*** El (no) cumpleaños ***
Cuando entraron en Umami, el barullo provocado por sus compañeros los dirigió sin necesidad de preguntar hacia la mesa que Penélope había reservado un rato antes. Laentrada del local estaba abarrotada de gente chic con maquillajes dignos de unaartista de la belleza como Marisa y de cantidad de comensales que prestaban másatención al encuadre perfecto del plato que habían pedido que a su sabor otextura. Tras estos amagos de intentos de influencers, charlaba distendidamente gran parte del elenco mientras bebían una jarra de cerveza, una copa de vino o un simple botellín de agua.
Al fondo de la sala, frente a la silla libre que presidía la reunión, había un globo enorme con letras serigrafiadas que decían "Feliz cumpleaños". Bajo las mismas, escritas con un bolígrafo de purpurina, una mano de hermosa caligrafía había anotado "retrasado". Penny ahogó una risa nerviosa. El apaño de última hora de Álex podía dar el pego, pero era una cutrez como un castillo.
La tarta había sido un problema más fácil de resolver (acordaron con el personal del restaurante sacarla sin las velas), y las flores no habían llegado todavía puesto que las había encargado para cuando Marisa ya hubiese comenzado a comer junto a los demás, por loque pudieron retirar la tarjeta de felicitación sin mayores contemplaciones. Al final parecía que todo estaba bajo control. La maquilladora no tenía por qué saber nunca la garrafal metedura de pata que Penélope había cometido.
La escritora dejó su bolso en el respaldo de una de las tres sillas libres en la esquina más cercana al pasillo y se sentó con toda su atención fija en Alejandro. Como era obvio, el chico había evitado el asiento en la esquina de la mesa, destinadoa la no cumpleañera, y había optado por sentarse frente a Penny, justo al lado de la directora. Penélope observó cómo antes de sentarse, Álex le daba un delicado beso en la cabeza a Rebeca. Inmediatamente, esta le dio la mano con dulzura.
–Te he echado muchísimo de menos, cariño –escuchó decir a la mujer.
–Ahora ya estás aquí.
Penélope se mordió el labio, avergonzada de sentir tanto interés por Alejandro y la relación que mantenía con la asistente de dirección. ¿De verdad la imperturbable y generalmente gélida Rebeca estaba saliendo con un bomboncito al que le sacaba más de diez años? Aunque el chico fuese un borde de cuidado, era innegable que era muy atractivo, o al menos eso le parecía a ella. Ese porte, ese cabello oscuro algo despeinado, la seguridad y aplomo con los que se había encargado de desenredar todo el entuerto con el restaurante y los globos, ese tremendo cu...
¡Relájate, Penélope!
–¿Cómo ha ido la mañana?
La pregunta que le formuló la persona que estaba sentada a su lado la arrancó de sus ensoñaciones con el momento del cuarto de vestuario. Volvió la cabeza hacia su interlocutor y se sorprendió al ver a Bernardo, el representante de Ibtissam. ¿Quién demonios lo había invitado y cómo había sabido que estarían allí? ? Teníala corazonada de que a su amiga no le haría ninguna gracia encontrárselo allí por sorpresa.
Apenas pudo responderle, ya que en ese instante, Ibtissam y la cumpleañera hicieron acto de presencia en el local.
–¡¡¡Soooor-preeee-saaaaa!!!
El estallido de voces retumbó en el restaurante y atrajo las miradas, unas curiosas y otras molestas, de los demás comensales. A más deuno le tocaría repetir el vídeo mezclando los ingredientes de su ensalada obuscar una canción que encajara con el plato en cuestión para acallar elestruendo.
Marisa se dobló ligeramente sobre sí misma con las manos en las rodillas antes de reincorporarse y llevarlas a ambos lados de la cabeza, signo inequívoco de confusión.
–Pero... ¿qué...?
Los primeros en felicitarla fueron Rebeca y Bernando. Penélopeesperaba detrás del representante de Ibtissam para fundirse en un abrazo con lamaquilladora, por lo que se percató de que el móvil del hombre comenzaba asonar en el bolsillo de su pantalón. Actoseguido, Bernardo lo cogió entre sus manos, miró la pantalla y salió a toda velocidad de la sala para responder una llamada telefónica.
Aturullada por los abrazos de los compañeros que se levantaron a saludarla efusivamente, Marisa tardó un poco en vislumbrar el globo al fondo de la sala y comprender lo que pasaba. Fue enese momento cuando la confusión se tornó alegría y una sonrisa tímida se colóen sus labios.
–Feliz cumpleaños con retraso –dijo Ibtissam cuando al fin logró acercarse de nuevo a la mujer y fundirse con ella en un abrazo–. Somos los peores compañeros del mundo. ¡Mira que no felicitarte en tu día!
"¡Eres muy grande, Ibtissam!", pensó Penny. Su amiga le había salvado el tipo aparentando que la celebración siempre había sido para compensar el descuido en la fecha verdadera y dejando claro que todos los invitados sabían que el cumpleaños había sido unas semanas antes. Sin duda, la actriz había subido de nivel en su lista de personas queridas echándole un cable que no la hiciera parecer tan tonta.
Cuando la actriz se separó de Marisa, todos pudieron ver los ojos de la maquilladora llenarse de lágrimas. Lamaquilladora era pura emoción.
–Para nada, cielo. Todo lo contrario. ¡Sois los mejores!
Las manos de largas y puntiagudas uñas multicolor agarraron por sorpresa la mandíbula de Ibtissam paraaproximar sus caras y darle un sonoro beso en la boca.
Cuando sus labios se separaron, la actriz lanzó una mirada estupefacta hacia Penélope, que soltó una carcajada.
–Milgracias por todo, Ib. Podría haber sido un tremendo desastre, pero gracias a tiy a cierta improvisación de última hora, nuestro plan ha sido todo un éxito –murmuró la escritora cuando los camareros trajeron una silla más para Ibtissam y esta se hubo sentado a su lado.
–Sí, tía, pero el beso...
–¿Qué casualidad, no crees? Ayer mismo estabas diciendo que le darías un beso a Marisa y mira por dónde hoy ha sido ella quien te lo ha plantado a ti. Eso no me lo habría visto venir jamás.
Sin darle más importancia al beso, comenzó a llenarse la copa de agua. Por fin podría darse un respiro y relajarse de la tensión de la última hora. Penélope estaba dispuesta a disfrutar al máximo del momento, pero su compañera no parecía querer dejar pasar el tema. Era innegable que el rostro de Ibtissam traslucía preocupación.
–No creo en las casualidades, Penny. ¿Y si esto ha sido por lo del juego?
–¿Qué juego? –las interrumpió Álex.
–Ninguno que sea de tu incumbencia, Alejandro –bufó Penélope.
El chico levantó una ceja, divertido.
–Vaya, si la señorita escritora ha decidido hacer uso de su refinado vocabulario.
–En mi caso, las palabras son mi arma. A otros les toca conformarse con los croissants.
De nuevo, Alejandro sonrió y la sonrisa provocó un ligero aleteo en el estómago de la escritora. "¡Paradde moveros ahí dentro, bichos inmundos!"
–Haya paz, chicos –apuntó Ibtissam–. Esta comida no ha hecho más que empezar.
El servicio del restaurante comenzó a sacar platos a diestro y siniestro, conscientes de que disponían de menos de una hora para cubrir el completísimo menú que Penélope había encargado.
Durante el tiempo que los entrantes estuvieron en la mesa, Marisa comentó una y otra vez lo sorprendida que estaba y cómo de agradecida se sentía por tener unos compañeros tan adorables. El equipode grabación al completo la escuchaba mientras engullían la variedad dedelicias que iban llegando a su mesa en porciones bastante más pequeñas de lodeseado.
Cuando llegaron los primeros platos, igual depequeños pero individuales, la atención se desvió de la maquilladora. Los distintos grupitos a la mesa comenzaron a mantener diferentes conversaciones al tiempoque un concierto sinfónico de cubiertos acariciaba los platos de loza.
En la esquina junto a la cumpleañera, Ibtissam rompió el hielo criticando a su representante, que nunca estaba cuando lo necesitaba, pero siempre aparecía con alguna idea de bombero cuando más tranquila se encontraba ella. Miedo ledaba que hubiera aparecido allí sin previo aviso... A raíz de eso comenzó a hablar de algunas de las propuestas laborales que le había hecho en los últimos años, como participar en un anuncio de una empresa de saltos en paracaídas para el cual debía lanzarse desde una avioneta a cientos de metros de altura. cuando sabía perfectamente de su miedo a las alturas. ¡Habría sido un espectáculo verla en esas circunstancias! Lo último que habría hecho, sin duda alguna, habría sido actuar. Con mayor probabilidad, habría sacado el estómago por la boca al tiempo que maldecía por enésima vez a su representante.
El asiento del susodicho seguía vacío.
–A saber qué estará tramando...
Penny intentó calmarla diciéndole que era normal que fuese a verla tras su reciente llegada a la capital. No había motivos para preocuparse; no siempre tenía que haber segundas intenciones detrás de las apariciones del hombre, ¿verdad?
No tardaron demasiado en saberlo, puesto que Bernardo regresó a la mesa unos minutos después.
–Tenemos que hablar –espetó, con el rictus terriblemente serio.
–Cuando acabe la comida, Ber –respondió Ibtissam.
Sabía que su representante detestaba el diminutivo, así que lo utilizó a conciencia para molestarle. De hecho,deseaba poder importunarle tanto como se lo hacía a ella la presencia delhombre en la celebración del no cumpleaños de Marisa.
–Es urgente. Es que...
Se agachó hacia ella y le susurró unas palabras al oído.
Alejandro y Penélope intercambiaron una mirada de curiosidad. Por una vez, estaban en el mismo equipo: el de quienes quieren saber más.
–No es posible... –contestó la actriz, pálida.
–Sí lo es. Tenemos que hablar fuera. Ya.
La chica se levantó de su asiento como si hubiese visto un fantasma, temblorosa, y siguió a su representante al exterior del local.
Llegaron los segundos platos y tras ellos los postres, pero Ibtissam aún no había regresado. Desdedonde estaban no alcanzaban a ver la calle, por lo que Penny ignoraba quédemonios se traían entre manos esos dos. La cara de estupefacción de Ibtissamla había dejado muy preocupada.
–¿Debería salir a ver si está bien? –preguntó Penélope a Marisa, que reía animadamente mientras charlaba a varias bandas con Rebeca y Alex.
–Son negocios, cariño –señaló la mujer–. Si te necesita, te buscará.
Penélope asintió con la cabeza. La maquilladora tenía razón, debía darle espacio a su nueva amiga, aunque verla tan descompuesta la hubiese preocupado. Volvería (porque volvería, ¿verdad?) y seguro que lo haría con mejor cara y una oferta laboral sin pies ni cabeza que acababa de rechazar.
No obstante, conforme iba pasando el tiempo se iba poniendo más y más nerviosa. La cháchara a su alrededor le parecía insustancial y el ambiente cargado del local comenzaba a asfixiarla. Necesitabatomar aire o, al menos, salir de esa burbuja de parloteo que pretendíaatraparla para siempre y no dejarla escapar. Agarró el bolso del respaldo de su silla y se encaminó al cuarto de baño.
Mientras caminaba en esa dirección, notó la mirada de Álex clavada en su espalda. ¿Por quéla miraba ahora? Ser consciente de la atención del chico la inquietaba aún más.
Al cruzar la puerta del cuarto de baño, se dio de bruces con una chica que salía del interior. Se disculparon sin mirarse y se coló en la sala.
Al acceder a ella, se encontró en medio de un espacio común para los lavabos de hombres y mujeres con un hermoso espejo redondo con un halo de luz a su alrededor, imitando a los de Hollywood. A ambos lados estaban las puertas de los aseos y, en un rincón algo más apartado, los lavabos, con otro espejo enorme que cubría toda la pared. Llegó hasta este, abrió el grifo y tras recoger un poco de agua entre sus manos, se la echó a la cara. Necesitaba despejarse. Después repitió el proceso, pero en esta ocasión se mojó la nuca.
Se miró en el espejo, agradecidade no haber podido maquillarse esa mañana; de haberlo hecho, en ese momentoparecería un panda empapado e hiperactivo. Respiró profundamente y giró sobre sí misma dispuesta a regresar sobre sus pasos. Entonces, la puerta se abrió de nuevo y allí estaba Álex.
–¿Te encuentras bien? –musitó.
También él parecía preocupado.
–Sí –gruñó–, solo tengo ganas de que Ibtissam vuelva y confirmar que va todo bien.
–No me refiero a eso, sino a ti –volvió a hablar él.
–¿Cómo que a mí? –preguntó la escritora, extrañada.
Alejandro se llevó la mano derecha a la barbilla y se acarició con cuidado el mentón.
–Ibtissam volvía a la mesa alucinada diciendo algo sobre Elliott Drake cuando una chica que salía a toda velocidad de aquí le ha dado un empujón y ha echado a correr hacia la calle con algo apretado en la mano.
A Penélope le dio un vuelco el corazón e instintivamente bajó la vista hacia el bolso, que estaba entreabierto. Metió la mano dentro y palpó sobrecogida el interior en busca de su cartera.
No estaba.
Alejandro comprendió lo ocurrido sin necesidad de escuchar nada más.
–Vamos a la policía. Hay que denunciar el robo.
¡Penny, Ibtissam y su juego del destino han pasado a la segunda ronda del #ONC2024, así que había que celebrarlos añadiendo un capítulo más a su historia 😊
Gracias a quienes me estáis acompañando en esta aventura 🥰
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