todas esas clases de arquería hayan dado sus frutos... —Suspiró—. ¡Aquí vamos!
Mientras tanto en el exterior del cetro comercial, la bestia continuaba abriéndose paso poco a poco por la compleja y resistente estructura del centro comercial. Desgarrando la fachada del edificio hasta reducirla a escombros.
—¡DIPPER...! ¡PACIFICA...! ¡NIÑAS...! NO PODRÁN ESCONDERSE DE MÍ POR SIEMPRE. —Gemía y rugía a la vez, mostrándose ansiosao por desmembrar parte por parte a los cinco niños que le habían causado ya tantos problemas—. YO LO VEO TODO Y LO CONTROLO TODO EN ESTE MUNDO... Y EN CUANTO LES PONGA LAS MANOS ENCIMA ME ENCARGARÉ DE REDUCIR TODOS SUS ÁTOMOS A LA MÍNIMA EXPRESIÓN.
En ese momento, un pequeño, delgado y alargado proyectil impactó de lleno en la cabeza del monstruo hasta incrustarse y hundirse completamente dentro de su cerebro expuesto. La criatura jadeó la cabeza, sacudiéndola violentamente hasta dirigir su vista hacia el origen, descubriendo así a la persona responsable.
—¿CÓMO? ¿EN QUÉ MOMENTO...? —Se preguntó, contemplando a Pacifica de pie a mitad de la calle anexa al centro comercial, sujetando su arco firmemente con la mano derecha y manteniendo la izquierda a la altura de su barbilla; indicando que acababa de utilizarlo.
—¡Hey tú! ¿Acaso nunca has oído hablar de las puertas traseras? —Se mofó la niña—. Te vez como un idiota tratando de encontrarnos aún dentro de ese centro comercial.
—¿CÓMO TE ATREVES A HABLARME CON ESE TONO CUANDO AÚN ESTAS EN MIS DOMINIOS, NIÑA INSOLENTE?
—Sí eres tan poderoso como lo presumes y puedes verlo todo... ¿Entonces por qué no pudiste prever nuestros movimientos? ¿Qué te sucede, Anderson? ¿Acaso ese virus tuyo finalmente ha comenzado a podrirte las pocas neuronas que te quedan? —La niña rubia continuó mofándose—. ¡Te desafío! ¡Intenta atraparme! ¡Vamos! ¿Qué esperas?
—¡YA FUE SUFICIENTE! ¡NADIE VA A VENIR A HABLARME DE ESA MANERA EN MI PROPIO MUNDO, MUCHO MENOS UNA MALDITA RATA PROVENIENTE DE ALGÚN DESAGÜE!
Furioso, el monstruo de varios pies de alto se abalanzó rápidamente contra la aparentemente indefensa niña. Sin embargo, Pacifica se mantuvo firme, sin moverse un solo milímetro y en cuanto presintió que su atacante se encontraba demasiado cerca; procedió a dar la indicación.
—¡Es ahora chicos! ¡Fuego! —Pacifica anunció con la mano derecha levantada para que en ese instante; Dipper, Candy y Grenda asomarán sus cabezas desde el interior de tres alcantarillas distintas ubicadas alrededor de la joven Northwest; apuntando con los cañones cargados de fuegos artificiales extraídos previamente de aquella tienda, los cuales accionaron en sincronía, consiguiendo que los cientos de cohetes volaran y estallaran en conjunto, dejando por detrás incontables estelas de luces lo suficientemente intensas para cegar por breves instantes la vista del ojo supremo.
—¡NO...! ¿QUÉ ES ESTO...? ¡MI OJO...! ¡NO PUEDO VER NADA...! —Se quejó a los cuatro vientos, sintiendo un dolor profundo y agudo, obligando a que la bestia perdiera el sentido de la orientación y se desplomara sobre varias de las casas y comercios más cercanos—. ¡AHORA LO ENTIENDO...! ¡SÉ POR QUÉ NO ME PERCATÉ DE SU PRESENCIA! ¡NO USARON LA PUERTA TRASERA DE LA PLAZA COMERCIAL PARA ESCAPAR, SINO LAS MALDITAS ALCANTARILLAS!
Sin embargo, una vez que los destellos desaparecieron, Anderson recobró la visibilidad y el control sobre la infernal criatura. Los chicos notaron esto, de tal manera que comenzaron a escapar a través de las calles del pueblo.
—¡NIÑOS! ¡LO ÚNICO QUE HAN CONSEGUIDO ES AUMENTAR MI IRA! ¡HA LLEGADO LA HORA DE ATRAPARLOS A TODOS, JOEY! ¡NO DEJES A NINGUNO CON VIDA!
La criatura rugió amenazante, lanzándose al ruedo y despedazando una a una las pequeñas casas que se cruzaban en su camino en busca de los jóvenes conforme a su avance. Mientras tanto, Dipper condujo al resto de las chicas por medio de los callejones aledaños a algunas de las casas, con el fin de que el gran ojo en el cielo no se diera cuenta de su presencia. La táctica pareció funcionar en un principio, ya que pareciera que permanecer en las sombras era suficiente para mantenerse a salvo. Por breves instantes, Dipper y las chicas creyeron que habían perdido al depredador cuando de un momento a otro; los jadeos de la criatura dejaron de percibirse en las cercanías. Todo estaba ahora en perfecta paz y armonía. Sin embargo, la criatura consiguió tomarles ventaja, apareciendo repentinamente por debajo de uno de los conductos de la cañería; interceptándolos y capturándolos con la ayuda de sus tentáculos antes de que volvieran a escaparse.
—¿REAMENTE CREYERON QUE PODÍAN A ESCAPAR DE MI? ¡PERO NO SOLO ESO! ¿EN VERDAD PENSARON QUE ALGO TAN ESTÚPIDO COMO SIMPLES FUEGOS ARTIFICIALES IBAN A PODER MARCAR LA DIFERENCIA? ¡RECUÉRDENLO MUY BIEN, NIÑOS INSOLENTES...! ¡EN ESTE LUGAR YO SOY EL QUE PONE LAS REGLAS DEL JUEGO! ¡EN ESTE LUGAR, YO SOY DIOS! —Se echó a reír frente a los niños, quienes reflejaban una expresión en su rostro que indicaba que todo se había terminado—. ¡MUY BIEN, HA LLEGADO LA HORA DE DICTAR SU SENTENCIA DE MUERTE! ¡Y SÉ EXACTAMENTE QUIÉN SERÁ LA PRIMERA! —Volteó a ver a Pacifica. Sin embargo, al repasarlos rápidamente a cada uno con la mirada, se dio cuenta de que faltaba uno de ellos—. ¡AGUARDEN...! ¿SOLO CUATRO...? ¿DÓNDE ESTÁ ESA NIÑA DE FRENOS?
—¡Oh...! —Dijo Pacifica—. ¿Te refieres a mí? —En ese momento, la niña que hasta ese momento se había jactado de ser la heredera única del legado de los Northwest se quitó la peluca amarilla que llevaba puesta, revelando así que Mabel era en efecto la chica que había tomado por unos segundos la identidad de Pacifica—. ¿En verdad no pudiste reconocernos? Entonces eres mucho más tonto de lo que pensé... Al parecer una peluca y un cambio rápido de ropa son suficientes para engañar a un dios como tú.
—Estás acabado, Anderson. —Dijo Dipper, sonriendo con plena confianza.
—¡NO ES POSIBLE...! ¿ENTONCES DÓNDE ESTÁ...? —Preguntó, asustado, mirando hacia todas partes, buscando desesperadamente a la chica rubia.
—¡Oye, Anderson! —La verdadera Pacifica llamó su atención por medio de un grito, seguido de un chiflido—. ¡Por aquí!
Anderson la descubrió, montada de pie sobre uno de los fragmentos de roca que deambulaba alrededor del ojo, portando el atuendo elaborado de emergencia por Mabel para asistir a la fiesta.
—¡NO PUEDE SER...! ¿CÓMO LLEGASTE HASTA ESE LUGAR...?
—Admito que eres alguien con una inteligencia prodigiosa, Anderson... Pero tal parece que aun estás muy desactualizado en cuestión de herramientas surrealistas. ¿Nunca leíste comics de Batman? —Le respondió, mostrándole el garfio volador de Mabel, guardándolo en el acto y desenfundando su arco—. Te diré algo... Pese a que yo los consideraba como algo que solo un nerd leería... Leerlos en compañía de Joey me entregó algunos de los mejores momentos de mi vida... —Quiso llorar una vez más. Sin embargo, pudo contener las lágrimas tras mostrar el coraje necesario—. Momentos que nunca podré recuperar.
—¡UN MOMENTO! ¿QUÉ PRETENDES HACER CON ESO...? ¡NO TE ATREVAS!
—Te atreviste a poner en peligro a mis nuevas amigas... Te atreviste a lastimar al chico que yo amo... Te atreviste a asesinar a decenas de personas... Además... También te atreviste a profanar el cuerpo de mi hermano y utilizarlo para tus juegos enfermos... —Apretó los dientes, preparando la flecha y apuntando hacia el centro del monstruoso ojo—. Y eso es algo que jamás te voy a perdonar... ¡Jamás!
—¡NO! ¡ESPERA! ¡NO SABES LO QUE HACES, NIÑA! ¡ESCÚCHAME...! ¡NO PUEDES HACERME ESTO...! ¡DEBO VIVIR, O DE LO CONTRARIO TODOS PERECEREMOS...!
—Díselo a Joey una vez que te encuentres con él en el otro mundo... Aunque creo que eso será imposible, ya que estoy plenamente segura de que ambos irán a dos lugares muy distintos.
—¡NO LO HAGAS! —Bramó.
—¡El juego terminó, hijo de perra! —Finiquitó la rubia, disparando la flecha en línea recta, la cual impactó de lleno en el iris del gran ojo; ocasionando que Anderson comenzara a lanzar una serie de gritos descomunales que reflejaban el más puro de los horrores.
Después de la colisión, la criatura en la que Joey se había desfigurado se volvió de piedra caliza, la cual comenzó a desmoronarse a través del aire por medio de fragmentos que se convirtieron en fina arena. Entonces, la dimensión entera comenzó a contraerse hasta que todo quedó reducido al tamaño de una canica; explotando y deformando el espacio en un fondo blanco dónde la nada era predominante. Pronto, los gritos del doctor cesaron. Luego, hubo un destello que envolvió todo el entorno, provocando que los niños cerraran sus ojos si no querían terminar con las retinas calcinadas. De un momento a otro, los niños perdieron la noción de dónde se encontraban, preguntándose ellos mismos en sus mentes si aun se hallaban con vida o no. Sin embargo, una sensación extraña de encontrarse flotando sobre una bañera llena de agua los obligó a todos a abrir los ojos a la vez, revelando así que se en efecto; todos encontraban nadando dentro de cinco tinas de baño individuales repletas de agua, en medio de un cuarto oscuro que paulatinamente comenzó a recobrar su color en conjunto con su luminiscencia. Dipper fue el primero en levantarse, percatándose inmediatamente de que sobre su cabeza se encontraba colocado un pesado casco de metal recubierto con luces extrañas y tornillos oxidados, el cual procedió a quitarse rápidamente. Entonces, el joven Pines salió de la bañera, dejándose caer por uno de los costados de la misma. Se sentía muy débil y extremadamente cansado, como si hubiera corrido una maratón. Luego, tras ponerse de pie y dar sus primeros pasos; observó como en medio de las tinajas se encontraba una completa maraña de tubos retorcidos que se conectaban con una pequeña esfera de cristal ubicada en el centro sobre una pequeña base, la cual a su vez también se encontraba conectada de igual manera por medio de más tubos y mangueras hacia un gigantesco recipiente de metal enterrado pisos más abajo. Al acercarse hacia él, Dipper creyó que su vista le estaba jugando trucos, ya que lo que se encontraría dentro de esa esfera de cristal era lo suficientemente inquietante para ponerle la carne de gallina a cualquiera.
—¿Qué es esto...? —Se preguntó el joven Pines, mirando un cerebro humano retenido en una especie de sustancia viscosa y transparente en el interior de aquella esfera.
De repente, el sonido chirriante de un par de ruedas sin aceitar lo sacó de sus casillas. El sonido era poco más que alarmante, obligando al chico a mirar hacia todas direcciones para evitar una emboscada, encontrándose así un pequeño faro a escasos metros de su posición, el cual alumbraba una pequeña fracción del suelo en medio de la oscuridad; lugar dónde finalmente se apersonó el causante de aquél ruido cuando su silla de ruedas se detuvo justo debajo de dicho faro.
—Ustedes no tienen la menor idea de lo que acaban de hacer, niños... —Dijo la persona postrada sobre la silla de ruedas, usando una voz espectral y mostrando finalmente su rostro, dando la pinta de que no pertenecía a este mundo dado a que a simple vista parecía carecer de ojos, nariz, oídos e inclusive; boca—. Ahora ya nadie estará a salvo... Él ya viene...
Concluirá...
*********************************************************************************
Estuve durante tres horas debatiéndome el sí Pacifica debería decir: "Hijo de perra" o no. Pero luego pensé... Ok siempre me ha encantado cuando el héroe, o heroína en este caso; le dice una frase de ese estilo al villano antes de acabar con el... Y como esto es un fanfic y no estoy bajo los influjos de Disney pues...
¿Pero entonces Joey no era el asesino? ¿Es realmente Anderson el que estaba bajo el control de todo? ¿Quién podrá ser el tipo de la silla de ruedas? Bueno, como les dije antes de comenzar; me gusta jugar con la mente de las personas y todas estas respuestas las encontrarán en el último capítulo, el cual estaré subiendo el día 5 de abril. Retrasaré la publicación del último capítulo hasta ese día debido a la llegada de la semana santa en México y como saldré de vacaciones no tendré mi computadora a la mano.
Si salen de vacaciones espero que también la pasen de maravilla. Gracias por sus comentarios y por continuar con este fic hasta este punto. Un solo capítulo y esto se termina. Espero que les guste el final y les deseo a todas y a todos un buen día, tarde o noche. ¡Chao!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top