Nacimiento

-¿Jimin, qué haces aquí llorando?

-Han pasado cinco meses en un abrir y cerrar de ojos. Usted sabe que las cosas en el palacio se han calmado y se respira paz, pero hoy Yoongi decidió arruinarlo todo.

-¿Por qué lo dices, Jimin?

-Emperador consorte, no me va a creer y me da vergüenza con usted, pero él se atrevió a preguntarme por Dahyun justo después de que tuvimos intimidad. ¿Puede usted creer eso?

Golpeé mi frente con la mano, sintiendo la frustración arder en mi piel. -¿Y qué hiciste?

-Le di una cachetada y salí enojado de los aposentos, pero ahora no puedo dejar de llorar. ¿Por qué la menciona a ella? ¡Me quiero ir de aquí!

-Jimin, estás sensible por tu embarazo. No tomes decisiones precipitadas.

-¡Que me quiero ir!

-Jimin, ¡ya cálmate! Está bien, vámonos. ¿A dónde quieres ir?

-A un lugar caliente.

-Jimin, te estás poniendo rojo. ¿Estás bien?

-Sí, estoy bien, solo tengo frío.

-Vamos, te tiene que ver la doctora.

-Pero si me siento bien -repliqué, mi voz temblando con la mezcla de emociones.

-Pero no lo estás. Estás ardiendo -dije, cubriendo mi mano con escamas de dragón.

Sentía mucho frío, pero por donde pasábamos, las personas se alejaban con miedo y los muros se ponían rojos a pesar de ser de piedra. Fue en ese momento cuando sentí un líquido recorrer mis piernas.

-Emperador consorte, deténgase. Creo que me hice pipí -dije, con voz temblorosa.

-Jimin, mi nieto va a nacer -respondió él, con una mezcla de emoción y urgencia.

-No, no, no. Justo cuando estoy molesto con Yoongi, no lo quiero en mi parto.

-Solo piensa en el bebé. Pronto los dolores van a empezar y tener un dragón no es fácil, Jimin. ¡Llamen a la partera!

Corrí hasta llegar con Su Majestad.

-Emperador consorte, no puedo atender el parto del príncipe consorte -dijo la partera, con miedo en su voz.

-¿Qué has dicho? ¿Quieres ser guillotinada? -respondió el emperador consorte, con furia.

-Alteza, no puedo resistir ese calor que emana del cuerpo del príncipe consorte.

-Si no atiendes el parto de Jimin, no será el calor el que te mate; lo haré yo mismo.

-Príncipe, ni las paredes del palacio resistirán tal calor. Mire, por donde pasaron, las plantas se marchitaron.

-Busca una alternativa inmediatamente.

-Alteza, esto es algo sin precedentes. No estamos preparados.

Sentí el dolor intensificarse en mi espalda baja y me acerqué a la partera.

-¿Me estás diciendo que nadie está preparado para recibir a mi hijo? Aquí han nacido dragones y nadie está listo para él -dije, apretándola por el cuello. Con el calor que emanaba de mi cuerpo, ella se prendió en llamas. -¡Vayamos al río!

-¿Estás seguro? -preguntó el emperador consorte, con preocupación.

-Sí, es mi hijo y lo recibiré en el agua. De esa manera, nadie estará en peligro.

Estaba en mi despacho cuando vi el cuerpo de alguien en llamas caer por mi ventana. La curiosidad me invadió; esto solo podía ser obra de mi padre, Félix. Me asomé a la ventana y lo vi caminando con Jimin, quien, a su paso, iba incendiando el jardín. Recordé lo que había ocurrido en los aposentos cuando encontré la cama en llamas. ¿Será que perdió el control nuevamente? ¡Iré con ellos!

Salí de mis aposentos y caminé rápido hasta alcanzarlos.

-¿Qué pasa? -pregunté, con preocupación.

-Estoy por tener a mi hijo y no te quiero cerca -respondió Jimin, con voz firme.

-¡Nuestro hijo! -exclamé, sintiendo sorpresa.

-¿Ahora sí es nuestro? No te quiero en mi parto. ¡Largo!

-Jimin, me necesitas.

-Emperador consorte, ¿necesitó usted al emperador en su parto? -preguntó Jimin, dirigiéndose a mi padre.

-No, pero me hubiese gustado que él estuviese -respondió mi padre, con un tono conciliador.

-Yo no te necesito ni me gustaría que estés en mi parto -dijo Jimin, con lágrimas en los ojos.

-Papá, ¿pero dónde lo van a atender? ¿Y las parteras?

-Jimin la prendió fuego y vamos al río para contener el calor de su cuerpo -explicó mi padre, con urgencia.

-¿Y eso es seguro? -pregunté, sintiendo una mezcla de miedo y preocupación.

Me acerqué a Yoongi.

-¿Estás queriendo decir que quiero poner a mi hijo en peligro? ¿Que no sé lo que estoy haciendo? Tú eres el que me hizo esto. Si no me hubieses hecho molestar, mi bebé tal vez no nacería hoy. Apenas nazca mi hijo, me voy a ir y no me vas a ver nunca más en tu vida. Te entregaré a tu estúpida Dahyun y te quedarás con ella -dijo Jimin, con una voz llena de dolor y rabia.

Lo abracé, cubriendo mi cuerpo de escamas.

-Amor, por favor, cálmate. Sé que hablas así por el dolor que ahora mismo sientes. Fui un estúpido, pero no estás solo en esto.

-No me abraces -dijo Jimin, llorando por la intensidad del dolor.

-Vamos al río. No pasa nada. Llegaremos allá, tendrás al bebé y los dolores se irán -dije, tratando de calmarlo mientras nos dirigíamos al río.

Al llegar al río, no podía resistir más. Había pasado de no sentir dolor a un dolor indescriptible. Sentía que moriría, que mis huesos se abrían, y no podía dejar de llorar y maldecir.

-¿Qué puedo hacer para aliviarte? -dije desesperado al ver a Jimin sufrir.

-Teje mi cabello, Yoongi. Me molesta tenerlo suelto.

-Está bien, amor -respondí, comenzando a tejer su cabello con manos temblorosas. Mi padre se mantenía cerca de nosotros, en el agua burbujeante por el calor que emanaba de Jimin.

-Alteza, alteza, he traído todo para cuando nazca el bebé: mantas, una cesta y todo lo necesario -dijo Sana, llegando apresurada.

-Sana, vete de aquí. El cuerpo de Jimin emana mucho calor -le advertí, preocupado por su seguridad.

-Alteza, lo siento, pero tendré que desobedecer. He asistido en varios partos y no dejaré a mi señor solo -respondió Sana, con determinación.

-Pero pones tu vida en riesgo -insistí, viendo el peligro.

-No me importa mi vida. He acompañado a mi señor en todo su embarazo y no lo abandonaré ahora -dijo, colocando todo en la orilla del río, en un lugar seco, y acercándose a Jimin.

El dolor en la cara de Jimin era evidente; sus gritos resonaban en el aire mientras el agua a su alrededor burbujeaba y se evaporaba por el calor. Sana se arrodilló junto a él, tomando su mano con firmeza.

-Príncipe, respira profundo. Estamos aquí contigo -dijo Sana, con voz calmada.

Yoongi continuaba tejiendo el cabello de Jimin, sus manos moviéndose con rapidez mientras trataba de ofrecerle algún consuelo.

-Vamos, amor. Pronto tendrás a nuestro bebé en brazos -dijo Yoongi, con voz suave, tratando de calmarlo.

-¡Ahhhhhh! -grité al sentir el dolor aún más fuerte, como si mi cuerpo estuviera siendo desgarrado desde dentro.

-Ya empezó la etapa de expulsión. ¡El bebé va a nacer! Príncipe consorte, recuéstese más sobre el príncipe heredero y emperador consorte, y tome la mano de Jimin. Yo recibiré al bebé -dijo Sana, con voz firme y decidida.

-¡Ahhh! Sana, por favor, que mi bebé no se caiga -dije, con lágrimas de dolor y miedo en los ojos.

-No se me va a caer, se lo prometo. Usted puje cada vez que el dolor sea más fuerte.

-Yoongi, si me muero y tienes que ponerle una madre sustituta a mi bebé, que sea Sana -dije, con voz temblorosa, sintiendo que cada palabra me costaba un esfuerzo inmenso.

-¡Amor, no digas esas cosas! Tú estarás bien -respondió Yoongi, con desesperación en su voz, mientras me sostenía con fuerza.

-No, no creo poder resistir el parto -dije, sintiendo que el dolor me consumía.

-Sí vas a poder, porque tú eres la persona más fuerte que conozco, príncipe. Así que, por favor, puja -dijo Sana, con una voz llena de determinación.

-¡Ahhhhh! -grité, sintiendo que el dolor alcanzaba su punto máximo.

Después de gritos y de pujar, finalmente nació mi bebé y se escuchó su llanto, un sonido que llenó el aire con una mezcla de alivio y alegría.

-¿Qué es? -pregunté asustado, mirando a Sana con ojos llenos de lágrimas.

-¡Es un león! -dijo Sana, seria, mientras sostenía al bebé.

-¿Qué? -pregunté, a punto de soltar a Jimin, pero mi padre, Jimin y Sana rieron.

-¿Qué les hace gracia? -dije, confundido y preocupado.

-Príncipe, tenga a su hijo, un dragón igual a usted -dijo Sana, entregándome al bebé con una sonrisa.

Tomé a mi hijo en mis brazos, sintiendo una ola de amor y protección inundar mi corazón. Su pequeño cuerpo estaba caliente y lo observé detenidamente. Era pequeño y de piel blanca, con labios finos y delicados. Su cabello rojizo contrastaba con su piel, y sus ojos brillaban con una intensidad que me recordó a Jimin.

-Es perfecto -dije, con lágrimas de felicidad corriendo por mi rostro.

Jimin, agotado pero sonriente, me miró con amor.

-Lo logramos, Yoongi. Nuestro bebé está aquí -dijo, con voz suave.

Cubrí al pequeño en su manta de dragón mientras ayudábamos a Jimin a salir del agua. Nos dirigimos al palacio, con el príncipe heredero cargando a Jimin y el emperador consorte sosteniendo al bebé, que aún lloraba de felicidad. Todos esperaban emocionados, aplaudiendo por la llegada del bebé. Hyunjin, orgulloso, sostenía a su nieto, quien le recordó inmediatamente a Yoongi cuando nació.

-Es como verte a ti, Yoongi, cuando naciste, pero más perfecto -dijo Hyunjin, con una sonrisa llena de orgullo.

-Ahora niega a tu hijo -dijo Jimin, con una mezcla de desafío y ternura en su voz.

-No hay manera de poder negarlo. Además, no sé de qué hablas; yo nunca lo negué.

-Sí, claro, nunca lo negaste.

-Es nuestro hijo, Jimin. Nuestro pequeño dragón -dijo Yoongi, con voz suave, mientras acariciaba la cabeza del bebé.

-Sí, nuestro hijo -respondió Jimin, apoyando su cabeza en el hombro de Yoongi, sintiendo una paz y felicidad que no había sentido en mucho tiempo.

El futuro parecía brillante y lleno de esperanza para la familia real, con el nuevo príncipe dragón como símbolo de su amor y fortaleza. Pero, desde las sombras, alguien estaba a punto de traer desgracia y dolor a la familia imperial. Una figura oscura observaba, esperando el momento perfecto para actuar y desatar el caos.

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