Reencuentro

El tiempo había pasado tan rápido que no podía creerlo. Cada año, y cada vez que tenía una oportunidad, enviaba cartas a Jimin y hermosas joyas para que supiera que mi corazón y mis sentimientos estaban comprometidos con él. Sin embargo, nunca recibía respuesta de él. La incertidumbre y la espera se convertían en una carga pesada en mi corazón; sin poder soportarlo más, decidí hablar con mi padre, Félix. Con el corazón latiendo con fuerza, me dirigí a su despacho real. Sin titubear, le dije con determinación:

—Padre, tengo dieciséis años y quiero tomar por esposo a Jimin.

Mi padre me miró con una mezcla de sorpresa y orgullo. Después de un momento de silencio, su rostro se iluminó con una sonrisa cálida y dijo:

—¡Sí! No sabes lo feliz que me haces. Tienes tan buen gusto como yo, y es que en ese jovencito vi a mi futuro reemplazo. Hablaremos con Hyunjin; estoy seguro de que él nos apoyará.

Caminé junto a mi padre, Félix, hacia el despacho de mi otro padre, Hyunjin. Al entrar, lo encontramos absorto en la lectura de algunas reformas.

—Amor, he venido a hablarte sobre los sentimientos de nuestro hijo —dije, rompiendo el silencio.

Hyunjin levantó la vista, sorprendido.

—¿Sentimientos? —preguntó, frunciendo el ceño.

—Sí, él me ha manifestado que quiere casarse con el joven Park Jimin, y yo lo apoyo —respondí con firmeza.

El rostro de Hyunjin se endureció al voltear a ver a Yoongi.

—No, Yoongi, tendrás que poner los ojos en alguien más —dijo con voz autoritaria.

Sentí un nudo en la garganta, pero no podía rendirme. —No, papá, no quiero a nadie más. Yo quiero a Jimin. Él y yo hicimos una promesa —respondí con determinación, con mis ojos llenos de lágrimas contenidas.

Suspiré profundamente antes de hablar. —Hijo, el león blanco Namjoon me ha pedido que asistamos a su boda con Jimin.

Sentí que mi mundo se tambaleó. No podía ser cierto. —No, papá, eso no es posible —repliqué, con mi voz temblando—. Él dijo que si al crecer aún me gustaba, se casaría conmigo. Yo prometí guardar mis sentimientos para él. Debe haber una equivocación; tal vez Jimin no sabe lo que Namjoon planea.

Felix, siempre el mediador, intervino con una propuesta.

—¿Qué tal si vamos personalmente a aclarar esta situación? —sugerí, usando una voz calmada pero firme.

—Sí, papá, quisiera hacerlo de ese modo. Yo sé que si hablo con Jimin, lo haré cambiar de opinión.

Suspiré resignado pero comprensivo de la situación—Está bien, pero yo en esta ocasión no puedo acompañarlos. Vayan ustedes, pero les ruego que no armen un conflicto innecesario. Hijo, si no es Jimin, será otro; existen jóvenes nobles de otras buenas familias —dije, tratando de ofrecer consuelo en caso de que mi hijo vaya en busca de alguien que lo rechace.

Yo no voy a aceptar esa posibilidad.— Miré a mi padre con firmeza—A mí me interesa solo él, y así como tú no renunciaste a mi padre Félix, yo no renunciaré a Jimin —respondí con convicción.

Asentí, apoyándome en mi hijo con una sonrisa alentadora. Amo su determinación y pasión —Entonces, partiremos de inmediato. Vamos a aclarar esta situación —dije con determinación.

Vi salir a ambos de mi despacho y me levanté de mi silla, caminando lentamente hacia la ventana. Inhalé profundamente y exhalé con pesadez, tratando de calmar la tormenta de pensamientos en mi mente. Ambos tienen ese temperamento que me angustia; son tan determinados y obsesivos que no sé hasta dónde pueden llegar.

Observé el horizonte, sintiendo el peso de mis responsabilidades sobre mis hombros. Tal vez sería mejor si yo fuera con ellos, pero tengo tantas obligaciones que no puedo desatender. Tendré que confiar en ellos y pedirle a los ancestros que no permitan que pase nada malo.

Con una última mirada al cielo, cerré los ojos y murmuré una oración silenciosa, esperando que la sabiduría y la protección de los ancestros guíen a mi esposo y a mi hijo.

Jimin y Namjoon

Namjoon, si no tienes intenciones serias conmigo, por favor, dímelo. Cada vez que escucho a alguien hablar de ti, de lo apuesto, soltero y coqueto que eres, mi corazón se rompe un poco más. Todos te llaman “el león blanco”, pero algunos dicen que deberían llamarte “el picaflor” por tu naturaleza coqueta. Hemos sido amigos desde la infancia, y hace tres años me confesaste que te parecía atractivo y que tenías sentimientos por mí, pero desde entonces no ha habido nada más. ¿Qué debo hacer?


Namjoon me miró con una mezcla de sorpresa y seriedad.

—¿Puedes dejarme hablar? Jimin, yo he pedido al emperador que no solo asista a nuestra boda para darnos su bendición, sino que nos case.

Mi corazón dio un vuelco. —Pero Namjoon, tú no me has pedido matrimonio ni me has cortejado —respondí, tratando de entender sus palabras.

Suspiré, acercándome un poco más a él. —Lo sé, pero ya tengo veintidós años y tú dieciocho. ¿Para qué esperar más? Y lo del cortejo, creo que hemos tenido suficiente de eso; somos amigos desde que naciste.

Siento una mezcla de emociones abrumadoras. Por un lado, estoy feliz de que Namjoon quiera casarse conmigo, pero por otro, me duele que no siga las tradiciones del cortejo. No está llevando a cualquier noble, pero no seré exigente porque no quiero perder al único hombre que ha llenado mi corazón. —Bueno, está bien, entonces nos casaremos, pero deberás pedirle oficialmente la mano a mis padres.

—Pero por supuesto, incluso hoy he pensado en hacer la propuesta a tu padre. Es por eso que mis padres me han acompañado —dijo Namjoon con una sonrisa segura.

—¿Tus palabras son sinceras? —pregunté, queriendo asegurarme de que esto no fuese un sueño.

—Ven, vayamos con tu padre y verás que todo lo que digo es cierto —respondí, tomando su mano con firmeza.

Fuimos juntos al despacho de mi padre, quien me miró con una cara de preocupación. No pude evitar preguntar:

—¿Padre, ocurre algo?

—No, hijo, pero esperaba un cortejo de parte tuya. Namjoon, mi hijo, Jimin es una joya preciosa para mí y su reino, un príncipe de buenos modales y gran corazón. Saltarse el cortejo puede dar la impresión de que has faltado al respeto a mi hijo y que se deben casar rápidamente para ocultar algo. ¿Y no es así, verdad? —dijo mi padre, con una mirada penetrante.

—¡Padre! —exclamé, avergonzado—. Yo sigo como me han traído al mundo.

Namjoon, con una expresión seria y respetuosa, se inclinó ligeramente.

—Perdóneme, Rey Park, pero le puedo jurar que jamás le he faltado el respeto a Jimin. Mis intenciones son puras y sinceras. He venido hoy con mis padres para pedir formalmente la mano de Jimin y demostrar mi compromiso y amor por él.

Mi padre observó a Namjoon por un momento antes de asentir lentamente.

—Muy bien, Namjoon. Aprecio tu sinceridad y tu respeto por nuestras tradiciones. Espero que ambos puedan encontrar la felicidad juntos. Empecemos a planear la boda.

Me emocioné al ver la sonrisa aprobadora de mi padre, aparte de alivio y alegría.


—Padre, ¿por qué no podemos ir volando? Llegaríamos más rápido. Si vamos en carruaje, tardaremos cuatro días en llegar —pregunté, con un tono de impaciencia.

—Yoongi, hijo, a mí también me gustaría ir de ese modo, pero si volamos lejos de la capital de nuestro imperio, entonces algunos reinos pueden creer que estamos declarando la guerra abiertamente, lo que traería muchos conflictos, ya que este viaje se ha hecho de imprevisto —expliqué con calma.

Suavicé mi voz, entendiendo nuestra posición y las implicaciones de nuestras acciones.

—Está bien, comprendo, padre —respondí, resignado pero más tranquilo.

Golpeé el carruaje ligeramente, haciendo que empezara a andar. Mientras nos alejábamos, miré hacia el horizonte, sabiendo que cada kilómetro recorrido nos acercaba más a la posibilidad de cumplir la promesa que Jimin y yo habíamos hecho.

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