¿De Verdad Ya Terminó Todo?
Con un crujido de los neumáticos, y un pequeño derrape sobre aquel terreno pedregoso, el coche de la detective Sato fue frenando hasta detenerse completamente delante de lo que antaño había sido la fábrica de juguetes de Kanagawa. Conforme los demás coches policiales que les seguían fueron llegando, los agentes que los ocupaban fueron desplegándose alrededor del edificio manteniendo la posición de alerta y listos para penetrar en el lugar a una orden de sus superiores.
Rápidamente, Nakamori dió unas cuantas ordenes a sus hombres y, junto a Kogoro que le acompañaba, se unieron a Megure, Sato, Takagi y Shiratori que contemplaban la imponente edificación que se alzaba ante ellos. En su día debió ser un lugar muy prolífero. El núcleo de la economía de la región. Pero hoy día se encontraba completamente abandonado y con un deterioro muy notable. Megure empezó a tener dudas de que, si realmente Kudo y los demás estaban ahí dentro, les pudieran encontrar facilmente.
- ¿Y ahora? - rompió el silencio Kogoro - ¿cómo sabremos en que parte del edificio están los chicos? Si mal no recuerdo, éste sitio tiene dos plantas subterráneas.
Empuñando sus pistolas por precaución, Sato y Takagi se acercaron a la entrada principal e inspeccionaron la puerta. Pero ésta se hallaba cegada con maderas clavadas, así como las ventanas. Imposible entrar por ahí. Comenzaron a bordear el lugar, en busca de un modo de penetrar en su interior.
Un temblor de tierra se produjo en ese momento, seguido unos segundos más tarde por varios más.
- ¿Qué ha sido eso? ¿Un terremoto? - preguntó preocupado Takagi.
- No, no ha debido ser eso... - comentó Shiratori mientras daba un vistazo al valle que se prolongaba detrás de ellos - parece que sólo se ha visto afectado éste punto. Ha sido dentro del edificio.
Aquello alarmó a los detectives, ¿qué es lo que había ocurrido? ¿algún tipo de derrumbe en las salas secundarias?
- ¡Inspector! - llamó uno de los agentes de Nakamori - ¡Sale humo de este lado, señor! ¡Parece un incendio!
- ¡Toda la planta baja está en llamas! - alertaron varios hombres más.
- ¡Detective Sato! - oyeron a otro policia - ¡Aquí, parece que hay supervivientes!
Sin perder ni un segundo, todos corrieron en la dirección que había indicado el agente. Era en la parte de atrás de la fábrica.
En ese momento, un coche de policia llegó al lugar y dos personas que se hallaban en el, contemplaron horrorizadas como las llamas comenzaban a devorar toda la estructura del edificio.
~~~~~~
Aquel hombre, que se había presentado como policía, se agachó a inspeccionar la herida de Hattori.
- Bueno, esto tiene mala pinta... Pero vamos a tener que hacer un esfuerzo para levantarnos, ¿vale chico?.
- ¿Cómo sabía que estábamos aquí? - preguntó Hattori.
También Shinichi se hacía la misma pregunta. Junto a Kaito, se habían puesto en pie ambos, manteniéndose en alerta por si era necesario saltar sobre aquel sujeto.
- Ya os lo he dicho. Soy el teniente Kei Tsukiya, de la policía de Tokio. Oí lo de la investigación policial por vuestro secuestro y me encontraba casualmente por la zona. Deberíais darme las gracias por haberos salvado la vida, y no interrogarme en cambio.
- Tiene razón - dijo Hakuba, mirando de forma crítica a Shinichi y a Kaito. Con su tono más correcto se dirigió a Tsukiya - Gracias por acudir en nuestra ayuda.
Un ruido similar a una explosión se oyó en aquel momento, provocando un temblor de tierra. Apenas sin darles tiempo a reaccionar, unos segundos más tarde se oyeron varias más encadenadas, en diferentes secciones, lo que provocó que parte de los cimientos del edificio comenzaran a agrietarse y a amenazar con venirse abajo.
- No han podido ser los explosivos - murmuró Kaito asustado - Dijo que las detonaciones serían en 30 minutos.
Un denso humo comenzó a llegar hasta ellos, a causa del gran incendio que se había declarado en las salas subterráneas, resultado de las explosiones.
- Te dire un secreto, muchacho... - le respondió Tsukiya, mientras cargaba a Heiji como si fuera un saco de patatas. A pesar de su aspecto físico, tenía más fuerza de lo que aparentaba - Nunca creas a un asesino.
Cubriéndose la nariz para evitar el humo, se apresuraron en dirigirse hacia las puertas de salida. En cuanto los dos detectives y el mago sintieron el aire fresco de la mañana en sus rostros, y sus pies pisaron las piedrecitas del camino, se dejaron caer al suelo completamente agotados. Asegurándose de que los chicos estaban bien, Tsukiya depositó a Hattori junto a sus compañeros.
El sonido de muchas pisadas acercándose a donde estaban, les hizo ponerse en alerta. Mitad sorpresa, mitad alegría, fue lo que experimentaron al ver que quienes llegaban eran los miembros de la policia metropolitana de Tokio.
Por fin había terminado aquella noche de pesadilla.
~~~~~~
Ran temblaba de miedo al ver la gravedad del incendio. No podía ser que Shinichi se hallase allí, su mente se negaba a creerlo. A su lado, Aoko sollozaba mientras se tapaba los ojos con las manos.
Unos policías pasaron corriendo a su lado.
- ¡Rápido, una ambulancia! - andaba diciendo uno de ellos - ¡Hay dos muchachos heridos!
- ¡Esperen! ¿Qué muchachos? - Pero los policías ignoraron a Ran por completo y se alejaron - ¿Escuchaste eso, Aoko?
- ¿Crees que se traten de...?
- Vayamos a averiguar.
Las dos chicas corrieron en la dirección en la que los policías habían venido. Uno de los hombres del inspector Nakamori reconoció a Aoko e intentó detenerlas, pues la zona estaba siendo cortada por el peligro que suponía estar allí a causa de que se les había notificado que podía haber especies animales no registradas huyendo del incendio. Pero se libraron de él. Sólo pararon su carrera cuando ante ellas apareció un grupo de personas, que avanzaban en su dirección.
Eran los detectives Shiratori y Takagi que venían ayudando a caminar a Hattori y Hakuba respectivamente. Detrás de ellos iba el inspector Megure y la detective Sato hablando con un hombre que no reconocieron. Cerrando la marcha, iban Kogoro y Nakamori y con ellos...
- Shinichi... ¡Shinichi! - exclamó Ran sintiendo que su corazón estallaba de felicidad y corría a abrazar a su novio.
- Ay, cuidado Ran - se quejó el detective, ya que la chica justo le había tocado en las zonas donde estaba lleno de magulladuras.
- Lo siento, ¿estás bien?
- Si, no te preocupes, estoy bien. - la tranquilizó Shinichi con una tierna sonrisa. Había habido momentos en que temió no volver a ver su rostro. Pero eso ya quedaba atrás.
Aoko se acercó a Kaito.
- Ya sabía yo que estarías bien. A los tontos nunca les pasa nada - le dijo al mago.
- Hey hey - Kaito no se lo podía creer. ¿De verdad eso era lo único que le iba a decir Aoko?
- Afortunadamente, todo ha acabado bien. Gracias a ti Tsukiya, se ha puesto fin a una ola de crímenes. Te mereces una recompensa. - comentaba Megure muy animado.
- No es nada. Sólo cumplía con mi deber. Ahora si me perdonais. Deje mi coche al otro lado, para poder acercarme sin ser visto. Os veré en la comisaría para el informe...
Tsukiya comenzó a marcharse en dirección opuesta, mientras sacaba un pañuelo del bolsillo para secarse el sudor. Aoko se fijó en que al hacer esto, unos discos se le cayeron al suelo.
- Señor Tsukiya. Se le han caído estos discos... - le llamó mientras se agachaba a cogerlos - ¿Por qué en este pone el nombre de Kaito? Y en este otro el de Hakuba...
- AAAH no es nada... Trae aquí, niña.
Al apartar de un empujón a Aoko para coger él los discos, parte de la manga de la chaqueta se le levantó, dejando al descubierto un curioso tatuaje. Shinichi, que se había detenido a mirar tras oír a Aoko llamar a Tsukiya, palideció al fijarse en el dibujo.
- ¡Nakamori, apartate de él! ¡Es uno de los secuestradores!
Todos se quedaron paralizados al oír la acusación de Shinichi.
- Pero que dices, chico... Te estás equivocando... - Tsukiya parecía nervioso.
- Fuiste tú. Tú conducías la furgoneta que me persiguió, el que me inyectó después el sedante para dormirme. En ese momento se te subió la manga de la chaqueta y ví el mismo tatuaje.
Aoko empezó a retroceder, asustada. Pero Tsukiya la cogió de un brazo, y retorciendoselo hacia atrás, la acerco de nuevo a él, a la vez que con su mano libre sacaba de otro bolsillo una jeringuilla con un líquido amarillento que apoyó en su cuello.
- ¡Kyyyaaa! - gritó la chica por el dolor.
- ¡Aoko! - gritaron a la vez Nakamori y Kaito.
- No os movais. Esto de aquí es veneno de Habus. Tres gotas son suficientes para paralizar y matar lentamente a una persona... Aquí hay 10. Imaginar lo que le sucederá si se lo inyectó.
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