CAPÍTULO 2


Trampoline-SHAED

Como es de esperarse, llego tarde a clase. No he pegado ojo en toda la noche, casi siempre que me toca estar en el club luego me cuesta mucho dormir. Mi cuerpo y mi mente se sienten tremendamente acelerados y me es imposible relajarme. Es con algo que poco a poco estoy aprendiendo a lidiar.

Salgo corriendo de la cama y me pongo el primer sweater que encuentro en el armario junto con un par de jeans negros. Recojo mi pelo en un moño que pretende ser cool pero informal, y hago énfasis en pretende porque no estoy muy segura de parecer cool. Creo que más bien parezco una persona recién sacada del manicomio. Cojo mi bolso para clase, las llaves de mi coche y bajo las escaleras hacia la entrada principal lo más rápido que puedo.

—¿Otra vez llegando tarde, Katherine? —Dice mi padre a mis espaldas.

Ruedo los ojos sin que me vea y le rezo a todos los dioses que conozco para que la conversación no sea demasiado larga. No es que odie a mi padre, pero si le tengo un poco de rencor por arrastrarme a este mundo.

—Llegué tarde del club, supongo que no he escuchado la alarma.

—¿Voy a tener que contratar a alguien para que te levante, Katherine?

Bueno, no puedo garantizar que mi padre no me odie. Desde que pasó lo de mi madre, nuestra relación nunca ha vuelto a ser como era. No sé si es porque me culpa de algo o si es que no soporta que yo haya tomado su lugar. Cosa que sería ridícula ya que yo no quería este maldito trabajo que me quita mi tiempo y me roba toda mi vida. Me veo obligada a mentir, a tener una doble vida, a vivir fingiendo ser otra persona que no soy ¿Qué culpa tengo yo de que mamá se volviese una pirada?

—No hace falta. Intentaré estar más atenta la próxima vez. —Agarro con más fuerza las asas de mi bolso. —Por cierto, ¿Conoces a la familia Volkov?

—No me suena, ¿Por qué?

—Nada, simple curiosidad. —Noto que está apunto de añadir algo más pero lo corto. —Cosas del trabajo, papá. Me marcho.

Abro la puerta principal y salgo saltando las escaleras de la entrada de dos en dos, bajo la atenta mirada de mi padre. Llego hasta mi coche y me meto dentro de la seguridad que me da, he sentido los ojos de mi padre fulminarme la nuca. No debería haber mencionado nada, no me gusta que se meta en mis asuntos de trabajo puesto que los dos tenemos formas muy distintas de hacer las cosas. Sinceramente, no pondría la mano en el fuego por la inocencia de mi padre. A veces quiero ignorarlo y hacerme la ingenua, aunque sé que sus métodos para conseguir las cosas no son tan permisivos como los míos. Yo utilizo la astucia, el espionaje, el ingenio. Mientras que mi padre puede intentarlo, pero a la primera de cambio empieza a utilizar la violencia.

Meto la llave dentro del contacto y enciendo la radio, esperando que esta al menos me distraiga un poco. El trayecto desde mi casa hasta el campus universitario es de unos veinte minutos si no hay atasco en la carretera. Mientras espero a que el semáforo cambie a verde, recibo un mensaje al teléfono:

"¿Te guardo un sitio al fondo?"

El mensaje es de Cassie. Una de las pocas amigas que tengo en la universidad y en general si soy sincera. Tecleo rápidamente una respuesta y veo que tengo un segundo mensaje de la noche anterior que no he visto hasta ahora.

"Sin incidencias. El dinero de la caja de esta noche está en el primer cajón de tu escritorio. Bajo llave."

El semáforo se pone en verde y dejo el móvil caer encima del asiento del copiloto.

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Quince minutos después, estaciono mi coche en el parking del campus y salgo a toda prisa agarrando mi bolso. Hay algunas personas desperdigadas por el césped, pero en general hay poca gente deambulando ya que la mayoría están en sus respectivas clases. Me dirijo por los pasillos casi vacíos hasta el aula en la que se imparte Psicología Social y cuando llego me meto dentro haciendo el menor ruido posible. Cassie está en la última fila con el pelo rubio recogido en una coleta y un bolígrafo golpeando su boca, junto a ella mi asiento prometido. Me siento y le dedico una leve sonrisa mientras saco mi portátil y empiezo a coger apuntes.

Cassie me pasa un pequeño trozo de papel.

"El sábado. Fiesta en casa de Jules. Vienes?? Pls"

Escribo rápidamente una respuesta que sé que no le va a gustar. El sábado es el día más ajetreado en el club y no puedo permitirme faltar. Además, tengo unas reglas.

No voy a fiestas a excepción de una vez al mes, los motivos son dos muy concretos. En primer lugar, porque mi vida ya es una fiesta constante quiera o no, me veo arrastrada casi todas las noches a vestirme e irme al club donde la música absorbe hasta mis propios pensamientos y en segundo lugar, las fiestas universitarias cada semana son distintas, cada semana van personas distintas y no puedo arriesgarme a que alguien me reconozca aunque las posibilidades sean mínimas. Utilizo una peluca, maquillaje ostentoso y lentillas intentando distorsionar al máximo mi apariencia, pero siempre puede haber alguien demasiado observador. Aunque, como he dicho las posibilidades son mínimas ya que quien tuviese asuntos conmigo, lo último que haría sería comentarlo en la cena familiar.

Para mantener las apariencias y la amistad que nos une a Cass y a mí, una vez al mes la acompaño a alguna de esas fiestas pero el sábado no será ese día ya que el caso de la familia Volkov me tiene un tanto intrigada y quiero enfocarme ahora mismo en ello.

La clase acaba sin apenas darme cuenta.

—¿Te veo luego en la cafetería? —Dice Cassie antes de poner rumbo a su clase de biopsicología.
—Claro, ¿te guardo un trozo de tarta de chocolate?

—¡Por supuesto! Sabes que no soportaría la sesión de debate de esta tarde sin ella. —Me suelta un beso en la mejilla y se pierde entre la marea de gente que hay ahora mismo en los pasillos.

Por el contrario, yo no tengo nada más hasta la hora de la sesión de debate así que voy a la biblioteca para coger unos cuantos libros que me ayuden con una de mis optativas "Estudios feministas, de género y sexualidad"

La biblioteca está muy poco concurrida por no decir que casi solitaria. Me dirijo hacia la sección de libros sobre feminismo y empiezo a pasar los dedos por los lomos de varios de ellos observando con atención los títulos. No es hasta que saco uno de ellos de su sitio que alguien sin mostrarme su rostro, pasa un paquete amarillo que parece tener algunos documentos dentro. Intento ver quien ha sido, pero cuándo miro detrás de las estanterías, no hay rastro de nadie.

Me inquieto un poco, pero eso no me detiene, corro hacia una de las mesas de estudio y cerciorándome de que no hay nadie lo suficientemente cerca como para ver algo, saco los documentos que hay en su interior. Hay varios montones de documentos sujetos con clips, entre ellos lo que parece una pequeña carta.

"Mis más sinceras disculpas por no haberme presentado ante usted como requieren este tipo de negocios, pero ahora mismo me encuentro atendiendo negocios fuera del país y me es imposible estar allí en estos momentos. Espero que mi hijo Aiden no le haya supuesto molestias y le haya comunicado mis deseos de trabajar con usted señorita Araña. Con la intención de que considere mi oferta más seriamente le entrego estos documentos que espero que le faciliten la obtención de información valiosa sobre un socio potencial: Roy O'Kelly.

Le pediría que este mensaje sea eliminado una vez lo haya leído, por usted y por mí.

Un cordial saludo,

Nikolai Volkov."

Entre los papeles se encuentran algunos movimientos bancarios, la dirección de su residencia además de otros papeles que me informan de todos los bienes que son de su propiedad. Empezaría por mandar a alguien a que vigilara sus pasos, con quien se reúne y a donde va. Saco mi teléfono y escribo un mensaje para Dash:

"Necesito que vayas esta noche a mi casa, tengo que hacer un proyecto de Psicología Social"

Hacer un proyecto en nuestro idioma significa que tengo un encargo. Es peligroso comunicar cierto tipo de cosas por aquí. El señor Nikolai ha sido astuto al entregarme las cosas en mano, las tecnologías no son buenas amigas de este tipo de trabajo. Tengo buenos hackers de mi lado, pero lo mejor es que no haya ningún rastro.

Me levanto del asiento viendo que se acerca la hora del almuerzo así que me marcho a la cafetería. Jules, uno de los amigos de Cass, está sentado en una mesa en el centro de la cafetería y me hace señas con la mano para que me acerque y tome asiento. Jules es un chico bastante problemático y empiezo a sospechar que Cassie está coladita por él. No sé si apoyarla o regañarla por fijarse en tíos que le van a dejar el corazón hecho una bola de mierda pero bueno, ya somos mayorcitas las dos. Puedo llegar a comprender un poco a Cassie si me detengo a mirar a Jules. Tiene el pelo de un rubio apagado y recogido en una especie de "monito" bastante mono, sus ojos son de un tono parecido a la miel y no puedo negar que el condenado sabe como ganarse a las chicas. Desborda labia por todas partes. Claro que, eso hace que sea un mujeriego, de esos que casi todas las semanas organizan fiestas o va a ellas y no solo para disfrutar de la música.

—¡Hey! ¿Qué tal estás, Kath? —me sonríe. —Vendrás a mi fiesta, ¿Verdad?

—Siento darte malas noticias, pero no. Imposible. Esa noche tengo un compromiso con mi padre. —Miento. —Voy a por un trozo de tarta para Cass. Ahora vuelvo.

Me alejo y comienzo a hacer cola para recibir el almuerzo de hoy. Noto que en la cafetería hay más revuelo del normal, muchas chicas están lanzando risitas nerviosas y por un momento pienso que tengo un trozo de papel higiénico pegado al zapato porque no entiendo a que vienen tantas risitas.

Una vez tengo mi almuerzo vuelvo a la mesa en la que está Jules y ahora también Cass. Le tiendo el plato con el trozo de tarta y me siento dedicándole una sonrisa.

—¡Kath! ¿Te has enterado? —dice ella con demasiado entusiasmo. —Parece que ha llegado un chico nuevo al campus y está como un tren.

—Y es condenadamente rico como tú. —Añade Jules.

Le tiro una patata frita de mi plato a su estúpida cara y ruedo los ojos.

—Primero, no soy condenadamente rica. —él me mira incrédulo. —Bueno, dejemos ese tema. Segundo, seguro que no es para tanto.

Mastico lentamente un bocado de mi hamburguesa y noto como los ojos de Jules empiezan a mirar detrás de mi como si tuviese al mismísimo Yeti detrás.

—¿Estás segura de que no soy para tanto?

Me sobresalto y juro que casi muero asfixiada por un trozo de hamburguesa asesina. Me vuelvo lo más rápido que me permite mi dignidad y me encuentro de nuevo con esos ojos grises mirándome fijamente. Su aspecto parece distinto y claro que lo es. Ni rastro queda del chico pijo de anoche. Lleva una camiseta negra que deja ver sus brazos totalmente tatuados y musculados. Del cuello de la camiseta asoman finas líneas de tinta negra que sin duda me pasaron desapercibidas en el club. Ahora tiene un aire peligroso, no de niño mimado.

–Totalmente. —Me levanto para mirarlo mejor. También lleva unos jeans negros desgastados y unas botas que culminan del todo la imagen de fuckboy que tengo en mi mente —No veo nada que me impresione.

Ahora que no tengo mis tacones para competir en altura parezco sacada de la mismísima película de Minions. A duras penas mis ojos le llegan al pecho y madre mía, que pecho. Céntrate, Katherine. Recuerda que conoce tu secreto y estás justo en la cafetería de la universidad.

—Yo tampoco veo nada que me impresione puestos a ser sinceros. —Me lanza una sonrisita de superioridad que hace que me recorra una oleada de ira. —Creo que hasta mi prima de diez años está más desarrollada.

Cojo con toda la dignidad que tengo la bandeja de comida y me dirijo a la papelera más cercana para vaciar todo el contenido dentro. Siento que el me sigue con la mirada.

—Oye Cass, te veo luego en el debate. Tengo que hacer unas llamadas.

Ella me mira un poco preocupada. Es normal, acabo de volverme objetivo de crítica del chico nuevo. Chico que todas se mueren por hincarle el diente y que yo parezco haber convertido en mi grano en el culo permanente. Camino hasta la salida y deambulo por los pasillos dirección al baño más cercano.

—Espera. —Una mano fuerte me agarra del brazo. Aiden, que sorpresa. —¿Lo saben?

—¿Saben qué? —Pruebo a hacerme la tonta.

—Sabes perfectamente el que.

—No. —digo cortante. —Y me gustaría que siguiera así. Ahora suéltame si no es demasiada molestia para ti.

Sus ojos me siguen mirando, serios, impasibles. Me niego a dejarme impresionar así que le mantengo la mirada hasta que esta cambia a una mirada traviesa.

—¿Sabes? -se acerca a mi oído. —Me pones más pelirroja. Ahora pareces poquita cosa.

Me suelta del brazo y se larga sin darme la oportunidad de gritarle que es un puto cerdo. Porque lo es. ¿Qué cojones le pasa a ese tipo en la cabeza? ¿Quién se piensa que es? Su padre ha venido pidiendo mi ayuda ¿y ahora se piensa el superior a mí? Fulmino su espalda esperando que sienta una punzada de dolor en la nuca y se caiga al suelo muerto. Pero eso no va a pasar, esto no es una película de superpoderes.

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La sesión de debate transcurre sin incidencias, bajo la atenta mirada de Cass que se muere por preguntarme algo, lo noto. Estamos en el parking de camino a nuestros respectivos coches y suelta un largo y sonoro suspiro:

—Venga, que quieres decirme. —le digo. —Noto que quieres decirme algo desde que empezó el debate.

—¿Lo conoces? —Escupe.

—No.

—No lo parecía. —sonríe un poco. —¿Te lo has tirado?

—¿Qué? —Abro muchísimo los ojos. —¡No! ¡Joder! Lo he conocido por primera vez hoy, en serio.

Me mira como si estuviese sopesando si digo la verdad y acaba sacudiendo la cabeza.

—Te creo. Seguro que es el típico chulo que busca atención metiéndose con las chicas.

—¿Lo dudas acaso? —digo incrédula. —Todo en el dice "Hola, soy un estúpido que por tener ojos bonitos me creo que puedo abrirle las piernas a la que quiera"

—Bueno, yo no opondría resistencia. —Le golpeo en el hombro. —¿Qué? Kath, no hay que privarse de los pequeños placeres de la vida.

—Estás enferma, amiga.

Ambas nos despedimos antes de meternos en nuestros respectivos coches. Meto la llave dentro del contacto y arranco, rumbo de nuevo a casa. Llego rápido ya que a esta hora no hay mucho tráfico, corro a mi habitación y me dejo caer en la cama mientras reviso los mensajes en el teléfono. Dash no tardará en venir.

Me descalzo y voy hasta el terrario de mi habitación donde tengo a la Señorita Poppy ¿Quién es Poppy? Mi tarántula negra brasileña. No puedo considerarme una autentica Araña sino tengo una como animal de compañía. Meto la mano dentro y dejo que ella se suba a mis dedos despacio, estudiándome. Justo escucho a Dash subiendo las escaleras de casa así que me siento en la orilla de mi cama mientras Poppy me hace cosquillas con los pelitos de sus patas.

Dash pega no muy fuerte a la puerta de mi habitación, como si tuviese miedo a que esté dormida y me pueda despertar.

—Pasa.

—¿Qué es ese proyecto de Psicología Social? —dice cerrando la puerta a sus espaldas. —¿Qué necesitas?

—Quiero que le digas a Mitch que siga a Roy O'Kelly. Necesito que sea su maldita sombra. Quiero todos sus movimientos, incluso las paradas que hace para ir al baño.

Dash asiente y se queda de pie observando como mi mascota se pasea de una de mis manos a la otra y empieza a ascender por mi brazo.

—Nunca he llegado a comprender como no te da asco ese animal. —dice.

—No la escuches Poppy, es un iluso. —Me acerco al terrario y la deposito dentro de nuevo. —Hay cierta belleza en los animales que todos temen, Dash.

Me vuelvo y lo miro. Parece estar igual de cansado que yo. Por un momento, viéndolo ahí plantado en mi habitación, se me han pasado por la mente toda clase de pensamientos sucios. Hace mucho tiempo que el y yo no estamos en mi habitación de esa forma.

—Necesito algo más de ti. —Digo.

—Manda. —Noto cierta emoción en su voz. —¿Qué quieres?

—Necesito que reúnas toda la información posible sobre Nikolai Volkov.

Necesito estudiar también a este tal Nikolai. Si mi padre no ha mentido, no lo conoce. Yo tampoco he oído jamás hablar de el y mira que es difícil. Todos acabamos conociéndonos en este mundillo.

—¿Es el padre del niñito pijo?

Oh Dash, si vieras al niñito pijo hoy. No parecen ni la misma persona.

Asiento y un silencio se establece entre nosotros. Suele pasar más veces de las que me gustaría reconocer.

—Bueno, si no necesitas nada más, ya me marcho.

Vuelo a asentir y nos quedamos mirándonos fijamente. Creo que ambos pensamos en lo mismo. La última vez que el estuvo entre estas cuatro paredes las cosas eran jodidamente distintas. No estábamos aquí plantados en silencio con un odio flotando entre nosotros, estábamos ahí tirados en mi cama enredados en las sábanas. Muchas cosas han cambiado, sí, y no volverán a ser así.

Abre la puerta de mi habitación y vuelve a mirarme como si estuviese apunto de decir algo más, pero vuelve a juntar los labios así que solo le digo:

—Nos vemos luego en el club.

Asiente y cierra la puerta.

Me permito seguir un rato más holgazaneando en la cama hasta que veo que ya va siendo hora de que me meta en la ducha y comience con mi ritual antes de ir al club.

Quince minutos después estoy fuera de la ducha, secándome y alisándome el cabello antes de colocarme de la forma más pulcra y perfeccionista mi peluca. Escojo un vestido verde esmeralda que hace resaltar más la melena pelirroja y me pongo las lentillas que vuelven mis ojos de un color oscuro, negro. Me calzo unos tacones, recojo el bolso del mismo sitio donde lo dejé la noche anterior y me acerco de nuevo al terrario.

—Poppy, cuida la habitación eh, pequeña. —Le doy un golpecito al cristal. —Que no entre ninguna víbora.

Sin más salgo de mi habitación a por otra noche en el club que espero que sea más fructífera que la anterior. Esta noche es muy posible que haya algunos peces gordos y es la ocasión perfecta para intentar averiguar algo sobre Nikolai Volkov.

Y porque engañarme, también de su hijo Aiden Volkov.

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Hola a tod@s, espero que estéis genial!

Lo primero muchas gracias a las personitas que os habéis molestado en leerme y en dejarme mis primeros comentarios, os lo agradezco de corazón.

Espero que este capítulo os guste y os invite a seguir leyéndome cada domingo :)

Como siempre, estaré encantada de leer vuestras impresiones y vuestras críticas en comentarios. Os leo <3

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