Estrategia

—¿Está segura de eso? —pregunté, con incredulidad.

—Sí, emperador consorte. No tengo dudas de que Jimin está en cinta y que su embarazo es avanzado. Ahora iré a prepararle algunos tés que lo ayudarán a ponerse bien —respondió la doctora, con firmeza.

—Está bien. No diga a nadie que Jimin está en cinta. Yo me encargaré personalmente —dije, con determinación.

—Como ordene, alteza —dijo la doctora, haciendo una reverencia antes de salir.

Al ver a la doctora, me acerqué a ella.

—¿Cómo está Jimin? —pregunté, con preocupación.

—Él estará bien. Solo démosle tiempo. El príncipe consorte es muy fuerte —respondió la doctora, con una sonrisa tranquilizadora.

Sentí que el alma regresaba a mi cuerpo y entré en los aposentos, acercándome a Jimin.

—Papá, ¿tú crees que Jimin haya querido suicidarse? —pregunté, con voz temblorosa.

—¡Jamás! Él es muy valiente y decidido, y sé que lo que dijo Dahyun no es verdad —respondió mi padre, con convicción.

Miré a Jimin y besé su mano.

—Amor, ponte bien, por favor —susurré, con lágrimas en los ojos—. Papá, olvidé preguntarle a la doctora por qué Jimin estaba sangrando.

—Jimin está en cinta, Yoongi, y tenemos que cuidarlo —dijo mi padre, con seriedad.

—¿En cinta? —pregunté, sorprendido.

—Sí, y la doctora dice que su embarazo es avanzado —respondió mi padre.

—Si su embarazo es avanzado, entonces ese bebé ¡no es mío! —exclamé, sintiendo una mezcla de confusión y dolor.

—¿Cómo no va a ser tuyo? —preguntó mi padre, frunciendo el ceño.

—Estuvo un mes con el león blanco. ¿Qué me asegura que no es de él? —dije, con desesperación.

—¿Dudas de Jimin? Tu consorte, el hombre que supuestamente intentó suicidarse por el amor que te tiene, pero no dudas de Dahyun, que es una serpiente asquerosa —respondió mi padre con dureza.

—Jimin amaba a Namjoon. ¿Qué sé yo si se acostó con Namjoon y, como no le gustó, lo dejó y vino conmigo? —dijo Yoongi, con amargura.

Le di una fuerte bofetada a Yoongi, que hizo que se partiera el labio.

—Jamás digas esas estupideces frente a mí. Jimin jamás hubiese regresado si hubiera estado con Namjoon. Tanto que dices amarlo y no conoces ni un poco de él. Si no te quieres hacer cargo de tu hijo, está bien. No te preocupes, que a él no le faltará quien lo ame —respondí, furioso.

—Ciertamente no creo en Jimin y lo mejor será que me vaya —dijo Yoongi, con voz quebrada.

—¡Cobarde! ¡Poco hombre! —dije, viendo salir a Yoongi.

Me levanté al escuchar la puerta cerrarse y miré al consorte emperador con las lágrimas retenidas.

—¿Escuchaste todo? —pregunté, con voz temblorosa.

—Sí, y alteza, le juro que yo jamás estuve con Namjoon —respondió Jimin con sinceridad.

—Yo te creo, Jimin, pero tenemos que pensar qué haremos.

—Voy a fingir haber perdido la memoria para asegurar el bienestar de mi hijo. Si no me ven como un peligro, no harán nada —hablé con determinación.

—Pero Jimin, dime, ¿qué fue lo que pasó? —pregunté, preocupado.

—Escuché a Dahyun y a Junghwan discutiendo sobre su hijo y, en eso, ellos buscaron deshacerse de mí —explicó Jimin.

—Lo que dices puede cambiar todo —dije, asombrado.

—Si hablo ahora, Yoongi no me va a creer porque él piensa que lo engañé con Namjoon. Pero si finjo que perdí la memoria, todos se van a relajar y yo, poco a poco, iré haciendo mis cosas —dijo Jimin, con un plan en mente.

—Y yo, por ningún motivo, dejaré que te quieran sacar del palacio. Pero Jimin, ¿cómo no te diste cuenta de que estabas en cinta? —pregunté, intrigado.

—No sé, yo nunca he tenido un bebé antes —respondió Jimin, con una sonrisa.

—Bien, ellos dieron el primer golpe. Ahora viene el nuestro y prometo que te cuidaré a ti y a mi nieto. Finge despertar poco a poco —dije, con determinación.

Jimin asintió.

Salí de los aposentos.

—¡Llamen a la doctora! Jimin está despertando —ordené.

Dahyun se marchó al escuchar eso y fue con Yoongi.

—Príncipe, Jimin está despertando. Le aviso por si quiere verlo —dijo Dahyun, con una sonrisa falsa.

—No me interesa ver a Jimin. Dormiré ahora —respondió Yoongi, con frialdad.

—¿Puedo acompañarlo? —preguntó Dahyun, esperanzada.

—No —respondió Yoongi, tajante.

Hice una reverencia y salí de los aposentos de Yoongi.

—Doctora, ¿qué ocurre? ¿Por qué sale así? —pregunté, fingiendo estar preocupado.

—Es que el príncipe consorte ha perdido la memoria —respondió la doctora, con seriedad.

—¿Pero cómo? ¿No sabe quién es o quiénes somos?

—Recuerda pocas cosas, pero no sabe ni cómo llegó al río —explicó la doctora.

Volteé y vi el rostro tranquilo y la sonrisa que se dibujó en Junghwan, así como el suspiro de tranquilidad que dio Dahyun.

—¿Cómo podemos ayudar a Jimin?

—Solo el tiempo. Por ahora, que guarde reposo y que solo alguien de su confianza esté cerca de él. También he dejado a las cocineras la estricta dieta que tendrá que seguir el príncipe consorte —dijo la doctora.

—Entendido. Sana, Jimin siempre está contigo, así que permanece a su lado. Aunque alguien te diga que te vayas, no lo hagas. Y cualquier cosa rara que notes, notifícamela de inmediato —ordené con firmeza.

—Sí, emperador consorte. Prometo cuidar día y noche al príncipe —respondió Sana con determinación.

—Los demás, vayan a descansar. Yo me quedaré hoy con Jimin —dijo Felix, tomando el control de la situación.

—Alteza, ha pasado un mes y yo, postrado en esta cama, y Yoongi no ha venido a verme ni una sola vez. Dígame la verdad, ¿él está con Dahyun? —pregunté, con voz temblorosa,temeroso de escuchar su respuesta.

—Jimin, no te puedo mentir. La relación de ellos se ha fortalecido —respondió el emperador consorte, con pesar.

Suspiré, mirando al techo para no llorar.

—Está bien. De todas formas, se supone que hoy podré levantarme de la cama —dije, tratando de mantener la compostura.

—De todas maneras, sé prudente, Jimin —advirtió el emperador consorte.

—No se preocupe. Como le dije, ninguno me verá como una amenaza.

—Príncipe consorte, traje ropa limpia y deliciosas fragancias, como me lo pidió —dijo Sana, entrando a los aposentos.

—Muy bien, Sana —respondí, agradecido.

Luego de prepararme, salí caminando poco a poco, acostumbrándome nuevamente a caminar. En el jardín, vi a Dahyun y Yoongi. Ella sujetaba su brazo con una gran sonrisa, sin notar mi existencia.

—¿Príncipe, está bien? —preguntó Sana, preocupada.

—Sí, Sana, estoy bien. Sigamos caminando —respondí, tratando de mantener la calma.

—Mira, Yoongi, ¿ese no es Jimin? —dijo Dahyun, señalando a Jimin.

Volteé a verlo.

—Sí, sí es él —respondió Yoongi, con un suspiro.

—¿No quieres saludarlo? —insistió Dahyun.

Suspiré pesadamente.

—Sí, vamos —dije con resignación.

—¡Príncipe consorte! —llamó Dahyun.

Volteé. —Perdón, ¿pero quiénes son ustedes?

—Yo soy Min Yoongi, el príncipe heredero, y ella es Dahyun, mi concubina —respondió Yoongi, con una mirada seria.

Hice una reverencia.

—Perdone, príncipe heredero. Me temo que no lo recuerdo. Supongo que he sido un pésimo esposo, ya que no vino a verme ni una sola vez, pero no lo culpo por tener a tan hermosa concubina —dije, con una sonrisa forzada.

—¿Por qué finges no conocernos? —preguntó Yoongi, con desconfianza.

—¿Perdón, príncipe heredero, pero de qué habla? —respondí, fingiendo confusión.

—Jimin... —dijo Yoongi, con un tono de advertencia.

—Príncipe, perdón que me entrometa, pero el príncipe consorte ha perdido su memoria y con dificultad recuerda algunas cosas —intervino Sana, tratando de calmar la situación.

—¿Por qué nadie me dijo? —preguntó Yoongi, sorprendido.

—Cariño, yo intenté decirte, pero me dijiste que no querías saber más de Jimin —dijo Dahyun, con una voz suave.

—Ya recuerdo. Te daré un mes más, Jimin, y luego quiero el divorcio y que te marches —dijo Yoongi, con frialdad.

—Príncipe heredero, ¿por qué quiere divorciarse de mí? —pregunté, con voz temblorosa.

—Sana y Dahyun, váyanse y déjenme solo con Jimin —ordenó Yoongi, con firmeza.

—¿Podemos sentarnos, príncipe heredero? Es que me duelen las piernas.

—Sí, sentémonos.

Luego de sentarnos, empecé a hablar.

—Jimin, en vista de que no recuerdas nada, hablaré contigo. Las razones por las que quiero el divorcio son que tú y yo estuvimos mal durante un tiempo y tú te fuiste con Namjoon, el león blanco, y esperas un hijo de él.

—No, no creo que eso sea posible. Yo no fui educado para hacer esas cosas. Usted me miente.

—Jimin, yo ya no te amo. En Dahyun descubrí el amor, por eso quiero que te vayas —dije, mintiendo.

Las lágrimas salían de forma rebelde por mis mejillas, pero no quería decirle la verdad.

—Comprendo. Si usted no me ama, no me quedaré a su lado y tendré dignidad. Le pido que me permita recuperarme y marcharme. Supongo que no cumplí dignamente mi rol de esposo y viviré con la vergüenza —hablé con voz quebrada.

—¿Por qué lloras, Jimin? —preguntó Yoongi, con preocupación.

—No lo sé, pero no se preocupe, príncipe heredero. Ahora, si eso era todo lo que tenía para decirme, creo que lo mejor es que me retire y trataré en lo posible de no cruzarme en su camino —respondí, levantándome y dando algunos pasos.

En ese momento, Junghwan apareció.

—Cuñado, qué alegría verte caminando.

—¿Tú quién eres? —pregunté, fingiendo confusión.

—Soy Shin Junghwan, tu cuñado. ¿En serio has perdido la memoria? Yo soy quien cada día te manda flores de colores —dijo Junghwan, con una sonrisa.

Yoongi estaba parado, serio, sin decir nada.

—Gracias por cada una de sus flores. Ellas me alegraban los días —respondí, con una sonrisa forzada.

—¿Quieres que te ayude a caminar? —ofreció Junghwan, extendiendo su brazo.

—Sí, sería un placer —iba a tomar su brazo cuando Yoongi se acercó.

—Jimin no irá contigo a ningún lugar —dijo Yoongi, con firmeza.

—¿Por qué? No entiendo. Si usted me ha solicitado el divorcio, yo puedo ir a dar un paseo con mi cuñado —respondí, confundido.

—No, no puedes —dijo Yoongi, cargándome y llevándome consigo.

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