No Es Lo Que Parece
Hattori no estaba seguro de que es lo que había ocurrido. Todo había sido muy repentino. Junto a sus compañeros, había corrido en dirección a la salida del garage, en un intento de escapar de aquel lugar infernal. De repente, el sonido de un disparo se había oído a su espalda y él sintió que algo impactaba contra su muslo derecho, lo que le hizo perder el equilibrio y caer al suelo.
Shinichi tras verle tirado en el suelo, dejó a Hakuba con Kaito y corrió hasta él, sintiendo en la garganta una sensación de angustia que amenazaba con asfixiarle.
- ¡Hattori! - le llamó, mientras se agachaba a su lado, aliviado al ver que Heiji no estaba muerto.
Gimiendo por el dolor, Hattori llevó su mano al punto donde había sentido el impacto, notando que algo líquido estaba humedeciendo la tela del pantalón. Se miró la mano, y ésta estaba manchada de rojo. Sangre. Le habían disparado en la pierna.
- Maldición... Mi pierna... - se quejó el de Osaka mientras apretaba los dientes por el dolor.
- ¿Puedes levantarte?
- No creo que sea capaz... Marcharos y dejarme aquí. Sólo os retrasaré.
- ¡Idiota! ¿Cómo vamos a dejarte? ¡Nunca!, ¿me oyes?
Shinichi observó la mancha de sangre que se hacía más grande. En esas condiciones su amigo no podría correr.
Rápidamente su cerebro empezó a pensar en sus opciones, ¿podría él sólo llevar a Hattori?¿Tendría fuerzas suficientes?
Debía intentarlo. Reuniendo las fuerzas que le quedaban, tomó a su amigo del brazo y le incorporó, con intención de arrastrarlo si era necesario.
- ¡Cuidado Kudo! - oyó a Kaito.
Pero el aviso del mago llegó tarde. Como salido de la nada, la sombra de una persona se proyectó sobre Shinichi y con la culata de la pistola que llevaba, le golpeó en la cabeza. Llevándose la mano al lugar del golpe, el detective cayó al suelo al lado de Hattori, aturdido.
Kaito soltó una pequeña maldición, ¿por dónde había venido aquel indeseable que no le habían visto? Siempre parecía surgir de las sombras para crearles nuevas pesadillas, ahora que estaban tan cerca de escapar.
~~~~~~
La Detective Sato conducía su coche rojo velozmente por aquella carretera mal asfaltada. Era peligroso y ella lo sabía, pero sin embargo no levantaba el pie del acelerador. ¿La causa? su instinto le decía que era imprescindible que llegarán cuanto antes.
A su lado, el detective Takagi miraba con terror como su compañera daba volantazos, temiendo que perdiese el control en cualquier momento y se estrellaran en alguna cuneta.
En la parte de atrás, el Inspector Megure se sujetaba como podía al respaldo del asiento donde iba Takagi, sin atreverse a decirle a la policía que fuera más despacio.
Junto a ellos iba también Shiratori, que sujetaba como podía un portátil en sus rodillas, e iba leyéndole a sus compañeros los datos que había averiguado y que habían facilitado la ubicación del lugar donde eran retenidos los 4 muchachos
Detrás de ellos, una fila de unos seis coches policias, intentaban mantener su ritmo. En el más próximo iban el inspector Nakamori y Kogoro Mouri, pendientes del teléfono y de la explicación de Shiratori.
El detective había estado reunido con Nasaki Yomiko, director de la empresa de reparto de productos de jardineria Hachisunohana (flor de loto). Era la única empresa que contaba con furgonetas de color negro para que sus empleados realizasen entregas a domicilio. Según le había contado el señor Yomiko, hacía 6 meses que había tenido que despedir a uno de los repartidores a causa de que se había hallado involucrado en un caso de posesión sin licencia de especies exóticas peligrosas. Que le relacionasen con la empresa era una publicidad que no quería de ninguna manera.
- Es más - contaba en ese momento Shiratori - Yomiko estaba convencido de que ese hombre había sido el instigador que lo había organizado todo, pues en más de una ocasión había sido suspendido de trabajo y sueldo por algunos días como consecuencia de haberle sorprendido comercializando por cuenta propia con mascotas de muy variada índole. Aquí tengo su fotografía... Hizu Natsura, 40 años de edad, nacido en Kioto.
- Un momento - intervino el inspector Megure - ¿Confirmaste Shiratori que la furgoneta que se utilizó para secuestrar a los chicos provenía de esa empresa?
- Si. Acompañé al señor Yomiko a los garages donde suelen estar aparcadas. Eran del mismo modelo que la registrada como vehículo de los secuestros. De hecho faltaba una que, según el albarán de pedidos del día, no debería haber sido usada. El señor Yomiko contactó con la jefa coordinadora, Sakura Riku, encargada de llevar el control de la entrada y salida de vehículos. Después de que el señor Yomiko la interrogara agresivamente, la mujer confesó entre lagrimas que se había estado produciendo en los últimos meses la desaparición misteriosa de algunos vehículos. Pero todos aparecían intactos a la mañana siguiente. El negocio está atravesando una fase de crisis económica, y por miedo a ser despedida por negligencia, Riku no lo notificó a sus superiores.
- Eso quiere decir... - concluyó el inspector Nakamori - Que Natsura conservó su pase de trabajador de la compañía y que cada vez que secuestraba a un estudiante, robaba una de las furgonetas y tras cometer el crimen la devolvía antes de que alguien le viese.
- En efecto - confirmó Shiratori - Contrasté las fechas de desaparición de vehículos con las de los asesinatos, y coincidían. El hijo del propio Yomiko fue el primer desaparecido. De ahí su alta colaboración en la investigación.
- ¿Pero cómo está tan seguro que ese sujeto ha traido a esos mocosos a este lugar tan abandonado? - preguntó Kogoro, mareado a causa de los saltos y sacudidas que sufría el coche policial a causa del mal estado de la carretera.
- Todos los vehículos llevan incorporado desde hace unos días un rastreador gps. Yomiko no se lo había comunicado a nadie de la compañía aún. Al activarlo, la señal de la furgoneta robada hoy, mostraba una localización alrededor de esta zona.
- Sólo hay un edificio que cumpla las condiciones de tamaño que vimos en los planos hallados en la casa de Satsuke. - puntualizó Takagi - La vieja fábrica de juguetes, aquí, en la prefectura de Kanagawa.
~~~~~~
- ¡Vosotros!- llamó Natsura a Kaito y Hakuba, mientras apuntaba con la pistola a Shinichi y a Hattori que permanecían tirados en el suelo - Venir aquí también, y sentaros con vuestros amigos. ¡Ahora!
Kaito intentó pensar lo más rápido que pudo una manera de darle la vuelta a la situación. Miró a su alrededor en busca de algo que pudiera utilizar, cualquier cosa. Pero se hallaba bloqueado en ese momento, no se le ocurría ninguna idea genial.
- Es inutil, Kuroba - le susurró Hakuba mientras le daba un pequeño apretón en el hombro - Es mejor obedecer...
Aquel gesto sorprendió al mago. ¿Acaso había perdido su poker face de tal forma que al detective le había sido fácil leer en su rostro sus pensamientos? Y ese apretón, ¿había sido amistoso? ¿Desde cuando su relación había tornado de esa forma? Bueno, realmente si había un buen momento para dejar atrás viejas rivalidades, era ese, cuando un loco homicida estaba a punto de matarles.
Lentamente los dos se acercaron y se sentaron en el suelo, junto a Shinichi y Heiji.
- ¿Por qué no os quedasteis quietos en el agujero? ¿Por qué os negais a morir como leyendas? Me estaís obligando a mataros como perros... - se lamentó mientras cargaba la pistola y apuntaba a Heiji a la cabeza. Tanto Shinichi como Kaito y Saguru aguantaron la respiración - Ahora de nada os servirá esa estupida llave que encontrasteis. No sé cómo llegó hasta ahí, y lamento que el incompetente de Satsuke os mostrara dónde usarla... Podríais haber muerto rápidamente y sin ser conscientes de lo sucedido, ya que en 30 minutos todo éste lugar explotará por los aires. Pero ahora... tendré que hacerlo yo mismo.
Cuatro disparos retumbaron en el aire.
Kaito cerró los ojos al oír el primero. Luego oyó el segundo. Y el tercero. Y el cuarto... pero él no sintió nada. ¿Tan rápida había sido su muerte?
No.
No podía estar muerto.
Y estaba seguro de que no había recibido ninguna bala. Ya le habían disparado una vez, en aquella ocasión en que protegió a Jodie Hopper de la Organización que mató a su padre, y recordaba perfectamente el dolor que experimentó.
Con precaución abrió los ojos y lo que vió le dejo paralizado por la sorpresa.
Hizu Natsura yacía muerto en el suelo a pocos metros de ellos. En su cuerpo podía verse que había recibido varios disparos. Miró a su alrededor y comprobó que ninguno de los detectives había recibido herida alguna tampoco. Estaban vivos de milagro. Shinichi estaba girado y miraba en dirección opuesta, muy serio, lo que provocó que él también se girase.
Un hombre, de unos 56 años de edad, se acercaba a ellos a paso rápido. Vestía traje de chaqueta azul marino. Su aspecto era robusto, lo que hacía que al intentar andar rápido sudase en exceso, y sus ojos marrones mostraban seguridad. En su mano derecha empuñaba un revolver que aún humeaba. El arma que había matado a su secuestrador.
- ¿Estaís bien, chicos? - les preguntó. Ninguno respondió. Sólo le observaban. - No teneís que tener miedo. Soy de la policia de Tokio. Estaís a salvo por fin.
Con su mano libre, sacó una placa de la prefectura de Tokio que les mostró.
A lo lejos, se oyó la sirena de varios coches patrulla acercándose.
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