Capítulo 8
—Sigo sin entender porque tu madre se ha puesto así. Tampoco ha sido para tanto— Leah se encogió de hombros mientras yo le relataba la charla que tuve con ella después de la cena de empresa. —Tan sólo son clases particulares. Por favor, ni que estuvierais enrollados o fuerais pareja.
—¡Leah! — casi me ahogué con el batido de frutas que acababa de comprar.
—¿Qué? ¿Lo estáis? —
—¡Por supuesto que no! Ni en un millón de años— un escalofrío me recorrió la columna de tan solo pensarlo. Eso no pasaría jamás.
—Sólo me aseguraba.
—El problema está en que no me dejó explicárselo.
Aunque apreciara mucho a mi madre, esta vez Leah tenía toda la razón, se había pasado tres pueblos. O cuatro. Mi madre se puso hecha una furia sin motivo alguno y todo porque no me dejó explicarle lo que realmente sucedía.
—¿Y bien? — había dicho mi madre una vez entró en la habitación. — ¿No tienes nada que contarme?
Hacía ya media hora que la cena había acabado. Como era de esperar, mis padres habían conseguido cerrar el acuerdo que tenían planeado desde hace meses, y apuntarse otra cosa más en su lista de logros.
Estaba nerviosa cuando subí a mi habitación y cambié el incómodo vestido por mi pijama de gatitos, y estaba aterrada cuando mi madre cerró la puerta y nos dejó a las dos solas entre cuatro paredes.
Sabía que no era algo de lo que alarmarse, no podían castigarme por dar clases extra a un chico, ¿verdad?
—¿Qué quieres saber? — Había preguntado desinteresada.
La mirada depredadora de mi madre se intensificó a medida que avanzaba lentamente hacia mí con sus brazos en jarras. Me sentí acorralada.
—¿Por qué casi llegas tarde a la cena? ¿Por qué desapareces por las tardes? ¿Por qué no contestas a mis mensajes? Esas son solo algunas de las preguntas que quiero que respondas.
—Uh... ¿Qué te parece si voy de una en una? — intenté sonar lo más pacífica posible, conociendo su carácter, no le habría hecho ninguna gracia verme alterada.
—Me da igual como las contestes, pero quiero respuestas ya, Aria. ¿Con quién pasas todas las tardes que no estás en casa?
—Con Blake— había soltado casi sin pensar.
—¿Quién?
—Blake Sanders, mamá— lentamente observé como la irritación y el enfado hacían paso en su rostro. Así que me apresuré a continuar la frase. — Él y yo-
—¿Me estás diciendo que la razón por la que te ausentas es por un chico? — preguntó interrumpiéndome. Estaba segura de que su ceño se hubiera profundizado más su hubiera sido posible. Al igual que su desaprobación.
—No. Bueno, sí... Pero no como tú crees. ¡No es para tanto! — intenté explicárselo, pero había alzado una de sus manos, señal que utilizaba cuando quería que Tyler o yo guardáramos silencio.
—Entonces explícamelo, porque visto lo visto, has dejado muy claro donde yacen tus preferencias— espetó.
Dios, hablar con ella era tan, tan... Frustrante. Daba igual si se lo explicabas cinco o seis veces, siempre creería lo que ella quisiera. Creo que discutir con ella era peor que hacerlo con Tyler. O una pared.
—Mira, Aria— continuó. —Sé que eres una adolescente y que, como tal, tienes todo derecho a experimentar, pero no voy a permitir que influya en tu vida familiar o en tus estudios. Creo que eres lo suficientemente responsable para saber lo que estás haciendo, pero por lo visto has dejado que un chico interceda en tus decisiones. Y eso no lo puedo permitir.
—Pero mamá eso no...
—Déjame acabar— me miró detenidamente antes de seguir con la interrupción. —Lo que quiero decir es que me parece muy mal por tu parte no contarnos a mí o a tu padre donde estás y aun más que mantengas en secreto tus encuentros con... Blake— paró un momento para coger aire. —Sólo espero que sepas lo que estás haciendo.
Con eso dicho, se alejó de la puerta dando un portazo.
Leah y yo continuamos caminando por la calle en silencio durante unos minutos más hasta que empezó a soltar varias risitas que intentó disimular.
—¿Qué es lo que te parece tan gracioso?— pregunté arqueando una de mis cejas.
—Nada.
—Leah...
—Vale, vale... Si tú insistes. Solo me estaba imaginando lo que diría tu madre si se enterara de que te gusta Blake.
En ese mismo instante di gracias por no tener el batido en mis manos, porque estaba casi segura de que habría acabado en el suelo. O en la cara de Leah. Esto estaba por decidir.
—¡A mí no me gusta Blake! ¿Qué te ha hecho llegar a esa maldita conclusión?— grité alterada. Varias personas se giraron a causa de mi alboroto.
—Cálmate, Aria. Lo decía hipotéticamente. Ya sé que no te gusta. Me lo has dejado claro muchas veces—sonrió pícaramente antes de añadir otra cosa.— Y a él también.
—Entonces sigo sin entender porque te empeñas en sacarlo a relucir. Nunca me gustará Blake Sanders y nunca saldré con él. ¡Nunca! ¿Queda claro?
—Aria, eso no puedes decidirlo tú. El amor es algo que no escoge, simplemente sucede.
—No conmigo— desafiante, esperé su próximo movimiento.
—¿Por qué no? ¿Tienes una ley que te prohíbe enamorarte de él? — se mofó.
—Pues..., sí— dije sin pensar. —Está gigantescamente escrita en mi pared y en mi cabeza, ¿y sabes que dice? La ley dicta: ¡Prohibido enamorarse de Blake Sanders!, en color neón y con luces de seguridad que no dejan de parpadear— me crucé de brazos, esperando que dejara el tema de una vez por todas.
Leah echó a reír como una maníaca ante mi enfado y falta de humor y continuó caminando como si nada.
—Eres muy graciosa cuando te enfadas. Solo te estaba tomando el pelo. Después de los mensajes, dudo mucho que piense lo mismo de ti.
—Calla, no me lo recuerdes— dije sonrojándome. — La culpa fue tuya por sacar ese estúpido mote.
—No sabía que leería la conversación. No me culpes a mí.
—Haberlo pensado antes— Leah me miró con sus ojos entrecerrados antes de agarrarme del brazo y guiarme hasta una tienda de vestidos. —Alto ahí, ¿a dónde crees que vas?
—No pretenderás ir a la fiesta en pantalones y sudadera, ¿no?— A decir verdad, ya había acertado la mitad del 'conjunto' que tenía pensado ponerme para esa noche. Claramente no iba a decírselo. —¿Aria?
—No. Por supuesto que no. ¿Por quién me has tomado?— dije, fingiendo estar dolida por sus pensamientos hacia mí.
—Eres mi mejor amiga. Te conozco. Necesitas ayuda y yo soy la indicada. ¿Cuál es el problema?
—Lo que tú llamas bonito yo lo llamo exagerado. Me das miedo— cualquiera me daría la razón si la conociera.
—Me ofende la poca fe que tienes en mí, amiga. Pero te perdono como buena persona que soy. Ahora andando— se aferró a mi brazo temiendo que me escapara y nos adentramos en las profundidades de la pomposa tienda que parecía gritarme en la distancia.
♥️
Definitivamente, odiaba las compras y todo lo que tuviera que ver con ellas. Llevábamos más de una hora y media buscando vestidos. Más bien, Leah buscaba, yo discretamente leía en una aplicación para móviles muy buena, menos mal que no se dio cuenta de que había dejado de prestarle atención hacía más de una hora.
Sabía que comprar con ella era malo, pero no me acordaba hasta que punto. Era horroroso, desastroso, horrible, una pesadilla. Me dolían las piernas de estar tanto rato de pie así que opté por sentarme en el suelo. Recibí varias miradas por parte de las dependientas y clientas, pero ni siquiera me importaron. Solo quería sentarme. Necesitaba sentarme, no aguantaba más.
—¡Sí, sí, sí! ¡Este es mi vestido!— chilló Leah desde el otro lado de las perchas.
—¿De verdad?— pregunté esperanzada. Llevaba diciendo esas mismas palabras con cada vestido que encontraba y yo había empezado a perder la paciencia. Estaba cansada, tenía hambre y para colmo, mi móvil se estaba quedando sin batería. Si no se decidía ya lo haría yo por ella.
—Estoy segura. He nacido para llevar este vestido— se fue corriendo al probador y salió a los dos minutos.
Salió a los pocos minutos de haber entrado. Había que admitir que el vestido le sentaba genial. Era un conjunto de dos piezas, pero pasaba perfectamente como una. La parte de arriba era un top negro unida a una falda de vuelo rosa con un cinturón fino y dorado. Sin duda alguna, era su vestido.
Al ver mi cara de asombro dio una vuelta y volvió a mirarse en el espejo.
—¿Qué opinas? ¿Demasiado atrevido?—ahora sonaba un poco insegura. —Puedo combinarlo con mi cazadora negra y tacones del mismo color para no dar esa impresión. Ya sabes...
—Leah,— se giró hacia mí expectante. —Ethan va a tener mucho trabajo manteniendo a todos los chicos a raya. Créeme. Quizás le dé un infarto al verte y todo.
—No seas boba, Aria. Pero gracias por el cumplido. Ahora vamos a buscar el tuyo.
Suspiré profundamente al pensar en cuanto rato más íbamos a estar aquí metidas. Mi estómago estaba rugiendo.
—No pongas esa cara. Tengo el vestido perfecto para ti. Enseguida vuelvo— se sumergió entre las toneladas de vestidos que había a ambos lados de la pared y resurgió con uno en sus manos.
—Este, amiga mía, es tu vestido—Me lo entregó con sumo cuidado. Dejé que mis dedos tocaran la tela negra del vestido durante unos segundos.
Parecía que había encontrado mi vestido.
♥️
—¡No!
—¡Sí!
—¡Aria!
—Nada de 'Aria', Leah, tú me has obligado a ir de compras. Yo solo te estoy pidiendo cinco minutos de nuestro tiempo para entrar a una simple tienda.
—Eso—señaló al escaparate donde se encontraban los últimos libros de la temporada. — No es una tienda.
—Sí lo es. Y vamos a entrar.
—Lo dirás por ti— se cruzó de brazos y me miró indignada.
—Como quieras. Mientras... aguanta esto, ¿quieres? — le entregué todas nuestras otras compras y me dirigí al interior de la tienda de libros a la que llevaba yendo desde que era una niña.
Al entrar, sentí como mis hombros liberaron toda la tensión acumulada de éstos últimos días. Podía parecer una tontería, pero me relajaba venir aquí y dedicarme a tocar las portadas de nuevas historias.
Caminé hacia el interior, donde mis libros favoritos se encontraban. Mis ojos iban de una estantería a otra, observando cada portada y cada título buscando alguno que consiguiera captar mi atención. Por supuesto, muchos lo hacían, pero tenía mi propia técnica para encontrar el libro.
Al cabo de cinco minutos, lo encontré. El problema estaba en la estantería, apenas llegaba a la tercera balda, mis brazos ni siquiera tocaban la cuarta. Intenté buscar algo que pudiera servirme de impulso y también probé a ponerme de puntillas, pero ninguno funcionó. Otra de mis ideas fue estirar el brazo derecho al máximo mientras me sujetaba en la estantería de abajo con el izquierdo.
—¡Sí! Ya casi es...— por desgracia, mi brazo izquierdo no pudo soportar más mi peso y acabo cayendo a mi costado.
Eso me pasaba por cebarme a helado cada vez que algún personaje hacía algo que no me gustaba. Al final, todo acababa pasando factura.
—¿Necesitas ayuda?— murmuró una voz masculina en mi oreja.
No sé cómo no salté del susto. Otra vez.
—¿Blake? ¿Qué haces aquí?— pregunté sorprendida. Ni en un millón de años me hubiera imaginado ver a Blake en un sitio como este. — Espera, no contestes todavía. ¿Desde cuándo sabes que existen tiendas de libros?
—Muy graciosa— rodó sus ojos avellana sarcásticamente. —Para tu información, llevo sabiendo de su existencia desde los cuatro años. Y no he venido a por libros—escupió la palabra como si le costara trabajo pronunciarla. —He venido aquí porque necesito hablar contigo.
—¿Cómo has sabido dónde estaba?
—Te he visto con Leah y he decidido entrar.
—¿Y sobre qué quieres hablar exactamente?— esperaba que no fuera acerca de la estúpida fiesta.
—Uhm... ¿Ves a esa chica morena qué está junto a Leah?— se rascó la nuca, incómodo. Si no le conociera diría que parecía avergonzado, nervioso incluso. Pero Blake Sanders no era ninguna de las dos cosas.
—Sí, ¿qué pasa con ella?— la observé atentamente, ya que su cara me resultaba familiar. Su pelo era largo y completamente oscuro, le caía en espesas hondas hasta la mitad de su espalda descubierta por un vestido blanco de algodón con la espalda abierta. Desde donde estaba no podía ver muy bien sus rasgos, pero por lo visto parecía llevarse muy bien con Leah y tenía pinta de ser despampanante.
—Es Taylor Young— dijo con obviedad. La verdad es que no hubiera sabido de quien se trataba sino fuera porque cierta persona estaba encaprichada con su hermano mayor.
—¿Y qué me quieres decir con eso?
—Necesito tu ayuda para conquistarla— bajó su vista hasta sus pies.
—¿Perdón? — ¿había oído bien?
Blake suspiró para sus adentros antes de continuar.
—Voy a resumírtelo, visto que tu cerebro no es muy listo en cuanto a relaciones se refiere. Me gusta Taylor, y quiero que en la fiesta del sábado le hables bien de mí para poder acercarme a ella.
No sé si fue por el hecho de que a Blake le gustara alguien o porque me acababa de pedir un favor, pero me quedé sin habla. No sabía que decir. A Blake Sanders le importaba alguien más que el mismo. Este día estaba lleno de sorpresas.
—Yo... ¿Qué?
—¿Es qué no me has oído?— gruñó por lo bajo.
—Sí, y ahora entiendo porque me necesitas. Me va a costar mucho trabajo hacerle pensar eso de ti.
—Déjate de bromas, Calahan. Te lo he pedido por las buenas, no me hagas pedírtelo por las malas.
—Para el carro, Romeo— puso una mueca al escuchar su nuevo mote. —Ni siquiera me lo has pedido como una persona decente, así que te sugiero que relajes tu actitud si no quieres acabar solo.
—¿Tienes que ser siempre tan irritante?
—Viene de familia— le sonreí ampliamente y esperé a que me lo preguntara como una persona normal.
—Ugh, está bien. Tú ganas, por ahora— se pasó una mano por su pelo.—¿Podrías, oh por favor, hablarle bien de mí a Taylor en la fiesta? Te estaría eternamente agradecido y harías de mí el chico más feliz del mundo— con su voz monótona y tono sarcástico no pude evitar reírme a carcajadas en su cara. —¿Satisfecha?
—Mucho. Prueba a ser más expresivo la próxima vez y quizás no necesites ni mi ayuda— le aconsejé mientras me secaba una lágrima.
—¿Entonces qué? ¿Vas a ayudarme?
—Sí, pero antes vas a tener que explicarme el porqué.
—Ya te lo he explicado.
—Quiero saber porque he de mentirle a una chica sobre ti.
—No estarías mintiéndole.
—Tú y yo sabemos que sí. Cuéntame la verdad.
—Ella piensa que soy un arrogante que se pasa los fines de semana con chicas diferentes, en fiestas diferentes y con bebidas alcohólicas diferentes— se encogió de hombros, intentando mostrar una fachada de tipo duro al que no le afecta lo que digan de él a la que ya estaba acostumbrada.
—¿Y no lo eres?— pregunté arqueando una ceja.— Porque me parece que ha acertado en bastantes cosas.
—Aria...
—Lo siento ya paro. Entonces la has traído al centro comercial para...
—Para intentar hacerle ver que está equivocada. He tardado dos semanas para conseguir que acceda a venir conmigo, todavía sigue un poco insegura respecto a mí. Tan solo necesito que pongas un poco de tu parte para acabar de convencerla. Tampoco soy tan malo, podrás hacerlo. Por favor.
No estaba segura de cómo lo haría, pero sí ayudaría a Blake. De esto estaba segura.
—Yo... Está bien. Te ayudaré. ¿Pero cómo voy a hablar con ella si ni siquiera sabe que existo?
—Eso lo tengo bajo control. Cuando vengas con Leah pregúntale a Ethan donde estoy. Cuando estés conmigo la buscaré y os presentaré. Entonces podrás hacer tu magia— explicó chasqueando sus dedos.
—Vaya, parece que lo has estado pensando a fondo.
—Así es— asintió convencido. — Entonces, ¿cuento contigo?
—Sí— esbocé una sonrisa a la que él respondió con una propia.
—Gracias— parecía sincero, y yo me dediqué una pequeña victoria al pensar que había conseguido sacarle reacciones tan sinceras —Lo llamaremos "Operación 007".
—¿007?— Tampoco pude evitar reírme con lo infantil que sonaba aquello, pero claro, era Blake de quién estábamos hablando. — ¿Por qué?
—Me gusta James Bond—dijo simplemente.
—Vale, Operación 007, entonces.
—Perfecto, nos vemos en la fiesta— hizo ademán de irse, pero de pronto se giró y cogió el libro que yo antes había intentado alcanzar. —Creo que esto es tuyo. No estés toda la noche leyendo, ¿de acuerdo? Hay trabajo por hacer— dijo guiñándome un ojo.
—Yo no... ¡Espera!— chillé de pronto. Tenía una pregunta importante en la punta de la lengua que necesitaba ser respuesta antes de que se fuera. Lo agarré por su antebrazo y esperé a que se diera la vuelta.— ¿Por qué yo? ¿Por qué no otra persona?
Ahora parecía desconcertado. Sus cejas se unieron en un ceño notablemente marcado, y flexiono sus manos varias veces, como si tratara de descifrar la respuesta él mismo en este mismo instante. Dudaba mucho que el supiera lo que verdaderamente estaba haciendo.
—No lo sé, supongo que me conoces bien. Has pasado tiempo conmigo fuera del instituto, más que otras personas. Te he hecho reír y he intentado portarme bien contigo. Creo que me lo debes— dijo sonriendo pícaramente. — Piensa en todas las clases que me quedan, lo mínimo que puedes hacer ahora es ayudarme. Aunque no te lo pediría si no creyera que fueras la indicada para hacerlo, Aria.
Asentí sin saber que decir. Vi como Blake se alejaba con Taylor a la vez que mi loca mejor amiga me hacía señas para que me diera prisa. Después de pagar el libro, despedirme de Leah y sentarme enfrente de la TV, verdaderamente comprendí cuan delicada era la situación en la que Blake me había metido.
Él confiaba en mí. Era su única esperanza. Su futura relación yacía en mis manos.
Y de mí dependía hacerlo posible.
---------------------
N/A: Holaaa! Aquí estoy con otro capítulo. Espero que os haya gustado.💖
Supongo que el final ha sido un poco inesperado, ¿verdad? Suele pasar conmigo XD
Poco a poco iremos conociendo más a Taylor y a los otros personajes. Sus historias, etc.
Aun queda otro personaje más por aparecer so...😏😏 be ready!!
El próximo capítulo será la esperada fiesta! *Yuhuuu*🎊🎊🎊🎊
Gracias por vuestras lecturas, votos y comentarios!! ❤️❤️❤️
Nos leemos,
-A
PD: El libro que compra Aria se llama La Selección de Kiera Cass. A mí personalmente me encantó y lo recomiendo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top