Plan

—Príncipe Min, bájeme, por favor. Mire cómo todos nos están observando —dijo Jimin, con un tono de voz tembloroso y la mirada fija en el suelo.

Bajé a Jimin en mis aposentos y lo puse sobre mi cama.

—¿Por qué me ha traído aquí? —preguntó Jimin, levantando la vista con una mezcla de confusión y desafío en sus ojos.

—Porque no te dejaría irte con ese Junghwan, que parece un buitre buscando qué comer —respondí, mi voz firme pero cargada de celos.

—¿Pero a usted qué le importa si me ha dejado en claro que no me ama y que quiere el divorcio? —replicó Jimin, su voz quebrándose al final.

Acorté la distancia con Jimin, sintiendo el latido acelerado de mi corazón. Sin pensarlo más, le robé el beso que tanto anhelaba, un beso lleno de pasión y desesperación.

Nos separamos por falta de aire, ambos jadeando.

—No entiendo qué desea de mí, príncipe. Me dijo muchas cosas, luego me rapta con evidentes celos y después me besa. ¿Qué realmente desea de mí? —pregunté con la respiración entrecortada, buscando que Yoongi aceptara lo que siente por mí.

—Jimin, yo te amo, pero no puedo aceptar que ese hijo no sea mío —respondí, mi voz quebrándose al final, mientras me acercaba a la ventana y miraba hacia el jardín.

—¿Pero por qué asegura que no es su hijo? ¿Por qué no espera a que nazca? —repliqué, con lágrimas que comenzaban a formarse en mis ojos y mi voz temblando.

—Porque si te cuido durante tu embarazo, me encariñaré. Y aunque quiero alejarme de ti, cuando te tengo lejos o siento que estoy por perderte, mis emociones se desbordan —dije, sintiendo un nudo en la garganta, mientras me giraba para mirarlo a los ojos.

—Príncipe, agua que no has de beber, déjala correr —respondió Jimin, con una mezcla de tristeza y resignación en su voz, mientras se abrazaba a sí mismo, buscando consuelo.

—No hagas esto, Jimin, por favor, no llores —dije, sintiéndome mal, y busqué abrazarlo.

Jimin me empujó.

—¡No me toques! No necesito tu lástima. No me quieres a tu lado, perfecto, entonces soy libre de hacer y estar con quien yo guste y con quien se preocupe por mí. Un mes estuve postrado en esa cama y ni sabías mi diagnóstico, ni una vez me visitaste, como si yo fuese un perro —dijo Jimin, con la voz llena de dolor y resentimiento.

En ese momento, entró Dahyun.

—Príncipe, perdón, es que el bebé se estaba moviendo y no sabía que estaba con el príncipe consorte. Mejor me voy —dijo Dahyun, con una expresión de incomodidad.

—No, no se vaya, señorita Dahyun. El príncipe heredero y yo hablábamos de nuestro divorcio porque este matrimonio está roto. Estoy embarazado, al igual que usted, pero Yoongi no es el padre según sus propias conclusiones, y gracias a los ancestros, porque no me imagino estar con un hombre incapaz de reconocer sus sentimientos y luchar por lo que verdaderamente quiere —respondió Jimin, con una mezcla de tristeza y desafío en su voz.

—No debería hablarle así al príncipe heredero. ¿No sabe que puede ir a la horca? —dijo Dahyun, sorprendida por la audacia de Jimin.

—Una vez, un amigo me dijo que alguien le había dicho: a veces amar es dejar ir.

—Jimin, no te atrevas a irte de mis aposentos —ordené, sintiendo la desesperación crecer dentro de mí.

—Usted, príncipe heredero, debe atender a quien verdaderamente ama y a quien lleva a su hijo, no a mí, un impuro, un infiel —dijo Jimin, con lágrimas en los ojos.

—¡Basta, Jimin! —grité, incapaz de contener mis emociones.

—Déjame en paz, Yoongi. Ya estoy harto de ti y de todos. Se supone que tú y yo viviríamos esto juntos, pero no es tu hijo, entonces yo buscaré a su verdadero padre, al hombre que, al verme, me quiera proteger y cuidar, así como lo haces con tu concubina —dijo Jimin, con una voz llena de determinación y dolor.

—¿Qué está pasando aquí? ¿Qué son esos gritos? —preguntó el emperador consorte, entrando en la habitación con una expresión de preocupación.

—Emperador consorte, el príncipe heredero me dio un mes para irme de su palacio y darle el divorcio —respondió Jimin, con la voz quebrada.

—Pero Min Yoongi, ¿qué está pasando contigo? Jimin es tu esposo, tu consorte —dijo el emperador consorte, con una mezcla de incredulidad y enojo.

—Sí, que espera hijo de alguien más —respondí, mi voz llena de amargura.

—Te vas a arrepentir si sigues con esta estupidez. Cuando este niño nazca y se vea igual a ti, te vas a lamentar profundamente. Hasta el amor más puro se seca como cualquier árbol si lo dejas de regar. Jimin está en su etapa más vulnerable y lo que hagas en esta etapa serán cosas imperdonables —advirtió el emperador consorte, con una mirada severa.

—Padre, proceda con el divorcio cuanto antes, mejor —dije, tratando de mantener la compostura.

Me reí con amargura, sequé mis lágrimas y me paré frente a Yoongi.

—Mírame bien, príncipe heredero. Vamos, no seas cobarde y sosténme la mirada. Ahora soy yo quien te pide el divorcio y te exige que no me busques ¡nunca más! Usted no me merece ni merece mi amor —dije, con una voz firme y decidida.

—¿Cómo te atreves a hablarle así al príncipe heredero? —dijo Dahyun, levantando la mano para darme una bofetada.

Le aguanté la mano.

—En tu vida me vuelvas a levantar la mano, serpiente asquerosa. No me olvido de cómo me tiraste de aquel puente porque te escuché hablando con Junghwan sobre el miedo que tienes de que este hijo no es de Yoongi —dije, con los ojos llenos de furia.

—Jimin, ¿qué dices? —preguntó Yoongi, sorprendido.

—Digo la verdad, Yoongi. Ella me tiró del puente por haber descubierto la verdad. Fingí haber perdido la memoria porque así ellos no me verían como una amenaza, pero volví y ahora estoy más fuerte que nunca —respondí con determinación.

—Dahyun, dame una explicación. ¿Qué está diciendo Jimin? —preguntó Yoongi, con la voz llena de incredulidad.

—Yo no sé, él me está difamando —dijo Dahyun, tratando de defenderse.

—Yo ya me cansé de ti, estúpida, y créeme, te haré pagar y mucho. Esto ya no se trata de Yoongi, se trata de mi orgullo —dije con una voz llena de ira.

—Jimin, vámonos. Apenas saliste de una cama —dijo el emperador consorte, con preocupación.

—Sí, emperador consorte, vamos —respondí, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza.


Entré a mis aposentos con el emperador consorte y allí estaba Sana, parada, esperándome con una expresión de determinación en su rostro.

—Muy bien, ahora ella correrá a decirle a Junghwan que yo sé todo y que él vendrá a buscarme —dije, con una sonrisa de satisfacción, mientras me quitaba el abrigo y lo colgaba en el perchero.

—Pero Jimin, eso es arriesgado —respondió el emperador consorte, con una expresión de preocupación, mientras se sentaba en una silla cercana.

—Sí, lo sé, pero Sana, ¿fuiste por los esbirros? —pregunté, volviéndome hacia ella, con la voz firme.

—Sí, alteza —respondió Sana, asintiendo con firmeza.

—Ellos estarán aquí y lo van a capturar de una vez. Y mientras Dahyun esté sola, también la capturarán y la llevarán al lugar que diseñamos para ellos —dije, con determinación, mientras caminaba de un lado a otro de la habitación.

—¡Así se hace, Jimin! Estoy orgulloso de ti —dijo el emperador consorte, con una sonrisa de aprobación, levantándose para darme una palmada en el hombro.

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