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¿es curioso, no? Como la tecnología moderna es capáz de transformar a las personas a voluntad...
Un hombre de cincuenta años, por ejemplo, puede rejuvenecer a sus veinte; una mujer que sí está en sus veinte puede convertirse en una anciana; un obeso puede transformarse en delgado, un delgado en obeso, etc, etc, etc...
En internet, puedes ser quien quieras, puedes transformarte en quien quieras, moldear tu máscara y figura a voluntad.
Y ese es el principal problema cuando conoces a alguien por internet. ¿cómo saber quién está al otro lado de la pantalla? Podría ser un estafador, una mujer pedófilo, un asesino en serie, un violador... ¿cómo puedes llegar a confiar en alguien que no conoces?; o mejor dicho, ¿cómo puedes llegar a conocer a alguien en quien no confías?.
Ese es el dilema; ¿será esa persona realmente, o está utilizando una máscara? A decir verdad, es interesante.
El anonimato es lo divertido en sí; la intriga, el juego de traiciones, de engaños; el cómo puedes caer en los brazos de un mentiroso o convertirte en uno.
Y el descubrir a un mentiroso y presionarlo tanto como para que llegue a confesar la verdad, es el climax del juego; tu victoria si descubriste al mentiroso o tu derrota si alguien te descubrió.
Eso significan las aplicaciones de citas para mí; un juego, una diversión en dónde pongo a prueba mis habilidades de deducción y mis estrategias sociales, para atrapar a los enmascarados.
No soy hipócrita; yo también juego desde el anonimato, pero aún nadie me ha vencido. Al menos hasta ahora.
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