Lina: El Rey Sombrío

Mis damas terminan de arreglarme. Las joyas, el vestido, los zapatos, el cabello. Todo queda inmaculado para la coronación de Tristan. Un vestido azul marino con mangas abombadas, bordado con hilo plateado toda la falda con simbología marina de forma bien meticulosa, el cuello en V algo pronunciado. Seraphine y Louisa se arreglaron conmigo. Seraphine tiene un vestido de color violeta en degradado hasta llegar al negro de la punta de la falda. Tiene doble manga, una negra, la otra está visible y abierta de color violeta; el cuello también es en V. Seraphine carga el cabello suelto y una tiara negra y puntiaguda, algo intimidante. El vestido de Louisa es de color negro con el corpiño bordado con hilo dorado y rojo de forma de rombos, el cuello de ella sí es cuadrado porque es una niña. Su cabello está peinado y recogido en un moño perfecto y con una tiara delicada de rubíes.

Las tres esperamos en una habitación, a Tristan lo arreglaron en su habitación. Después de llegar de la boda de Estrella y Taurus, y de mi desaparición. Prácticamente no lo he visto más, entre las ceremonias sombrías por su nombramiento como dios y rey, él ha actuado de forma extraña. Aunque para ser honesta, todos hemos empezado a actuar extraños. Seraphine se ha vuelto callada y sumergida en sus propios pensamientos. Ella ha estado más tiempo con Tristan, casi es su deber divino permanecer a su lado. Lucian ha estado conmigo al igual que Louisa, él tiene su misión encargada por mí.

Tristan quiere impulsar su flota galáctica, cosa que apruebo por completo. Pero para que eso suceda, pasará muchos años. Años vitales donde cualquier cosa pueda pasar en estas tierras tan convulsas. Este gobierno ha hecho lo que le dé la gana con el océano, han permitido y financiado a criminales, corruptos, entre otra criatura maligna. Eso se va acabar, ahora con Tristan en el trono, puedo quitarme una gruesa espina en el trasero con estas personas. Mis planes ayudaran a Tristan a mantenerse en el trono, lo ayudaré a poner fin al cagadero que este reino ha hecho con mi reino por demasiados siglos. Y si tengo que movilizar mis tropas por el océano y hacer cumplir mi voluntad sin importar a cuanto me lleve por delante, lo haré.

Louisa está sentada jugando con la tela de su vestido. Le digo que se siente conmigo, la quiero cerca de mí. Ahora que estaré por este reino, estaré más tiempo con ella. Tristan y ella han desarrollado un vínculo envidiable, quiero crear esa misma unión conmigo.

—¿Cómo te sientes? —le pregunto pasando mi brazo por sus hombros.

—Nerviosa —ella sonríe tímida.

—Todo va a salir bien, es un día especial para tu padre y la familia —le digo relajándola, ella asiente—. Ya leí el informe de la secretaria de tu padre por esa academia tuya —digo eso y ella se le iluminan los ojos—. ¿Estás segura que no quieres estudiar en casa? Aquí estarías más segura, contrataría a los mejores educadores solo para ti.

—Quiero amigos, madre. Y aquí no los haré —sentencia firme.

—Comprendo —accedo a su petición—. El informe es favorable, se le envió a la directora una carta ordenándole tu admisión.

Ella aplaude emocionada y me abraza contenta.

—Quiero excelentes notas, un excelente comportamiento y nada de novios —le digo devolviéndole el abrazo.

—¿Por qué querría un novio? —pregunta confundida mi hija.

—Cuando veas a una criatura tan apuesta e inteligente, hablamos —comenta Seraphine con una sonrisa pícara.

—No le digas esas cosas a tu hermana que está pequeña —atraigo protectora a Louisa mi pecho.

—Ya debes empezar a hablar de esas cosas con mi hermana —ella se levanta del mueble de al frente y se sienta con nosotras—. Mi hermana debe saber que no siempre las personas le dirán la verdad, que la pueden usar o manipular. Que hasta incluso solo la querrán por nuestra familia, es por eso que debe escoger bien a las personas que le cuenta las cosas, con quien puede abrir su corazón y con quien no —ella extiende una mano hacia la mano de Louisa—. Y el consejo más importante es que no todos tienen tu mismo nivel de valores. Cada uno tiene una crianza diferente, nuestros padres nos criaron con amor y honor, pero no puedo decir lo mismo del resto.

En ese momento se abren las puertas, Lucian entra inmaculado con su casaca azul cobalto, la prenda cerrada con botones y cuerdas plateadas en el pecho, pantalón negro al igual que las botas. Su cabello está peinado y cortado como a mí me gusta, no me gusta los hombres con pelo largo.

—Vengo a buscar a mis hermanas, el carruaje está listo. Y mi padre está casi listo —él hace una reverencia.

—Vayan hijas —digo levantándome. Mis hijos se despiden y se van. Solo es cuestión de tiempo que venga por mí.

Tristan y yo hemos ensayado la coronación. Él y yo saldremos del castillo montando a caballo, recorreremos las calles del reino hasta llegar a la catedral del dios de la muerte. En este lado del universo, el patrón soberano es el dios Seth Godness y no su esposa. La duración del recorrido serán un aproximado de una hora; y no porque sea una larga distancia, más bien es que Tristan se presente ante sus súbditos y estos conozcan a su rey y a su reina.

Se supone que cuando me casé con Tristan, nuestros gobiernos firmaron un acuerdo prenupcial donde explicaba con lujo de detalles que al momento que Tristan se convirtiera en rey, yo no podría tomar ninguna decisión respecto a su reino y que nuestras naciones no se unirían. Tristan no puede tomar ninguna decisión en mi reino. Nadie se imaginaría que el rey moriría unos treinta años después.

Las puertas se abren y mis guardias con los guardias de Tristan hacen una reverencia señalándome que salga. Camino firme y con la cabeza en alto, soy la diosa del océano, reina del mar, reina consorte del reino del Oeste y madre de tres hermosas criaturas. Tengo más títulos, pero los que me importan actualmente son esos. Salgo de la habitación y Tristan se encuentra afuera con un jubón negro y caoba que le llega hasta las rodillas, la prenda está abrochada por botones dorados. El cuello lo tiene bordado a la tela caoba con hilo dorado. Las mangas largas con el mismo bordado circular y con piedras adentro de rubíes. Botas y pantalones negros.

Él me extiende la mano y se la tomo. Los dos caminamos en silencio por el palacio. Sus guardias custodiándolo por su derecha y mis guardias custodiándome por mi lado izquierdo. Bajamos por las escaleras hasta llegar a la entrada de los carruajes donde se encuentran ya la compañía de soldados de Tristan, los dos caballos que usaremos están listos y adornados con sus monturas ceremoniales. Tristan me guía hacia mi caballo blanco, subo los escalones de una pequeña escalera de madera. Me acomodo en el corcel, quedando de lado, ya que llevo vestido. No es la gran cosa montar a caballo, lo complicado es montar a una ballena jorobada. Tristan se va a su corcel negro. Él se monta sin problemas y toma las riendas del animal. Yo también hago lo mismo. Tenemos a cuatro soldados por delante sosteniendo las banderas del estandarte de Tristan y el mío. El escudo nuevo de Tristan es una tela roja granate con una espada recta y unas ondas de materia negra como flamas a su lado.

La guardia da la orden de avanzar. Tristan y yo avanzamos por el camino de grava. El jardín lo han recuperado, no es el maravilloso jardín de mi palacio, pero al menos es decente considerando el día que es. Las rejas de la entrada del palacio se encuentran abiertas y la atravesamos. El camino se encuentra despejado y las personas llenan las aceras expectantes. El palacio se encuentra en el lado norte de la capital, cabalgamos por una larga avenida. Nada puede construirse al menos a un kilómetro de distancia de cualquier palacio.

Las personas me miran curiosos, con el ceño fruncido o serios. Por el lado de Tristan es similar, él observa a todos por igual, aunque lo disimula bien. Las personas no se sienten a gusto que tengan un nuevo rey, no les importa que su antiguo rey los pudo haber llevado a la miseria. Es como dicen, es mejor un enemigo conocido que un enemigo por conocer. Algunos niños nos miran asombrados y con emoción. Los guardias están puestos en las aceras para resguardar el orden, aunque las personas estén quietas y pasivas.

Cabalgamos hacia el este del reino, donde encuentra la catedral donde proclamarán a mi esposo como rey. Las calles se hacen más estrechas a medida que recorremos el camino de tierra. Las personas se ponen algo más alegre cuando pasamos, miran nerviosos a mi esposo. Él les regala una sonrisa a los presentes, él no se deja amargar tan fácilmente. A lo lejos se escucha el vitoreo de las criaturas. El reino oscuro es donde se encuentran cualquier tipo de especies que no son como los seres de luz o centrales. Son extrañas, con sus pieles de colores, extremidades de más o de menos como brazos, piernas o cuernos. Son tan altos que no aparentan su edad, sus ojos de colores o su ausencia de ellos. Los espectros son aún más extraños, son más fuertes y despiadados que las sombras mismas.

La catedral se vislumbra a lo lejos. El imponente edificio gótico es impresionante, incluso llega a superar el palacio real con sus puntiagudas terminaciones del techo. Los picos de las dos torres con dos campanas en cada torre, cada campana tiene su cometido. La de la izquierda, anuncia la muerte de alguien importante o malas noticias como el inicio de una guerra; y la de la derecha anuncia las buenas noticias, como en este caso el nombramiento de mi esposo. Esas dos torres son la fachada porque detrás de ellas, está el largo edificio aplanado, pero sin dejar de lado el estilo exuberante con sus vidrieras y el increíble diseño en piedra.

Llegamos a la entrada de la catedral, se escuchan las voces de las sombras. No puedo distinguir lo que dicen por los gritos y por el idioma extraño que usan algunos. Tristan baja de su caballo con habilidad, mientras que un guardia de mi reino me pone una escalera y su brazo para bajar con elegancia. Los guardias de Tristan y los míos están en posición para entrar a la catedral. Me pongo a cinco pasos de distancia de mi esposo, esta es una caminata que tiene que recorrer por su cuenta. Las puertas enormes se encuentran abiertas y los guardias caminan por delante de nosotros. Nos encontramos en una recepción donde están dos escaleras a los lados con rumbo a las campanas, y al frente otra puerta gigante de madera. Dos guardias abren la puerta y se empieza a escuchar una música sutil de violines. Los soldados y Tristan avanzan por la imponente entrada.

Lo sigo guardando mi distancia prudencial. El lugar se encuentra dividido por dos francos, por mi lado derecho se encuentra todos los gobernantes de los planetas más importantes del reino de las sombras, alta nobleza sombría y espectral. Y por el lado derecho casi todos de mis consejeros, ministros, alta nobleza y aliados comerciales como militares. Más adelante la corte de la reina Laila, en el piso de arriba están las demás cortes de los demás reinos, como la del reino del Este y del Sur. Los presentes se arrodillan mientras que avanzamos hacia el altar donde está dos tronos oscuros y tenebroso como el lugar.

Tristan llega a las escaleras del altar donde se encuentran los dioses Seth y Laila con una suma sacerdotisa y dos más, pero que fungen como ayudantes.

—Hermanos y hermanas, estamos reunidos en esta catedral para rendir homenaje a su antiguo rey y al nuevo —proclama el dios de la muerte—. Las heridas de la guerra nunca sanan y lo saben mejor que nadie. Nada es eterno y Robert lo sabía, él y al igual que todos los soldados caídos que entregaron sus vidas para que ustedes puedan vivir y al igual que sus familias —él hace una pausa viendo a toda la catedral—. Robert dejó como heredero del reino del Oeste a Tristan de la casa Godness, dios de las sombras y espectros. Dejó a Tristan Godness como su nuevo protector y rey.

Dicho eso Tristan sube las escaleras y se para al frente del dios de la muerte, Tristan se arrodilla ante él. La sacerdotisa trae un tazón de plata con un líquido extraño. Cada reino tiene distintas formas de coronar, en mi caso todo fue distinto. A Tristan por poco lo desnudan y se convierte en una sombra altísima, luego pasando su cuerpo al de un espectro deforme hasta volver a su cuerpo original. Las sacerdotisas lo vuelven a vestir con sus prendas, pero esta vez lo envuelven con una capa de terciopelo carmesí y piel blanca de animal. Mi esposo se levanta y se dirige al trono donde la alta sacerdotisa le pone la corona a mi esposo, una corona negra con altos picos triangulares. La joya resalta en su cabeza por su cabellera grisácea. También le conceden una espada elaborada con el mango negro, él la sostiene con su mano derecha mientras que la otra sostiene un orbe

—¿Promete y jura gobernar los pueblos sombríos, espectrales, galácticos y demás territorios del reino del Oeste respecto a las leyes y costumbres? —cuestiona la suma sacerdotisa.

—Lo prometo —responde Tristan serio.

—¿Procurará por la extensión de su poder, que todos los juicios estén abalados por la ley, la justicia y la verdad?

—Lo prometo —responde mirando fijo a la sala.

—¿Mantendrá en el reino sombrío la fe de los dioses establecida por nuestro señor? —pregunta la suma sacerdotisa.

—Lo prometo —finaliza Tristan.

La suma sacerdotisa me mira fijamente y me indica que suba igual los escalones, llego con ella y me pide que me siente en el trono al lado de mi esposo, obedezco a sus indicaciones. Me colocan una tiara negra sin mucha decoración.

—Yo, Clementine de la casa Evander. Declaro a Tristan de la casa Godness, primero con el nombre, protector de las sombras y espectros, rey y dios del reino del Oeste —exclama la mujer—. ¡Alabado sea nuestro rey y reina consorte!

—¡Que viva el rey! —exclaman los presentes, la abadía se llena de sus canticos avasallando a mi esposo, su nuevo rey de las sombras.

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