El Fin
—Mira a mi bello dragón. Él es lo más hermoso de este reino. No puedo creer que ya tiene casi cuatro meses —dijo Jimin, con una sonrisa llena de amor mientras miraba al bebé.
—Sí, Jimin, no hay bebé más hermoso que este, aunque mi padre casi no deja que lo tengamos —respondí, acariciando la cabeza del pequeño.
—Es que los emperadores dicen que se parece mucho a ti —dijo Jimin, riendo suavemente.
—Ya está dormido. ¿Y si se lo das a Sana para que ella lo lleve a su cuna?
—No me gusta que esté lejos de mí, pero está bien. ¡Sana! —llamó Jimin, para que entrara a nuestros aposentos.
—Sí, alteza —respondí, entrando rápidamente.
—Llévate a Han para que descanse en su cuna y no lo dejes solo.
—Sí, alteza. Permaneceré al lado del príncipe —dije, tomando a Han en mis brazos y saliendo con él.
Entré en los aposentos del pequeño príncipe y lo acosté en su cuna. Justo cuando me iba a dar la vuelta, sentí un cuchillo en mi estómago. Al ver el rostro del agresor, reconocí a Junghwan. Las palabras no salían de mi boca por el aire que perdía. Junghwan tomó al pequeño príncipe y, con una siniestra sonrisa, se marchó. Con gran esfuerzo, comencé a caminar y, con dificultad, toqué la puerta de los aposentos de los príncipes.
—¡Sana! ¿Qué pasó? —preguntó el príncipe heredero, asustado al ver mi vestido lleno de sangre—. ¿Y mi hijo? ¿Dónde está mi hijo?
—Jung... Junghwan —logré decir, antes de desplomarme.
—¡Llamen a la médico real! Yo iré a ver si lo encuentro —dijo el príncipe heredero, con desesperación, mientras corría hacia la salida.
Apenas llegó la doctora, le dije: "Cuide bien de Sana, sálvela". Me fui también en busca de mi hijo, viendo cómo los militares se movilizaban por todos lados.
—¡Junghwan! Suelta a mi nieto inmediatamente —dijo el emperador con voz autoritaria.
—¿Por qué, padre? ¿Te importa más este niño que el hecho de que yo estuviese desaparecido? Así te quería ver, el gran emperador abatido, con miedo de perder a su nieto —respondió Junghwan, con una sonrisa siniestra.
—¡Junghwan, suelta a mi hijo! —exclamé, sintiendo la desesperación crecer dentro de mí.
—Pero mira a quién tenemos aquí, a mi querido hermano Yoongi. ¿Sabes lo que me hizo tu esposo? Me mutiló y me hizo vivir un infierno. Y ahora todos van a saberlo porque dejé cartas en el pueblo y he avisado al consejo.
—¿Qué hacen que no recuperan a mi hijo? —dije, mirando severamente a Junghwan.
—Tú, Jimin, es hora de que pagues lo que me hiciste.
—¿Cómo escapaste? Bueno, eso no importa. Acabaré contigo aquí y ahora —dije, con voz firme.
—Dahyun entró en trabajo de parto y, mientras entraban a ayudarla, yo aproveché y maté a todos.
—Bastante astuto de tu parte, pero debiste huir y no venir a buscar lo que no se te ha perdido. Deja a mi hijo y perdonaré tu vida.
—Jajaja —rió amargamente Junghwan—. ¿Qué vida, Jimin? La que me arrebataste. Tú me mutilaste y me dejaste para los leones.
—Sí, pero al parecer no aprendiste tu lección —dije, tomando el arco y la flecha y apuntando a su cabeza.
—Bien, veremos qué es más rápido, una flecha o un cuchillo. Todos arrodíllense o este bebé pagará las consecuencias —amenazó Junghwan, con una mirada desquiciada.
—Altezas, pónganse de pie, no pierdan su orgullo —dijo Jimin, con una sonrisa cruel.
—Jimin, por favor, arrodíllate. No ves que él está desquiciado —dije, con voz suplicante.
—Han, amor, ¡despierta! —grité, firme, confiando en mi bebé.
Después de escuchar a Jimin gritarle a Han que despertara, vi a mi pequeño abrir los ojos y, al ver un rostro desconocido, se transformó en dragón, quemando el rostro de Junghwan y volando. En ese momento, casi simultáneamente, Jimin tomó el arco y la flecha y disparó directamente al pecho de Junghwan, haciéndolo caer.
—Han, ven con papá, amor —dije, viendo a mi pequeño volar hacia mí. Lo abracé—. ¡Muy bien, mi amor! ¡Somos un gran equipo!
—Jimin, ¿cuándo empezó a transformarse el bebé? —pregunté, acercándome a ellos.
—Hace unas semanas, Yoongi, pero no te dije porque quería que lo perfeccionáramos. ¿Te acuerdas del doncel por el que me preguntaste?
—Sí, recuerdo que les asigné un doncel.
—Nos dimos cuenta de que Han, al ver un rostro que no conocía, atacaba de ese modo. Por eso solo lo tengo yo y de la servidumbre, a Sana.
—Estoy orgulloso de ti, Jimin. Pero, ¿qué habrá pasado en aquel lugar? —dijo el emperador consorte.
—No sé, pero ya lo averiguaré. Ustedes quédense con Han. Yoongi, vamos para que conozcas a tu "hijo".
—¿Nunca me vas a perdonar?
—No. Y ustedes, guardias, quiten a esa escoria de nuestro jardín.
Luego de cabalgar junto a Jimin, llegamos a un lugar donde el hedor era terrible. Afuera estaba Dahyun con un bebé en brazos. Casi no la podía reconocer por el estado tan deplorable en el que estaba, sobre todo con esa especie de máscara de hierro.
—No me mires así, Dahyun. Vine a dar la bienvenida a tu bebé y, mira, también traje la llave para quitarte la máscara —dije mientras le quitaba la máscara. Su boca perforada ya estaba cicatrizada.
—Conmigo haz lo que quieras, pero no le hagas nada a mi hijo —suplicó Dahyun, con voz temblorosa.
—Dahyun, quiero la verdad. ¿Ese niño es mi hijo?
Movió su cabeza de lado a lado, negando, y con dificultad habló.
—No, este bebé es de Junghwan.
—Entonces Jimin siempre dijo la verdad.
—Sí, todo lo que dijo Jimin es verdad.
—Te dije que yo nunca te engañé, bueno, a excepción de que no tenía nada que ver con la desaparición de Dahyun. Pero, ¿me muestras a tu hijo?
Descubrí al bebé, que físicamente era muy parecido a Junghwan. Con lágrimas y suplicando, hablé con Jimin.
—Tú también eres padre. Si queda algo de bondad en tu corazón, toma a mi hijo. Nació sin características de dragón, pero sí de serpiente.
—Dahyun, te enviaré en barco a tu país y tienes prohibido regresar a nuestro país. Creo que aprendiste tu lección y no quiero dejar a esta criatura huérfana.
—¡Acepto! Gracias, Jimin —dijo Dahyun, con gratitud en su voz.
Pasó un mes y Jimin cumplió su palabra, enviando a Dahyun a su país. En el imperio, los rumores se esparcieron rápidamente, pero Jimin no tuvo piedad. Colocaba máscaras a cualquiera que divulgara o repitiera las cosas que había dicho Junghwan. Incluso inventó nuevos castigos, y rápidamente la multitud, por miedo, se aplacó. Ahora todos le temían y lo apoyaban, llamándolo "Consorte de Sangre". Pero eso a él no le importaba.
Jimin caminaba por los pasillos del palacio con una determinación fría. Sabía que su reputación había cambiado, pero su prioridad era proteger a su familia y asegurar la estabilidad del imperio. Cada vez que alguien intentaba desafiar su autoridad, Jimin respondía con una firmeza que no dejaba lugar a dudas sobre su poder.
Yoongi observaba a Jimin con una mezcla de admiración y preocupación. Sabía que su esposo había cambiado, endurecido por las traiciones y los desafíos que habían enfrentado. Sin embargo, también veía la carga que Jimin llevaba en sus hombros, el peso de las decisiones difíciles que había tenido que tomar.
—Jimin, ¿estás bien? —preguntó Yoongi una noche, mientras se sentaban juntos en sus aposentos.
—Estoy bien, Yoongi. Solo hago lo que es necesario para proteger a nuestra familia y nuestro imperio —respondió Jimin, con una voz que no dejaba lugar a dudas.
—Lo sé, y estoy orgulloso de ti. Pero no quiero que pierdas tu esencia, la persona que eres en el fondo —dijo Yoongi, tomando la mano de Jimin.
—No te preocupes, Yoongi. Siempre seré yo, solo que ahora soy más fuerte y más decidido —respondió Jimin, con una sonrisa suave.
6 años después
—¡Es otro niño! Jimin, estoy feliz por cómo has hecho crecer al imperio, dando príncipes y princesa saludables a nuestro reino —dijo el emperador, con una sonrisa de orgullo.
—Gracias, emperador —respondió Jimin, haciendo una inclinación de cabeza.
—Es hora de que tú y Yoongi sean formalmente los emperadores, y Felix está de acuerdo —anunció el emperador, con voz solemne.
Jimin y Yoongi se miraron, sorprendidos y emocionados por la noticia. Sabían que este momento llegaría, pero escuchar las palabras del emperador lo hacía real.
—Estamos honrados y listos para asumir esta responsabilidad —dijo Yoongi, tomando la mano de Jimin.
—Han demostrado ser líderes fuertes y justos. Estoy seguro de que guiarán al imperio hacia un futuro brillante —dijo Felix, con una sonrisa de aprobación.
La ceremonia de coronación se preparó con gran esmero. El palacio se llenó de decoraciones y los ciudadanos se reunieron para celebrar a sus nuevos emperadores. Jimin y Yoongi, vestidos con ropas ceremoniales, caminaron hacia el trono, con sus corazones llenos de orgullo y determinación.
—Hoy, comenzamos una nueva era para nuestro imperio —dijo Jimin, dirigiéndose a la multitud—. Prometemos gobernar con justicia, sabiduría y amor por nuestro pueblo.
—Juntos, enfrentaremos cualquier desafío y trabajaremos por un futuro próspero y pacífico —añadió Yoongi, con voz firme.
La multitud estalló en aplausos y vítores, celebrando a sus nuevos líderes. Jimin y Yoongi, ahora emperadores, se miraron con amor y confianza, sabiendo que, juntos, podían lograr cualquier cosa.
Los hijos de Yoongi y Jimin fueron 5
La familia imperial Min, al tener tantos herederos, se hizo aún más respetable y poderosa. Nadie dudaba del amor de Jimin y Yoongi, que se reflejaba en cada uno de sus hijos. Los príncipes y la princesa crecían fuertes y saludables, bajo la atenta mirada de sus padres y abuelos.
El imperio prosperaba bajo el liderazgo de Jimin y Yoongi, quienes gobernaban con justicia y sabiduría. Las historias de su amor y valentía se contaban en todo el reino, inspirando a su pueblo y fortaleciendo la lealtad de sus súbditos.
Jimin, conocido como el "Consorte de Sangre", había demostrado ser un líder implacable pero justo, ganándose el respeto y la admiración de todos. Yoongi, a su lado, aportaba equilibrio y compasión, formando un dúo perfecto que guiaba al imperio hacia un futuro brillante.
Las celebraciones en el palacio eran frecuentes, llenas de alegría y esperanza. Los ciudadanos se sentían seguros y orgullosos de su familia imperial, sabiendo que estaban en buenas manos. La paz y la prosperidad reinaban, y el amor de Jimin y Yoongi seguía siendo el pilar fundamental de su éxito.
El fin
Quiero agradecer a todos los que le dieron oportunidad a esta historia, a los que votaron y dejaron comentarios.
Atentamente,
MinMillys
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