Capítulo 9
—¿Crees que hemos hecho bien en venir aquí después de todo?— mi voz sonaba cada vez más insegura a medida que nos acercábamos más a la puerta principal.
La vista era para asustarse. Ya había gente tirada por el césped de la entrada y parejas haciendo Dios sabe qué contra las paredes, una gran cantidad de típicos vasos rojos de plástico se encontraban desparramados por el suelo y el olor a sudor y hormonas adolescentes era prominente en la lujosa casa.
—Oh, pues claro que sí. Ya verás como te diviertes.
Tiró de mi brazo hacia la puerta y se adentró en ella como si fuera suya. Lo primero que hice al pisar el suelo del amplio salón fue llevarme una mano a mi cara para cubrirme la nariz y evitar respirar el aire fuertemente cargado de sustancias irreconocibles.
Esto parecía sacado de una película americana. Gente pegada a otra, vasos por todos lados, música revienta-tímpanos a todo volumen...
Si esto de verdad fuera una película, esta sería la parte en la que el chico se encuentra con la chica en medio de un pasillo y se percata de lo guapa que está, entonces ellos irían a la azotea o una habitación y compartirían su primer beso. Luego actuarían como si nada hubiera ocurrido y seguirían con sus vidas hasta que algo volviera a suceder.
Pero, desgraciadamente, esto era la vida real. Y yo necesitaba encontrar a Blake.
—¡Leah, aquí!— gritó una voz masculina desde la pared. Ella sonrió ampliamente y le devolvió el saludo con la mano.
Por segunda vez en presencia suya, volví a quedar excluida de la conversación.
Empezó a andar hacia Ethan y, por ende, a arrastrarme a mí con ella. Con los grandes pasos de Leah llegamos hasta él en un abrir y cerrar de ojos. Estaba segura de que el dolor de pies del que se había quejado mientras caminábamos hacia aquí era ahora inexistente. ¿Casualidad? Para nada.
—Hola, Ethan. ¡Menuda fiesta! ¡No sabía que conocías a tanta gente!— gritó Leah por encima de la música. Me dio un codazo en las costillas, animándome a decir algo para no quedar como una estúpida.
—Es verdad, no pensaba que vendría tanta gente, teniendo en cuenta que mañana hay examen de física—dije un poco sorprendida.
Menos mal que había estudiado ayer. Y antes de ayer. Y el día anterior a ese.
Ethan y Leah me observaron atónitos y con caras largas. Supongo que entendía el por qué. Hablar de exámenes en una fiesta estaba mal visto, pero al menos yo había estudiado ayer. Y el día anterior a ese. Y el otro. Me reconfortó saber que sacaría la mejor nota.
Segundos después de consolarme a mí misma, Ethan cayó en la cuenta de que había alguien más aquí a parte de mi amiga.
—Aria, vaya, estás genial— exclamó observándome.
—Gracias.
Me quedé mirando mi corto y negro vestido. Desconocía el nombre de la tela, pero era suave y se sujetaba en todos los lugares correctos. Tampoco marcaba mucho, pero podía distinguirse mi delgada figura, algo que agradecía. La verdad es que Leah había hecho un gran trabajo escogiendo este vestido. Y si eso lo complementabas con mis rizos recién hechos y maquillaje sutil, estaba de lo más presentable.
—¿Hago milagros? Quizás un poco— se burló mi mejor amiga mientras se pasaba una mano por el pelo. Esta vez fui yo la que le dio una gran y merecido golpe.
—¡Oye! Recordaré eso la próxima vez que necesites los apuntes de álgebra— manifesté fingiendo enojo.
—Vamos Aria... No seas tan tú. Esto es una fiesta, ¡vamos a divertirnos!— Chilló alegremente.
¿Tan yo? ¿Qué pretendía decir con eso? Puede que no sea la persona más fiestera o enrollada del mundo, pero mi madre dice que soy un encanto.
¿Me habrá estado mintiendo todos estos años? Probablemente.
—Calma, princesa, esto solo acaba de empezar. Tienes toda la noche para volverte loca— le dijo Ethan mientras pasaba una mano por su cintura.
—Ten cuidado, Young. Las manos donde pueda verlas, y recuerda que estaré observando— amenacé con mi dedo índice.
—Claro, mamá— me guiñó un ojo, divertido, y empezó a alejarse con Leah a su lado. —Oh, un consejo. No menciones las clases por aquí. Está muy mal visto— bajó la voz una octava, como si estuviera confiándome el secreto más importante del mundo.
Luego se fue, dejándome sola con mis pensamientos. Lo que me recordaba a... ¡Mierda! Se suponía que Ethan tenía que llevarme hasta Blake. Ni siquiera conocía esta casa, ¿cómo narices iba a encontrarlo?
Dándole las gracias mentalmente a mi mejor amiga por dejarme tirada en medio de una fiesta y sin nadie a quien poder acudir, decidí ir a la barra y pedir algo de beber, ya que presentía que iba a ser una noche muy larga. El problema era llegar hasta ella. Cogí aire y me adentré en la gran masa de gente sudorosa mientras me sujetaba las gafas con una mano (me negaba a perderlas). Ahora entendía porque la gente iba al exterior para hacer según que cosas. Era imposible tener algo de intimidad, o espacio personal ya de por sí, con una docena de personas a tu alrededor.
Gracias al cielo, divisé la gran barra cerca de mí, así que solo bastaron unos pocos empujones más para llegar hasta ella.
Estaba sudorosa y cansada para cuando me senté en uno de los taburetes que había libres. No entendía como la gente podía bailar libremente si por cada milímetro cuadrado ya había otra persona intentando tomar tu lugar. Ahora recordaba porque no me gustaban esta clase de eventos sociales.
—¿Te encuentras bien?— preguntó alguien a mi alrededor.
Miré al frente y vi a un chico alto y musculoso detrás de la barra. Su pelo, por lo que podía ver, era rubio con reflejos dorados. No estaba lo suficientemente cerca como para ver el color de sus ojos, pero apostaría lo que fuera a que eran azules.
—Ah... Sí, es-estoy bien— tartamudee.
Me ofreció una sonrisa amigable y preguntó si quería algo de beber. El problema era que yo nunca había bebido, y mucho menos ido a alguna fiesta. Tenía que pensar en alguna excusa rápido si no quería quedar como una completa estúpida.
—Mmm... No, gracias. Me estoy reservando para más tarde— afirmé con toda la seguridad que pude demostrar.
—Reservada, me gusta— me guiñó el ojo y se giró un momento para coger una botella.
Eso me dejó tiempo para pensar en mi próxima excusa, esta vez para largarme sin parecer una estirada. Necesitaba encontrar a Blake antes de que me topara con Taylor por casualidad.
—Oye, encanto. Tu cara no me resulta familiar. ¿Eres nueva o algo?— una sonrisa triunfante capaz de hacer perder la cabeza a cualquier otra chica menos a mí, que ya tenía a mis hombres literarios, se formó en sus labios.
Fue entonces cuando lo reconocí. Era Zak Hamilton, un mujeriego de primera de primera clase. Se podría decir que fue uno de los fundadores de Playboy. Ahora tenía sentido. Quería meterse en mis pantalones, o vestido, mejor dicho. Obviamente él no sabía quién era yo, lo que me daba más ventaja para poder salir de ahí.
—No exactamente— sonreí tímidamente.
—¿Entonces cómo no recuerdo haberte visto nunca por aquí?
—No suelo ir a fiestas. No me va ese rollo.
—Pues...— empezó mientras me miraba fijamente.
—Aria.
—Pues, Aria, déjame decirte que estaría más que encantado de enseñarte lo divertidas que pueden ser estas fiestas— se acercó a mí, inclinándose por encima de la barra hasta que nuestras frentes casi chocaban. El tono en su voz sugería más que las palabras en sí, y un escalofrío se hizo presente en mi columna. — ¿Sabes a lo que me refiero...
—Creo que deberías atender a los demás— dije con voz temblorosa. Ni siquiera sabía cómo había sido capaz de pronunciar una frase entera. Estaba muy nerviosa. Nunca en mi vida se me habían insinuado de esta manera y el no saber que hacer me estaba matando.
¿Cómo podía decirle que me dejara en paz sin sonar demasiado atemorizada? Esto no habría pasado si Leah hubiera estado conmigo. ¿Dónde estaba cuando más se la necesitaba? Zak soltó una risa profunda y volvió a clavar sus cortantes ojos azules en mí. Me sentía observada y mareada.
—Que graciosa. ¿Tienes algún talento más que deba saber?— enarcó una de sus perfiladas cejas y me miró con más intensidad que antes. Una de sus manos se encerró en mi muñeca.
—Déjame en paz— espeté.
—No vas a ir a ninguna parte, encanto— lo dijo con seguridad, lo atribuí a que ninguna chica le había rechazado antes.
Bueno, siempre había una primera vez para todo.
—Oh, yo creo que sí. O sino...— amenacé.
—¿O sino qué?— parecía divertirse con la situación y eso solo me enfureció más. Mi mano deseaba conectar con su cara de modelo.
—Como no me sueltes ahora mismo vas a ver de lo que me han servido las clases de karate— mentira. No había hecho deporte en mi vida. —Así que por tu bien y el de tu cara será mejor que me dejes en paz.
—No vas a conseguir que te suelte si sigues mintiendo.
Al escuchar esas palabras empecé a agitar la mano que tenía prisionera en la suya, convencida de que al final me soltaría. Pero eso solo sirvió para que la presión en ella aumentara más. Ahora si que estaba acabada, no iba a rendirse hasta que consiguiera lo que quería.
—Deja de resistirte, Aria...
—¡No!
—Todo irá mejor si...
—Creo que la señorita te ha pedido que la sueltes— gruñó una voz detrás de mí.
—¿Y que pasa si no quiero?
—Haré que la sueltes por las malas.— Esa voz me resultaba extremadamente familiar...— Y no va a gustarte para nada.
Tyler.
¿Qué demonios hacía aquí? Me dijo que se iba al cine con Dylan y James. Será mentiroso...
—¿Tyler qué demonios haces aquí?— pregunté sorprendida.
—¿Aria? Pensé que estabas con Leah — su tono de desaprobación era evidente también en sus ojos.
—Lo estoy, simplemente no en la misma habitación. Sigue siendo el mismo espacio vital, de hecho— rodó sus ojos y se cruzó de brazos. —No te pongas así. Tú también has mentido. Dijiste que irías al cine, no a una maldita fiesta.
—¿Espera os conocéis?— la voz de Zak preguntó desde la barra.
—Ya lo sé, pero a diferencia de ti, soy yo el que miente. Se supone que eres la buena de los dos. No puedes hacer las cosas que hago yo— recriminó, ignorando a Zak.
—¿Y por qué no? Tengo el mismo derecho que tú. ¡Déjame vivir!— chillé indignada.
—Pero eso no significa que... Espera, ¿es eso maquillaje?— Le golpeé en el hombro y le lancé una mirada asesina. —¿Así que has mentido a mamá, te has puesto un vestido y maquillaje y has venido a esta fiesta con Leah? — solo me dio tiempo a asentir antes de que sus brazos me tragarán. — Estoy orgulloso de ti, hermanita. Nunca pensé que llegaría el día en el que te viera hacer algo así.
Solté una risa estrangulada. No sabía si seguir riendo o pegarle aún más fuerte.
—Deja de burlarte ya, Tyler.
—Lo sé, lo siento. Es que es alucinante. Nunca te vi capaz de hacer algo tan... Yo. ¿De todas formas dónde está Leah?
—Con Ethan— contesté mientras me encogía de hombros.
Desvió su vista un momento hasta Hamilton y la volvió a depositar en mí.
—Vete de aquí— dijo suspirando. —Yo me encargo de este gilipollas.
Le apreté el hombro a modo de agradecimiento y giré sobre mis talones, lista para largarme de allí. Sin embargo, volví a girarme hacia mi hermano una vez más.
—¿Sabes dónde está Blake?— Sus hombros se tensaron al oír ese nombre, pero solo asintió.
— Está en el segundo piso, en una de las habitaciones.
—Gracias. Por todo— aclaré.
—De nada, enana. Ten cuidado— sonrió una vez más y yo me dirigí a las escaleras.
♥️
Encontrar a Blake iba a ser muy duro. Si ya había perdido a Leah tan solo entrar por la puerta, en este pasillo iba a perderme yo sola. No pensaba que una casa pudiera llegar a tener tantas habitaciones. Me sentía muy mareada después de haber registrado seis habitaciones, aunque tenía la teoría de haber revisado dos veces la misma.
—Perdón. Paso. Permiso— decía mientras me abría camino entre la multitud de cuerpos entrelazados.
¿Cuánta gente había en esta maldita casa? El instituto no podía ser tan grande.
Mi mente asumió el hecho de que jamás lo encontraría y se dio por vencida. Otra parte de mi pensó en lo defraudado que estaría Blake cuando se enterara de que el plan estaba cancelado. No es como si yo no lo hubiera intentado, pero él tampoco ha puesto el esfuerzo de encontrarme, así que podríamos decir que los dos teníamos culpa.
Estaba a punto de sentarme en el suelo del apestoso pastillo cuando una voz hizo que me detuviera.
—¡Aria!— vaya, esta noche había escuchado mi nombre demasiadas veces. — Te he estado buscando por todas partes. ¿Dónde narices estabas?
—Yo...
—Da lo mismo, vamos. Creo tener localizada a Taylor.
Me llevó a través de una multitud de personas hasta que llegamos a una sala más pequeña y con menos gente de la que había en el vestíbulo.
—Está ahí dentro— se quedó observando la pared como si fuera la cosa más emocionante del mundo. Estaba nervioso.
—Me lo figuraba, Blake— me dio un pequeño empujón y abrió la puerta. No fue hasta entonces que me di cuenta de cómo vestía.
Tejanos negros y ajustados, camisa blanca remangada hasta los codos y pelo perfectamente despeinado. Sin duda, el Wembly estaba lleno de modelos con poco cerebro.
Nos adentramos en la habitación hasta que llegamos al final y una chica con pelo castaño nos saludó moviendo mansamente su mano. Taylor. Como si fuera una bailarina, se levantó grácilmente y caminó hacia nosotros.
—Hola, soy Taylor— se presentó con una sonrisa.
—Ella es Aria— saludó Blake por mí. —¿Te importaría quedarte con ella hasta que su hermano venga a buscarla? Estoy seguro de que os llevaréis genial.
¡¿Qué?! ¿Esta era su genial idea? ¿Dejarme con ella como si fuera una niña pequeña que requería de niñera? Tenía suerte de que estuviéramos en una fiesta, porque en otras circunstancias su cara habría sufrido más de un daño permanente. Apreté mis puños a mis costados y mordí mi lengua para no soltar algo inapropiado y pifiarla, por muy molesta que estuviera. Lo último que necesitaba era a Blake acusándome de sabotear su vida amorosa a propósito. Encontraría la manera de vengarme más tarde.
—Uhm, no, claro que no. Estoy segura de que nos divertiremos.
—Genial, nos vemos luego— me dio la vuelta un momento para apretarme el brazo y murmurar unas palabras de ánimo. — No la cagues.
Gruñí por lo bajo e hice un ademán con la mano para que se fuera. Blake simplemente sonrió descaradamente antes de desaparecer entre la masa de gente. Me volví hacia Taylor, que no tenía ni idea de lo que le esperaba esta noche.
—Bueno...— comencé.— ¿Podríamos sentarnos? Mis pies me están matando— necesitaba sentarme urgentemente y hablar con alguien que no quisiera hacer cosas fuera de lugar como Zak, y Taylor era la indicada.
Y la única.
—Por supuesto, sígueme. Hay varios sofás al fondo — se mezcló entre los pocos que había en la diminuta pista de baile improvisada hasta que llegó al final hábilmente, mientras que yo, con la gracia de un pato, tardé un minuto y medio en cruzar aquella pequeña multitud.
Una vez desplomada en el mullido asiento de cuero negro, me dispuse a empezar la 'Operación 007'. Pero Taylor decidió que no era el momento.
—Cuéntame, Aria, ¿de que conoces a Blake?— preguntó curiosa.
—La verdad es que no lo conozco de hace mucho. Hace unas semanas el profesor Hawkins me pidió que le diera varias clases privadas de historia y acepté. A partir de ahí fue todo muy... Sencillo— se notaba a kilómetros que mentía, cómo no se dio cuenta nunca lo sabré.
—¿Blake es mal estudiante? — ladeó su cabeza y me lanzó una expresión confundida. —Él me dijo que su nombre estaba entre los primeros de la lista.
Oh, desde luego, de los primeros comenzando por el final, querida, pensé desesperada. ¿Cuántas mentiras le habría contado a esta pobre chica? Blake no me había contado nada de esto, ¿cómo iba a ayudarle si ni siquiera sabía lo que puedo o no puedo decir? Este plan hacía aguas por todas partes.
—¡No, para nada! Es solo que sus notas en historias han estado siendo un poco flojas y llegamos a un pequeño acuerdo; yo le ayudaría en historia y él me ayudaría en física. ¡Es genial en física! ¿Te lo ha dicho?
—Sí, algo había mencionado...
Asentí, aliviada de que al menos hubiera acertado en algo. No sabría que habría hecho si hubiera dicho algo que pusiera en juego todo esto.
La música aun se podía escuchar en los altavoces, haciendo que las cuatro paredes retumbasen cada cinco segundos. La cabeza me martilleaba a un ritmo constante, las ganas de salir de aquí eran inmensas.
—¿Qué opinas sobre los chicos del Wembly?
Di gracias por no tener una bebida en ese momento, ya que la habría esparcido por todo el sofá, y no habría sido una vista agradable. ¿Acaso sabía a quién le estaba preguntando? ¿Cómo demonios iba a saberlo? Mi única experiencia con un chico fue hace casi media hora, ¡y ni siquiera acabó bien!
—¿Por qué lo preguntas?— enarqué las cejas y me recliné de manera que pude observar su conjunto. Un top de encaje rojo y una falda ajustada negra. Estaba de infarto.
—Blake quiere que salga con él. Y no sé si aceptar. Quiero decir, ya sabes que espera la mayoría de mí...— me encogí de tan solo pensarlo. Ahora entendía el por qué. —¿Qué hace diferente a Blake de todos los demás? Para mí es como todos.
No sé si la pregunta iba dirigida a mí o simplemente se sentía mejor formulándola en alto, pero decidí contestar.
—Mira, no puedo decir que conozca a Blake como la palma de mi mano, pero si sé que le importas mucho. De lo único que habla cuando estamos los dos es de ti— Mentira. —Durante las últimas semanas solo ha alabado lo genial que eres y lo increíble encuentra tu carácter— Eso era más o menos cierto. —Si quieres salir con alguien, hazlo con Blake. Te tratará como es debido.
De acuerdo, si este discurso inventado en apenas tres segundos conseguía juntarlos, dedicaría el resto de mi vida a dirigir la sección cuore en las revistas de adolescentes. Ya sabía yo que nadie jugaba a ser cupido mejor que yo.
—¿Y si resulta ser como los demás? Tú misma has dicho que no lo conocías...— agachó la cara un momento antes de levantarla y mirarme con unos ojos marrones llenos de inseguridad.
Ahora mismo estaba viendo a la verdadera Taylor, a la chica adolescente aterrada con la idea de enamorarse de la persona equivocada, a la chica cuyas inseguridades le habían hecho esconder su verdadera yo detrás de una máscara, a la chica que todos creíamos conocer...
—Es cierto que no conoces de verdad a una persona hasta que la has visto en sus mejores y peores momentos, pero ese es el precio en una relación. Tienes que confiar en esa persona, la confianza es la base de todo. Si no la hay, entonces no hay nada.
—¿Confías tú en él?
Miré a Taylor. ¿Lo hacía?
La verdad es que no estaba muy segura de la respuesta. Por una parte, sí, claro que confiaba en él. En el fondo sabía que Blake era mucho más que lo que dejaba ver al mundo, sabía que debajo de esa capa de arrogancia y egocentrismo se encontraba una persona de buen corazón y en la que podía contar. Aunque no lo demostrara, sabía que me tenía un cierto nivel de aprecio, si no, no me vería implicada en esto, y aunque tampoco lo dejara ver, él sabía que podía contar conmigo. Por el otro lado, había tantas cosas que desconocía de él... Supongo que era hora que poner en práctica mi propio consejo.
Blake confiaba en mí.
—Sí, claro que sí.
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N/A: Holaaa!! Espero que os haya gustado el capítulo. He tardado mucho en escribirlo porque aparte de haber estado liadísima en el instituto, quería que ciertas cosas quedaran reflejadas en él. *¡Lo he reescrito dos veces!* Como por ejemplo las inseguridades de Taylor (sabremos pronto de ella y de Blake), las nuevas experiencias de Aria con los chicos (veremos más de éstas y a Zak) y también las raíces de una nueva amistad (#tayria). Todo a su tiempo ;)
Gracias por comentar, votar y seguir esta historia, nunca habría pensado que llegaría a más de 2k!! Ni siquiera confiaba en que llegara a 100!!!❤️💘😭🎉
Así que decidme que pensáis sobre Zak ya que estará alrededor por un tiempo. ¿Creéis que Tay le dará una oportunidad a Blake? ¿Y Leah, que creéis que ha pasado con ella y Ethan? 😏😏😏🌚
Nos leemos pronto,
-A
PD: Aquí os dejo algunos shipnames; a medida que la historia crezca irán surgiendo más:
#Blaria: Blake & Aria
#Laria: Leah & Aria
#Lethan: Leah & Ethan
#Tayria: Taylor & Aria
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