¡Un dragon!
No había podido ver casi a Jimin desde ayer y hoy era la noche del dichoso baile. Ansiaba ver el rostro de mi padre cuando le diera su gran sorpresa.
-Hijo, es hora de que la familia real baje. Tu padre y yo te estamos esperando -anunció mi padre, Félix, desde afuera de la puerta.
-Está bien, padre. Espérenme en las escaleras -respondí, tratando de contener mi emoción.
-Está bien, hijo. Te esperaremos -dijo mi padre, dirigiéndose hacia las escaleras por donde bajaríamos.
Sonreí, salí de mis aposentos y fui por Jimin. Abrí la puerta encontrándome con él. Sus hermosos ojos parecían estrellas y ese traje verde agua, a juego con el mío, lucía hermoso, resaltando su figura.
-¿Estás listo? -le pregunté, admirando su belleza.
-Sí, príncipe heredero -respondió Jimin, con una sonrisa tímida.
-Entonces, vamos -dije, ofreciéndole mi brazo. Empezamos a caminar juntos hasta llegar a las escaleras.
-Hijo, tal vez has olvidado las etiquetas, pero solo la familia real baja por aquí -dijo mi padre, el emperador consorte, con un tono de reproche.
-Y Jimin es miembro de la familia real, padre -respondí con firmeza.
-¿Cómo va a ser miembro de la familia real? ¿De qué estás hablando? -preguntó mi padre, sorprendido.
-Esta era mi sorpresa para ti, pero bajemos. Pronto tendrás los detalles -dije, con una sonrisa misteriosa.
-¡Min Yoongi! -exclamó Felix, su voz llena de sorpresa y confusión.
-Felix, por favor, hay muchos invitados importantes a la espera de la familia imperial. Bajemos y que Yoongi aclare esta situación -dijo Hyunjin, intentando mediar en la tensa situación.
-Está bien, Hyunjin -respondió Felix, aunque su expresión mostraba que aún estaba desconcertado.
Todos comenzamos a bajar por las escaleras, y no tardó en escucharse el asombro de los invitados, que, aunque inclinados, no podían ocultar su sorpresa.
-Han de preguntarse por qué, si este baile es para elegir un consorte, he bajado con Jimin. Y es que me he casado hace doce días. Ahora, Jimin de la familia Park será un Min -anunció Yoongi, con voz firme y clara.
Apreté la mano de Hyunjin, tratando de controlar mi ira, pero no pude fingir más mi sonrisa. A pesar de mi enojo, sabía que no era el momento de enfrentar a mi hijo.
-Hoy coronaremos a Jimin como príncipe consorte -continuó Yoongi, sin titubear.
-Príncipe heredero, pero... ¿y la transformación del príncipe consorte? Todos tenemos curiosidad -preguntó un invitado, reflejando la inquietud general.
-Luego de la coronación se la mostraremos -respondió Yoongi, con una sonrisa enigmática.
Miré a Yoongi con nerviosismo. Él sabe que yo no puedo transformarme...
-Ahora, secretario, traiga la corona y empiece la ceremonia -ordenó Yoongi, con autoridad.
Un plebeyo traía en sus manos la corona, acompañado del secretario, quien también llevaba una capa negra con bordados de hilos de oro que formaban dos dragones entrelazados. Yo no podía entender nada, mucho menos cómo Yoongi afirmaba que yo me transformaría. ¿Cómo haré eso?
-Príncipe consorte Jimin, arrodíllese, por favor -dijo el secretario con voz solemne.
Accedí a arrodillarme, sintiendo el peso de las miradas de todos los presentes.
-Esta corona se le entrega como símbolo del imperio y ponemos en sus manos la continuidad del mismo, para que proteja y cuide al pueblo -continuó el secretario, colocando la corona sobre mi cabeza.
Al terminar, todos aplaudieron y comenzaron a salir para ver mi transformación. Me acerqué a Yoongi y le susurré:
-No puedo, Yoongi. No puedo hacerlo.
-Vamos, Jimin, tú sí puedes -respondió Yoongi, con una confianza que yo no sentía.
-Ya te dije que no puedo. ¿Haces esto para avergonzarme? -pregunté, sintiendo la desesperación crecer dentro de mí.
Felix se acercó a nosotros, con el rostro lleno de preocupación.
-Para con esto, Yoongi. Avergonzarás a Jimin frente a todos. Él no puede transformarse -dijo Felix, tratando de mediar.
-Sí puede, y lo demostrará aquí ante todos -respondió Yoongi, con una firmeza inquebrantable.
De repente, Yoongi se transformó en un dragón, escupiendo fuego sobre mi cuerpo. Sentí un dolor intenso mientras mi piel comenzaba a quemarse, pero luego, algo increíble sucedió. Mi cuerpo empezó a transformarse, dejando salir a un dragón blanco.
-¡Jimin es un dragón! ¿Pero cómo? -exclamó Hyunjin, con los ojos muy abiertos por la sorpresa.
-No lo sé, Hyunjin, pero me da paz no haber quedado avergonzados -dije, riendo por el asombro que tenían todos. La verdad, me sentí orgulloso de que Jimin fuera un dragón blanco como yo.
-¡Esperen un momento! -dijo Jungkook, molesto e indignado-. Esto no es posible, esto debe ser algún truco.
Todos quedaron en silencio, expectantes.
-¿De qué hablas, Jungkook? ¿Llamas a la familia imperial falsa? -preguntó Félix, con un tono peligroso.
-Jimin nunca se ha podido transformar. ¿Cómo es posible que se transforme ahora? Nos quieren engañar -acusó Jungkook, con furia en sus ojos.
Slap. Sonó la bofetada que Félix le dio a Jungkook, con tanta fuerza que lo hizo caer al suelo.
-¿Cómo te atreves? ¡Insolente! -gritó Félix, con el rostro encendido de ira.
-Alteza, pero si usted odiaba a Jimin -dije, confundido por su reacción.
-Sí, admito que Jimin no era de mi agrado, pero ahora es el príncipe consorte y no permitiré que nadie se burle de él o lo ofenda, porque ahora es un miembro de la familia imperial. Ahora, retírate de nuestra celebración -ordené con firmeza.
Me levanté del piso con la poca dignidad que me quedaba, pero esto no va a quedarse así, pensé mientras me alejaba, con la determinación de descubrir la verdad.
-Lleven cobijas al príncipe heredero y su consorte. Ya saben dónde ponerlas -ordenó Félix.
Jimin y yo volvimos a nuestra forma humana, y Jimin me abrazó con fuerza.
-¿Qué fue eso? ¿Cómo me transformé? -pregunté, sintiendo aún asombro.
-Luego te explicaré, Jimin. Por ahora, regresemos a la celebración.
-Yoongi, perdóname por creer que querías avergonzarme -lo dije con un tono de arrepentimiento.
-No te preocupes, Jimin. Yo también hubiese reaccionado igual. Ahora vamos, que seguramente todos nos esperan -le dije, sonriendo.
Al regresar, mis padres corrieron a abrazarme.
-¡Hijo, eres un majestuoso dragón! -exclamó mi padre, con orgullo.
-Sí, así parece -dije, aún emocionado por lo que había sucedido.
-Hijo, ¿crees que podamos hablar antes de que tengamos que partir? -preguntó mi padre, con seriedad.
-Sí, sí podemos -respondí, asintiendo.
Miraba a los padres de Jimin hablar con él, y mi mandíbula se tensó.
-¿Qué pasa, Yoongi? -preguntó mi padre, Hyunjin, notando mi incomodidad.
-Que los padres de Jimin pueden arruinarlo todo -respondí, con preocupación.
-¿De qué hablas? -preguntó mi padre, frunciendo el ceño.
-Yo me entiendo, padre -dije, tratando de mantener la calma.
-Padres, permítanme ir a vestirme y luego hablaremos.
Alejándome de mi padre, el emperador, y acercándome a Jimin, dije: -Suegros, veo que han venido -noté cómo ambos se pusieron nerviosos con mi presencia y hice una reverencia.
-Príncipe heredero -respondieron, inclinándose respetuosamente.
-Príncipe consorte, vamos a vestirnos para la celebración -dije, dirigiéndome a Jimin.
Asentí, pero no pasó desapercibido para mí que mis padres se habían puesto nerviosos con la presencia de Yoongi. ¿Por qué, si la última vez no había sido así?
Nos dirigimos a nuestros aposentos para cambiarnos. Mientras caminábamos, no pude evitar preguntarme qué podría haber causado ese cambio en la actitud de mis padres. Algo no estaba bien.
-Jimin, te noto pensativo -dije, estando en sus aposentos.
-No es nada, solo que mis padres hablaban conmigo normalmente y, cuando llegaste, su actitud cambió.
-Tal vez no me quieran para ti.
-No lo sé. De todas formas, ahora somos esposos y es ilógico que tomen esa postura. De igual manera, cuando hable con ellos, preguntaré qué pasa.
-Está bien, Jimin.
-Bueno, yo ya terminé. Iré con mis padres.
Sujeté la mano de Jimin, jalándolo y pegándolo a mi cuerpo.
-¿Sabes qué? Te amo.
-Sí, y yo te amo a ti -respondí con una sonrisa. Le di un corto beso y me fui para encontrarme con mis padres. Al llegar al gran salón, pregunté:
-¿Y los reyes Park?
-Me temo que se han ido por temas relacionados con Jungkook -respondió un sirviente, con una leve inclinación.
-Pero... ellos... Bueno, no importa -dije, tratando de ocultar mi decepción.
-Príncipe heredero, ya hemos hecho que los reyes Park se vayan -informó uno de los guardias, inclinándose respetuosamente.
-¿Alguien se dio cuenta? -pregunté, con una mirada intensa.
-No, alteza, todo fue en calma y no pusieron objeción -respondió el guardia, con firmeza.
-¡Perfecto! A partir de ahora, cualquier carta o correspondencia para Jimin debe ser primero entregada a mí, ¿entendido? Y también quiero que mantengan a los reyes Park vigilados, ¿entendido? -ordené, asegurándome de que no hubiera margen de error.
-Sí, alteza -respondió el guardia, asintiendo.
-Retírate -dije, con un gesto de la mano. El guardia se retiró rápidamente.
Me quedé solo por un momento, reflexionando sobre lo que acababa de suceder. Muy bien, ahora que Jimin es mío, nadie lo apartará de mí, pensé con determinación. Salí y miré alrededor del gran salón, observando a los invitados que seguían disfrutando de la celebración, ajenos a las tensiones que se desarrollaban en las sombras.
El ambiente estaba lleno de música suave y risas, con los nobles conversando y brindando por la reciente coronación. Las luces de los candelabros brillaban, reflejándose en las joyas y adornos de los asistentes, creando un espectáculo deslumbrante.
Me dirigí hacia Jimin, que estaba conversando con algunos invitados. Al verme, sus ojos se iluminaron y una sonrisa apareció en su rostro. Me acerqué y tomé su mano, sintiendo la calidez de su piel.
-¿Todo bien? -preguntó Jimin, con una mirada curiosa.
-Sí, todo está bien -respondí, apretando suavemente su mano-. Vamos a disfrutar de la celebración.
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