02. Los Cinco Caballeros Y La Sacerdotisa.
Un día, como cualquier otro, los nuevos Elementales jugaban o ayudaban en la pequeña aldea del bosque Notuldra. Desde hace ya tres años que los aldeanos los habían conocido y ahora compartían, ambos reinos, felicidad y armonia en varios aspectos.
Pero había un Elemental que destacaba de los cinco.
Algo de conocimiento que tenían los aldeanos era que los Elementales luchaban casi toda su vida con varios enemigos, era un rumor que se había regado por todos lados: que por generaciones el nuevo elegido para el elemento tierra demostraba siempre ser un digno guerrero y mucho más poderoso que su propio líder, el Quinto Elemental. Y claro que la nueva elemento de la tierra le daba honor a ése rumor, tanto que ella siempre era halabada como la guerrera y elemental más poderosa, y muchos se atrevían a decir que incluso más valiente que la nueva quinto.
Era un rumor que los Elementales no podían responder, porque apenas llevaban tres años de conocimiento en ese nuevo mundo, el único que, tal vez, podría aclarar todo era el antiguo Quinto, él ya llevaba más de trecientos años en aquel papel tan importante. Ni siquiera en los libros de Norte encontraban esa información, y ni siquiera él, que tenía más años existiendo, podía responder.
Pero fuera, o no, cierto era algo que afectaba a la líder, ser opacada por su compañera sólo por ser una gran guerrera en el campo de batalla. No había resentimiento de por medio, pero si admiracion, por demostrar que las mujeres no eran unas debiluchas que debían de encerrarse en un profundo bosque para estar a salvo.
Más bien, eran sólo mujeres las nuevas guerreras, de no ser por el hombre del tercer elemento fuego, pero si eran cuatro mujeres que le demostraban al mundo lo que eran capaces de hacer, claro que hubieron uno que otro comentario diciendo que la mayoría de espíritus siempre serán mujeres por lo bonitas e inocentes que eran, algo que no querían aceptar, era el hecho que ellas demostraban ser más capaces que los hombres en la tierra, que estos a su vez respondían con acciones vulgares o cualquier comentario machismo, demostrando su desacuerdo a los dioses por escoger sólo a mujeres como espiritus de la tierra.
Aun así esto no era impedimento para que los Elementales siguieran con su vida con normalidad, pero regresando al principio. Los aldeanos y creyentes admiraban más a la cuarta Elemental, no había día en que no hablaran de ella. Varios decían que antes de ser el elemento de la tierra, era una reina que gobernaba en el reino Escocés Dumbroch, era adorada por todo su pueblo: por su buen corazón y además de ser una de las primeras reinas en gobernar sin la necesidad de un hombre a su lado, sumando de que ella lideraba su propia tropa de guerreros y era participe en cada guerra.
Sin duda una muy buena elección de parte de el hombre de la luna al elegirla.
Pero claro que ella no era la única reina. La Elemental del aire era también una reina, que aun gobernaba, no tenía hijos o alguien más de la realeza para sederle el lugar, sin embargo ella si era casada, y gracias al buen corazón del hombre de la luna, su esposo se convirtió en su guardián, de echo, ambos aun gobernaba en su reino, buscando de paso a alguien que sea capaz de tomar su lugar.
La Elemental del agua era la jefa en su tribu, a comparación de las demás, ella si tenía un hijo, aunque lo curioso era que no conocían al padre de éste. Habían rumores de que ella tenía una relación con un semi-Dios, algo que talvez podría llegar a ser una posibilidad, ya que ella gobernaba igual sin estar casada y con un hijo de padre secreto.
Y por último el elemento del fuego, a diferencia de las demás, él aun no recibía el título como jefe en su tribu, la tradición era siempre que debía de contraer matrimonio para asumir el papel, y claro que había una pronta boda, sin embargo escoceses y vikingos estaban en guerra, y él buscaba la paz en ambos reinos para demostrar ser un buen jefe sin necesidad de casarse (de tal palo tal astilla) aunque esa alianza no pudo ser a causa de una guerra en contra de su reino. Al demostrar su valentía y coraje, lo convirtió en el candidato perfecto para el elemento fuego, y esa fue su gran oportunidad para proteger su reino y a su familia.
Fueron tan solo tres años y ya eran bien conocidos por casi todo el mundo. Pero la desgracia vendría en poco tiempo para uno de ellos.
La mañana llegó y con ello la partida de los Elementales. Aunque la verdad ninguno logró dormir. La falta de los espíritus elementos era una desventaja para ellos, ya que no podían hacer la mayoría de su trabajo sin ellas.
Jack se debatia si ir con ellos o quedarse, él era sólo un guardián y no debía de involucrarse en aquella disputa, era problema de los Elementales y no de él, pero a pesar de éso era guardián de la Quinto, así que debía de ir si o si, para cuidarla, aunque sería incómodo por razones que no quería decir... ¡Pero yo si puedo! ^^
La razón era la famosa pareja.
No era odio lo que sentía hacia Astrid, más bien era como tipo molestia, incomodidad, inconformidad, y otro tipo de cosas; tal vez si algo de resentimiento. No lo tendría de no ser por lo que pasó hace algún tiempo.
Estaba rodeado de personas a las que le tenía una plena confianza, pero nunca reveló su más íntimo secreto. Desde lo que pasó docientos años atrás había estado confundido, ya no sabía si aún sentía amor por su pareja, pero desde hace tiempo se había dado cuenta de su atracción a un hombre en particular. Le había comentado a su mejor amigo, pero su miedo salió disparado cuando este le contó a su novia para ayudar, increíblemente su secreto ya lo sabía casi todos en la aldea y los espíritus. Alguien había revelado su secreto, y esa sin duda era Astrid.
La noticia rápidamente salio disparada y ya todos lo sabían, incluido los guardianes, y claro que no lo recibieron bien. Nadie lo apoyaba, era un pecado de muy mal gusto según las creencias de todos, aún así los únicos que le apoyaban eran sus antiguos amigos guardianes. De eso ya había pasado más de cien años, y aún estaba dolido por las duras palabras. Ya cien años sufriendo el rechazo de el hombre que le robó varios suspiros, y claro que también su corazón.
Después de un corto tiempo habían llegado a la entrada del bosque encantado, lo sabían al ver las grandes rocas con las marcas de los espíritus. Nunca habían salido, sería la primera vez en que irían más allá de las islas de Berk.
Gracias a la astucia de Jack había conseguido (o más bien robado), una esfera de nieve para transportarse y ser más rápido, cada minuto contaba y no debían de darse el lujo de desperdiciarlo.
— ¿están listos?
— ¡listos!
Elsa asintió y entonces Jack procedió a agitar la esfera. — al templo de la Sacerdotisa.
Arrojando el objeto, este se convirtió en un portal. Suspiraron y todos procedieron a cruzarlo, incluyendo los dos dragones.
Lo primero que vieron fue un bosque, era hermoso y colorido por las diferentes flores en él, pero no había rastro del dichoso templo de Athena, de echo no había nada más que hierba y mariposas, además de dos columnas malgastadas y llena de plantas.
— ¡ese malnacido nos jugó chueco! — gritó la rubia en representación de todos al ver las dos ruinas frente.
— no puedo creerlo. — le siguió frustrado Hiccup.
Elsa, en cambio estaba más que furiosa, le había creído al pelinegro y sólo fue una broma de mal gusto, se sentía humillada por creerle a ese idiota, apretaba sus puños con ira.
Rapunzel en cambio estaba confundida, si sólo fuera una simple broma, ¿Entonces dónde estaban los espíritus? Porque claro que Pitch no pudo hacer aquello.
— no creo que sea una broma. — capturó la atención de sus amigos, y gracias a ello logró impedir que Hiccup destruyera las columnas. — tal vez esto es un tipo de acertijo.
— ¡¿acertijo dices?! ¿Qué crees que sea esto más que una broma?
— si te das cuenta Pitch no pudo ser capaz de manipular a los elementos. — habló Moana apoyando a la rubia. — puede que sea poderoso, pero no para hacer todo lo que vimos anoche.
— diganme su conclusión.
— tal vez esto es una prueba más.
— ¿una prueba?
Ambas asintieron a la pregunta del castaño. — como lo de anoche, debemos de completar un "nivel" más.
Mientras ellos trataban de adivinar su situación, Jack examinaba el lugar, él había estado allí antes, un vago recuerdo se lo decía.
Observaba detalladamente ambas columnas, puede que como dijo Rapunzel, el siguiente nivel sería como un juego de rompecabezas; habria que buscar una pieza faltante para aquella rara ruina en medio de un bosque.
Caminó por varios segundos, buscando algo que lo ayudara, la luz del sol estaba tan brillante e iluminaba por en medio de las escaleras, ahora que lo veía bien, era como una entrada. Algo que llamó su atención fue el inusual brillo que le dañó un poco los ojos, raro porque apuntaba a la nada y sería algo ilógico que brillara, se fue acercando y vio con más detalle las ruinas.
Su raro actuar llamó la atención del castaño de fuego, alzó una ceja confundido al ver al albino de cuclillas observando fijamente a la nada, pero en cambio Jack observaba algo raro en él, porque si se concentraba bien, podía ver un poco de su reflejo... era como un espejo.
Algo feliz por su descubrimiento se atrevió a tocarlo, pero el simple roce le dio una descarga eléctrica que lo mando a volar varios metros fuera.
— ¡Jack!
Pero eso no fue todo, ya que una extraña energía lo sostuvo, agitandolo de un lado para otro. No fue el único ya que los demás le siguieron.
— ¡¿acaso es Gale?!
— ¡no! ¡Esto no es a obra del aire!
Giraron por varios minutos que hasta ya tenían ganas de vomitar, más bien vomitaron cuando de un momento abrupto se detuvieron y quedaron en el aire de cabeza.
— ¡¿Quienes son intrusos?!
— ¡esto es territorio sagrado y no permitimos el paso a desconocidos!
No sabían si era por el horrible malestar, pero juraron ver como de un segundo a otro aparecieron varios hombres con rara vestimenta.
— ¡váyanse o acabaremos con su patética vida!
— ¡ja! ¡Atrevete, enano! ¡Más bien prepárense ustedes por amenazarnos! — Gritó Astrid. — ¡estamos buscando a una Sacerdotisa!
Por el insulto los soldados apuntaron sus lanzas hacia ellos y los arrojaron, los Elementales gritaron pero gracias a Rapunzel, que había utilizado la manipulación del aire, las lanzas quedaron extendidas en el aire.
Los soldados jadearon sorprendidos, aún así un hombre más avanzó hasta quedar a poca distancia de ellos, observandolos con una sonrisa arrogante.
— Vaya, vaya. Tienes un cosmos excepcional, a pesar de ser una débil mujersita.
¿Cosmos? Fue el pensamiento del albino, no había escuchado esa palabra desde hace tiempo.
— no queremos problemas. — habló por primera vez la Quinto. — nos enviaron aquí en busca de la Sacerdotisa de la diosa Athena.
— ¿Quién les habló de Athena? — ahora era aquel soldado que los observó desconfiado, y en un tono amenazante tomó control de las lanzas, sorprendiendo a los Elementales al ver que había anulado el control de Rapunzel. — sino hablan estas lanzas atravesaran el cuello de todos.
Ahora si todos tragaron grueso al ver el filo rozar les la piel del cuello, algo que satisfacio al hombre que regreso con su sonrisa burlona.
— ya no demuestran ser tan valientes ¿eh?
Aunque su sonrisa se borró con lo siguiente, claro que trecientos años de entrenamiento debían de servirles, tanto él como los demás soldados vieron sorprendidos la escena.
Las lanzas fueron destruidas en un parpadeo, unas ardieron en llamas, otras fueron destruidas por la fuerza del aire, el agua, y las raíces de la tierra, y las últimas fueron congeladas hasta estallarse en finos copos de nieve.
Los Elementales sonrieron orgullosos ahora, en cambio el otro veía furioso aquella hazaña.
— jajaja~ al parecer te dejaron en ridículo, Sparta. — una risa juguetona llamó la atención de los presentes, los otro seis observaron la nueva presencia.
Recargado en la columna, un joven con una extraña vestimenta, diferente al del otro, cabellos castaños al igual que sus ojos, moreno y la encantadora sonrisa juguetona plantada en su rostro.
— Tsk... No te metas en esto, Seiya. — gruñó el otro rojo de la vergüenza. — ¿qué haces aquí además?
— escuchamos una alerta en la entrada y vine a investigar.
Se acercó, mientras que pasaba los soldados hacían una leve reverencia hacia él en señal de respeto. El castaño entonces se puso serio y observó a sus invitados no esperados.
— ¿quiénes son ustedes y qué buscan aquí?
Elsa se aclaró la garganta. — somos los Elementales del bosque encantado. Y venimos en busca de la Sacerdotisa de Athena.
— una guerra esta a punto de suceder y nos sugirieron la ayuda de la Sacerdotisa. — Jack rápidamente habló para no dejar que malinterpretaran las cosas.
— ¡traemos una carta para ella! — gritó también Hiccup. Mostrando el embrollo que le había arrojado Pitch.
Todos estaban serios, la platinada no dejaba su mirada ruda hacia el chico, y éste claro que no se dejaba intimidar por una cara bonita, y le devolvía la mirada. Después de varios minutos el castaño retomó su sonrisa.
— Claro, seguro.
— ¡¿QUÉ?! — gritaron incrédulos todos.
— amm, Sparta ¿podrías bajarlos? — pidió ignorando el desconcierto de los presentes.
— ¡¿no dirás nada más?! — cuestionó después de recuperarse de la naturalidad de su compañero. — ¡¿no seguirás cuestionandolos?! ¡¿Qué Pasa si son enemigos?! Además miralos, ¿qué tal y se burlan de nosotros sólo porque son espíritus?... Sólo observa como nos juzgan — murmuró todo lo último para ellos dos, con los ojos enchinados con sospecha hacia los elementos.
— si fueran enemigos ya habrian atacado, además nosotros no juzgamos a cualquiera por su apariencia u origen... ¡Ahora bajarlos!
— ¡¡Si, señor!! — gritó; cual soldado siguiendo la orden de su coronel. Dejando caer sin previo aviso a los seis espíritus.
— ¡¡¡¡¡¡Auch!!!!!!
Por la impresión no estuvieron preparados para aterrizar bien, cayeron dolorosamente de espalda, y también de cara de parte de ambos varones.
— Uuuy, perdón por la mala impresión~ — el castaño y los demás se apresuraron a ayudarlos. —. Me presento, soy Seiya y él es Sparta, caballeros de Athena.
— ¿Caballeros? — preguntaron las féminas observandolos.
— ¿uh? ¡Oh! No somos muy conocidos por aquí, sólo estamos para proteger a la Sacerdotisa. — respondió divertido caminando hacia las ruinas. — ¡dense prisa!
Observaron como el joven castaño desaparecía al momento de cruzar las ruinas, al parecer siempre estuvieron cara a cara con la entrada. Confirmando que estaban bien esperaron a que todos los soldados entraran en aquel extraño portal, hasta ya no tener a alguien a la vista.
Segundos después, algo dudosos, avanzaron y se detuvieron delante del portal.
— no confío en ese chico. — soltó la quinto.
— vamos, Elsa. — animó Rapunzel. — ese chico es muy lindo, imaginate si él es así de amable, puede que la Sacerdotisa lo sea aún más.
— confía, Elsa. Esto es lo que necesitamos para salvar la tierra de la ira de los dioses.
Esa sola mención hizo que la Quinto chasquera la lengua, odiaba mucho que le recordaran (a cada rato) a los dioses y la guerra que se avecinaba si no lograban ganar el estúpido juego.
— aun así, sospecho del mocoso...
— ¡¿No van a venir?! — y como si lo hubiera invocado, Seiya asomó su cabeza para buscarlos, sin dejar en ningún momento su sonrisa. Su abrupta aparición asustó a los elementos.
— ¡ya vamos! — asintiendo regresó de nuevo al portal, Jack se plantó frente a sus amigos y suspiró tratando de relajarse. — sé que es duro para ti, Elsa... Pero ahora es mejor dejar el orgullo de lado y pedir la ayuda necesaria para proteger la tierra.
— no es orgullo...
— sea lo que sea... Por favor, es tu deber como Quinto dar un buen ejemplo y afrontar lo que sea que esté por venir.
Y sin más se encaminó a la entrada, había dejado a su novia para nada contenta, lo que más odiaba Elsa era que le dieran órdenes. Poco a poco los demás siguieron a Jack, ellos si querían el bien de la tierra, además habían prometido protegerla y era justo lo que harían.
Hiccup frotó su espalda en forma de apoyo, recibiendo una dulce sonrisa de parte de la platinada, y así ambos ingresaron por el portal.
Todos quedaron maravillados, frente a ellos había un enorme templo, aunque antes de eso había un campo de entretenimiento, como un coliseo, y más arriba estaba el enorme templo, y justo a la par una estatua de Athena.
— vengan por aquí.
Seguían a Seiya en automático, porque encerio era inevitable no ver las maravillas a su alrededor, además de que había uno que otro soldado patrullando.
Seiya los hizo ingresar al templo y quedaron más maravillados que al principio. La estructura y pinturas eran una belleza inigualable, además de diferentes decoraciones dentro. Había una que otra doncella paseando por el templo, también habían pequeñas haditas revoloteando y cantando alrededor de varias plantas.
— ¡Oh! ¡Allí está uno de mis compañeros!
Observaron y había un chico con un extraño color azul en su cabello, además, ahora que se daban cuenta, no estaban con los ropajes extraños y usaban unas ropas raras para ellos, además de ese tipo de zapatos.
Esperaron a una distancia prudente, pero al parecer Seiya se había olvidado de ellos, ya que platicaba tan alegremente con aquel peli azul, sin embargo, lo siguente no sabrían como describirlo, tal vez ¿repulsión? Ya que el castaño se había atrevido a robarle un beso, no, no en la mejilla, si no que en la boca de aquel peli azul.
Aunque el único que vio divertido la situación fue Jack, le pareció gracioso la reacción del otro.
— ¿pueden dejar su romanticismo para otro momento? Dan asco.
Alguien más había interrumpido a ambos hombres, o más bien el golpe que el mayor estaba a punto de darle al menor por su atrevimiento. Era un chico de cabello azabache, y además parecía ser chino, también observaron curiosos su ropa.
— ¿y ellos? — la pregunta parecía haber regresado a Seiya a la tierra, tronó su mano en su rostro como un regaño a si mismo por su despistado actuar.
— ¡cierto! Están buscando a la Sacerdotisa.
— ¿y los dejas sólo así? Que desconciderado de tu parte, Seiya. — negó el pelinegro. — ¿no podrías ofrecerles al menos algo de beber? Deben de estar cansados de su largo viaje.
— ja, no creo que mucho. — alegó ahora el peli azul. Algo incómodo para los espíritus al sentir la fría mirada recorreles de pies a cabeza. — sólo miralos, al parecer son niños refinados como saori, más seguro que llegaron aquí por medio de helicoptero.
— no digas eso.
Mientras discutían los elementos ya estaban sintiéndose incómodos y confundidos, al parecer nadie era normal en ese dichoso templo, y lo decian más por lo que habían echo los dos hombres, temía que la Sacerdotisa fuera también una loca.
Momentos después, Seiya los llevó en la parte trasera del templo, en donde los Elementales disfrutaron del cómodo sofá, ya no habían sentido esa comodidad desde hace tantos años.
— disculpen mis modales, de nuevo. — Seiya y los otros dos se acercaron con bebidas y aperitivos para sus invitados no invitados. — seguramente tendrán hambre por su largo viaje, así que les preparamos esto.
Los otros sonrieron cómplices, en realidad no fue un largo viaje que se diga que duró como tres dias, cuando en realidad sólo fueron como tres minutos.
— no hay problema, gracias.
— como sea, ¡Quiero presentarles a mis amigos! — los elementos dejaron de lado su comida para prestarle atención al alegre chico, este comenzó a señalar a cada uno. — al igual que yo, ellos también son caballeros. Él es Shiryu y él es Ikki.
— un gusto. — respondieron educadamente ambos, aunque ikki en realidad fue a fuerzas, a él no le agradaba tener extraños en el templo, pero lo aguantaba por ordenes de su diosa, además de que debía de seguir el juego.
— ¿Caballeros? — preguntó curioso el jinete.
— así es. ¿Y a que debemos su visita?
— venimos en busca de la Sacerdotisa de este templo.
— mhm, que lastima, acaba de irse. —Los espíritus estaban a nada de comenzar a desesperarse, sin embargo, Shiryu no se referían a que no volvería dentro de un siglo o más. — no pongan esa cara, en realidad fue a su paseo de todos los días.
— por cierto... ¿Donde están Shun y Hyoga? — cuestionó Seiya después de ver a varios lados en busca de los mencionados.
— fueron con ella.
— tienen unos nombres curiosos. — los tres caballeros observaron a la rubia. — puedo preguntar ¿de qué nacionalidad son ustedes?
— somos japoneses, excepto por Shiryu, él es chino.
— eso lo explica. — habló ahora Moana.
— y ustedes... — cauteloso el azabache observó a detalle a cada uno. — ¿qué son en realidad?
— somos los espíritus del bosque encantado. — respondió serena la platinada. — somos los Elementales representantes de la tierra...
— ¡yo soy la primer Elemental! — gritó rápido la rubia al ver la altaneria en su líder, no quería seguir teniendo mala impresión por su causa. — soy Rapunzel representante del elemento aire.
— soy la segunda elemental, Moana representante del elemento agua.
— soy el tercer elemental, Hiccup representante del elemento fuego.
— soy la cuarta elemental, Astrid representante del elemento tierra.
Los tres caballeros escuchaban atentos cada título.
— y yo soy la Quinto elemento. Líder elemental. — concluyó Elsa con la cabeza en alto con orgullo. Aunque el tono que usó y su expresión dejó mucho que desear para los otros tres.
Se observaron de reojo y fue Ikki quien sonrió burlón. Amaba los retos. — ¿y eso debería de impresionarnos? — La quinto apretó sus nudillos ante aquella falta de respeto hacia ella, pero el peliazul no la dejó continuar. Nunca le importaba la posición de los demás, para él seguían siendo la misma cosa. — nosotros también nos presentaremos adecuadamente. Yo soy un caballero de bronce, caballero del ave inmortal, Ikki de Fénix.
— soy un caballero de bronce, Shiryu caballero de Dragón.
— ¡y yo soy seiya, Caballero de Pegaso^^!
Ikki somató su palma en su rostro, todo iba bien para intimidar a los niños refinados, pero viene seiya y la regaba con su presentación poco seria. Definitivamente le daría una paliza después de esa reunión.
— ¡que increíble tener a alguien más que represente a los dragones! — sonrió la vikinga. Más que entusiasmada.
— ¿tú eres la cuarta Elemental?
— si... — respondió algo confundida por la pregunta de Dragón. ¿Qué no la había escuchado segundos antes?
— tenía entendido que eras pelirroja...
Aquel comentario creó un silencio incómodo, habían entendido que ya habían actualizado bien los rumores de la apariencia de la cuarta elemento, pero tal vez no lo hicieron y decidieron guardar en el libro a la verdadera elemental.
— es una historia que no puede contarse. — se atrevió a cortar la tensión el castaño al persivir la incomodidad en su novia.
Shiryu comprendió y ya no siguió preguntando, Ikki en cambio observó curioso al único chico que no se había presentado, y que sólo permanecía detrás de ellos.
— ¿y tú? — exclamó llamando la atención de los presentes. Jack volteó confuso, dándose cuenta de que era a él al que hablaban. — no te presentaste, ¿cuál es tu nombre?
— ¡oh! Soy Jack Frost, guardián de la diversión.
Seiya igual había sentido su malestar, mucho antes de ingresar al templo, y él no iba a dejar que alguien ande depresivo en su presencia.
— pues al ser guardian de la diversión no te ves tan alegre que digamos. — se acercó a él y lo abrazó por los hombros, tomando a jack por sorpresa. — ¡venga, sonríe! ¡Que la vida es una y hay que vivirla al máximo!
Jack empezó a reír al sentir las cosquillas que el castaño provocaba y procedió a hacerle lo mismo, ambos en una pequeña batalla de quien le hacia más cosquillas al otro, al final los dos terminaron tumbados en el suelo retorciendose de la risa. Por un momento Hiccup se había quedado serio al ver a ambos sonreirse.
— ¡hahaha! ¡Tú y yo seremos buenos amigos, Jack!
— eso te lo aseguro, Seiya.
La mayoría de los presentes veían sonrientes la escena, al fin veían una sonrisa verdadera de parte del guardián, pero habían dos que no lo disfrutaban, eran nada más que Elsa e Hiccup.
Ya había pasado tiempo y ahora todos disfrutaban de una buena plática, incluso Elsa se había relajado y contaba sus anécdotas a los tres caballeros. Fue entonces que dos hombres más aparecieron.
— ¿teníamos visitas? — cuestionó uno de ellos con curiosidad.
Los seis espíritus vieron igual a los otros dos, aunque más a aquel que tenía el cabello verde, se preguntaban si era natural o un tipo de hechizo, en cambio el otro era rubio.
— ¡amigos! — gritó Seiya separandose de Jack. — ¡que bueno que vinieron! Se los presento, ellos son los espíritus elementos del bosque encantado.
Los otros dos comprendieron y procedieron a presentarse. — soy Shun, caballero de andromeda. Un gusto.
— soy Hyoga, caballero del Cisne.
— un placer. — respondieron embobadas las chicas a ambos caballeros.
— oigan ¿ella no venía con ustedes? — refiriéndose a la Sacerdotisa. — ellos la buscan con urgencia.
— no te preocupes, esta hablando con los hermanos...
Seiya iba a hablar pero fue interrumpido, por lo que parecía ser el gruñido de un oso, los demás observaron, sus ojos se abrieron de sorpresa, no podían creerlo.
A ellos se acercaba una mujer con un vestido de nilo, pero venía acompañada de un oso gigante, un gran lobo y una gran águila calva, además de ciertos dragones, que aún no se habían aparecido, venían acompañándola.
Pero eso no era sorpresa, la verdadera impresión fue la mujer, cabello largo y chino de un color pelirrojo, piel lechoza y unos grandes ojos azules. Elsa tuvo que pellizcarse desesperadamente para comprobar de que fuera una pesadilla, pero era todo realidad, el único que casi suelta las lágrimas fue Jack al verla. Pero el resto estaba igual que Elsa, no querían más a esa traidora.
— ella es la Sacerdotisa...
Seiya se vio interrumpirdo. Sin que nadie se lo viera venir, una gran ventizca helada apareció de una forma brusca, había pasado demasiado rápido.
Elsa había llegado frente a la chica, y con su aura helada había tomado a esta del cuello. Apretaba con una gran fuerza mientras el hielo le helaba la garganta.
— ahora entiendo...
La chica gruñó por un momento, Elsa aumentó más su fuerza, observando molesta a su presa, la cual, no se molestaba en tomar sus manos para apartarla, estaba igual de sería, pero sin miedo hacia la platinado.
—— Todo esto es por vengarte... ¿no... Merida?
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