Controversias
—Han pasado dos días y el joven Park Jungkook no ha llegado —dije con preocupación a Hyunjin.
—¿Yoongi sabe de esto, Félix? —preguntó Hyunjin, con una mezcla de inquietud y reproche en su voz—. Siento que te vas a enemistar con nuestro hijo. Él ya te ha dicho que quiere casarse con Park Jimin; no hay necesidad de involucrarnos.
—¡Sobre mi cadáver! —exclamé, golpeando la mesa con el puño—. Mi hijo no va a casarse con Park Jimin, alguien que se atreve a tratar así a mi hijo. Mañana me lo mata y ni cuenta nos damos.
—Amor, tan solo dale una oportunidad de demostrar que está arrepentido.
En ese momento, un guardia irrumpió en la sala.
—¡Altezas, el príncipe Park Jungkook ha llegado! —anunció con voz firme.
—Muy bien, llévenlo a los aposentos que he preparado para él y díganle que baje solo cuando yo se lo notifique.
—Entendido, su majestad —respondió el guardia, haciendo una reverencia antes de retirarse.
Hyunjin me miró con desconfianza.
—Ahora, ¿qué estás tramando? —preguntó, cruzando los brazos.
—Hyunjin, entiende que hay cosas de las que debo hacerme cargo por el bien de nuestro hijo —respondí, con un tono que no admitía réplica.
—Sí, debo estar de un lado; apoyaré a nuestro hijo y lo sabes —dijo Hyunjin, con determinación.
—Yo no he pedido tu ayuda —repliqué, antes de salir del despacho imperial y dirigirme a la biblioteca, donde sabía que estaban Jimin y Yoongi.
—Alteza —dije, levantándome inmediatamente y haciendo una reverencia.
Ignoré a Jimin y me acerqué a Yoongi—. Veo que sigues enseñándole sobre nosotros —comenté, observando los libros esparcidos sobre la mesa.
—Sí, padre, para que, llegado el momento, sepa todas nuestras costumbres —respondió Yoongi, con una mirada seria y determinada.
—¿Y ya aprendió la parte donde no se toca a un príncipe heredero? —pregunté, con un tono que no admitía réplica.
—Padre, no empieces —suspiró Yoongi, frotándose las sienes—. Pensaba ir a tu despacho cuando terminara. Quiero saber sobre los preparativos de mi boda y quiero que permitas que Jimin participe.
—Sobre eso, hijo, la boda no será ahora —dije, tratando de mantener la calma—. Toma tiempo hacer una boda y dos semanas no son suficientes. Además, ya había enviado las invitaciones al baile real, por lo que no tenemos otra opción que llevar a cabo el baile.
—Entiendo, padre. No quiero dejar tu palabra en mal, pero Jimin, no pasa nada; igual ese día te elegiré a ti como mi prometido —dijo Yoongi, con una firmeza que me sorprendió.
—¿Y qué harás cuando tenga que transformarse? —pregunté, levantando una ceja.
—Eso no es necesario —respondió Yoongi, con un tono desafiante.
—¡Son nuestras costumbres! Claro que es necesario —exclamé, sintiendo la frustración crecer dentro de mí.
—Entonces hablaré con mi padre, el emperador —dije sin titubear.
—El pueblo no aceptará que un futuro emperador no tenga a alguien de carácter a su lado —advertí, tratando de hacerle entender la gravedad de la situación.
—Jimin tiene más carácter que cualquier cambiaformas. Confío en su inteligencia y liderazgo para que sea un buen consorte, y eso no está a discusión —respondió Yoongi, con una convicción inquebrantable.
—Veremos entonces qué sucede. Por ahora, mantendremos las cosas como están. Espero ver a ambos en la cena. Me retiro —dije, dando media vuelta y saliendo de la habitación con pasos firmes.
Vi al consorte emperador irse y, con lágrimas en los ojos, me acerqué a Yoongi—. Tu padre nunca me perdonará —dije, con la voz quebrada.
—Tranquilo, Jimin. Poco a poco le demostrarás que tiene un mal concepto de ti —respondió Yoongi, abrazándome con fuerza.
Me aparté un poco de él. Yo no puedo transformarme y contra eso no hay nada que hacer —dije, con la voz temblorosa.
—Jimin, mírame a los ojos —dijo Yoongi, secando mis lágrimas con ternura—. Tal vez pienses que soy condescendiente con mi padre, pero también sé que al casarme contigo debo darte el lugar que mereces. No dejes que nada te aflija. Sería bonito que te llevaras bien con mis padres, pero en todo esto seremos tú y yo, ¿entiendes?
Me sentí reconfortado con las palabras de Yoongi. Gracias por ser tan maravilloso —susurré, sintiendo una calidez en mi corazón.
—Ve a alistarte. Nos veremos en la cena y no quiero ver tus ojos nuevamente con lágrimas —dijo Yoongi, con una sonrisa alentadora.
—Sí, está bien —respondí, haciendo una reverencia antes de dirigirme a mis aposentos. Mientras caminaba, mis pensamientos estaban llenos de determinación. "Emperador consorte, no te dejaré las cosas tan fáciles. Lucharé por el hombre que amo."
Vi a Jimin salir y me acerqué a la ventana, observando cómo el cielo empezaba a oscurecer, con las primeras estrellas titilando en el horizonte. Suspiré profundamente, sumido en mis pensamientos. Mi padre es un hombre bastante inteligente; sé que le guarda rencor a Jimin, y por eso no canceló ese baile. Pero debo hacer algo para que mis decisiones valgan. Sé perfectamente que con mi padre Hyunjin, él puede hacer lo que le plazca, pero yo no soy igual.
Debo demostrar que soy capaz de tomar mis propias decisiones y defender a quienes amo. Jimin merece ser tratado con respeto y dignidad, y yo lucharé para que así sea. No permitiré que nadie, ni siquiera mi padre, se interponga en nuestro camino.
Había pasado algo de tiempo mientras terminaba de alistarme cuando alguien llamó a mi puerta.
—Príncipe, el emperador consorte lo espera para cenar.
—Ya iré —respondí, ajustando los últimos detalles de mi atuendo.
Salí y fui a buscar a Jimin, pero él venía saliendo de sus aposentos. Estaba con una túnica color rosa que resaltaba aún más su belleza. Mi corazón dio un vuelco al verlo.
—Luces extremadamente hermoso esta noche —dije, sin poder contener mi admiración.
—No me diga esas cosas, que me hacen sonrojar —respondí bajando la mirada con una sonrisa tímida.
—Eres tan hermoso. Vamos, antes de que mi padre venga a buscarnos —ofreciéndole mi brazo.
Asentí y caminé a su lado. Ambos reíamos al mirarnos mientras caminábamos, disfrutando de esos breves momentos de felicidad. Sin embargo, mi alegría se desvaneció al ver a mi hermano parado al lado del emperador consorte en el salón.
—Príncipe heredero —dije, haciendo una reverencia profunda.
—Park Jungkook, ¿cuándo llegaste? No sabía que vendrías.
—Alteza, vine por asuntos de mi reino, por eso llegué de esta manera tan imprevista —expliqué, tratando de mantener la compostura.
—¿Hay algo en lo que pueda ayudar? —preguntó, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.
—No, gracias por su interés, pero el emperador consorte ya se ha encargado.
—¿Jimin, no vas a saludar a tu hermano? —intervino el emperador consorte, con una mirada fría.
Hice una reverencia y di la sonrisa más fingida que pude.
—Vamos, siéntense a comer. El emperador está ocupado, por lo que no podrá acompañarnos —anunció el consorte, con una voz que no admitía objeciones.
Todos nos sentamos y empezaron a traernos todo tipo de alimentos, pero a mí el apetito se me había ido. No soy estúpido; sé que si Jungkook está aquí es por invitación del consorte.
—¿Cuánto tiempo estarás, Jungkook? —pregunté, tratando de mantener la calma.
—Bueno, me comentó el consorte emperador que habrá un baile y, ya que estoy aquí, ¿por qué no quedarme? —respondió Jungkook, con una sonrisa.
—Claro que debes quedarte, y mi hijo Yoongi te mostrará el palacio. Ya veo por qué has hecho una pintura de este hermoso joven; su belleza es deslumbrante —dijo el consorte, con una mirada apreciativa hacia Jungkook
—Mejor comamos —dije, sintiendo la tensión en la mesa, sobre todo en la mirada de Jimin.
—Hermano, parece que no estás feliz de verme —dijo Jungkook, con una sonrisa burlona.
—Sí, estoy feliz. Así Yoongi podrá compartir con su futuro cuñado —respondí, tratando de sonar convincente.
—Sin duda, Yoongi amará tenerme como cuñado —replicó Jungkook, con un tono desafiante.
—Jungkook, ¿tú tampoco puedes transformarte? —preguntó el consorte, con una mirada inquisitiva.
—Emperador consorte, me transformo desde que tengo 3 años. El único de los Park que no logra transformarse es Jimin —respondió Jungkook, con una sonrisa de superioridad.
—Cómo me hubiese encantado que mi hijo te eligiera a ti —dijo el consorte, con un suspiro.
—Por favor, es momento de comer. ¿Dónde están sus modales? —dije, viendo cómo la mirada de Jimin se tornaba triste.
—Ya he terminado de comer; iré a descansar —dijo el emperador, levantándose de la mesa.
—Está bien, padre. Descansa.
Me levanté haciendo una reverencia. Pero vi al emperador abrazando a Jungkook.
—Park Jungkook, me has regresado la felicidad. Yoongi, quiero que le muestres todo a Jungkook y que lo trates bien.
Suspiré, sabiendo lo que mi padre tramaba—. Sí, padre, junto a Jimin le mostraré todo.
Rodé los ojos y miré a Jimin fijamente—. Deberías aprender más de tu hermano; hasta parecen que han venido de reinos diferentes.
—Lo tendré en cuenta, emperador consorte —respondí con una sonrisa mientras me acercaba a Yoongi y tomaba su brazo—. Pero creo que lo importante aquí es saber si al príncipe heredero le gusta cómo soy.
—Sí, Jimin, me gusta cómo eres. Por eso quiero que seas mi consorte.
Sonreí al consorte, sintiéndome como el ganador.
—Muy astuto, Jimin, pero no por nada soy el consorte emperador —replicó el consorte, con una sonrisa fría.
—Padre, ya es suficiente. No soportaré más esto. Si no eres capaz de respetarme, tendré que irme a otro palacio —Hablé con voz firme.
—No veo por qué te enojas. No he hecho nada inapropiado, pero me gustaría que reaccionaras así cuando alguien te ofende. Conmigo quieres ser el gran dragón rojo, mientras que con otros eres una pequeña lagartija —respondió el consorte, con desdén.
—¡Esto es insólito! ¿Así me tratas frente a los príncipes Park? Tal humillación no la soportaré. Tu odio y orgullo son más grandes que el amor que me tienes. Preparen mis cosas, iré al otro palacio inmediatamente y preparen las cosas de Jimin.
—Si te vas, Yoongi, tendrás grandes consecuencias —advirtió el consorte, con una mirada severa.
—Estoy listo para afrontarlas —saliendo del gran comedor con Jimin tomado de mi brazo.
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