Duelo

—¡De prisa, Pacifica! —Levantó la voz—. Antes de que sea demasiado tarde.

—Está bien... —Accedió finalmente, escapando del lugar no sin antes detenerse por un segundo y dirigirle unas últimas palabras de afecto hacia el chico—. Y Dipper... Ten cuidado.

—¡Claro que sí! —Dipper finiquitó, lanzando el primer ataque a toda velocidad en contra de su oponente.

Pacifica no se detuvo, corrió hasta que sus piernas comenzaron a entumecerse, atravesando el laberinto en busca de aquella plataforma dónde el doctor Anderson mantenía cautivas a las tres niñas.

—¿Cuánto tiempo habrá pasado? —Pacifica se preguntó a sí misma, recordando el ultimátum impuesto por su captor—. Jamás las encontraré si sigo corriendo sin una dirección. ¿Pero qué puedo hacer? —Se detuvo antes de llegar a una intersección.

De repente, un nuevo grupo de infernales criaturas asemejando la apariencia de Joey; emergieron del suelo a tan solo uno pocos centímetros de ella. Ocasionando que su corazón estuviera a punto de detenerse de manera definitiva.

—No otra vez... —Dijo, dando media vuelta y tomando apresuradamente el camino de la derecha—. ¡Maldita sea! A este paso nunca las encontraré. ¿Pero qué más puedo hacer? Dipper me dijo que al estar en mi cabeza podría hacer lo que yo quisiera, pero ese depravado se ha encargado de convertir mi cabeza en su centro de diversiones. ¿Pero por qué? ¿Por qué tuve que ser yo? ¿Lo hace por resentimiento hacia mi abuelo por lo que sucedió hace quince años? Soy solamente una chica ordinaria y admito que lastimé a varias personas en el pasado, pero desde aquella noche durante la fiesta decidí que el camino que debía recorrer debía ser otro completamente diferente. Ya estoy harta.

Justo cuando pacifica pensó que había dejado a sus perseguidores muy por detrás, un nuevo escuadrón de entes provenientes del mismísimo averno le cubrió el paso cuando se materializaron repentinamente por medio de una espesa y oscura neblina que se disipó de inmediato. Pacifica frenó justo a tiempo, retrocediendo y evitando una acometida gracias a sus siempre ágiles reflejos. Sin embargo, cuando quiso dar la vuelta para regresar por dónde vino; las abominaciones que pensó había perdido le dieron alcance.

—¡Estoy atrapada...! —Exclamó, petrificándose en el acto.

Pacifica se encontraba rodeada, mientras tanto, en otro lugar dentro del laberinto; una intensa batalla entre Dipper y Anderson se libraba ferozmente en dónde ninguno mostraba piedad ante el otro. Dipper lo recibía con numerosas estocadas, las cuales fueron fácilmente esquivadas y retenidas por el buen doctor utilizando su propia arma como defensa.

—Luce cansado, joven Dipper. —Trató de disminuir la moral del chico.

—Ni un poco... —Trató de demostrar lo contrario, lanzando una nueva ráfaga de ataques combinados, los cuales fueron una vez más bloqueados por las inigualables habilidades de esgrimista del buen doctor.

—Sus ataques son fuertes, pero sin la destreza necesaria no sirven para nada. Sin embargo, es su mente en la que estoy más interesado.

—¿Mi mente? —Se detuvo a respirar—. ¿No has tenido suficiente el haber jugado con la mente de Pacifica, monstruo?

—La ciencia siempre ha requerido de sacrificios para poder evolucionar, y yo estoy a punto de hacer el más grande descubrimiento que jamás ha presenciado la raza humana. ¿Qué me diría, si todos nosotros pudiéramos trascender a un estado dónde la muerte es algo por lo que jamás tendríamos que preocuparnos nuevamente?

—Te diría que estás loco. —Volvió a atacarlo.

—¿Puedo preguntarle por qué? —Contuvo el ataque.

—No sirve de nada vivir para siempre. La muerte es parte de la vida. Lo que importa es lo que hagamos mientras aún la conservemos. Y tú, Anderson; apuesto a que no has logrado hacer nada que valga la pena desde el día que naciste.

—Usted se equivoca, joven Dipper. Han pasado ya tres largos años desde que mi más grande ambición dio finalmente sus primeros frutos. Ahora lo que busco es la manera de perfeccionarlo. Usted sabe... Llevarlo a otro nivel... —Anderson empujó violentamente a Dipper, tumbándolo al suelo—. Esta vida es demasiado corta para comprender todos sus misterios y descubrir todos sus secretos. —Permaneció en su lugar sin realizar ningún movimiento—. Es por eso que busco un sujeto de pruebas adecuado para realizar mis experimentos. Alguien al cual pueda transferir mi voluntad y mi forma de ver la vida. Y usted, joven Dipper; es el candidato perfecto.

—Espera... Eso significa que todo esto... —Se puso de pie—. Todas esas muertes... ¿Están relacionadas con esa estupidez de alcanzar lo que tu llamas; la vida eterna?

—Mírelo como una inversión a largo plazo. Si no hubiera sido por todos esos sacrificios, nunca hubiera llegado tan lejos.

—No cabe la menor duda... Eres un maldito enfermo.

—Debe entender, joven Dipper; que cada conejillo de indias que ha caído en mis garras, ha presenciado un mundo de pesadilla muy distinto al que ustedes afrontaron el día de hoy. Cada prueba, cada trampa fue específicamente diseñada para quebrantar el espíritu de la persona seleccionada y obligarla a abandonar toda esperanza de volver a ver la luz del día, pero usted es diferente. Usted logró pasar todas las pruebas con éxito.

—¿Y por qué elegiste la mente de Pacifica para tus absurdas pruebas? Ella es inocente.

—Todos creemos que somos inocentes hasta que la hora agónica nos toca la puerta. Es ahí, dónde por fin nos damos cuenta de lo ruines que fuimos durante nuestra estancia en la tierra. Yo no estoy exento. Es por eso que mientras viva; lucharé por mis ideales.

—No entiendo... —Gritó, lleno de furia—. ¿Qué tiene que ver Pacifica en todo esto?

—¿No se lo he dicho ya? Para que la ciencia avance se necesitan de sacrificios. La mente de su pequeña amiga era la más vulnerable. Fue fácil apropiarme de sus memorias y utilizarlas con el fin de cumplir mis propósitos.

—Eres un monstruo...

—Monstruo es un término relativo. Todo lo que he hecho hasta el día de hoy ha sido con el fin de ayudar a la especie a salir de ese agujero infernal en el que se encuentra sumergida desde hace ya muchos siglos. Solo aquellos con la capacidad de hacer algo por mirar más allá de la caja son los que deberían encontrarse en el tope de la cadena. Y yo, seré quién muy pronto ascienda para tomar lo que por derecho me pertenece.

—Será sobre mi cadáver... —Adoptó una nueva pose de pelea.

—Espero que no... Ya que aún debo apoderarme de su mente, joven Dipper.

—Te haré una pregunta... Si nos capturaste en la vida real... ¿Por qué no simplemente reclamaste mi mente como tuya?

—No es tan sencillo. Verá, la mente se encuentra protegida por algoritmos cuya complejidad se encuentra directamente relacionada con el nivel de inteligencia y los niveles de estrés emocional en el cuerpo. Estos algoritmos se ven seriamente afectados si el sujeto de prueba ha sufrido recientemente de alguna emoción que pudo haberle causado un efecto postraumático. Su pequeña amiga ha sufrido emociones cargadas de adrenalina en estos últimos días. Es por eso que ella fue la mejor candidata, al contrario de usted. Sus algoritmos fueron lo suficientemente fuertes para resistirse a mi control mental. Solamente puedo tener acceso a una sola memoria a la vez y al introducirme en una de ellas, mi cuerpo físico se encuentra completamente vulnerable. Como lo ve, hasta yo tengo mis propias limitaciones. Sin embargo, si consigo causar en usted un shock lo suficientemente masivo, entonces podré entrar sin ningún problema. Esa es la razón por la cual su hermana y sus dos amigas fueron las elegidas para cumplir con ese propósito. Al ser todos tan unidos, usted jamás soportaría verlas morir frente a sus ojos. De tal modo, que sus defensas caerían sin remedio, lo cual me permitiría infiltrarme con éxito en su cabeza.

—No puedo creerlo... —Dipper

—Su mente se encuentra en un nivel superior a la de la media humana, joven Dipper. Su inteligencia puede ser comparada fácilmente con la de mi antiguo compañero, el autor original de ese pequeño diario; al cual por cierto le ha confiado su suerte en múltiples ocasiones.

—¡Un momento! ¿Quieres decir que conoces al autor del diario?

—En efecto... ¿De qué otra manera explicaría el hecho de que esos símbolos que tuvo que reconocer para salir del laberinto se encontraban también dentro de aquél bunker en el bosque? Eso es por qué yo fui quién le ayudó al autor de dicho diario a construirlo; poco antes de que me considerara como a un peligro para la sociedad.

—Le doy la razón. Tener a semejante demente como compañero debe ser muy difícil.

—Pero él ya no se encuentra con nosotros. Ahora solo estamos usted y yo. Frente a frente. Tal y como usted lo pidió. Es ahora o nunca, joven Dipper. No obstante, antes quiero darle la oportunidad de rendirse y colaborar conmigo de la manera más atenta para detener un derramamiento inútil de sangre. Le doy la elección de unirse a mí y juntos descubrir las maravillas del universo o puede permanecer sentado leyendo un estúpido diario escrito por un charlatán tratando de encontrar una explicación hacia algo tan surrealista como los sucesos paranormales que suceden en este pueblo. Todo tiene una explicación científica. Y juntos podremos demostrarlo.

—La respuesta es no, Anderson. —Dijo, sin retroceder en sus palabras—. Después de todo lo que has hecho no puedo dejarte escapar tan fácilmente.

—Sabía que diría eso... Es una lástima, ya que con nuestro intelecto combinado; ambos podríamos haber llegado muy lejos. Pero al final, ha elegido el camino del dolor. Al final del día su mente se encontrará en mis manos.

—Jamás te lo permitiré. —Apretó fuertemente la barreta improvisada que tenía entre las manos.

—Le recuerdo que solo restan tres minutos para que el conteo termine. En tres minutos, su hermana y esas otras dos chicas dejarán este mundo para convivir por toda la eternidad con el resto de mis preciadas víctimas.

—No si te detengo primero. —Le mostró los dientes—. Tres minutos son suficientes para aniquilarte para siempre.

—Esa majestuosa soberbia es lo que lo llevará a la ruina. —Finiquitó, extendiendo el brazo derecho desde el cual brotaron intensas llamaradas; que Dipper apenas y pudo esquivar luego de pegar un salto hacia atrás—. Buena maniobra, pero eso no será suficiente.

—¡Espera! Dijimos que sin trucos.

—Ese no es un truco. ¿Nunca ha oído hablar de la Piroquinesis? Es un concepto interesante, si se dejara guiar por su curiosidad en vez de escuchar lo que le dicta el corazón tal vez lo comprendería mejor. —Dijo, a punto de lanzar un nuevo ataque, uno que probablemente Dipper no podría esquivar.

Continuará...

Próximo Capítulo: 3 de Marzo

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